Contra
la opinión extendida de que este 155, a modo de subterfugio de
campaña electoral, es la única alternativa, creo que había
margen de maniobra para normalizar lo suficiente Cataluña, de
garantizarse el mínimo de estabilidad económica en toda España y
la imprescindible neutralización de los aparatos de propaganda
sediciosos. Se podía contar con la baza de restituir la autonomía,
una vez que con su falta se hiciese sentir su valor.
Pero ¿con qué baza se cuenta ahora para que los independentistas
“moderables” se avengan? Doy por supuesto que la solución
Iceta/Roures/Cebrián no es baza alguna sino la certificación de la
derrota. ¿Lo tiene claro el PP?
Puestos
a calcular hubiera hecho bien Rajoy en tener en cuenta la influencia
que las elecciones exprés tendrían necesariamente sobre las
condiciones en las que la Justicia tendría que desempeñar su
trabajo. Con estas elecciones queda la Justicia en un brete: o hace
la vista gorda o, si se hace justicia, se ofrece a los nacionalistas
la dosis de victimismo que los puede revitalizar y además de la
forma que más les interesa: con un envite fijo e inmediato por el
todo o nada. Seguramente Rajoy, si acaso llegó a considerar el
asunto, pensaría que a la Justicia no le quedaba más remedio que
hacer la vista gorda. Por suerte no tenemos una justicia tan
maleable, ni toda es oportunista y “política”.
Pensando
bien pudo suponer Rajoy que con las elecciones exprés saldría un
Parlament mejor predispuesto a buscar una salida. Es decir que
Junqueras se avendría. Parece mucho más probable que tras las
elecciones nos encontremos ante la peor disyuntiva: o cirugía o
cesión de la soberanía. Es decir la disyuntiva que se quería
evitar pero que habrá que afrontar se quiera o no. Pero, es de
temer, en las peores condiciones.