sábado, 26 de octubre de 2024

LA CONFESIÓN

 Según se deduce de la confesión de I. Errejón, la culpa, bien sustanciada, es del PP y la

ultraderecha, acreditados agentes del neoliberalismo y el patriarcado.

La confesión es una pieza antológica del Idiotismo dialéctico. Transmite en estado puro la

mentalidad del espectro neocomunista/woke. Parece mentira pero desde el más pomposo intelectual

al más socorrido corre ve y dile /todos piensan de la misma manera. Y con resabiada enjundia

bizantina académica, tanto mayor cuanto mayor es la ascendencia.

El padrecito Marx suprimió la persona. Para este todos los humanos sólo somos especímenes

clasistas, proletarios, burgueses, pequeñoburgueses... Para sus epígonos somos todos especímenes

ideológico/sistémicos, feministas o machistas, colonialistas o indígenas, homos o heteros,

progresistas o conservadores, taurĺofilos a animalistas...La historia se limita a limpiar la hez

discrepante del idiotismo dialéctico.

Es admirable a pesar de todo que el confeso todavía maneje el término "persona" frente a

"personaje". Debe ser alguna reminiscencia cristiana o ¿por qué no? calderoniana. ¡Cuidado que la

reacción se las sabe todas!

martes, 22 de octubre de 2024

LA DESMORALIZACION


Toda la táctica sanchista se aferra a conservar la cohesión de su parroquia. Teme por encima de todo que la desmoralización lleve a una abstención significativa de votantes. Se emplea a fondo a sabiendas de que sus posiciones y enredos corren serio peligro. De los socios ni hablar. Un poco de teatrillo y sobra. Le importa su provecho, no que se aprovechen de su locura. Puede darles lo que sea siempre que su rebaño trague y consienta.

La oposición hace alarde de aturdimiento e incluso de dejadez. El episodio del "placet" a la suelta de Etarras, aparte de su gravedad intrínseca, es más grave por lo que denota de no querer ver. O sea de querer creer, sin bajarse del burro, que la España ideal que debiera venir de la Transición y la Constitución sigue vigente y además para siempre. El paseíllo "institucional" para la mejora de la fotogenia del Dr. se festeja como si fuera un juramento de civismo de quienes necesitan demostrar que son de fiar y están en período de pruebas y de iniciación en la democracia.

Prima la táctica de ganarse a los "desafectos" del sanchismo, porque el ambiente es irrespirable y no podrán aguantar. Pero lo que conserva la moral del rebaño sanchista no es el desconocimiento de los desafueros de sus pastores, sino el sentimiento de que son cada vez más fuertes, o menos débiles, y que van a acabar ganando pase lo que y sea como sea. No hay atisbo de vergüenza torera alguna, incluso con esos desafueros y a pesar de ellos. Sólo se puede desmoralizar la grey si teme que el barco puede naufragar, más aún, si teme que esté naufragando y se oye el runrun.

La aparición de ese temor es una posibilidad, pero cómo eso sea o se produzca es algo imprevisible. El olfato de la oposición no parece muy afinado para este menester. La línea de resistencia suprema de "la Banda" se reduce a que nada de lo que hacen y se puede saber permite pensar que tengan voluntad de instaurar un dictadura. Vamos, que la única dictadura posible es de derechas y que mientras esta devastación de la libertad y de la decencia que la Banda protagoniza pase como si fuera un episodio más de la democracia y hasta como un pago para que sea posible "el progreso", no hay amenaza a la vista.

Sólo si en las filas de la izquierda se abre la sospecha, por tenue que sea, de que los suyos quieren una dictadura, puede cundir la desmoralización. Pero no porque necesariamente les incomode que eso pudiera ser real, sino porque también la izquierda es presa de la inercia social que tiene a la democracia por definitiva. Y creyéndolo así, barruntan que la sociedad española en su conjunto no iba a consentir otra dictadura, ni siquiera la del partido "progresista".

Por ahora prima la convicción de que la perdida del poder les arrastraría a la perdición total. A tal nivel de complicidad e impostura ha llegado la relación que reina entre la banda y una de las Españas, la media España que la banda se ha obstinado en resucitar. Pero como la Banda se ha sobrepasado hasta lo inconcebible estimulando la codicia y corrupción de los más afortunados y decididos de la propia nomenclatura, esa complicidad puede empezar a pender de un hilo. Lo saben de sobra, son profesionales consumados de la política y la marrullería, pero parece imposible que se entere la oposición. Esta no tiene otro camino que el de machacar con la verdad contra viento y marea. De lo contrario las cañas se les tornarán lanzas para ellos y el desgaste correrá a su cargo.

domingo, 20 de octubre de 2024

LA PIEDAD NECESARIA.

 En estos tiempos procelosos y absurdos es inevitable la tentación de meterse en la mente del fanático. Resulta de ello algo tan frustrante  como anticiparse al plan de la creación. Son tiempo procelosos por lo que todos sabemos. Son tiempos absurdos porque España funciona razonablemente en lo que a vida social y económica, y hasta cultural, se refiere. Vamos como cualquier país "normal" de nuestro entorno, etc  Y resulta de lo más delirante y canalla tratar de poner todo patas arriba  para ajustar  las cuentas  del pasado. Todos debiéramos avergonzarnos de lo más putrefacto de nuestro pasado si tuviéramos un mínimo de objetividad y de piedad. Todos debiéramos respetar a todos los muertos porque lo han sufrido y son nuestros. Y no hay más motivo de sufrimiento que haber protagonizado tamaña culpa colectiva. Lo más hiriente es que los que pretenden ajustar cuentas debieran empezar por tener piedad de sí mismos y de la historia que quieren reivindicar y retrotraer. Más que polarización, la sociedad española sufre un proceso de inducción a la polarización. Proceso que se pretende interminable.

viernes, 11 de octubre de 2024

DICTADURA O PERDICIÓN (SERIAL)

 La canallada piensa que la verdad es un infundio contado con soberbia facundia. La Justicia rodea el Sancha Sanchorum. Desde dentro se aclara: "Vienen a ovacionarnos y bendecirnos". La Tuneladora del Saqueo excava en profundidad hacia la Dictadura, entre las tierras más cenagosas y pestilentes, pero se desgasta más de lo esperado. Algo huele a no se sabe qué, pero nadie se arredra. Tanto mayor es el desgaste más a fondo hay que seguir excavando. También se desgasta a la vez la oposición, pero por su inoperancia. Aprende la lección: "no hagamos nada que se note, no sea que nos desgastemos". En la cueva del Lobo, toda la Banda se aprieta, detrás del Galán numero Uno, para rodar la serie del siglo: "Dictadura o Perdición". La larga fila de crédulos se apresta a ocupar los asientos del Gran Festival. Los críticos son de la casa y son de fiar. Las calles se vacían a la espera del serial. A más cabreo, más resignación y viceversa. En el Sancha Sanchorum, a más vergüenza, más audacia. Hay serie para rato.

jueves, 3 de octubre de 2024

UNA ORACIÓN DE LA MALA CONCIENCIA "ANTE EL FIN DEL MUNDO"

 

La revolución mundial no consiste ahora en la liberación del proletariado de sus cadenas, y ni siquiera de la liberación de las colonias. Persigue evitar el fin del mundo y de paso liberar a la humanidad de su mala conciencia. Aunque sea a costa de expandirla hasta el último rincón. Veamos.

La vergüenza y el horror por la tragedia del s. XX (las dos Guerras, el Holocausto, el Gulag, la bomba atómica, la Guerra Fría...) es tan poderosa como la necesidad colectiva de liberarse de esa pesadumbre. Es el sino de nuestro tiempo. Pasada esa insufrible tribulación la humanidad parecía exánime de fuste moral. Queda de ello en el subsuelo la mezcla corrosiva de la perdida de fe en la humanidad, y el temor ante la desaparición física de la humanidad. Es una mezcla opaca en sus componentes y efectos. El edificio del bienestar y del desarrollo tecnológico obra como un manto exorcista, habida cuenta que los interrogantes no tienen respuesta, ni que sea posible tenerlas.

El temor de la Guerra Fría era algo palpable y tenía protagonistas identificables. Era una guerra de sistemas, que podía desencadenar la ruina inminente de la humanidad de un sólo golpe. Los temores asociados a la crisis ecológica no tienen por destinatario más que la marcha de la humanidad. Apuntan a una responsabilidad anónima que encarna "Occidente", "El Sistema".

En el fondo de estos temores subyace la impronta de la catástrofe moral de la deshumanización programada a escala masiva. Lo que queda del Holocausto, el Gulag y los horrores de las destrucciones masivas, es la superficialidad de lo humano. La Guerra Fría aportó el temor a la inmediata destrucción del planeta. La caída del Muro y del sistema soviético pareció inocentemente balsámica, pero la incertidumbre minaba el subsuelo moral.

La crisis ecológica abrió la nueva página del miedo cosmopolita. Los temores anteriores parecían desaparecidos, pero el miedo al colapso planetario los renovaba dándoles un nuevo sentido. La angustia por la catástrofe atómica estuvo asociada a la caída en la inhumanidad general; la angustia por la crisis ecológica está asociada al sentimiento de caída en la despersonalización, la zozobra de no ser uno mismo más que un número o una cifra y de estar desasistido.

La evidencia de que la promesa paradisíaca comunista de llevar a cabo tal alarde productivo, que cada cual tendría satisfechas todas sus necesidades para siempre sólo ha llegado a erigir el Gulag. Pero hasta de esta vergüenza se ha recuperado el afán revolucionario de los sacerdotes de las Ideas supremas. Únicamente cambia que éste afán se ha desparramado en múltiples micromundos rebosantes de agravio. La implicación de la prosperidad capitalista en la crisis ecológica ha resucitado la denuncia romántica contra la producción masiva y su fruto supuesto: la despersonalización del ser humano. El término "sistema" ya no tiene otras connotaciones, sin que aborrezca la inclusión honorífica de la democracia liberal y el Estado de Derecho en el "sistema".

La conciencia actual está presa del miedo por la crisis ecológica y por el síndrome de la despersonalización ante el sofocante uniformismo de la sociedad de masas. Reemplazan en la mente colectiva la horripilante visión de la tragedia del totalitarismo, pero su nexo con los temores más opacos es indiscutible. Paradójicamente estos a la vez se elevan sobre una prosperidad masiva, tan deseada como denostada,  y un disfrute de la libertad aparentemente irrenunciable.

En la práctica la afortunada simbiosis del Estado del bienestar y del Estado de Derecho cercenó la vuelta a los totalitarismos. Pero eso no protege ya del temor apocalíptico sobre el fin de la humanidad.La resaca era muy profunda.  A diferencia del temor de la Guerra Fría, la crisis ecológica irradia un temor final indefinido, con el que han de vivir generaciones y generaciones. Es un temor atmosférico pero siempre presente y renovado a través de todo tipo de verdades, medias verdades y sugestiones. Incluso supersticiones. La época del síndrome del fin del mundo está llamada a perpetuarse indefinidamente.

El síndrome apocalíptico moviliza en gran parte la depresión moral de Occidente y la justifica. Occidente vive en un clima atmosférico de MALA CONCIENCIA emparejado a la atmósfera apocalíptica. Sobrecogido y comprometido externamente a sus elevados ideales humanísticos, Occidente se culpa de que estos no triunfen y se cumplan en el mundo. Los Adanes de la sobrevenida moral universal responsabilizan a Occidente de que esos grandes ideales no eran más que la máscara del egoísmo explotador y conquistador. Como buen tiempo milenario, quienes creen en un mundo sin egoísmos piden ajustar cuentas y buscan culpables. Pero, más allá de quienes se creen legitimados, dueños de su limpia conciencia, el ambiente social respira de mala conciencia a la vista de cualquier noticia sobre la marcha del mundo. 

Que los hombres sólo confiemos, a duras penas, en uno mismo viene de prestado de la ausencia de fe en la humanidad. Este humus de la despersonalización y de anulación entre la masa, virtual o real, acaba siendo indistinguible del humus en que germina el síndrome apocalíptico. Curiosamente en una sociedad educada para las seguridades, el nihilismo residual de la mala conciencia suministra las únicas presuntas certezas. Las que avalan la presión atmosférica global de la ruina apocalíptica.

La mala conciencia no sólo sufre las contradicciones y las incertidumbres morales que la aplastan. Quienes señalan la culpa planetaria se sienten exculpados y , por ello, con derecho a juzgar y a distinguir la verdadera de la falsa humanidad. Dictan que la libertad sin conciencia de la ruina del mundo, es una libertad incorrecta e injusta, así como por supuesto cómplice de la ruina universal.

Para las élites Supramorales, su supuesta y exclusiva sensibilidad ante la ruina del mundo les otorga el monopolio de la sensibilidad por la humanidad. Tal privilegio requiere convalidarse mediante una identidad solidaria y sensible. Como la consigna del "Gran salto adelante"  de Mao, la primera revolución cultural, "que florezcan cien flores" es el caso hora "que florezcan infinitas identidades". Los nuevos nichos identitarios ya son los tribunales morales que tramitan la irremediable llegada de la justicia universal.

Desde el punto de vista neorrevolucionario la marcha implacable hacia la alienación mundial y la ruina del planeta, mientras tenga vigor el Sistema, tiene su talón de Aquiles en la mala conciencia que agobia al mismo Sistema. Por su parte quienes sufren la omnímoda mala conciencia, sin exculparse, están condenados a una vivencia esquizofrénica.

La larga marcha hacia la fatalidad y la alienación universal ya no son una idea literaria, sino el fantasma nuestro de cada día servido en la mesa mediática, cuando se tratan los "asuntos serios". Quien no hace justicia indignado, ora, resignado, por sí mismo y la humanidad: "He ganado mi prosperidad personal por mis méritos, la tengo a pesar de la maldad de la sociedad y de que el sistema me priva de derechos; hago todo lo posible para que el mundo se arregle, pero apenas cuento para nada; siempre mi dificultad es señal de la corrupción social, sólo mi correcto vivir alumbra una chispa de esperanza".