miércoles, 28 de mayo de 2014

MAS BALANCE



Los datos más significativos de las elecciones:
1º La desaparición  de la secesión catalana de la agenda (excepto en Cataluña).
2º El traslado de votos tradicionales del PSC del cinturón industrial catalán a ERC. ¿Proceso irreversible?
3º La cubanización de los indignados.
4º El posible arrastre del espíritu bolivariano-castrista sobre el conjunto de la izquierda y especialmente el PSOE. El triunfo de los bolivarianos no es preocupante tanto en sí mismo sino por el efecto ideológico sobre el conjunto de la izquierda.
5º La alianza en el horizonte de los independentistas y los bolivarianos. Los independentistas se encuentran sin comerlo ni beberlo con el regalo de una fuerza de choque en el interior de España.
6º El PSOE del descentramiento a la descomposición. La única perspectiva del PSOE: franquicia del PSA-PSOE.
7º El frenazo de los partidos “bisagras” nacionales y de centro. ¿Cuánto ha pesado su división?, ¿Cuánto la cubanización de los indignados?, ¿Cuánto la apatía por la cuestión catalana?
8º En la derecha: ¿Cómo salir del arriolismo si ni siquiera Monago es rentable?

lunes, 26 de mayo de 2014

BALANCE DE URGENCIA POSELECTORAL

Europa: La que ha armado Merkel¡

España: La que ha armado la corupción¡.

Vencedores en Europa: la antieuropa.

Vencedores en España: la cuarta, la sexta y TV3

Proyecto político emergente de Europa: la diseminación y el ajuste de cuentas.

Proyecto político emergente en España: ¡VIVA LA MADRE CUBA¡

martes, 20 de mayo de 2014

LA ABSTENCIÓN ENTRE LA POLIS Y EL DOMOS






Un leve fogonazo de debate intelectual se ha colado en la tertulia de C. Herrera a iniciativa del  Dr. Rodriguez Brown. Que sirva de precedente, para toda tertulia posible. Lo dice un ingenuo.
El Dr. Rodriguez Brown dijo (aproximadamente): ¿Qué racionalidad tiene votar, contando el esfuerzo que supone y que un solo voto no es nada rentable?  En defensa de la legitimidad de la abstención invocó a B. Constant: “La libertad de los antiguos” es el poder de participar en los asuntos públicos personalmente, “la libertad de los modernos”, es la de que todo particular tenga garantizados sus derechos para hacer su vida. Incluso el derecho de votar o no votar. En su favor trajo la paradoja de la democracia americana: la mitad de la población, al menos no vota habitualmente.
Pero hay que objetar:
Primero, el sentido de la libertad que inspiraba a los padres de la patria americanos, prototipo de la democracia moderna, era emular la “libertad de los antiguos”. Como explica H. Arendt (no tengo la cita a mano): los dirigentes del congreso americano actuaban con el sentimiento de que el debate público y la participación en el mismo es el mayor privilegio que le cabe al ser humano. Constant atendía a la necesidad de fijar como punto de partida la protección de los derechos personales frente al absolutismo, protección que permite la posibilidad de participar en la vida pública.
Segundo, el análisis liberal al uso entiende la “racionalidad política” y todo acto humano en general como si fuera una parte de los asuntos domésticos. Pero somos a la vez ethos, domos y polis,  sin solución de continuidad, pero con momentos para cada cosa. Las elecciones estimulan lo que tenemos de “animal político”. Miramos en lo fundamental por el bien común, según como cada uno lo interpreta. La paradoja americana se debe a que allí “la vida está muy hecha y asegurada” como si la sociedad funcionara por sí misma. La abstención en Europa es fundamentalmente por  desafección a lo que hacen los políticos. Por el contrario, la participación política de la gente en USA trata de ser a la manera de “los antiguos”, mientras la participación pública en Europa es pasiva, limitada a votar o a protestar. Seguramente la masa abstencionista de USA no puede entender la política a la manera europea y nos se siente motivada o con fuerza para hacerlo a la manera americana.
Tercero, la participación en los asuntos públicos no es un deber pero sí una virtud, el abc de la virtud cívica. La abstención en los asuntos públicos habiendo opciones, sea  por indiferencia, por rechazo de la política o por hartazgo, no es ilegítimo pero sí una deficiencia que afecta a una parte de nuestra personalidad moral, a nuestro sentido social. La democracia tiene la virtud de exponernos a desarrollar el lado social de nuestra personalidad.
El Sr. Arcadi Espada contrarrestó brillantemente al Dr. haciendo hincapié en la sacralización común del “pueblo” por parte de, los nacionalistas, los marxistas y también los liberales. Muy oportuno al caso.

domingo, 18 de mayo de 2014

LA PROFESIONALIDAD POLÍTICA DE LA DERECHA.



 


Lo que más me llamó la atención de la grosería e intemperancia de Cañete fue lo atronadora que resultó, la ausencia de disimulo y de conciencia del significado de lo que dijo y sobre todo de las consecuencias políticas.  Porque su oficio es la política, o al menos lo decía ejerciendo como político.

COMENTARIOS VARIOS EN EL BLOG DE SANTIAGO GONZALEZ

Introduzco algunos comentarios que inserté en el  admirable blog del periodista de "El Mundo" Santiago Gonzalez a propósito de temas que propone y que tan amablemente anima a tratar. Algunos son parte de pequeños debates. Incluyo sólo mi opinión en el supuesto de que se entiende como parte de ello el tema del debate y la otra opinión, sin merma del valor y la consideración que estas merecen.

domingo, 11 de mayo de 2014

EL DIABLO DEL FUTBOL




El fútbol, al menos por estos lares, parece predestinado a galvanizar las inclinaciones diabólicas que    en la vida cotidiana vagan sin encontrar hogar cómodo y seguro. Los hinchas más fanáticos, que forman una especie de lobby popular y que en algunos casos encandilan a presidentes bananeros, suelen demostrar una destreza especial para dar con los insultos y recriminaciones más dañosos contra los jugadores y miembros en general del equipo oponente. En realidad esta “virtud” es propia de las masas en movimiento, sobre todo cuando reivindican y protestan con el odio a flor de piel. Recientemente los bomberos de Barcelona increparon al honorable señor Mas al grito de “español, español” o entonando el “Viva España”, no se sabe si para picarlo o para congraciarse con él, porque seguramente el President estaría muy agradecido al comprobar que tales calificativos son moneda corriente como desprecios y no como agasajos. En el caso de los hinchas del futbol, el platanazo a Alves o las monerías con que los seguidores atléticos obsequiaban a Diob expresan esa capacidad y disposición diabólica tanto o más que el sentimiento racista del que hacen uso y ponen en movimiento. Recuerdo de un tiempo inmemorial como el ejemplar público bilbaíno tronaba como un volcán  “Indio, Indio” increpando a Ruben Cano, o como ahora los ultras del Valencia se dirigían a Diego Costa de la forma más amenazante que podían tildándole de “extranjero”. Hemos de convenir que seguramente muchos o algunos de quienes se dejan llevar por tales instintos serán de vuelta a la vida “normal” ciudadanos respetables y pensarán que se han permitido alguna licencia inofensiva. Seguramente no son racistas de convicción o de militancia y el asunto en su vida le importa un bledo, incluso se sentirán ciudadanos tolerantes. Pero saben que eso duele especialmente si no es lo que más duele, y en el futbol como en la guerra, todo tiene que estar permitido. Es un caso particular y digno de atención de la banalidad del mal, idea en parte afortunada y exitosa de Hana Arendt. Aquí se es irresponsable no por burócrata que cumple órdenes, sino por festero. El fanático dominguero pega en lo que más duele como si no fuera con él, pero en el fondo no es indiferente a lo que hace y dice para debilitar la moral de su adversario. Sino hace profesión de racismo en su vida particular, porque seguramente el asunto no le resulta relevante, muestra su disposición a hacerlo si hiciera falta, es decir si coincidiera con su rebaño para algún fin en este punto. Basta que el racismo le ayude a formar parte de un rebaño, de su rebaño intimo si prefiere, para que tenga a gala ser racista. Las habilidades diabólicas son en principio parte de un juego y muchos se las consienten como si se tratase de una gracia entre amigotes. Pero atreverse a ponerlas en práctica indica que se está dispuesto a mucho más de lo que quien lo hace pudiera imaginar. El espíritu del hombre masa tiene mucho de diabólico porque hay que reconocer que la destreza de detectar lo que más puede dañar al prójimo es de las más asequibles a la inteligencia humana. Porque al fin ya al cabo la masa sólo puede estar unida en torno a lo más simple. Nada une más que el odio al prójimo y por desgracia nada parece estimular más a la “inteligencia emocional”. Basta tener el propósito de dañar, sin necesidad de hacer un aprendizaje especial. Que resulte más fácil encontrar lo que daña que lo que puede ennoblecer tiene algo de misterioso, pero puede deberse a la vulnerabilidad y debilidad que todos sentimos en nuestras carnes y que sabemos que compartimos con nuestros semejantes.
El futbol y otros espectáculos y eventos públicos son una buena ocasión para adquirir la posición de hombre masa y obrar en consecuencia. Eso sustituye la pasión y la cólera que en la vida cotidiana nos empuja a tener reacciones diabólicas. Tal vez algún aristotélico  benevolente piense que el futbol, como la tragedia, tiene propiedades catárticas, pero puede más bien anticipar lo que aparece en las peores pesadillas. Llama la atención el comportamiento divertido y más bien festivo, sin dejar de ser apasionado, del público de los partidos de Baloncesto de la NBA. Estos también quieren ser parte del espectáculo mediático, pero mientras en Europa o en la América Latina se participa como multitud, allá todos tratan de hacerlo individualmente dejando su impronta personal, como trata de hacer un internauta en la red o cualquiera en una fiesta de disfraces. Son formas de tomarse el juego que pueden no ser casuales. Al hacerlo personalmente se busca el ingenio simpático, como masa se enaltece la zafiedad. Allí la competición es la vida, y el juego es un descanso de la vida, igual que en parte lo es la vida familiar, por eso se suele asistir al espectáculo en familia; aquí en Europa el juego se toma como si fuera la verdadera competición. Nos resistimos a tomar la vida como una competición y eso tiene su parte positiva. Pero por contra eso incentiva que nos tomemos el juego como si nos fuera la vida.