lunes, 20 de marzo de 2017

SOBRE EL SÍNDROME "RUFIÁN"


Se achaca al éxito de la consigna “España ens roba” el principal motivo de la extensión del secesionismo. Pero es cierto a medias. Creo más bien que este sentimiento ha sido operativo porque ha despertado un sentimiento más profundo, que ha permanecido latente durante decenios desde la guerra civil. Me refiero al sentimiento de superioridad de la denominada “burguesía catalana” o más bien nacionalista, sobre los españoles en general. Esto, con su tradición histórica en Cataluña en las clases medias urbanas y pagesas, constituye su principal vínculo de cohesión, con independencia de su impacto y traducción política e ideológica.

Haciendo también abstracción de la génesis de esta actitud, lo que me parece más decisivo es que sus períodos de auge coinciden con el auge de un sentimiento de postración de la valía de España como realidad histórica en la sociedad española. Sin duda que no es una mera coincidencia. Tanto en el 98, en la posguerra de los años veinte hasta la guerra civil, o en el momento presente la postración de la sociedad española ha despertado las ínfulas de superioridad en las grey antiespañola de la sociedad catalana y no digamos en la vasca. Sin duda que ya operaban pero se han visto potenciados y sobre todo respaldados.

No es el caso tratar aquí de las causas del autodesprecio colectivo, de tan hondas raíces, que renació con la aventura de Irak, se asentó con la crisis y ha cristalizado en el podemismo. Baste atender a su sintonía con la veta de cainismo que seguía latente en la parte más influyente ideológicamente de la sociedad española. Desde la transición hasta cuajar en el “cordón sanitario”. Naturalmente a partir del despropósito de identificar la idea de España con la derecha y esta con el franquismo, los males e injusticias sociales , reales o imaginarios, se convierten en símbolo de la ineptitud genética de la nación española, cuando no justifican la puesta en cuestión de la existencia de la misma:

“¡¿cómo algo tan nefasto ha podido existir?!” “¡¿Puede ser acaso otra cosa que un invento de oligarcas y de la Iglesia?!”

Volviendo a la actualidad catalana. Fijemonos en lo característico del “fenómeno (sociológico) Rufian” (no es procedente denominarlo “rufianismo” porque se malentendería). Veamoslo como representación orgullosa de la parte de los charnegos huérfanos tras la deserción del PSC hacia el nacionalismo, que encuentra cobijo en la izquierda separatista, por ser muy de izquierdas y ante todo de Izquierdas.

El fenómeno Colau es otra variante más cuidadosa con la ambigüedad. Aun engancha manteniendo la duda de su destino final, duda que alimenta la esperanza de que estamos ante una alternativa poderosa y radical al separatismo.

No son anécdotas. La inflación del separatismo se alimenta primordialmente de estos refuerzos. Pero estos ¿se habrían atrevido a dar el salto renegando de la solidaridad con los españoles que ellos mismo son sino les llegase desde las entrañas de la misma sociedad española el clamor de que España es una sociedad intrínsecamente fallida y defectuosa? ¿de que el Estado español es corrupto e incompetente por naturaleza e incluso de vocación?

La diferencia con otros fenómenos paralelos históricamente, como el lerrouxismo y el anarquismo de los años veinte y treinta merece la pena de considerar. Máxime cuando algunos ven en casos como la Colau una especie de resurrección de todo ello. Fueron en su origen el refugio de los (mal llamados) “emigrantes” contra el nacionalismo, a la vez que aspiraban, con mucha razón o escasa desde sus ideas y prejuicios, a la regeneración de España. Pero lo más importante: valoraban por encima de todo la solidaridad con los demás trabajadores españoles o incluso con los españoles en general. Trágicamente la historia ha conducido a la comedia de que actualmente una parte de su herencia converja con el separatismo. Todo empezó cuando tantos y tantos empezaron a creer que debieran demostrar méritos para ser acogidos; cuando sus “líderes muy suyos” llamaron a dar pruebas de buena conducta y se pusieron a la cabeza. Cuando en definitiva empezaron a propagar que la solidaridad con los trabajadores españoles está bien pero siempre que no perjudique la solidaridad entre los catalanes. Así se va accediendo a la “superioridad”.

miércoles, 15 de marzo de 2017

IILUSIONES ÓPTICAS


Debo padecer severa miopía, pero apenas veo eso de lo que tanto se nos quiere convencer: que el Procés está descarrilado, que el Estado de Derecho resplandece, que todo es un teatro, que la ley se aplicará implacablemente para impedir el referéndum si hiciera falta, y que no pasará nunca nada..etc
¿Por qué quienes así pregonan ya piden que se movilice la parte sana de la sociedad catalana? ¿qué necesidad hay, si nada va a pasar y todo quedará bajo control, sino lo está ya? ¿ganas de molestar? Es como el abogado que defiende la inocencia de su cliente, pero que, en caso de ser culpable, tiene atenuantes.
Tampoco se entiende que se predique la necesidad de evitar “caer en la provocación” aplicando la ley, no sea que las masas sediciosas la armen en la calle, y que sin embargo cuando no “hubiera otro remedio” todo irá como la seda.
La miopía me hace ver que, igual que la estrategia del PSOE es responsabilizar al PP de la independencia o el caos al que vamos por “no dialogar”, la estrategia marianista es quitarse de encima la responsabilidad de la independencia que pueda venir, demostrando que se aplica al diálogo más que Sócrates (aunque lo tiene difícil porque este buscaba la verdad). Y Rivera, que parece cambiar el asunto catalán por el asunto murciano, por humildad o porque da más simpatías.

Les cuento pues algunas ilusiones ópticas:

Una vez convencidos, incluso ya de que en Cataluña ni pasa nada ni puede pasar nada, es hora de que empecemos a convencernos de que, si hay independencia tampoco pasará nada, ni es para tanto.

Una vez demostrado el poderío y la ejemplaridad de la Ley y del Estado de Derecho, lo procedente es esperar la última palabra de la Comunidad Internacional, es decir de los restos de la UE, Trump, Putin y Erdogan, sobre la admisión en su seno de la República Catalana.

La negociación mollar y la única de verdadero interés publico, no sé si pendiente o se está en ello: ¿seguiría el Barça en la Liga en caso de consumación? ¿qué piensan los españoles?






sábado, 11 de marzo de 2017

HUBO UN MAGNICIDIO


En gran medida la reacción de la sociedad ante el 11M y sobre todo la voluntad de olvidarlo es la mayor evidencia de la imposibilidad de la sociedad española de resolver los problemas que ella misma crea y que atenazan sus reflejos morales. Cuesta admitirlo, pero angustia la sospecha de que no se vieron a los muertos como muertos de todos, sino muertos de algunos; no se vio en ello un atentado contra todos los españoles, sino un castigo merecido a ellos, los no nuestros, a cuenta de la sangre de inocentes.

Para quien conserve un mínimo de conciencia, problema del que quedan eximidos los muchos que no empezaron a tener conciencia alguna, es temerario ir contra la corriente, pero también es cobarde no hacerlo, máxime cuando la corriente lo es todo. Desde el escepticismo y la ilusoria prudencia sólo se me ocurren algunas conjeturas y dudas que no tocan nada del fondo, es decir las cuestiones cruciales de quién lo perpetró y para qué. Es decir con qué fin se frustró la continuidad previsible de un gobierno de la derecha y por quienes.

Aunque parezca sorprendente que, pasado el primer momento y con el tiempo, el PP asumiese la versión que le perjudicaba contra todo tipo de pruebas y evidencias, no lo es tanto. Cabe conjeturar si la versión de la autoría de ETA era una artimaña, si creían en ella, si simplemente se protegieron ante lo que parecía más evidente o vieron una oportunidad de beneficio electoral. El hecho es que, desbaratada esa versión, la opinión pública por abrumadora mayoría, y sobre todo hegemonía, sólo estaba dispuesta a creer en la pista islámica o en cualquiera otra que condujese a la culpa del Gobierno por el apoyo a la agresión de Bush a Iraq.

El PP una vez indefenso ante la izquierda optó por quitarse de en medio, temeroso de que hurgar en los fondos lo pusiese más ante los focos de la opinión pública, convertida en verdadero tribunal inquisitorial. Cualquier evidencia contraria a la pista islámica sería considerado una coartada para evadir su culpa. Pudo existir un pacto explícito o sólo tácito entre la nueva dirección socialista y la del PP, pero en la práctica los resultados son los mismos. A los socialistas no les interesaba mover nada para no perder la posición de dirección alcanzada y tal vez por no sufrir una contaminación insospechada; al PP no le interesaba que le removieran la vergüenza de la aventura de Iraq, pues de seguir con ello podía verse en el sumidero.

A estas alturas choca tanto como el silencio olvidadizo sistémico y mediático de la opinión pública y la publicada, el recuerdo de la torpeza que demostraron los mandatarios de la derecha trás el momento crucial del magnicidio y en el proceso que desembocó en el mismo.

Dado el escaso sentido que tiene la derecha española de los móviles que subyacen a las actitudes colectivas, resulta hasta cierto punto comprensible que Aznar se embarcase en la aventura con Bush despreciando el alcance de la reacción social que iba a producir y que significó la resurrección de la influencia social de la izquierda.

Pero es mucho más sorprendente que no demostrase destreza alguna en lo que se supone capacidad propia de la derecha, hablando históricamente. Ahora vemos que se lanzó a la aventura de Irak sin control alguno del subsuelo del aparato del estado. Llegando al extremo, esta es la impresión, de que una vez desatado el ciclo del 11 M, tuviera que tragar con las maniobras de los “otros” de los suyos y admitir la iniciativa y el mando de estos.

Ante tanta debilidad, sólo el desconocimiento de su verdadero poder del que depende la supervivencia de todo gobierno y Estado y la presunción de que todo estaría bajo control explica que obviase algo tan elemental como comprometer a la oposición en la gestión pública del magnicidio. ¿O se temía algo inconfesable?

El pueblo en general y la opinión pública ha admitido el silencio oficial y se ha involucrado con él. ¿Pero por qué su silencio si se estaba convencido de la versión oficial? ¿Qué mejor oportunidad que estos aniversarios para seguir culpabilizando “a la derecha”? Uno tiene la impresión de que en la conciencia colectiva prima una cierta idea de que “nos hemos pasado” al culpabilizar al PP, porque esto parecía sino justificar, sí otorgar una cierta comprensión a los presuntos autores islamistas. Pero igual que la clase política ha puesto sordina con gran eficacia, cabe también suponer que en gran parte de la población se han ido filtrando muchas dudas, cuando se han templado los miedos y las pasiones. Pero dudas que, de momento al menos, no empujan a aclarar sino a no ventear lo que puede resultar dudoso. Demasiado miedo a lo desconocido para que eso sirva de pegamento de la cohesión social.

miércoles, 8 de marzo de 2017

LA NUBE TÓXICA


Creo que el inesperado éxito de la transición y el posterior fracaso golpista fijó en el subconsciente colectivo que la democracia española era invencible y que la estabilidad ya era algo natural para siempre. La entrada en Europa y la bonanza económica y social confirmó este estado de ánimo. Lo digo porque muchos ya se empiezan a preguntar “¿por qué la sociedad catalana no independentista no reacciona?”. La respuesta es sencilla, porque están amordazados y sin reflejos, como en una nube tóxica. Porque sólo puede reaccionar si reacciona la sociedad española y ésta, siguiendo a sus políticos, no se quiere creer que haya peligro alguno, ni está preparada para asumirlo. No se quiere creer que el cogollo que domina políticamente Cataluña haya apostado por la independencia en serio.

Esa idea la expresa el más conspicuo comunicador Carlos Herrera “quieren el independentismo, no la independencia”. Nos consolamos con que “están locos” o “son unos pícaros” como si por ello no fueran peligrosos ni pudiesen querer lo que quieren. Todo muy sutil, pero ¿tanto importa que les mueva a imponer la independencia tapar el 3 per cent, ensoñaciones románticas ancestrales, la crisis económica o lo que sea ? ¿no es lo importante que evidentemente desde hace 5 años están actuando sólo con el propósito de materializar la independencia? ¿para qué han estado tejiendo las condiciones mentales y la tela de araña política y económica que envuelve a la sociedad catalana? Aunque en los años dedicados a “fer país” no se pensase en la independencia como tal era claro que iban a apostar por ella si veía la mínima oportunidad. Y con posibilidades o sin ellas se creen que ahora tienen la oportunidad.

Muchos quieren creerse que la maquinaria de la “desconexión express” es una muestra de debilidad y que cada juicio contra los corruptos arrincona a los separatistas, todo en la idea de que el Procés se tiene que disolver por sí sólo tarde o temprano ¿Así, sin más? Pero en serio: ¿Creen que la sociedad española está en condiciones de reaccionar? Si realmente vieran el peligro, sería un clamor que los grandes partidos nacionales se planteasen un gobierno de concentración. ¿Se puede hacer frente a este desafío de otra manera? ¿quién pide nada parecido? Aquí sólo importa Murcia y un poco los de la Ira Montero, que ya es hora, pero no porque estén al quite con lo de Cataluña, que es lo que debiera importar.

miércoles, 1 de marzo de 2017

EL PROCÉS Y SUS TIEMPOS


A la vista del final otoñal, una vez establecido el dogma de que la intervención, por muy inevitable que fuera, sería un desastre y una derrota mayor que la misma independencia, parece que el gobierno pone todas sus esperanzas en Junqueras, el líder más poderoso ahora del Procés. O sea un nuevo tripartito, más cutre si cabe, de ERC/Podemos& Colau/PSC.

¿Pero qué interés puede tener el solicitado y qué puede ofrecer el solicitante?

El primero lo puede considerar una salida al posible atasco del Procés llegado el momento decisivo, pero según y como. Deben estar aturullados porque no han concitado simpatías en la UE y de momento entre los que cuentan en el mundo. El cierre de las puertas de la U.E. parece un obstáculo infranqueable y vista la realidad española el principal obstáculo.

¿Se atreverían las acomodadas clases medias separatistas y la manida “burguesía catalana” de toda la vida, en conjunto el grueso del separatismo, a forzar la mano y arriesgar su bienestar por el prurito de “hacer historia”? ¿se volverán algo cuerdos ante el abismo?

¿Pueden creer por el contrario que, igual que tienen amedrentado al Estado español y disponen de cierta complacencia de la sociedad española, por desidia, pasaría lo mismo con la U.E.? ¿esperan convertir el “otoño catalán” en otra especie de “primavera árabe”? Tal parece por caso la apuesta de los capos de la mafia catalana y los antiguos convergentes. Para estos cuanto mayor huelen sus pufos, cuanto peor mejor.

Pero quienes más poder tienen en el actual momento del Procés han de hacer cálculos más finos. Dado por supuesto que primero hay que hacer un amago de “desconexión” y que luego ha de venir la correspondiente y preceptiva declaración de inconstitucionalidad e ilegalidad, “¿qué hacer entonces?”, ¿pactar o llamar a la “rebelión social” pase lo que pase? ¿elecciones para proclamar la independencia y ejercerla como sea o para “reanudar” el procés?

Es claro que la vía de izquierdas catalana podría contar con la expectativa de un próximo gobierno podemita sanchista. ¿Sería ese el momento propicio para elegir entre independencia y Confederación a modo de independencia avant la lettre? Pero por otra parte una vez declarada la inconstitucionalidad de “la desconexión”, ¿se podrían controlar a tantos que no aguantan más las ganas de “saltar la valla”?

Desde el lado constitucional no parece creíble que la ingenuidad sea tanta como para esperar que los actuales líderes separatistas se conformen con reeditar otro tripartito y que después “colorín colorado este cuento se ha acabado”. Cualesquiera que sean las vicisitudes y circunstancias el gobierno no tiene otra disyuntiva que: intervención u oferta de Confederación.

En lo segundo cuenta tanto el contenido como la ocasión. ¿Podría llegar el gobierno a incluir dentro de la Confederación alguna fórmula de “derecho a decidir”? ¿se puede camuflar esto dentro de la admisión de una relación de “Estado” a “Estado”? ¿cabe alguna otra oferta realista que pueda soslayar la intervención? ¿O espera de verdad el gobierno que basta ofrecer diálogo para que todo se disuelva?.

Y respecto a la ocasión: ¿Ofrecer el regalo a cambio de que no haya revuelta o que se controle pulcramente como para que parezca que no pasa nada? ¿Ofrecer tal cantidad de beneficios ya que disuada a las izquierdas separatistas de la tentación de esperar a ver si toca el gobierno “amigo” podemita/sanchista? ¿O basta esperar a ver qué pasa tras la declaración de inconstitucionalidad?

En estas debe estar el Señor de los tiempos.

Y ante esto ¿el pueblo, qué? ¿va a influir de alguna manera? Supongo que esta es otra historia.