domingo, 18 de mayo de 2014

COMENTARIOS VARIOS EN EL BLOG DE SANTIAGO GONZALEZ

Introduzco algunos comentarios que inserté en el  admirable blog del periodista de "El Mundo" Santiago Gonzalez a propósito de temas que propone y que tan amablemente anima a tratar. Algunos son parte de pequeños debates. Incluyo sólo mi opinión en el supuesto de que se entiende como parte de ello el tema del debate y la otra opinión, sin merma del valor y la consideración que estas merecen.


I. A VUELTAS SOBRE CATALUÑA.

1. SOBRE CONFUCIO Y RAIMON.
A propósito de que Pilar Rahola dejó escrito en La Vanguardia : “Es de Confucio esta bella expresión: “Cuando las familias han aprendido la bondad, entonces la nación entera ha aprendido la cortesía”.”


La idea de Confucio es que el bien general  emana del bien que impera en la familia y en la vida particular. El ideal totalitario es anular al individuo en la masa colectiva, como es bien sabido. Mientras que para Confucio el individuo ha de adquirir la virtud, para que así esta irradie, los nacionalistas tienen al colectivo nacional por algo ya es de por sí virtuoso si forma una masa compacta y sin poros. Entonces la virtud particular sobra o es peligrosa, sino es la simple replica de la totalidad.
O Pilar Rahola no estaba muy diestra en lo que decía o tal vez quiera fundar el nacionalismo en los ideales bucólicos de Torras i Pagés, que todo puede ser. Este decía que el Estado moderno es el mal, la maquinaria despersonalizadora, y la nación, que él denominaba región, el jardín de la inocencia. Seguramente confundía la familia en la que pensaba Confucio con la nación anterior al pecado original.
Muy interesante la crónica sobre Raimon. Atiende a uno de los aspectos más importantes que están juego y en lo que apenas se repara. ¿No son capaces los intelectuales catalanes y catalanistas de entender que la independencia supondría la ruptura de la conexión cultural que tiene la cultura catalana con la valenciana o la balear?, ¿no supondría además la pérdida de su potencial influencia cultural en el resto de España e incluso y de Hispanoamérica?, ¿creen acaso que su cultura puede tener un ámbito de expansión en el mundo en general despreciando su ámbito natural?. Algunos pueden soñar con hacer realidad “els Paisos catalans”, pero Raimon da en el clavo: la reacción contraria será furibunda y contundente. Estoy convencido que el anticatalanismo un tanto infantil que existe en Valencia mayoritariamente, no procede del rechazo de la cultura catalana sino a la permanente sospecha que pesa sobre la lealtad y solidaridad de Cataluña. Si Cataluña demostrara lealtad la cultura catalana tendría un reconocimiento y un aprecio que permitiría que en toda España y antes en Valencia y Baleares se fuera sintiendo como propia.




2.-  SOBRE CATALANISMO Y VALENCIANISMO.

Don Quicio.El anticatalanismo de Valencia tiene algo de infantil en cuanto que el rechazo al “colonialismo catalanista” lleva a negar la continuidad entre la cultura catalana y la valenciana, como si algunos andaluces para rechazar el "centralismo" sostuvieran que la cultura andaluza es distinta de la española. Es el negativo del nacionalismo catalán que justifica el separatismo en virtud del carácter diferencial de la cultura catalana respecto a la española. Creo que la cultura catalana es parte de la española aunque tenga una raíz y sensibilidad distinta de la puramente castellana. Por otra parte la izquierda valenciana y balear no ha roto el cordón umbilical con los planteamientos del fondo del nacionalismo catalán que asimila cultura catalana con "Els Paísos Catalans" . La población valenciana es con toda justicia muy susceptible y gran parte la postergación electoral de la izquierda desde hace mucho tiempo se debe a este hecho. El problema es que las "fuerzas vivas" de la Universidad y la enseñanza y en general las clases medias más “intelectualizadas y modernas” son proclives al catalanismo e identifican el interés de la cultura de origen catalán con los intereses del nacionalismo catalán. Me temo que, aunque no tengan las de ganar, en caso de independencia de Cataluña o de encrespamiento definitivo del proceso, las aguas se pueden revolver más de lo deseable en esas comunidades.



Sr. Dn. Vicente
Me refiero a los nacionalismos, en este caso regionalismos culturales, de las pequeñas diferencias, según la expresión que usó Freud para referirse a la inquina que imaginaba podía haber entre España y Portugal. Todo se puede coger con papel de fumar y magnificar, pues en todo hay algo común al resto y algo diferente del resto. Alguien puede decir que la literatura mejicana es absolutamente genuina y nada tiene que ver con la castellana. Claro está que el esplendor de la literatura en lengua catalana venía de autores valencianos, como ahora el esplendor de la literatura hispana viene de autores sudamericanos. Pero sería tan absurdo deducir que, puesto que los Borgia hablaban en lo que denominamos catalán, Valencia forma una unidad nacional con Cataluña, como deducir por el contrario que, puesto que Valencia no tiene unidad nacional alguna con Cataluña la lengua de Ausias March no es la misma que, salvando las distancias, la de Salvador Espríu. De la misma forma que sería absurdo decir que, puesto que la lengua mejicana es española, Méjico es parte de España, o que, a la inversa, como Méjico no es parte de España nada de su cultura tiene que ver con España. Disculpe que sea un poco prolijo en algo que seguramente es obvio y fácil de aclarar. Espero que no haya que discutir si el valenciano y el catalán son la misma lengua. Creo que lo que más interesa es la perspectiva política desde la que se suelen enfocar este tipo de cuestiones.



D. Vicente. Apropósito de lo que ayer comentábamos. Desde luego sería estéril discutir  esa cuestión. Pero creo que el problema de fondo es que el desdén a la idea de España se ha instalado en el subconsciente colectivo. Cuando pensamos en España, se piensa en “España Cañí”, o, cuando no, en el centralismo puro y duro o el interés de un grupo de oligarcas. Las razones de  un fenómeno tan singular como el distanciamiento colectivo de la propia nación debe tener  orígenes muy profundos, pero ha sido decisivo en este caso el infantilismo del que, para este respecto,  ha hecho gala la izquierda, a la que debemos los paradigmas ideológicos triunfantes y vigentes desde la transición. El amor a un patrimonio común puede degenerar en excesos nacionalistas o chauvinistas, pero su falta hace a la larga inviable una sociedad. Entre las distorsiones que esto produce una es la sobrealimentación ideológica, política y social del nacionalismo secesionista o simplemente particularista, que ve avalado de antemano su hostilidad a España. Otra distorsión es que en España se de por bueno que, por ejemplo, la cultura y la lengua catalana no sean parte de ese patrimonio común. Y otra distorsión menor pero significativa es que en comunidades como la Valenciana, la defensa de la pertenencia a España frente al imperialismo catalanista no se haga tanto en nombre de la idea de España, pues nadie se atreve a levantar la bandera de algo desprestigiado, sino acentuando su diferencia con la cultura catalana, en un empeño que, debido al poco fundamento científico de estas posiciones, ayuda en poco a que la izquierda se libere de su simpatía. Aunque claro ellos debieran poner algo de su parte. Como casi siempre, espero estar equivocado en mis análisis y en mis vaticinios pero al exponerlos me puede resultar más fácil salir del error, si lo tuviera.


D. Vicente.Le agradezco su consideración. En principio no tengo nada que objetar a los hechos que expone, pero ojala  llegue algún día, si se disipase la actual bruma político ideológica, para que esto lo pudieran debatir los filólogos y lingüistas guiándose sólo por intereses científicos. Sería un placer que todos saliésemos más cultos e ilustrados de ese empeño y la sociedad mejor educada. Hoy por hoy creo que la razón para que la Comunidad Valenciana no secunde el secesionismo es que es injusto y antidemocrático romper España, además de inconveniente para todos por supuesto. Permítame una nota marginal que merecería mayor comentario. No creo que ni  la C. Valenciana ni ninguna otra estén entre el fuego del nacionalismo catalán y el “nacionalismo español”, porque por esa parte no hay ningún fuego. El término “nacionalismo español” se emplea para legitimar el secesionismo nacionalista, pero no se puede tildar de tal la defensa de la Constitución ni de la idea de España, ni el sentimiento de pertenencia al pueblo español, que como debiera ser claro engloba a todos los pueblos de España. Es sabido que nacionalismo es el odio a lo extranjero y diferente y patriotismo es el amor al propio país, por lo menos en lo que tenga digno de ser amado. No creo que se rechace el nacionalismo catalán y la secesión en nombre de la negación de la identidad cultural e histórica catalana, de su autonomía y de las libertades civiles y políticas de sus ciudadanos. Tampoco creo que se plantee peligro alguno para la C. Valenciana ni ninguna otra, mientras siga vigente esta Constitución. Otra cosa son los problemas propios de gestión de una sociedad democrática.



II.UN PAR DE DESLICES DE ARCADI ESPADA.
A veces el racionalismo un tanto juguetón que tiene el, por tantas razones, admirable Sr. Arcadi  Espada le puede jugar alguna mala pasada y es bueno recordárselo para ayudarle a reflexionar.
En el programa de Carlos Herrera aseveró dos ideas inquietantes. La primera, que se sorprendía de que siendo un partido político como el PP una “unidad moral” se debía sentir concernido, se supone que moralmente, por  el hecho de que las presuntas asesinas fueran de su Partido. Como bien sabe la democracia nació en Grecia al quedar clara la responsabilidad personal de la culpa, mientras en todas las sociedades predemocráticas la culpa es colectiva y de la tribu. Normalmente, sino se cae en alguna patología, una unidad moral como un Partido se debe sentir concernido por la conducta de sus militantes y seguidores cuando esta se hace en nombre de su partido o aprovechando la condición y la autoridad que le dota ser miembro del partido. ¿O el partido se debe sentir concernido por el acierto de sus militantes en sus matrimonios o en sus vacaciones?.
La segunda es que debiera haberse proseguido la campaña electoral, debido a que no se trataba de un crimen político. Pero sin embargo era un crimen y a un político, aunque no fuera por ser político, a lo que parece. Contra lo que una mente hiperracionalista pueda estar dada a pensar, no sólo es inevitable que la opinión pública se mueva por sentimientos sino que no puede ser de otra manera. Pero pueden haber buenos o malos sentimientos, sentimientos más razonables y sentimientos más absurdos y contrarios a razón. En este caso, los medios de comunicación no han focalizado la noticia en este luctuoso hecho para estimular la adhesión a la clase política, cosa que por otra parte no dice el Sr. Espada, ni creo que tampoco obedeciendo a un privilegio de los políticos, sino porque algo así lo siente la gente. Ocurrió lo mismo con la relevancia que tuvo el accidente de Extremadura. ¿A alguien se le puede ocurrir que eso es injusto y  que  cada día mueren tantos o más en la carretera y no se les presta laq misma atención?.  Los sentimientos públicos se focalizan naturalmente en lo más llamativo y trágico, y la mayoría de veces es sano que así ocurra, porque indica que hay sentimientos solidarios. Ha sido bueno que la mayoría de la población se sienta humanamente concernida y que los políticos respondan a ese estado de ánimo estimulando también que todos nos sintamos concernidos. Denota que, a pesar de todo, muchos sienten que lo público es de todos y que el crimen es execrable. No viene mal realzar públicamente esa idea aunque sólo sea anulando los actos electorales. Al menos esto sirve para algo y además es humano, aunque no pueda impedir que la carroñería se movilice al amparo de la red. Pero esa es otra cuestión.





 




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