" Tan seguro es el inmediato fraccionamiento definitivo de España que yo puedo sacar del baúl de la Piquer estos tres párrafos cada principio de año sin que nadie repare en que se trata de los mismos que firmé doce meses atrás. Y es que, hace hoy justo doce meses, España estaba dando ya los últimos suspiros previos a su fatal extinción"( Este año se acabará España. Libertad digital .Jose García Dominguez 2020-1-1.)
"Ya que el gran sueño estratégico del pujolismo, la colonización de las almas alógenas encomendada durante las últimas cuatro décadas a los maestrillos y maestrillas de la Generalitat, no ha funcionado, el plan B apela ahora a colonizar los estómagos. La eventual independencia de Cataluña, que no constituye una quimera imposible, requeriría, sin embargo, de un apoyo interno que se aproximase a la categoría de lo abrumador. Algo que ni de lejos ocurre. Eso es lo que, al fin, ha entendido Junqueras." (El plan de Esquerra. Libertad digital. Jose García Dominguez 2020-1-3
A continuación algunas matizaciones y objeciones sobre estos pronunciamientos.
Sería agotador
quedarse en la dialéctica sentimental y tópica entre Realidad o
Apocalipsis para evaluar el peligro que sufre la continuidad de
España, no en el momento inmediato sino en un futuro reconocible.
García Dominguez amaga con tocar el tambor de los tópicos, pero
apuesto a que si Bismarck levantara la cabeza no daría crédito a
lo que le pasa al “enfermo más fuerte del mundo”.
Pero aun así la
argumentación de García Dominguez. trata de ceñirse con la mayor objetividad a
lo más comprensible del futuro del Procés. Porque de eso se trata:
si se va a la consumación del Procés o a una especie de descanso
histórico del mismo. Esto último sostiene García Dominguez sin que sea
óbice para que fluctúe sin embargo entre dos conclusiones
contrarias a las que se ve abocado, sin atreverse a definirse por
ninguna de ellas.
Por una parte la que
se deduce de que la independencia no está sobre la mesa sino sólo
la renovación del autonomismo; por otra parte la de que con esa
renovación el separatismo sigue la estrategia más plausible para
lograr la independencia en la siguiente generación. Por lo primero
la política de Sz sería impecable e incluso la más inteligente
posible para frenar el separatismo; por lo segundo Junqueras
mejoraría las posiciones del separatismo de forma tan apreciable que
de llevarse a cabo el pacto con el socialismo en la forma que se
prepara la independencia acabaría siendo inevitable. Sostener ambas
o cualquiera de ellas por separado produce cierto vértigo
intelectual.
Aparentemente la
independencia depende de que una parte suficiente de los catalanes
“españolistas” desistan de resistir o la apoyen sin más. Para
Iceta bastarían diez años, mientras que el “prudente” (las
entrecomillas son mías) Junqueras se prepararía para veinte años.
Pero esta discrepancia sólo sirve de argumentario sobre la
oportunidad y las circunstancias que han de concurrir para pactar el
referéndum de autodeterminación. Para Iceta sólo tiene sentido una
vez que haya garantías de una sólida mayoría favorable y para
Junqueras es cuestión previa cualquiera que sea el momento oportuno
para implementarlo.
Pero esto es un
escenario estático. El fracaso del separatismo en imponer la
independencia según el proceder infantil del que hizo gala no
significa una situación de mayor debilidad ni menos aún un
debilitamiento tal que obligue a formalizar un nuevo status quo
autonomista. A costa de una mayor división interna, que en el fondo
sólo encubre propósitos electoralistas, el separatismo ha adquirido
una mayor fuerza política al conseguir un escenario europeo y
español más favorable, muy favorable en el caso de España. No es
fantasioso pensar que la clase política gobernante y dominante, es
decir las izquierdas, está dispuesta a conceder tanto cuanto sea
necesario salvo por el momento la independencia de iure. Y lo hará
mientras sus apoyos sociales, sigan agarrotados por la indiferencia
y la ceguera interesada.
Es cierto que la
negociación apunta a un pacto que para el separatismo sólo puede
ser de “preindependencia” y para el Estado conservar la fachada
de la soberanía ante el exterior y la cara hacia el interior. Los
elementos de ese pacto son evidentes: empieza por el reconocimiento
de facto de Cataluña como sujeto político y ha de seguir con alguna
fórmula de iure y con la implementación práctica de esa soberanía
con Hacienda, Censo y Justicia completamente en sus manos.
Pero es mucho
suponer que la intención de Junqueras sea atarse a un nuevo status
quo con lealtad o por necesidad, a la espera de que con un mayor
bienestar, presunto bienestar, los “charnegos” acabarán
comprados. Por lo mismo que es dudoso que la actitud de la población
“charnega” dependa de los frutos que resulten de la consolidación
de este autonomismo renovado.
Hasta el momento la
resistencia ha contado con la esperanza de que no estaban sólos y
que el Estado “al final” acabará protegiéndolos. Porque no se
puede soslayar la dimensión sentimental de la contienda. Al igual
que el auge del separatismo no se entiende sin la excitación de los
rescoldos de odio histórico contra España, la resistencia de los
“charnegos” tiene poco que ver con el malestar económico,
existente sin duda , y mucho con el hecho de que se sienten
españoles. Un cambio en el reparto económico de tal magnitud que
altere el actual status social y de bienestar así como las
disposiciones sentimentales por sí sólo es tan inimaginable como
que el separatismo “posibilista” se tome en serio esta
estrategia.
Creo que todo es más
sencillo. Entre este presunto posibilismo economicista/autonomista y
la abierta guerra civil, el separatismo puede explorar vías
intermedias a la luz de lo favorable de las circunstancias actuales.
Los botines que consuman el tratamiento de sujeto político de facto
y soberano in pectore,( la Hacienda, el censo y sobre todo la
Justicia) no tienen porque quedarse en piezas del engranaje
“superautonómico” (“construcción nación” en el argot),
sino posiciones que pueden ser decisivas para saltar a la
independencia en el momento oportuno. La estrategia de los socios del
gobierno se parece más a la del cazador que hace acopio de munición,
de la mejor posición y tiene a punto la jauría, a la espera de que
salte la liebre, que la del invitado goloso que sólo piensa en
compartir el banquete.
Porque el talón de
Aquiles de la resistencia “charnega” son las circunstancias que
llevan a la desmoralización y a la completa confusión y hasta el
autoengaño.
En concreto ¿como
va influir en esta población la evidencia de que el Estado no está
por protegerlos? ¿qué influencia va a tener que sus representantes
políticos mayoritarios, PSC y podemitas, depreciado al máximo Cs,
preparen de hecho, sino la salida de España, al menos las
condiciones que hacen posible esta salida, especialmente el
referéndum autodeterminista?
En la otra orilla,
toda la presión que ha de recibir por su parte Junqueras de los
Puigdemonistas empuja a este a reclamar un referéndum de
autodeterminación en la forma del derecho al referéndum “pleno”
como parte esencial del acuerdo “generacional”. ¿Es esto
compatible con un status quo generacional sostenido en la lealtad de
las partes contratantes? Al fin y al cabo basta para que la
independencia sea posible que, tal como ocurre, una mayoría de la
población admite la legitimidad de un referendum en torno a la
separación y que el Estado mantenga abierta la posibilidad a este
reconocimiento mientras todo se va cociendo.
Porque Junqueras
sabe en el fondo, o tendría que saberlo, que el socialismo y las
izquierdas nunca estarán dispuestas a jugárselo todo contra el
separatismo, pero sí que estarán dispuestas a hacerlo contra “las
derechas”.
Por no comprender
algo tan sencillo G. D. cree que las Esquerras andan en juegos
retóricos, algo parecido a lo que pensaba nuestra clase política de
la transición y durante el Arco Iris de la democracia, desde Suarez
a Aznar pasando por F. Gonzalez, para la que no había separatismo
sino cuentos retóricos en vistas a más pasta y privilegios. Por
desgracia la resistencia “españolista” catalana aunque no se
quiebre por “más pasta” puede hacerlo por desmoralización,
desprotección y engaño. Y en esa estamos.
En cuanto a una posible crisis entre Cataluña y Andalucía, que pondría en peligro la alianza separatista socialista, dado que la renovación de los privilegios de la primera sería a costa de Andalucía, según expone García Dominguez en "El plan de Esquerra", recuerdo que toda la estrategia de izquierdas es derivar las discrepancias redistributivas a la culpabilidad del "centralismo madrileño". Hasta ahora ha funcionado.