Los antiguos reyes se rodeaban de bufones y chancistas para escuchar la verdad. Hoy parece que los gobernantes de grandes infulas se rodean de una corte que les dice lo que quieren oir, porque, por supuesto, ya saben y tienen la verdad. Ya no hay trabajo para los bufones sino para ilustres expertos y juristas.
Sobre el recurso a los “expertos del consejo de transición” algunas curiosidades
y una reflexión.
Resulta curioso que se presente un órgano de propaganda como un “Consejo
asesor”, y que además siendo la misión de tal Consejo asesorar sobre la forma
de acceder a la independencia se
presente como Juez independiente que emite un veredicto objetivo, como si fuera
un entrenador encargado de emitir un veredicto sobre su propia táctica de
juego. Este juego infantil se lo puede permitir quien parece que tiene un
control absoluto de la opinión pública catalana.
También es curioso que Cataluña independiente se postule como nación
contribuyente neta y presuma de ello, cuando uno de los motivos para excitar la
independencia es que es contribuyente neto en España. Se supone que o bien
reclama también que España salga de Europa para no recibir sus contribuciones o
que se incluya una clausula por la que ninguna región de España ha de verse
beneficiada de esa contribución.
En cuanto a la reflexión, llamaría la atención sobre el desliz estratégico
en el que puede incurrir la Generalitat si pone el foco del debate en la permanencia
en Europa. Le conviene un prudente silencio porque le ofrece al Gobierno la
única baza seria. Con los aires que corren es dudoso que la Unión Europea
admita la aventura catalana salvo si quiere saltar hecha añicos. El Gobierno debiera
esforzarse en que Europa dejara bien claro su posición más allá de
declaraciones de segundones. Sería bueno que recogiera el órdago de Homs y que pidiera un dictamen oficial. Cerrada la
puerta de Europa la aventura secesionista sería un remedo de la lunática
defensa de Barcelona de 1714 que se trata de conmemorar. Los secesionistas
activos cuentan con el beneficio de la simpatía de la opinión pública
internacional cuando el proceso de asalto se desate, opinión que se volcaría a
favor de David ante Goliat a la vista de lo sensible que es ante cualquier
manifestación popular mediática. Pero visto lo que puede suceder en Ukrania
también por esa parte puede entrar el miedo.