viernes, 14 de agosto de 2015

EL PODEMISMO SEPARATISTA


Mejor que sea otro cuento de la lechera.
Mucho me temía que el futuro de Cataluña y hasta de España iba estar en manos de los podemitas, que en Cataluña son los neoanarkistas pero sin obreros, que ahora los sustituyen las vanguardias de las clases mediáticas. Parece que los podemitas se están decantando por el “soberanismo”, en lugar de abanderar la versión hispana del patriotismo bolivariano, tal como prescribían los canones del modelo. Si todo es como parece dejarán a su franquicia que apoye lo que conduce a la separación, siempre y cuando se busque una salida honorable a Mas, que es lo que ocurrirá si les va bien el Procés. El cuento de la lechera tiene muchas versiones y seguramente deben pensar eso de que para un buen comienzo “más vale revolución en mano...” que en Cataluña está a la vuelta de la esquina. Pero es que además bien pueden estar calculando que comprometerse con el separatismo no les tiene por qué acarrear grandes pérdidas en su estrategia para ocupar el poder en España. Por parte de sus posibles votantes, aproximadamente el veinte por ciento según se dice, no tiene que haber grandes problemas. Para la mayoría de estos lo de España o el pueblo español es una ensoñación facha, mientras no haya República. Y de haber República vendría después de la independencia de Cataluña o como poco de la Confederación de esta con España. La duda viene de la alianza con el PSOE para gobernar . ¿Pero no es cada vez más evidente, por si cabían dudas, que para este lo único sagrado es excomulgar a la derechona? Todo dependerá de si a Sanchez y los suyos no les entre el tembleque escénico, si el Procés concluye en lo peor... para España. Al fin y al cabo a estos les quedará siempre el recurso de hacer responsables a la derechona del desaguisado y los podemitas bien los pueden animar para ello. No hay nada seguro pero como diría o podría decir algún maestro del líder podemita, política no es sólo soñar sino también apostar.

martes, 11 de agosto de 2015

DE PATOSOS Y DEMAGOGOS


Me ha parecido muy interesante un debate en Onda Cero sobre la postura correcta ante la demagogia de un gobernante, con ocasión de la deferencia del ministro Fernandez con Rato. Vaya por delante mi opinión sobre el caso. Es la enésima hazaña del Gobierno Patoso, o del Partido Patoso. Tan increíble como que un veinte por ciento de españoles esté dispuesto a votar a un partido totalitario como el podemita sin enterarse o darse por enterados, según habría que creer, de que son totalitarios, o como que los coqueteos ya proverbiales de los socialistas con los secesionistas no les desautoricen electoralmente, es el hecho de que nos gobiernen quienes se pretenden políticos y que no pueden comprender el significado de eso que se dice sobre la mujer del Cesar. La postura de Arcadi Espada, que defendía el derecho del gobernante a reunirse con quien quiera y a dar explicaciones sólo si lo considera oportuno, piense lo que piense la gente, en este aspecto me parece la versión sublimada de la fe de Rajoy en el triunfo final del sano sentido común. El asunto tiene otras vertientes. Por ejemplo Arcadi seguramente cree que es de sentido común aplicar la ley en Cataluña y también seguramente Rajoy debe pensar que nada es más contrario al sentido común. Pero volviendo al asunto ¿es concebible un economista que conozca una pizca las leyes económicas que proclame que el empresario o el vendedor, o incluso el consumidor, se rija por el “precio justo” y no por el precio del mercado. El político decente ha de ser además prudente, como bien ha recordado Doña Cristina Cifuentes refiriéndose al caso. No caer en la demagogia, pero tampoco darle pábulo, máxime si no hay necesidad y además si es obvio que el demagogo no va a desaprovechar el regalito. Se le supone a cualquier político un mínimo de olfato para detectar estos trances, pero por lo que sea la derecha no anda muy fina en lo que a las prestaciones de este órgano se refiere. Y el hecho no ha dejado de tener consecuencias, nada baladís, en el transcurso de nuestra historia reciente.
Para acabar permítanme otro símil. Es verdad que la política es en gran medida un teatro ante la opinión pública, pero con la particularidad de que los aplausos o pitidos del público obligan a los autores a modificar su papel. El buen actor mantiene el personaje y la ruta hacia el desenlace sabiendo improvisar los diálogos que pueden conmover al público y neutralizar los que le pueden perjudicar. El público al fin y al cabo va a escuchar lo que quiere oír, pero ahora también diciendo lo que quiere oír. Y todo hay que tenerlo en cuenta.
Por ser justos. Contrasta esta manera de ver las cosas que tiene Arcadi Espada con la finura con la que por ejemplo detecta que sin los triunfos del Barça el secesionismo no habría levantado el vuelo. Quizás en nuestro tiempo estemos expuestos a que las masas, es decir las personas que se entregan al sentir “de todos” al pensar en los asuntos públicos, se muevan por impulsos extremadamente frívolos, que, como sugería Arcadi, hacen pensar que todo vale por una buena fiesta y que nada hay en juego más que seguir con el aburrimiento o pasarlo a lo grande con la fiesta prometida. Son impulsos que en su otra cara llevan a considerar calamitoso e insoportable lo que simplemente es problemático y negociable, como todo en la vida.