El “asalto al cielo” que pretende Pablo Iglesias parece que
pasa por el asalto a las clases medias. ¿O estamos por el contrario
ante un nuevo partido regenerador del sistema? Así lo ven ya muchos.
Sirva un botón de muestra.
“El trabajo de Felipe González hasta
1982 consistió en aglutinar a esa mayoría social en torno a un
proyecto común progresista. El trabajo de Pablo Iglesias, ahora,
parece querer ir por el mismo camino. Desde que Podemos obtuvo su
espectacular resultado en las elecciones europeas de mayo, es muy
difícil encontrar unas declaraciones suyas —o de su equipo más
próximo— que no pueda suscribir cualquier ciudadano de izquierdas,
moderado o radical. Desde muchas trincheras se les sigue acusando de
leninistas, bolivarianos y utópicos, pero su discurso es ya sólo
reformista y regenerador, como se demuestra en el esbozo de programa
electoral aprobado en su asamblea fundacional del pasado fin de
semana.” (Luisgé Martin. Anselmo Buendía y Pablo Iglesias)
Nada menos que Pablo Iglesias un émulo
de Felipe Gonzalez.
Tiempo antes de esta “Asamblea
ciudadana” un vecino de clase media, relativamente acomodado, me
mostró su entusiasmo con Podemos y como no lo compartiera y le
plantease algunas objeciones y dudas, me soltó: ”¡pues algún
chollo escondes!” Aunque sin que lleguen a dar una respuesta tan
desabrida, conozco otros ciudadanos de parecido status, que no se
pueden clasificar entre los “perros flautas” y “antisistemas”,
proclives a Podemos. Por lo que dicen los estudios de opinión la
pretensión de su líder de hacerse con un buen botín entre las
clases medias no parece descabellada. Al fin y al cabo es el público
del que se nutren tradicionalmente todos los partidos, incluyendo
hasta ahora IU.
Es obvio que el nazismo capitalizó la
desesperación de las clases medias, pero por muy mal que esté la
situación de las clases medias en nuestro país, estamos a años a
luz. Estoy seguro que gran parte de los simpatizantes de Podemos vive
con relativo acomodo y considera su situación personal también
segura y aceptable, así ocurre al menos con los que conozco. Pero
ello no evita que tengan un profundo malestar y que repudien “el
sistema”, al que quisieran condenar a ser enterrado bajo sal como
hicieron los romanos con Cartago. Tampoco, como se podría presumir,
aprecio que sientan miedo por su futuro inmediato y a que el sistema
deje de prestarles el servicio que seguramente merecen: pensiones,
salarios, seguridad social..etc. Es así característico que no ligan
su ira y malestar con su situación personal, sino con la marcha de
la sociedad y de las cosas públicas, mientras que dan por supuesto
que su status seguirá en todo momento parecido. No es su situación
personal la referencia para enjuiciar el estado de las cosas
públicas, sino una sensación borrosa de la realidad externa la que
mide el estado de la propia casa.
¿Por qué una alternativa como UpyD o
Ciudadanos, en principio impoluta y crítica con la corrupción y los
males del bipartidismo, les parece “blandita” y trufada de
intereses “sospechosos”? ¿por qué por contra sólo ven en
Podemos la cara luminosa y les parece irrelevante su cara oscura? ¿no
debía resultar evidente esta a la luz del mentor bolivariano? ¿qué
les lleva en suma al convencimiento de que no son tan fieros como lo
pintan? Sería gracioso por cierto que esta parte de la clase media
se inclinase hacia Podemos en nombre de los mismos presupuestos que
alienta UpyD o Ciudadanos. Por eso tiene que haber algo más, con
independencia del peso mediático que es otro asunto a tratar con
detenimiento y aparte.
El radicalismo al que conduce la crisis
y la corrupción , incluso con todo su eco mediático, sólo es
posible si el terreno está abonado. Tal vez este sector de la
población tenga un extremo sentido del a virtud pública que se ha
visto defraudado, una solidaridad con los desfavorecidos que no
admite más componendas, pero también puede haber mucho de rabia
sumergida, de malestar “sistémico”, que se retroalimenta
permanentemente de los males y debilidades del sistema. Me temo que
la fuerza de Podemos no provenga de la adaptación a la sensatez que,
cabe suponer, tienen las clases medias, sino a la capitalización de
cuentas por saldar que atraviesa y enreda a gran parte de nuestra
sociedad.
Seguramente esta rabia endémica, que
brota cíclicamente como el Guadiana y que enreda transversalmente a
la población, sea reveladora de desajustes y supuestos nocivos que
trastocan el “imaginario” colectivo, la relación entre la
imaginación y la realidad, y nos hacen cargar sobre la democracia
las culpas y responsabilidades de los dirigentes y las élites
gobernantes, pasando además de puntillas entre los magos y
prestidigitadores, tal como sucede en las cortes de la derecha con
“el pequeño Nicolás”.
Pero también cabe que esta distorsión
de la imaginación sea pasajera o no lo sea todo. ¿Que sucedería si
muchos de los que simpatizan contra ellos mismos repararán en lo que
les puede reportar Podemos? Quienes más parecen tener en cuenta esa
posibilidad son los líderes de Podemos, por eso están tratando de
adaptarse, para complacer y no alarmar a este público tan
escurridizo y volátil. En gran medida no es un asunto baladí
preparar al PSOE para avenirse a gobernar juntos, horizonte bien
verosímil. ¿Táctica leninista o regeneración democrática? No es
casual que esta mirada complaciente de mucha gente de la clase media,
la compartan intelectuales y comunicadores de toda condición, tan
críticos y exigentes para otras cosas. Que uno sepa, el concepto que
expresa el líder sobre la democracia es perfectamente homologable a
...las repúblicas caribeñas. Mientras que su requisitoria contra el
“sistema” no se queda en la denuncia de “la casta”, sino que
postula como solución la fiscalización que debería llevar a cabo
“el Gran Ciudadano”, versión prosaica, tal como requieren los
tiempos, de su pariente “el Gran hermano” Todo sea por ganarse la
clase media, que es la que cuenta.
Viene a decir: “A mí me da lo mismo, pero si se separan seguirán tan mal gobernados como hasta ahora, no se lo recomiendo”.
Ergo: lo que decide si es bueno escribir o no hacerlo es el valor del Editor. Si el Editor es un explotador y tramposo y no se puede elegir otro mejor, dejar de escribir. Si es honrado y competente, escribir.
Se podría remediar un poco diciendo, con permiso: la calidad de sus gobernantes y políticos está en consonancia con la calidad de los gobernantes y políticos del resto de España (o perdón, del Estado), y lo seguirá estando por mucho que se independicen. Mejor buscamos remedio todos juntos.
Postdata: Se preguntaba un paisano: ¿Mi patria? No sé lo que es, no me la han presentado. Lo único mío de verdad es mi perro. Quiero al Estado para que me lo proteja.
¿Es lo mismo crisis de Estado que crisis de Nación?¿Si esto es una crisis, como parece, es una crisis de Estado o una crisis de Nación? . Es decir del sentido de Nación.
Por fin:
Llevo especulando, conmigo mismo claro, ya bastante tiempo, que la exagerada fuerza del nacionalismo es consecuencia, más que causa, de la “desnacionalización” de la sociedad española, nada más singular a escala planetaria. Argumentaciones como la comentada, dada además la autoridad de quien la hace, me hace hundirme más y más en mi desvarío.