lunes, 9 de octubre de 2023

PERPLEJOS

                     Sanchez deja a su paso tanta perplejidad como impotencia e indignación. Por mucho que ya sea costumbre su camino parece incomprensible. En ningún manual democrático y de la moderna Europa cabe tanto desparpajo cancelador victorioso. Es como el Basilisco que paralizaba con la mirada. Así de atónita está media España. Sin salir de su asombro busca explicaciones en la psicopatía del personaje. Psicopatía de poder por supuesto. Para el sano sentido común es cosa de psiquiatras porque ¿qué sentido tiene poner patas arriba una sociedad de bienestar que sabe convivir sino está intoxicada?. 

 

                   ¿Pero importa mucho para los destinos de una buena parte del planeta que Putin o Maduro y tantos otros en todos épocas y por no extenderse sean psicópatas o no lo sean?. En nuestro caso paraliza sobremanera la resistencia a creer que el peligro de revocación de la democracia y del bienestar social sea real. Para despertar tendríamos que suspender la incredulidad y pensar que esto es posible.


                   Es posible sobre todo porque sobre todo media España cree en Sanchez. ¿Pero qué significa esto en esas mentes adeptas? Por de pronto que Sanchez "nos libra de la derecha". Ahora bien esto no es suficiente. Sanchez ha elevado la apuesta y su media España lo va siguiendo. No basta librarnos de que la derecha gobierne, sino del régimen que permite que la derecha llegue al gobernar alguna vez. Y tanto es el convencimiento que llega hasta ver en los separatistas y simpas del terrorismo socios útiles y respetables.


                Cuando en tiempos de Aznar la izquierda  entró en un estado de perplejidad paralizante, al disputarle Aznar el derecho a ser tan demócrata como ella, Zapatero tuvo la intuición de que el miedo de la izquierda a quedar postergada o incluso a desaparecer podía esgrimirse para su resurrección. Se dio cuenta de que en el inconsciente colectivo del socialismo las cuentas con el franquismo estaban por saldar.

               En realidad es un trabajo de ajustar cuentas consigo mismo. La necesidad de reivindicarse de su inoperancia contra el franquismo de carne y hueso. Ya que de psicología tratamos el socialismo ocultó su irrelevancia en la lucha antifranquista proclamándose el adalid de la democracia y el poseedor de la autenticidad democrática desde la transición. Esa fue la hazaña de Gonzalez y Guerra siempre en el convencimiento de que de esta manera no hacía falta cargar sobre la derecha con la infamia de que fuera franquista, bastaba dejar libre la sospecha de la perversión de su origen y dedicarse a eternizar el gobierno socialista de forma pragmática.

                     La izquierda española a partir sobre todo del arreón de Zapatero y de Podemos es modelo ejemplar de la tendencia que se va imponiendo en Occidente. Según esto la democracia es incompatible con la simple existencia de la derecha. Refuerza tal precepto en España que mientras exista la derecha existe el franquismo, pero no como un residuo testimonial. El franquismo sería la quintaesencia de la derecha. Sanchez ha intuido lo poderoso que es el miedo psicótico al franquismo en la razón de ser de la izquierda. Miedo inducido, sobra decirlo, debido a la necesidad de vivir contra Franco como si no fuera un capítulo cerrado de la historia. Y los suyos lo agradecen y premian al desvergonzado: “Acaba con el franquismo y haz lo que quieras”.

                     Ahora confluyen dos mentalidades socialistas unidas en la deslegitimación de la derecha. Para la tradicional se debe al PSOE el bienestar y los derechos de la democracia así como la rectitud de la transición. Son estos derechos y este bienestar el que pondría en riesgo la derecha de gobernar. Para la versión podemita del socialismo la transición y el actual régimen son la herencia franquista enmascarada. Son versiones contradictorias desde un punto de vista lógico, pero de antemano la lógica está excluida si prima el delirio y la visceralidad. Basta el fantasma de un enemigo común a la medida del delirio, contra el que proceder “heroicamente”.

                   No en vano Sanchez ha decantado al PSOE hacia la opción más dramáticamente radical. Con el lujo añadido de encomendar  el frasco de las esencias bolivarianas "a su izquierda", para que quien quiera ver que vea.

La perplejidad de la aventura sanchista es mínima con la que empieza a despertar que la masa socialista asista impertérrita no ya al derrumbe del régimen constitucional sino a la disgregación de España, como si fuera un triunfo democrático. De ser así ni siquiera el caso yugoslavo serviría de precedente del único suicidio colectivo de un pueblo y su nación que conoce la historia.