I. A VUELTAS SOBRE CATALUÑA.
1. SOBRE CONFUCIO Y RAIMON.
A propósito de que Pilar Rahola dejó escrito en La Vanguardia : “Es de Confucio esta bella expresión: “Cuando las familias han aprendido la bondad, entonces la nación entera ha aprendido la cortesía”.”
La idea de Confucio es que el bien general
emana del bien que impera en la familia y en la vida particular. El
ideal totalitario es anular al individuo en la masa colectiva, como es bien
sabido. Mientras que para Confucio el individuo ha de adquirir la virtud, para
que así esta irradie, los nacionalistas tienen al colectivo nacional por algo ya
es de por sí virtuoso si forma una masa compacta y sin poros. Entonces la
virtud particular sobra o es peligrosa, sino es la simple replica de la
totalidad.
O Pilar Rahola no estaba muy diestra en lo que decía o tal vez quiera
fundar el nacionalismo en los ideales bucólicos de Torras i Pagés, que todo
puede ser. Este decía que el Estado moderno es el mal, la maquinaria
despersonalizadora, y la nación, que él denominaba región, el jardín de la
inocencia. Seguramente confundía la familia en la que pensaba Confucio con la
nación anterior al pecado original.
Muy interesante la crónica sobre Raimon. Atiende a uno de los aspectos más
importantes que están juego y en lo que apenas se repara. ¿No son capaces los
intelectuales catalanes y catalanistas de entender que la independencia
supondría la ruptura de la conexión cultural que tiene la cultura catalana con
la valenciana o la balear?, ¿no supondría además la pérdida de su potencial
influencia cultural en el resto de España e incluso y de Hispanoamérica?,
¿creen acaso que su cultura puede tener un ámbito de expansión en el mundo en
general despreciando su ámbito natural?. Algunos pueden soñar con hacer
realidad “els Paisos catalans”, pero Raimon da en el clavo: la reacción
contraria será furibunda y contundente. Estoy convencido que el anticatalanismo
un tanto infantil que existe en Valencia mayoritariamente, no procede del
rechazo de la cultura catalana sino a la permanente sospecha que pesa sobre la
lealtad y solidaridad de Cataluña. Si Cataluña demostrara lealtad la cultura
catalana tendría un reconocimiento y un aprecio que permitiría que en toda
España y antes en Valencia y Baleares se fuera sintiendo como propia.
2.- SOBRE CATALANISMO Y VALENCIANISMO.
Don Quicio.El anticatalanismo de Valencia tiene algo de infantil en cuanto que el rechazo al “colonialismo catalanista” lleva a negar la continuidad entre la cultura catalana y la valenciana, como si algunos andaluces para rechazar el "centralismo" sostuvieran que la cultura andaluza es distinta de la española. Es el negativo del nacionalismo catalán que justifica el separatismo en virtud del carácter diferencial de la cultura catalana respecto a la española. Creo que la cultura catalana es parte de la española aunque tenga una raíz y sensibilidad distinta de la puramente castellana. Por otra parte la izquierda valenciana y balear no ha roto el cordón umbilical con los planteamientos del fondo del nacionalismo catalán que asimila cultura catalana con "Els Paísos Catalans" . La población valenciana es con toda justicia muy susceptible y gran parte la postergación electoral de la izquierda desde hace mucho tiempo se debe a este hecho. El problema es que las "fuerzas vivas" de la Universidad y la enseñanza y en general las clases medias más “intelectualizadas y modernas” son proclives al catalanismo e identifican el interés de la cultura de origen catalán con los intereses del nacionalismo catalán. Me temo que, aunque no tengan las de ganar, en caso de independencia de Cataluña o de encrespamiento definitivo del proceso, las aguas se pueden revolver más de lo deseable en esas comunidades.
Don Quicio.El anticatalanismo de Valencia tiene algo de infantil en cuanto que el rechazo al “colonialismo catalanista” lleva a negar la continuidad entre la cultura catalana y la valenciana, como si algunos andaluces para rechazar el "centralismo" sostuvieran que la cultura andaluza es distinta de la española. Es el negativo del nacionalismo catalán que justifica el separatismo en virtud del carácter diferencial de la cultura catalana respecto a la española. Creo que la cultura catalana es parte de la española aunque tenga una raíz y sensibilidad distinta de la puramente castellana. Por otra parte la izquierda valenciana y balear no ha roto el cordón umbilical con los planteamientos del fondo del nacionalismo catalán que asimila cultura catalana con "Els Paísos Catalans" . La población valenciana es con toda justicia muy susceptible y gran parte la postergación electoral de la izquierda desde hace mucho tiempo se debe a este hecho. El problema es que las "fuerzas vivas" de la Universidad y la enseñanza y en general las clases medias más “intelectualizadas y modernas” son proclives al catalanismo e identifican el interés de la cultura de origen catalán con los intereses del nacionalismo catalán. Me temo que, aunque no tengan las de ganar, en caso de independencia de Cataluña o de encrespamiento definitivo del proceso, las aguas se pueden revolver más de lo deseable en esas comunidades.
Sr. Dn. Vicente
Me refiero a los nacionalismos, en este caso regionalismos
culturales, de las pequeñas diferencias, según la expresión que usó Freud para
referirse a la inquina que imaginaba podía haber entre España y Portugal. Todo
se puede coger con papel de fumar y magnificar, pues en todo hay algo común al
resto y algo diferente del resto. Alguien puede decir que la literatura
mejicana es absolutamente genuina y nada tiene que ver con la castellana. Claro
está que el esplendor de la literatura en lengua catalana venía de autores
valencianos, como ahora el esplendor de la literatura hispana viene de autores
sudamericanos. Pero sería tan absurdo deducir que, puesto que los Borgia
hablaban en lo que denominamos catalán, Valencia forma una unidad nacional con
Cataluña, como deducir por el contrario que, puesto que Valencia no tiene
unidad nacional alguna con Cataluña la lengua de Ausias March no es la misma
que, salvando las distancias, la de Salvador Espríu. De la misma forma que
sería absurdo decir que, puesto que la lengua mejicana es española, Méjico es
parte de España, o que, a la inversa, como Méjico no es parte de España nada de
su cultura tiene que ver con España. Disculpe que sea un poco prolijo en algo
que seguramente es obvio y fácil de aclarar. Espero que no haya que discutir si
el valenciano y el catalán son la misma lengua. Creo que lo que más interesa es
la perspectiva política desde la que se suelen enfocar este tipo de cuestiones.
D. Vicente. Apropósito de lo que ayer comentábamos. Desde luego sería
estéril discutir esa cuestión. Pero creo
que el problema de fondo es que el desdén a la idea de España se ha instalado
en el subconsciente colectivo. Cuando pensamos en España, se piensa en “España
Cañí”, o, cuando no, en el centralismo puro y duro o el interés de un grupo de
oligarcas. Las razones de un fenómeno
tan singular como el distanciamiento colectivo de la propia nación debe
tener orígenes muy profundos, pero ha
sido decisivo en este caso el infantilismo del que, para este respecto, ha hecho gala la izquierda, a la que debemos
los paradigmas ideológicos triunfantes y vigentes desde la transición. El amor
a un patrimonio común puede degenerar en excesos nacionalistas o chauvinistas,
pero su falta hace a la larga inviable una sociedad. Entre las distorsiones que
esto produce una es la sobrealimentación ideológica, política y social del
nacionalismo secesionista o simplemente particularista, que ve avalado de
antemano su hostilidad a España. Otra distorsión es que en España se de por
bueno que, por ejemplo, la cultura y la lengua catalana no sean parte de ese
patrimonio común. Y otra distorsión menor pero significativa es que en
comunidades como la Valenciana, la defensa de la pertenencia a España frente al
imperialismo catalanista no se haga tanto en nombre de la idea de España, pues
nadie se atreve a levantar la bandera de algo desprestigiado, sino acentuando
su diferencia con la cultura catalana, en un empeño que, debido al poco
fundamento científico de estas posiciones, ayuda en poco a que la izquierda se
libere de su simpatía. Aunque claro ellos debieran poner algo de su parte. Como
casi siempre, espero estar equivocado en mis análisis y en mis vaticinios pero
al exponerlos me puede resultar más fácil salir del error, si lo tuviera.
D. Vicente.Le agradezco su consideración. En principio no tengo nada que objetar a los
hechos que expone, pero ojala llegue
algún día, si se disipase la actual bruma político ideológica, para que esto lo
pudieran debatir los filólogos y lingüistas guiándose sólo por intereses
científicos. Sería un placer que todos saliésemos más cultos e ilustrados de
ese empeño y la sociedad mejor educada. Hoy por hoy creo que la razón para que
la Comunidad Valenciana no secunde el secesionismo es que es injusto y
antidemocrático romper España, además de inconveniente para todos por supuesto.
Permítame una nota marginal que merecería mayor comentario. No creo que ni la C. Valenciana ni ninguna otra estén entre
el fuego del nacionalismo catalán y el “nacionalismo español”, porque por esa
parte no hay ningún fuego. El término “nacionalismo español” se emplea para
legitimar el secesionismo nacionalista, pero no se puede tildar de tal la
defensa de la Constitución ni de la idea de España, ni el sentimiento de
pertenencia al pueblo español, que como debiera ser claro engloba a todos los
pueblos de España. Es sabido que nacionalismo es el odio a lo extranjero y
diferente y patriotismo es el amor al propio país, por lo menos en lo que tenga
digno de ser amado. No creo que se rechace el nacionalismo catalán y la
secesión en nombre de la negación de la identidad cultural e histórica
catalana, de su autonomía y de las libertades civiles y políticas de sus
ciudadanos. Tampoco creo que se plantee peligro alguno para la C. Valenciana ni
ninguna otra, mientras siga vigente esta Constitución. Otra cosa son los
problemas propios de gestión de una sociedad democrática.
II.UN PAR DE DESLICES DE ARCADI ESPADA.
A veces el racionalismo un tanto juguetón que tiene el, por tantas razones,
admirable Sr. Arcadi Espada le puede
jugar alguna mala pasada y es bueno recordárselo para ayudarle a reflexionar.
En el programa de Carlos Herrera aseveró dos ideas inquietantes. La
primera, que se sorprendía de que siendo un partido político como el PP una
“unidad moral” se debía sentir concernido, se supone que moralmente, por el hecho de que las presuntas asesinas fueran
de su Partido. Como bien sabe la democracia nació en Grecia al quedar clara la
responsabilidad personal de la culpa, mientras en todas las sociedades
predemocráticas la culpa es colectiva y de la tribu. Normalmente, sino se cae
en alguna patología, una unidad moral como un Partido se debe sentir concernido
por la conducta de sus militantes y seguidores cuando esta se hace en nombre de
su partido o aprovechando la condición y la autoridad que le dota ser miembro
del partido. ¿O el partido se debe sentir concernido por el acierto de sus
militantes en sus matrimonios o en sus vacaciones?.
La segunda es que debiera haberse proseguido la campaña electoral, debido a
que no se trataba de un crimen político. Pero sin embargo era un crimen y a un
político, aunque no fuera por ser político, a lo que parece. Contra lo que una
mente hiperracionalista pueda estar dada a pensar, no sólo es inevitable que la
opinión pública se mueva por sentimientos sino que no puede ser de otra manera.
Pero pueden haber buenos o malos sentimientos, sentimientos más razonables y
sentimientos más absurdos y contrarios a razón. En este caso, los medios de
comunicación no han focalizado la noticia en este luctuoso hecho para estimular
la adhesión a la clase política, cosa que por otra parte no dice el Sr. Espada,
ni creo que tampoco obedeciendo a un privilegio de los políticos, sino porque
algo así lo siente la gente. Ocurrió lo mismo con la relevancia que tuvo el
accidente de Extremadura. ¿A alguien se le puede ocurrir que eso es injusto y que
cada día mueren tantos o más en la carretera y no se les presta laq
misma atención?. Los sentimientos
públicos se focalizan naturalmente en lo más llamativo y trágico, y la mayoría
de veces es sano que así ocurra, porque indica que hay sentimientos solidarios.
Ha sido bueno que la mayoría de la población se sienta humanamente concernida y
que los políticos respondan a ese estado de ánimo estimulando también que todos
nos sintamos concernidos. Denota que, a pesar de todo, muchos sienten que lo
público es de todos y que el crimen es execrable. No viene mal realzar
públicamente esa idea aunque sólo sea anulando los actos electorales. Al menos
esto sirve para algo y además es humano, aunque no pueda impedir que la
carroñería se movilice al amparo de la red. Pero esa es otra cuestión.
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