domingo, 29 de marzo de 2015

SOBRE EL VACÍO QUE ACOMPAÑA AL DESFONDAMIENTO


El desfondamiento paralelo de UPyD y, por lo que se aproxima de IU, induce a pensar a sus militantes y seguidores cercanos, especialmente los que le han dedicado su máximo esfuerzo e ilusión, que son víctimas de la versión negativa de la fábula de la hormiga y la cigarra. Esta se llevaría el trabajo que las laboriosas hormigas han realizado años y años con todo tipo de sacrificios y penurias. Esto por muy humanamente comprensible que sea contiene una distorsión de perspectiva que acrecienta este malestar y frustración. Sin afrontar directamente la cuestión política, salvo en lo preciso para desarrollar el tema que me ocupa, quisiera referirme a ciertas distorsiones características y su relación con la posición en la que se pueden encontrar los militantes y los seguidores más activos y comprometidos en las estructuras de los partidos políticos y especialmente los que pretenden ser una alternativa a los partidos dominantes. Porque tales distorsiones sólo se manifiestan en las formaciones dominantes cuando se pone en crisis el Status Quo o en las alternativas cuando no logran consolidar sus expectativas.
Es dudoso que en la vida el “trabajo bien hecho” reciba habitualmente la recompensa que merece, y en política especialmente el premio parece corresponder a lo más bajo y mediocre. Pero hay que corregir esta impresión situándola en su lugar. Es decir en relación con el hecho de que la opinión pública obedece a leyes específicas en gran parte ajenas a los motivos que pueden hacer preferibles unas soluciones políticas. Veamos en general desde esta perspectiva los prejuicios en gran parte naturales que distorsionan la percepción de los militantes y seguidores de primera línea. Estos serían:
-que el valor de la política en el mundo es el mismo en lo fundamental para los dedicados a ella de forma activa o mental que para el público en general, variando únicamente el grado de dedicación y de compromiso. Sucede más bien que la intensidad con la que unas minorías sienten la política se corresponde con la alta valoración que les merece la misma para la marcha de la sociedad, mientras que para el público en general es o bien una molestia necesaria o bien un trámite en el funcionamiento inercial de la sociedad. Lo que no impide que, sobre todo, al defraudarse las expectativas, se culpe, normalmente con razón, a los políticos y de paso, con menos razón, a la política. Pero sucede en este caso como cuando sólo se piensa en el coche o en la casa cuando se averían, lo cual no dice mucho del interés por la política sino todo lo contrario.
-que en lo fundamental el público se rige por las ideas más acertadas o que, sobre todo, está presto a hacerlo de esa manera, constituyendo en principio una especial de tabula rasa en la que se pueden imprimir las diferentes ideas y propuestas. Sucede por lo contrario que los diferentes sectores de la población se identifican fielmente con tradiciones consolidadas y sólo tienden a considerar lo que refuerza las opciones y partidos que la encarnan y a los que están adheridos de antemano. Por eso las formaciones alternativas sólo se pueden hacer un hueco si están en la onda de alguna de estas tradiciones, percibiéndolas el público de esa manera, y además si los que patrimonializan esa tradición entran en crisis o en graves dificultades por las causas que sean. Pueden ser estas la continuidad en el fracaso y la derrota, ambiciones internas y personalismos, incapacidad para dar respuesta a cuestiones ineludibles, corrupción..etc. Puede parecer contradictorio esto con lo anterior, pero no lo es, porque precisamente el público en general, que se rige en suma por la convicción y la utilidad a la vez, al no dar valor a la política pero al intuir su necesidad, se aferra a lo conocido sino hay razones graves para cambiar.
-que sólo la propia formación política tiene un proyecto suficiente para dar solución a los problemas de la sociedad y sobre todo que ese proyecto y los principios en que se fundan son exclusivos del mismo. Es natural que los líderes y los seguidores más comprometidos lo crean así pues han hecho una apuesta. Se pierde de vista sin embargo que se comparten principios y valores con gran parte del espectro político y social incluso con los adversarios, por lo que la convergencia práctica en la política que se haría es mayor de la que piensan. Pero sobre todo la tendencia a exagerar la diferencia con los más próximos si está en disputa un mismo nicho electoral.
-que los programas y proyectos políticos son de por sí programas de gobierno o son mejores cuanto más se aproximan a ser un posible programa de gobierno, lo que lleva a hacer creer a los militantes en la importancia de su aportación. Pero aun en el caso ideal de que fueran programas del gobierno no serían más que una partitura a expensas de la interpretación del director, es decir del gobierno y quien gobierne. En realidad salvo en temas cruciales estos programas son guías u hojas de ruta, mientras que la práctica de gobierno debe juzgarse en sí misma.
-que de acuerdo con lo anterior lo que lleva a ganar la adhesión del público es la coherencia de lo que se ofrece y en general el “trabajo bien hecho”. Lo que pasa es que el público juzga si el trabajo está bien hecho conforme a sus expectativas, que suelen ser lo menos complejas posibles, pero muy definidas en torno a lo que le puede preocupar más directamente. Se tiende por ello injustamente a achacar el fracaso a la mala calidad de los mensajes o a las interferencias y veladuras interesadas que impiden que estos, si son correctos y se transmiten correctamente, lleguen a la gente. Es como si una marca de coches atribuyese su escaso éxito de ventas a que el público no se ha hecho consciente de sus cualidades mecánicas, por ejemplo, por una mala campaña publicitaria, cuando estas sólo pueden reforzar la idea previa que el público tiene sobre las virtudes del producto y por tanto su inclinación a adquirirlo en lugar de otra marca. Dicho de otra manera el público no tiene otra referencia para saber de esas cualidades que lo que se opina al respecto, es decir que su idea previa.
De acuerdo con estas pautas, viene alguna sumaria observación sobre el caso presente de UP y D. Todo se confunde si no se tiene en cuanta algo tan elemental como:
-que el nicho potencial de crecimiento de esta formación era sectores socialistas descontentos por la ausencia de una política nacional y sobre todo por su condescendencia con los nacionalismos. Pero mal que bien el PSOE, sin curarse de estos vicios, ha cerrado esta brecha que amenazó en algún momento crítico, convenciendo a sus bases y su público de la banalidad de esta acusación que revelaría falta de flexibilidad. En esas condiciones UPyD sólo tenía, tal como se ha comprobado, un cierto margen en sectores descontentos del PP y en añorantes de un centro más puro. Pero el acceso a esa cantera queda muy limitado por el hecho de que UPyD se reivindica como alternativa socialista conforme a su origen.
-que al proyectarse A. Rivera a escala nacional puede abarcar un espectro social y político mucho más amplio y sobre todo, sin un techo fácilmente previsible, y sobre todo acampa en lo que es el principal capital de UpyD, la reivindicación nacional, de forma más ventajosa, pues presenta el aval de su resistencia al separatismo.
-que siendo la corrupción el tema estrella, el publico de izquierdas sólo lo siente si afecta a la derecha o si lo liga sus sueños utópicos, como hace Podemos , mientras que el de derechas es más proclive a avergonzarse de los suyos, por el hecho en sí. Por eso, a la hora de capitalizar esta cuestión capital,  Cs tiene mucha más ventaja, por mucho e intachable que haya sido el esfuerzo de UPyD.
-que la gente no entiende mucho pero intuye y entre varias ofertas opta por la más afín a sus convicciones, y por lo útil, es decir lo que puede salir adelante, pues, con razón o sin ella, es lógico que se piense que sólo a partir de pesar electoralmente se puede pesar políticamente e influir en la marcha del país.
Creo que, considerando sus incuestionables méritos y la gran labor realizada, R. Diez y su formación ha sido presa del “narcisismo de las microscópicas diferencias”, exagerar hasta el extremo de lo rocambolesco las diferencias, pero achaco a su identificación ideológica un tanto trasnochada con los ideales socialistas clásicos su dificultad para comprender la posibilidad que se abre de una recuperación del centro político, razonable y escarmentado, así como la aportación que ella y su formación podría hacer para ello y sobre todo la necesidad que tiene España del mismo. La coherencia, o su sentido de la coherencia, la dignifica, pero esto no significa inmunidad contra los errores.


No hay comentarios:

Publicar un comentario