martes, 30 de julio de 2019

NAVARRA


El ofrecimiento de Navarra culmina el ciclo que inició Zapatero y ha solidificado Sanchez, pero puede ser también el punto de arranque para la empresa definitiva: la confederalización de España según el propósito socialista, el salto adelante hacia la separación de España, para los nacionalistas.

Depende de que el campo de acuerdo cuaje y de que entonces siga su propio curso hasta que se implementen los designios abertzales. Se pondrá a prueba, como lo esta haciendo, la capacidad de digestión del electorado socialista de toda España y la decisión de sus dirigentes para dar el salto que inevitablemente, incluso en contra del propósito inicial de muchos que lo han de ejecutar, ha de trastocar la Constitución y el régimen actual. De hecho no sólo el conglomerado socialista ya está podemizado y desprecia el peligro de la unidad de España como si se tratara de una artimaña de las derechas, también en regiones importantes alardea de inclinaciones nacionalistas, y tal vez pronto proseparatistas,

En realidad el PSOE no sabe en qué puede consistir esta “su” Confederación, a la que tilda eufemísticamente de Federación. Es el mito con el que se droga a modo de placebo para bailar la danza nacionalista sin estridencias dando por buena la crítica de la permanente “insuficiencia” de las atribuciones y derechos de las autonomías. Trata de imaginarse que de esta manera se concluirá un acuerdo definitivo con los separatistas que garantice la eterna postración de “las derechas”, acuerdo viable y necesario, según ellos, incluso si se quedara en el borde del abismo de la independencia y el derecho de autodeterminación.

Ni siquiera la evidencia de que los separatistas ya han pasado de la invocación retórica de la independencia y se han instalado en la etapa de alcanzarla con todas sus consecuencias, les sirve a los oferentes socialistas para comprender que incluso el peor acuerdo contra España dentro de España les resultaría a sus socios despreciable si este tuviera que ser estable y duradero. Los separatistas podrán renunciar a algo pero nunca a ser desleales con España mientras estén en España. Ni, por supuesto, desleales con los socialistas cuando se tercie.

La paradoja en que se encuentra el PSOE es que cuanto más cree dominar la tensión separatista más se expone a su presión; cuanto por otra parte más alienta la estrategia de la tensión contra “las derechas”, más precisa dar visos de legitimidad y “normalidad” a las pretensiones separatistas y sus actores. 

¡Qué linda fantasía la de conseguir de una tacada civilizar al separatismo y purgar a España de las derechas!

Cuando el electorado socialista, por ahora embelesado en la cruzada contra “las derechas”, se asuste ante la voracidad separatista, si alguna vez lo hace, y reclame una reacción a sus líderes puede ser demasiado tarde. Desde luego para el PSOE, pero es de temer que sobre todo para España y la democracia.

viernes, 26 de julio de 2019

FALTA FEELING


El alivio por el desenlace vodevilesco de la negociación entre podemitas y podemizados no puede olvidar que se mascaba la tragedia. Y seguramente volverá a mascarse...El Frente Popular tiene que esperar. ¿Provisionalmente? Todo ha desembocado en la constatación de que falta “feeling” entre el sanchista “el Frente Popular soy Yo” y el “frente popular sin tapujos” que patrocinan los Iglesias, Rufián y Otegi.
La negociación de los cargos y empoderamientos de alto nivel tenía por telón de fondo el valor de la podemización global de la izquierda, las obligaciones y renuncias que tendría para los cofrades.

Para ambos era obvio que llegado el desenlace el otro cofrade tenía que ceder. Por parte del Dr. porque la podemización del PSOE, de sus bases y sus electores, debiera ser suficiente para que los podemitas se entregaran, habida cuenta de la declinante tendencia electoral de estos. Para Iglesias esa misma podemización, sobre cuya coherencia sólo lanza tibias sospechas, implica la colaboración “leal” y el disfrute de jugosas prebendas gubernamentales.

Al PSOE le ha ido bien en términos generales al convencer a una masa suficiente de que “la democracia somos nosotros” y Sanchez da el salto a la virulé de que “los podemitas somos nosotros”. Tan infatuado como anda da por supuesto que se ha de reconocer su esfuerzo podemizador y a la vez sospechar de las veleidades de sus socios preferentes, sin advertir que esto hace del certificado de marca podemita la principal baza propagandística de Iglesias, cuando se trata de sustanciar la palabrería en poder.

La izquierda anda por eso aturdida: los podemitas traicionados, los podemizados tan incomprendidos, como incpaces de comprender ¿Cómo es posible que compartiendo la misma “sensibilidad” e indudables vínculos fraternos, no se pueda llegar a un acuerdo? El escándalo de la negociación es la confesión, todo lo fingida que se quiera, de Sanchez para negarle a Iglesias sus “derechos”, invocando su deslealtad a la democracia y, encubiertamente, su chavismo. El contrapunto de este escándalo es el blanqueo público de los batasunos y su derecho a la legitimidad. ¿Cómo es posible que su público/publicado trague con lo primero sin llamar la atención sobre la conclusión lógica de que Podemos y no sólo Iglesias es un peligro de primer orden para el orden democrático? Seguramente por lo mismo que se acepta como muestra de “normalidad” el entendimiento con Batasuna.

¿Ha llegado la podemización global de la izquierda social a un punto sin retorno? Como Iglesias así lo cree piensa que puede presionar hasta que Sanchez claudique. ¿Por qué se resiste Sanchez hasta ahora? Seguramente por instinto de supervivencia. La advertencia de que los podemitas formarían un gobierno clandestino dentro del gobierno de Sanchez parece sincera. No por amor a España sino por amor al PSOE, es decir al poder de toda la vida.

Hay un gran diferencia entre Sanchez e Iglesias. El primero entiende la podemización de forma retórica, el segundo la tiene además, bien en serio. Va a por el poder de verdad. Por su parte el Dr. tiene en la retórica podemita/podemizante el principal instrumento para anular a “la derecha” y erradicarla si fuera necesario y posible. El publico socialista está encantado. Vale la política que refuerce las maneras podemitas dentro de los margenes de la realidad, porque cree que la política es en el fondo pura retórica, ahora se dice “imagen”. Es realista a su manera. Si alguna vez se le ha pasado por la cabeza recibir la caricia del aplauso republicano bolivariano, debe tener asumido que los sueños sueños son.

¿Está todavía el Dr. arrepentido de haber dicho la VERDAD de lo que es y representa Iglesias? Debió verse desesperado para tener que hacerlo. Se había metido en su propia trampa y no sabía como salir, seguramente. Pero tempus fugit, las “derechas” tienen dificultades al parecer insuperables para exponer esas contradicciones y todo vuelve a su cauce. Seguramente este episodio no habrá menguado la podemización ideológica de fondo de las izquierdas pero ¿cuanto habrá erosionado el tira y afloja social podemita la fe en la posible “colaboración” entre toda la familia de las izquierdas (y los separatistas) y por tanto en el triunfo de la causa?

Nótese la diferencia con la situación de “las derechas”. Los riveristas se han de convencer de que son tan incompatibles con Vox como con los batasunos. Así lo exige el guión sanchista, al que se han sumado no se sabe si por convencimiento o por cálculo de dividendos de imagen. A pesar de ellos han de justificar como son posibles los acuerdos, cuando se avienen a ello. Los “sanchistas” han de explicar por qué compartiendo “progresismo” con los podemitas y demás no se amigan con todas las consecuencias.
Ese es el punto débil en el que se debate la élite socialista: puede estirar y mascar a la opinión pública como a un chicle pero no decir lo que piensa o lo que tendría que decir. Se atragantaría y el Dr. ha estado a punto de atragantarse. Desde ahora ha de tener más cuidado.

martes, 2 de julio de 2019

UN PEQUEÑO DETALLE


Algunas observaciones sobre la argumentación de P.J. Ramirez en favor de la abstención, o en su defecto cooperación, de Rivera. Aventura la preferencia del Dr. por el “centro izquierda” que garantizaría estabilidad para cuatro años a cubierto de la permanente zozobra al que lo someterían los comunistas y separatistas. Por supuesto, porque al Dr. sólo le importaría la poltrona.

El nudo del argumento y del drama es que el Dr. no hace ninguna oferta a Rivera porque este está en plan frontón. Nada más pueril. Es obvio que si el Dr. tuviera interés en algún tipo de enlace testimoniaría alguna oferta, cuyo rechazo pondría a Rivera al desnudo.

Que no lo haga demuestra que no lo puede hacer, salvo que se expusiera a quedar en evidencia ante la opinión pública. Una oferta que no incluyera un compromiso sobre Cataluña sería inútil y daría la iniciativa a los constitucionalistas, para poner sobre el tapete lo que el Dr. quiere ocultar a toda costa: el tema catalán y los indultos.

 ¿Acaso Sanchez puede romper con la tribu nacionalista separatista, incluido Iceta, para comprometerse con Rivera? ¿puede comprometerse con Rivera sin romper con la tribu?

A lo sumo, se me ocurre, podría tratar de comprometer a Rivera en la renegociación del Estatut, a la espera de algo tan fantasioso como que la tribu se olvidase de incluir la "autodeterminación" y controlase el incendio con el que se amenaza de producirse la condena de los golpistas.

Este pequeño detalle escapa a quienes presionan a Rivera, como si un cheque en blanco al Dr. enfilase a romper con los separatistas y cía. O como si la estabilidad económica pudiera existir con independencia de cual sea la toma de posición ante el desafío golpista.

Otra cosa distinta es si conviene la negativa incondicional o un emplazamiento que desenmascare. Creo que lo primero ofrece al Dr. el margen de maniobra que necesita para disimular que no le importa poner en jaque la Constitución. Al fin y al cabo la gente no puede dejar de tener fe sin más. Necesita pruebas.