lunes, 13 de febrero de 2017

VISTA ALEGRE ADDENDA


Lo que parece más evidente de la apoteosis de uno y de la decapitación de otro es que ya no puede haber confluencia de Podemos con el PSOE/Aparato de toda la vida. Añadiría que no queda menos claro que Pablo está dispuesto a apostar para que la culminación del Procés signifique la apertura del “proceso constituyente”, a la mínima oportunidad que tenga.

Queda pues abierta la incógnita más importante: ¿animará este resultado a las bases socialistas a aclamar a Pedro? ¿tratará Pablo de facilitar lo más posible el triunfo de Pedro?

No entiendo que la mayoría de comentaristas den por hecho, no sólo que este triunfo es imposible, sino que además la caída de Errejon imposibilita el acuerdo entre Podemos y Pedro, de ganar este entre los suyos. Que uno sepa ya tenían acordado el gobierno y Pedro anticipó su vuelta asumiendo los planteamientos podemitas para ir juntos de la mano.

El nudo gordiano es el “derecho a decidir”.

¿Estaría dispuesto a asumirlo Pedro en su campaña de primarias y para luego una vez ganadas con tal de pactar con Pablo? ¿lo seguirían en este caso las bases? ¿se rompería el PSOE de ganar Pedro con estas condiciones? ¿sería posible un acuerdo de gobierno entre Pedro y Pablo que soslayase el “derecho a decidir”?

No tengo dudas que la aceptación del “derecho a decidir” no va a sustraer la influencia de Pedro entre los suyos. A estos la soberanía nacional les importa tanto como a los pablistas y podemitas de cualquier sensibilidad. De todos los demás interrogantes no tengo ni idea. Como tampoco si Pablo apostará por la vuelta de Pedro, pero nunca se encontrará con bicoca parecida y se supone que se lo estará pensando.

viernes, 10 de febrero de 2017

VISIONES EN VISTA ALEGRE


Entre los dimes y diretes, entre que si lo que vale es el aparato o el movimiento, jugar en las instituciones o sacar las masas a la calle, la transversalidad o radicalidad, la guapura de unos y de otras, por muy galopantes que estén los odios y las soberbias, a los ojos de este profano lo único sustancioso que se dirime entre las castas podemitas es cómo hacerse con el poder, o sea el Estado. Si de la mano del PSOE o si pulverizándolo previamente. Vamos, entre el modelo chileno allendista o el modelo chavista, con las adaptaciones y los matices precisos por unos y otros.

Pero, como en el caso del PSOE, en el que cualquier candidato con alguna mínima pretensión ha de entonar la cantinela del NO y sobre todo NO, sin dar sospechas de salirse del guión, cualquier líder podemita ha de ser fiel a la voluntad belicosa y revanchista que anima a su grey tanto como a sus propios corazones, sin salirse un ápice de la partitura. Así que Errejón y el Koletas han de decir lo mismo quieran lo mismo de la misma manera o de otra diferente; más todavía cuando los “antikapis”, y a lo que se ve no menos “antifamis”, han tomado las del delirium tremens y galvanizan el discurso podemita hasta su quintaesencia, al igual que hacen los CUP con el discurso separatista.

Creo sin embargo que este “debate” se ha desencadenado en el supuesto de que el PSOE va a seguir siendo el de toda la vida, o algo parecido, de la mano del aparato y/o de Susana; aunque las veleidades de Pablo de “sorpasar” al PSOE cuando bastaba algo de mano izquierda para que Pedro estuviera a su merced antes de las segundas elecciones, ya pudieron animar por entonces las reticencias de Iñigo.
¿Pero qué pasa si vuelve SuperPedro?. Y no es fantasía. ¿Cabe dudar que, entre odio y odio, las miradas y las ilusiones de los dos gallitos están puestos por igual en el sociolisto útil?

Si volviera, miel sobre hojuelas para Errejón. La faena que más pacientemente tendría que hacer con el PSOE de toda la vida, quedaría hecha de una tacada. Y en el otro lado ¿Se resistiría Pablo a la tentación de servirse de un Sanchez Panza tan a mano aunque tuviera que posponer la demolición del partido “hermano” según manda el canon chavista?

Así que si esta vuelta y resurrección puede colapsar al PSOE en una enana roja, no es despreciable el efecto colateral, relativamente imprevisto, de unir a las castas podemitas, convenientemente depurados los perdedores de la partida, en un mismo gigante rojo.

Por eso me malicio que quien más gozosamente espera al resurrecto/insurreccionable es el Koletas, el único que se atreve a ir por la vida de Gigante morado, que así estos llaman al rojo. Aunque solo sea por soberbia, tener toda la vida por compañía sólo a las mareas y a los antikapis, por mucho que te aclamen las masas sectarizadas y los voceros de la Sexcta, no debe ser muy prometedor. Es como si Lenin tuviera que repartir y departir sólo con los spartaquistas o los anarquistas de Kronstadt. Y es que con Pedro la vista se tendría que alegrar. Por ejemplo la estrategia de la toma del poder no tendría que depender sólo de algo tan azaroso como el resultado del procés, al fin y a la postre hoy por hoy la mano decisiva de toda la partida. Pero esa es otra historia.

sábado, 4 de febrero de 2017

LA ESCOPETA NACIONALISTA


Creo que la similitud entre la mafia genuina y la mafia institucional catalana no se queda sólo en las prácticas que incluyen la omertá , la complicidad social y el castigo inexorable, que en la mafia genuina es el asesinato sin más y en el caso de la mafia catalana es la muerte civil; también comparten ambos la justificación de que “es nuestro derecho” a la vista de la, según ellos, ilegitimidad del Estado.

En ambos casos la deslegitimación moral del Estado conlleva la desvinculación moral con el Estado y la sociedad y constituye el punto de apoyo para regirse por una “moral” particular hecha a su medida. La mafia genuina italiana justifica esta desvinculación en razón del retraso secular y del sometimiento del Sur, que apenas sería una migaja en la construcción del estado italiano. Como si de acratas apolíticos se tratara los mafiosos se enredan con las costumbres sociales que ellos se encargan de depravar para presentarse como una alternativa honorable al presunto depredador público que es el Estado; una alternativa, eso sí salvaje y prepolítica por tan antipolítica.

Pero el gran cogollo de la burguesía catalana ha sido la gran beneficiaria en lo económico del Estado español desde la modernidad y no por casualidad, sino porque que en gran medida la política y el ordenamiento económico se ha diseñado en virtud de sus necesidades e intereses. Por necesidad y por conveniencia las élites políticas y económicas españolas han coincidido en prestar a Cataluña la condición del motor económico de España. Esto ha podido ser beneficioso o perjudicial, acertado o erróneo, pero no es en este punto relevante. Me parece tal que la burguesía catalana ha tenido tanta preocupación por asegurarse el amparo del Estado y la orientación favorable de la economía y en general de la política, cosa lógica y que todos tratan de hacer, como de marcar la distancia y de guardarse de tener con el Estado la mínima lealtad política, que no ya compromiso. Cosa menos lógica.

Hay que reconocer a las élites nacionalistas catalanas su destreza para preservar como oro en paño este rechazo, hasta el punto de convertirlo en la seña más característica de su identidad y práctica política. Su guión inquebrantable es que se puede negociar y contraer obligaciones con el Estado pero dejando entender que se hace por necesidad e incluso por imposición, nunca por que se quiere. De hacerlo se daría la impresión de que el Estado tiene legitimidad sobre Cataluña.

La “pretensión” de que Cataluña es algo así como una colonia es tan contradictoria con la integración histórica de Cataluña en la sociedad española, me refiero no sólo a la economía sino a las practicas vitales y sociales de todo tipo, lo que se hace evidente con solo consultar los apellidos de la lista de teléfonos o viendo el entusiasmo con el que los ciudadanos celebran la liga y sobre todo la copa, que el nacionalismo sólo puede prosperar produciendo una descomunal tergiversación. Así ha sido y con pleno éxito.

Se ha hecho hincapié en lo más evidente: el adoctrinamiento en el nacionalismo a través de los medios y la escuela, así como en el dominio general de la calle y los espacios y nudos públicos. Pero se ha tenido poco en cuenta el significado político del control de la actividad económica que ha llevado a cabo la Generalitat y en general la crema política nacionalista. Se desvirtúa si se reduce a una mera cuestión de picaresca económica, la picaresca típica que crece en el marco de la colisión entre la administración y los empresarios en las sociedades modernas, dada la inmensa dimensión del Estado y el poder de estar omnipresente en todos los ámbitos cruciales y no tanto de decisión económica.

Las élites nacionalistas hicieron del control de la actividad económica una de las piedras angulares de la “construcción de la nación catalana” tanto por la necesidad de complicar en ello al núcleo fundamental del tejido empresarial, sino para evitar que este se vinculase con “Madrid” más de lo que está. Este vínculo sino moral sí muy práctico siempre ha sido el talón de Aquiles del que el nacionalismo se ha querido curar. Al menos su mayor preocupación una vez que se ha disipado el temor al “cinturón rojo” y otras potenciales distorsiones a la ortodoxia nacionalista. Y no hay mejor medicina que convertir el peregrinaje del Sazatornil de la “Escopeta nacional” en un deambular por los departamentos de la Generalitat.

Desde luego esta actividad revierte en la prosperidad del partido y en general de la clase política nacionalista, pero sería exagerado pensar que ese haya sido el motor de toda la movida. Como lo sería más pensar que los padrinos del cotarro han organizado este inmenso montaje sólo por su interés particular. Seguro que en su fuero interno creen que sus beneficios son una justa recompensa, que si bien según la moral en abstracto resulta repudiable, en las circunstancias excepcionales de la sociedad catalana resulta no sólo disculpable sino incluso admirable. Así puede pensar quien se cree que se ha puesto en peligro en bien de su patria en una labor que requiere estar a cubierto de las incomodidades y azares de la vida diaria.

Pero también en su fuero interno se ha hecho un sacrificio merecedor de recompensa personal, recompensa que no puede ser pública para evitar a los seguidores nacionalistas ser presa de dilemas morales. ¿No es un sacrificio garantizar la estabilidad del Estado y la obediencia de la sociedad catalana como si no sufriese humillación y no estuviese sometida? A diferencia de la mafia genuina las élites mafiosas nacionalistas se han sentido impunes porque de hecho han gozado de impunidad. Y no es difícil atribuir sólo a la debilidad política del Estado y a la habilidad política de los dirigentes nacionalistas; también cuenta que la no injerencia en los asuntos internos de Cataluña, más allá de los límites que arbitre el Estatut y la Constitución, es un asunto tácitamente admitido y desde luego consentido entre Madrid y Barcelona.

De esta forma la actividad mafiosa tiene su justificación implícita ante la ciudadanía catalana, como la tiene ante el Estado. Por necesidades que impone la construcción nacional y los peligros que conlleva en el primer caso; porque la relación con el Estado conlleva el derecho a la no injerencia de este en el segundo.

Hay que reconocer así el mérito de hacer posible este sistema al conseguir convencer tanto a una cantidad de catalanes, no se si mayoritaria pero sí suficiente para abrigar ilusiones, como a una buena parte de la sociedad española y sobre todo de su clase política. Al convencer a los catalanes de que para ser ciudadanos hay que ser primero “buenos catalanes”; a los segundos al convencerlos de que lo de Cataluña es cosa de pasta y que todo lo vamos a arreglar de la misma manera.

Sin duda que viene al caso comparar estos sistemas mafiosos clientelares a gran escala con prácticas de otras partes de España. Es otro tema pero valga lo siguiente. En Andalucía la corrupción se agazapa en la red clientelar que se extiende desde la Junta andaluza. Por suerte y porque por historia sería imposible, ese tejido caciquil anónimo no tiene el significado de comprometer a la sociedad en la independencia, sino en la perpetuación de un regimen social-político endógeno.

En el caso de la financiación de los grandes partidos, ahora es el caso de Barcenas y la Gurgel, antes lo fue….., quienes así operan tratan “simplemente” de sortear la moral común, por las necesidades que imponen la “función social” de los partidos. Y por supuesto con la correspondiente recompensa por el riesgo. En estos y otros casos saben que subvierten aquello que aceptan como legítimo moralmente, el Estado.

Es así el éxito de la operación llevada a cabo por los nacionalistas en la medida que esta ha trascendido de los partidos y ha comprometido a la sociedad lo que explica que la ciudadanía no se haya revuelto indignada y le haya bastado una mano de maquillaje a la manera de Esquerra o de la CUP para seguir convencida de la bondad del lío en que se ve metida. Tal extremo es inconcebible en el caso de los grandes partidos nacionales, una vez que los escándalos se han hecho públicos. Las élites dirigentes de estos no pueden alardear de nada ni reclamarse víctimas de conspiraciones ajenas, porque nadie puede creer que la presunta función social de los partidos vale hasta el punto de poner en peligro la dignidad del Estado y la nación. Sólo pueden disimular, pero sin "derecho a presumir".

FALACIAS NACIONALISTAS


Cuando falacias groseras pasan por evidencias naturales…

En una editoria el Dr. de la Vanguardia presenta la ventaja de la economía catalana en las exportaciones y la internacionalización de su economía como una prueba de que el “procés” no es desastroso y que por tanto, se sugiere, tampoco lo tiene porque ser la independencia. Es más, no hay duda de que lo sería económicamente, es decir en todo, beneficiosa, una vez que Cataluña “se libere”.

No hay porque dudar de estos datos. Cuando ante la crisis la economía española ha respondido acentuando su internacionalización, es lógico que la región más avanzada y desarrollada económicamente lo haya hecho en mayor medida. Pero eso no demuestra que se haga a pesar del resto de la economía española, sino más bien que la pertenencia a la economía española no sólo es un impedimento sino una ventaja. Que Cataluña prospere dentro de España no es argumento para salir de España, sino para continuar en España. Los abogados de la causa antiespañola debieran dar razones en favor de que la permanencia en España es perjudicial, antes de dar por supuesto que la salida sería beneficiosa o incluso más beneficiosa.

El único argumento que conozco, pretendidamente serio, es el desajuste de la denominada “balanza fiscal”con el resto del “Estado”, tema hirsutamente técnico en el que se confunde el uso que otras regiones hacen de los impuestos procedentes de las más ricas con la justicia de que las más ricas aporten más. A este respecto se omite el alto grado de integración de la economía catalana en la española, hasta el punto de que no creo que sea una exageración apuntar que por lo menos desde el s. XIX la economía española se ha organizado tomando como centro la economía catalana. Ningún eje ha condicionado más toda nuestra economía que la alianza entre el “Estado” y la burguesía catalana, cualquiera que haya sido el régimen político. Que la burguesía catalana haya seguido una línea inquebrantable de deslealtad política con el resto de España y que la sociedad española en su conjunto no haya sido capaz de crear otros ejes económicos alternativos, no quita que en esa relación casi contractual no haya redundado en el beneficio mutuo en conjunto.
Seguramente que el mal uso que se hace en las regiones económicamente más retrasadas de las aportaciones de las regiones más ricas tiene raíces profundas, pero la ausencia de compromiso político de la burguesía catalana con la política general del Estado no ha sido precisamente un factor corrector. Al menos aquí se ha creado unas estructuras que permitirían a estas regiones prosperar más de lo que lo hacen si primaran políticas no clientelares.

La cruda diferencia en la “balanza fiscal” no es más que una pieza de un conjunto, en el que la economía catalana se haya beneficiada con creces. El privilegio de los vascos y navarros es una distorsión y no un modelo que se pueda aducir. ¿Acaso en la Unión Europea, escenario en el que los separatistas sitúan imaginariamente la independencia, Cataluña no tendría que contribuir con creces al menos tanto como lo hace con el resto de España actualmente? ¿Acaso las naciones y regiones más pobres destinatarias usarían mejor esa contribución que ahora lo hacen las regiones más pobres de España?.

Para el imaginario separatista lo que no mata engorda. Se adujo para llamar a la independencia que la pertenencia a España abocaba a Cataluña a la crisis y la pobreza, como se aduce que luchar por la independencia no evita que Cataluña siga prosperando. No es muy aventurado suponer que este progreso reciente de la economía catalana se enmarca en la pertenencia a la U.E. de España y a una situación de estabilidad, debida en gran medida a la decisión del gobierno español de hacer caso omiso del Procés y proteger la quebrada Hacienda catalana. En buena lógica el Estado tendría que presumir de que a pesar del Procés ha hecho posible que la economía catalana tirase adelante, en bien suyo y de toda la economía española.

Parecida falacia es la de que el Estado sólo ofrece el cumplimiento de la ley, es decir “represión” según la mentalidad separatista, en lugar de ofrecer razones mas convincentes a la presunta sociedad crítica catalana. De un golpe mezcla el “reseñista” las medidas políticas y la línea retórica y de propaganda (ahora se dice “discurso”).

Ante el órdago separatista del todo o nada, (a nadie se le debe ocultar que reconocer “el derecho a decidir” es dar carta de naturaleza a la separación tenga esta lugar o no, a corto o largo plazo), hay poco que negociar. Ya el gobierno se ha ofrecido a negociar cualquier asunto de “todo lo demás”, sin que por eso los separatistas se sientan muy presionados ni frenados.

Tiene entonces razón el Sr. Antich en que el gobierno, yo diría la clase política no podemita de toda España, ni explica, ni defiende más allá de decir que hay que cumplir la ley (fijense que no se dice “aplicar”). ¿Pero qué tiene que explicar y defender? Sin duda las razones por las que hay que aplicar la ley, pero por encima de ello que la ruptura de la solidaridad, cualquiera que sean los términos en que esta se determina, es inadmisible por el tremendo perjuicio que tendría para toda la sociedad española, catalana incluida. La separación sólo puede darse de mutuo acuerdo y hay muchas razones para creer que eso sería un mutuo suicidio. Pretender que toda España se suicide y no sólo Cataluña es pedir demasiado. Desde luego hay razones para no suicidarse, sólo hay que atreverse a darlas.