jueves, 31 de octubre de 2019

EL ESTRELLATO DE ICETA Y LA EXPAÑOLIDAD


Por sorpresa Iceta va a ocupar el estrellato de la campaña electoral en lugar de Franco. Invita a pensar que el alarde de cumplimentar la victoria retroactiva da menos de lo esperado, al menos de momento. Iceta es más modesto: se limita a lanzar el mensaje a los separatistas en apariencia no bestiales de que está a su disposición, con mesura por supuesto. Sólo una duda: ¿se lo han reclamado estos u lo hace por natural generosidad?. En realidad es lo de menos esto formaba parte del guión activo aunque su partenaire, el Pícaro monclovita, sufriera un despiste momentáneo de españolidad.

Lo importante es lo que mosquea y mueve al runrun: ¿qué piensan los parroquianos de izquierdas sobre la separación de Cataluña y de lo que se tercie a renglón seguido? Me temo que el drama es que o no piensan o no saben qué pensar. Intentando detallar conjeturo que hay cuatro corrientes:

-los incrédulos, para estos es un falso problema alentado o inventado por “los fachas”, o sea “las derechas”.
-los indiferentes: les importa que se separe o no, sólo importa “lo social” y los fachas.
-los simpatizantes que darían de buena gana la autodeterminación y por tanto la independencia, aunque algunos vía reforma constitucional y no de golpe, los otros a las bravas.
Estos tres coincidirían en que lo más preocupante es que con el “escándalo” y “la gresca” engorden las derechas. Por supuesto está entremezclados.
-Por último los adeptos a la unidad de España y a la Constitución. Estos suelen coincidir con los preocupados por el peligro de la separación, en el plazo que sea.

Es difícil aventurar lo que predomina y cuenta, pero uno es optimista y espera que todavía alrededor del diez por ciento esté por la cuarta opción, aunque ésta ande en proceso de extinción.

Por colaborar con el CIS sugiero que sería esclarecedor hacer a este potencial electorado la pregunta que llega al al alma y que no se atreve a afrontar abiertamente: ¿Apoyaría la separación de Cataluña y cía si de esta manera viniera la República (expañola, por supuesto )?

Podríamos así saber con cierta versimilitud como está el patio, pero sobre todo tener que responder obligaría a este público a aclararse sobre lo que quiere y a darse cuenta de a qué juega. ¿Se está haciendo esta pregunta el Dr. Sz al acostarse o la tiene contestada en lo más íntimo? Cabe suponer que al providencial Iceta no le caben dudas.

jueves, 17 de octubre de 2019

LOS ESTERTORES


En lo que Sz calificó de “estertores” del procés se acompasa la disciplina engolada con la que el alto TS acata y respeta los deseos del presidente en funciones, con el disciplinado frenesí escenográfico incendiario de las masas separatistas entregadas al seguimiento del guión previsto de la indignación y el victimismo fuera cual fuera la sentencia. Por poco discreto que sea, cualquier cabecilla separatista es consciente en su fuero interno de que se ha emitido una sentencia chollo, “que supera las expectativas más optimistas” según un preclaro comentarista, razón de más para excitar la furia que la haga pasar por la más inhumana injusticia.

A la espera de que los estertores se confirmen y que la revitalización furiosa se desvanezca en mero espejismo sirva el retrato de la inversión del concepto de la libertad propia del totalitarismo que nos ofreció H. Arendt:

“...lo que aquellos tienen en mente cuando hablamos de libertad es la libertad de un proceso, que aparentemente necesita ser liberado de las entrometidas actividades humanas, mientras nosotros tenemos en mente la libertad de las personas cuyos movimientos necesitan ser protegidos mediante los límites fijos y estables de leyes, constituciones e instituciones.” (La autoridad en el siglo XX. Pensar sin asideros.)

Desde luego Sz está demostrando ser un consumado maestro en el arte de la picaresca política. Mientras cebaba a todos dejando en la ambigüedad su intención de indultar, trufaba el pavo tribunicio con altas Razones de Estado que conducían a un indulto encubierto camuflado de sentencia unánime e incontestable.

Queda así blindado el flanco de su derecha y puede amagar con algún atisbo de autoridad ante la opinión pública, pero a costa de que se vea superado por su propio éxito. Pues en efecto ahora más que nunca la pareja de pícaros Sz/Iceta ha de confiar en la Esquerra como si fuera suficiente haber hecho su parte del trabajo. Pero la misma Esquerra esta tan arrastrada por el Procés como aspira a beneficiarse más allá de lo que estos pícaros pueden desear.

Es dudoso en primer lugar que tenga capacidad para domesticar el procés y menos aún para que pueda hacerlo en la dirección que quisiera la pareja picaresca. Pero es más dudoso todavía que la parte mollar del pacto, la Confederación, sea suficiente y no vean la oportunidad de ponerse farrucos con la autodeterminación.

De hacer tales socios este envite, Sz tendría que aceptar o deshacerse de Iceta y demás manejos para “reconstitucionalizarse” con los constitucionalistas, a contracorriente de la propia fe zapateril y de la podemización de las bases. Un escenario vertiginoso para quienes han hecho de la deslegitimación de las derechas, “centralistas” por supuesto, y de la relativización y sospecha de la nación la clave del éxito.

Porque en ese caso lo único que podrían Sz/Iceta ofrecer, a cambio de que ERC sacrificase su "honor" ante las mesnadas separatistas, sería la promesa de que puede enredar  a los constitucionalistas en la vía confederal, asunto por ahora difícil de concebir y que desde luego está a contrapelo de las urgencias que reclaman dejar los alardes poéticos de autoridad por algo sustancial.

Entre tanto Sz anda groggy con la tribulación de si Jonqueras lo protege o le asesta el gancho definitivo. Incluso la toma de aire del telediario empieza a atufar a busto virtual cuyo pomposo empaque degenera al repetirse en un amasijo de muecas descontroladas, que apenas pueden despistar de la vaciedad.

Surge así la duda: estertores, ¿pero de quien y de qué?.

viernes, 4 de octubre de 2019

ANTE LA PARÁLISIS


Por debajo del pacto explícito que permitió la transición se gestó uno no escrito que dividía a la clase política entre “los demócratas” y los “herederos del franquismo”, vulgarmente “progres” y “fachas”, pacto que por supuesto protagonizaron los socialistas con todas las izquierda y los nacionalistas, excluida la ETA y demás por razones obvias. Pero lo destacado no era tanto el mecanismo político que se ponía en marcha sino la implantación del modelo ideológico al que la opinión pública y la clase política se ha atenido hasta hoy. De ahí los complejos de la derecha y la prerrogativa socialista de adjudicar el aval de legitimidad democrática.

Mientras parecía que “las dos Españas” quedaban enterradas, no fue preciso que los nacionalistas exhibiesen su deslealtad. Mientras que por el contrario sin necesidad de mostrar lealtad ocuparon las plazas fuertes de Cataluña y el País Vasco como plataformas para futuras y más heroicas empresas que la prosaica tarea de gestionar una “mera autonomía”.

El punto de inflexión o más bien la vuelta de tuerca definitiva se produjo cuando, ya una vez declarada la deslealtad nacionalista y su deriva separatista (asunto Estella), ZP , en aplicación del “Discurso del método”, formalizó y consagró el pacto contra la derecha, aun a costa de excitar en Cataluña el sentimiento de agravio nacionalista de forma imparable y de bendecir las tentativas levantiscas como muestras de la vitalidad reivindicativa de los pueblos.

ZP pertenece a esa estirpe socialista, y en general izquierdista, que cree que el “problema de España” se resuelve con menos España, porque en lo fundamental el separatismo sería consecuencia de “los separadores”, o incluso una mero espantajo de estos. Más ingenuamente atribuye las ansias centrífugas y disolventes a un conglomerado de razones históricas y de desencuentros afectivos que se arreglan demostrando de buena fe que “los españoles” (o sea los no nacionalistas) nos hemos equivocado con los pueblos avecinados que claman por su identidad pero queremos rectificar y proceder con verdadera simpatía con los agraviados por nuestro mal fario.

Sanchez en esa línea lo ha fiado todo a que los separatistas acojan su mano tendida y profundicen las expectativas que se fraguaron con la moción de censura. Ahora la amenaza aplicar el 151 u otras formas de intervención en Cataluña parece una rectificación en toda regla que removería la piedra angular de la estrategia histórica del socialismo desde la transición.

No creo que le mueva solo el electoralismo, la mezquina aspiración de laminar a Cs y ocupar el centro. ¿Qué política de los políticos no tiene una parte mayor o menor de electoralismo?. Pero en concreto: ¿Qué podría hacer de repetirse abiertamente el golpe de Estado? Es evidente que o dejarlo pasar admitiendo su éxito o intervenir de forma más drástica que en el primer intento. Como el PSOE no puede hacer más que esto último sino quiere que la historia lo barra, tiene su sentido que se anticipe al menos verbalmente y avise. Que Iceta ande agazapado y no abandere esta amenaza deja claro la ambigüedad de un mensaje que se pretende soterradamente ambiguo. Con este banderín de enganche, y si se tercia coche escoba, se está a la espera de que Jonqueras no se sume a la rebelión y que incluso la paralice, pues la alternativa sería perder la oportunidad de conquistar el “estatuto perfecto”. Y lo que es peor poner la política nacional en manos del demonio de “las derechas”.

A nadie se oculta, y es de creer que menos aún a los socialistas, que en términos prácticos la intervención de la autonomía, por muy trivial que pretendiera ser, obligaría al acuerdo con los constitucionalistas y alejaría hasta las kalendas griegas los fervores frentepopulistas. Puede que Sanchez aun sueñe, tan enconado es, con que este sobrevenido “patriotismo electoral” le depare jugosos réditos como para no tener que comprometerse más de la cuenta con “las derechas”, reclamando de estas un apoyo incondicional ante la gravedad de las circunstancias, y a la vez obligue a las camadas de los hermanos podemitas a no contribuir a la voladura de “la izquierda de todos”. Es decir una reedición de la política de “manos libres” pero a lo grande dada la cercanía del abismo.

Pero por una vez la audacia del Dr, es dudoso que ZP se hubiera atrevido a mentar la intervención, favorece las posibilidades del constitucionalismo frente al separatismo y las ilusiones frentepopulistas. Por poco que los constitucionalistas afinen y se afinen.

Pues al fin y al cabo ¿no está dando la razón al constitucionalismo que le reclama desligarse de sus componendas con los separatistas? Aunque le cueste, dado lo profundo de su fe frentepopulista, el Dr tiene que estar dándose cuenta de que los separatistas no son alas con las que volar sino cadenas que pueden paralizar. Y nada es peor para el audaz que la parálisis.