Rajoy hasta el momento puede contar con
el beneficio de la duda, pero los golpistas ya han acortado el
tiempo hasta el mínimo para tener que decidir, y de paso que de esa
forma podamos juzgar el valor de nuestro Presidente. Han decidido
lanzar el órdago y, por mucho que se pretenda, estamos en el punto
que no se puede obviar el envite. El problema no es lo previsible que
esto pudiera ser, sino el tener claro que tarde o temprano habría
que afrontar el trago. Y es dudoso que este horizonte estuviera en la
mente de Rajoy. La “solución” de Rajoy ha sido la habitual que
tiene en su manual protocolario: los problemas se resuelven dejando
que quienes los provocan se agoten, sobre todo si estos problemas
contravienen el sentido común. Lo ha dicho en su plasma: “la
democracia es el imperio del sentido común..” Es la mentalidad del
chico aplicado y de buena familia: lo que debe ser, es. Pero hasta el
más fiel marianista tiene que reconocer que a Rajoy el Procés y su
marcha le resulta incomprensible. Lo que debería agotarse es cada
vez más inagotable. La receta de no molestar y “laissez faire ,
laissez passser”, no parece en este caso un remedio expeditivo. No
ha metido la pata pero en este caso es cada vez más evidente que
hacía falta algún signo de que se está al loro. Reina en las
huestes secesionistas la idea de que todo es jauja, que el Estado, el
tan temible y opresor Estado central y centralista, es en realidad
una ONG de “camastrones” aburridos empeñados en aburrir a los
aburridos. Aunque es cierto que en lo fundamental no ha cedido ( no
ha concedido el concierto, ni el derecho a decidir, ni lo que viene a
continuación), a lo que parece para don Mariano ser sensato es no
provocar. No tenía otro remedio, pero seguro que teme que incluso no
ceder parezca una provocación. Los teóricamente provocables no por
ello se amansan y reflexionan, aún se excitan Mas, como se excita
el gamberro provocador cuando no se le hace caso. Pero los provocados
de verdad, los que se sienten catalanes-españoles o simplemente
demócratas, son presas de la desmoralización y de la
desprotección. Fuera de Cataluña los españoles lo toman todo por
un teatrillo. Sólo el arrastre de última hora de C,s ha permitido
salir del KO por la campana. Es imposible evaluar la magnitud del
daño: si daña más no provocar a los que se sienten permanentemente
provocados, incluso más si no se les provoca, o tranquilizar a
quienes están pisoteados, haciéndoles que esto no es más que un
jugar a hacerse cosquillas.
Pero lo más temible de Rajoy no es la
eficacia o ineficacia de su receta, sino que no está mentalmente
preparado para concebir otra. Se cree que el enfrentamiento civil y
el riesgo de ruptura de la unidad de España es metafísicamente
imposible. Al igual que a Chamberlain, a nuestro chamberliño
le sorprende lo obvio, le sorprende que hubiera gente con poder, como
en un caso Hitler en el otro Mas y Cía, que pudiera ser tan mala
hasta el punto de machacar el sentido común, no por un calentamiento
momentáneo, sino por sistema. Seguro que a don Mariano, sin poner en
duda su patriotismo, no le molesta tanto la situación en sí por
los males que pueda traer, sino lo desbarajustada de la misma, el
hecho de que le parezca incontrolable, según su manual y protocolo.
Le traicionó el subconsicente cuando parece que dijo: esperemos que
no se hable de Cataluña en las elecciones. Había aprendido que la
política es un negocio de gente civilizada, aunque algunos de esa
gente estuviese equivocada o viviese en la fantasía. Como esa idea
de fondo la comparte con la mayoría de la sociedad y de la opinión
pública, se ha reforzado y repantingado en ella, mientras que al
hacerlo ha reforzado a la opinión pública en su creencia. Como no
se puede decir nada claro y sólo cabe decir medias verdades, la
aparente pachorra es la superficie de la angustia de quien, por
encima de todo, teme no ofender ni provocar, no sea que se le achaque
la responsabilidad de lo que pasa. Rajoy, al disponer del poder y del
gobierno, está en una situación ideal para liderar la
desarticulación del peor peligro que ha sufrido la democracia y
España en casi dos siglos, aparte la Guerra Civil, y tiene
suficientes instrumentos para hacerlo, siempre que se atreva a poner
al pueblo ante la realidad. Sin duda que eso le reportaría inmensos
réditos electorales,... pero sólo si hace lo que debe sin pensar en
las elecciones. En pura lógica, si los secesionistas han precipitado
el Golpe, pasando de esta posible consecuencia y contra toda lógica
táctica, obedece tanto a sus contradicciones internas (encaje de
CUP, salida a Mas y Pujo..etc) como al sentimiento de impunidad y de
desprecio que en sus filas se ha creado no ya sobre “Madrid”,
sino sobre el poder de “Madrid”.
No se puede dudar en apoyar a nuestro
Presidente, pero hay motivos para dudar que se quiera dejar apoyar y
sobre todo que su mente y voluntad se ponga en sintonía con la
realidad. Porque la realidad a sintonizar no es el peligro de perder
las elecciones y el Gobierno, sino el de que se pierda España. Al
fin y a la postre, como humanos que somos, siempre podemos cambiar,
pero los hábitos y esquemas mentales adquiridos nos empujan con
mucha fuerza para que no nos salgamos de ellos. De acuerdo con ello
hay razones para pensar que a Rajoy le preocupa más asesorarse
convenientemente para evitar recurrir a lo inevitable, que para
afrontar lo inevitable. Pero igual las apariencias engañan y todo
está de verdad bajo control.