viernes, 3 de noviembre de 2017

JUSTICIA NO TAN "POLÍTICA"









Contra la opinión extendida de que este 155, a modo de subterfugio de campaña electoral, es la única alternativa, creo que había margen de maniobra para normalizar lo suficiente Cataluña, de garantizarse el mínimo de estabilidad económica en toda España y la imprescindible neutralización de los aparatos de propaganda sediciosos. Se podía contar con la baza de restituir la autonomía, una vez que con su falta se hiciese sentir su valor. Pero ¿con qué baza se cuenta ahora para que los independentistas “moderables” se avengan? Doy por supuesto que la solución Iceta/Roures/Cebrián no es baza alguna sino la certificación de la derrota. ¿Lo tiene claro el PP?

Puestos a calcular hubiera hecho bien Rajoy en tener en cuenta la influencia que las elecciones exprés tendrían necesariamente sobre las condiciones en las que la Justicia tendría que desempeñar su trabajo. Con estas elecciones queda la Justicia en un brete: o hace la vista gorda o, si se hace justicia, se ofrece a los nacionalistas la dosis de victimismo que los puede revitalizar y además de la forma que más les interesa: con un envite fijo e inmediato por el todo o nada. Seguramente Rajoy, si acaso llegó a considerar el asunto, pensaría que a la Justicia no le quedaba más remedio que hacer la vista gorda. Por suerte no tenemos una justicia tan maleable, ni toda es oportunista y “política”.

Pensando bien pudo suponer Rajoy que con las elecciones exprés saldría un Parlament mejor predispuesto a buscar una salida. Es decir que Junqueras se avendría. Parece mucho más probable que tras las elecciones nos encontremos ante la peor disyuntiva: o cirugía o cesión de la soberanía. Es decir la disyuntiva que se quería evitar pero que habrá que afrontar se quiera o no. Pero, es de temer, en las peores condiciones.






































































































































































domingo, 29 de octubre de 2017

CONSIGNAS FÁCILES


No parece verosímil que Rivera apueste por las elecciones esperando un triunfo constitucionalista, que tendría que contar tanto con Iceta como con la Colau. Tampoco puede ser tan oportunista y ciego de ponerse a jugar a cosechar algunos escaños más. Conjeturo más bien que ha hecho de la necesidad virtud. Cuando el Procés se inflamaba e inflaba, arrastrando a una parte de la población no independentista con el señuelo del derecho a decidir, bien pudo creer C,s que la consigna de elecciones autonómicas sería un buen antídoto, dando una satisfacción a esos que quieren seguir siendo “buenos catalanes”, sin quedar proscritos por no comulgar con la independencia.

Pero una vez que se aprobaron las “leyes” de transitoriedad ya no había más alternativa que la de independencia o restitución, más bien institución, del Estado de Derecho. Se desnaturaliza el 155 o cualquier otra posible intervención si se lo reduce a un trámite para convocar las elecciones que no han querido convocar los sediciosos. Sin base razonable se invierte los términos de la ecuación. La convocatoria electoral tendría que ser la conclusión y la consecuencia del restablecimiento de la legalidad y de la civilidad, no la condición para ese restablecimiento.

También se engorda la única jugada que da sentido a la convocatoria. Me refiero claro está a la de Sanchez, Iceta y Cebrián de “resolver” el problema catalán confederalizando España. A eso vamos sino lo impide la reacción popular en toda España. Da la impresión que Rivera se apunta a la corriente de la Reforma de la Constitución creyendo que la puede llevar a buen puerto, como sino advirtiera la intención que guía a las fuerzas que la promueven. Es el problema de la política. Nada es más tentador que lanzar consignas buenas, bonitas y baratas. Las consignas y los reclamos son gratis pero no sus consecuencias, así se vio con las Preferentes. Pero lo peor es que cuesta mucho desembarazarse de las consignas fáciles, entre otras cosas porque la mente se ha habituado a ellas y se las cree de verdad.

CRÓNICAS PRE 155



Relación de algunas entradas que publiqué en el Blog de Santiago Gonzalez en el desenlace actual del Procés.

INTERPRETACIÓN EXPRESS
 27/10/17

Seguro que entre Vds. hay interpretaciones más solventes y acertadas que expliquen la fulminante apuesta por las elecciones express. Por muy mala que sea mi conjetura creo que debo exponerla por si ayuda a otras interpretaciones mejores. Dejo de lado la posibilidad de que tal alternativa sea debida a una inspiración profética, pues, aunque lo fuera, quedaría por saber cual es la visión que se le aparece. Dudo mucho que lo haga convencido, como creo que ilusamente lo hace Rivera, de que los independentistas vayan a ser derrotados y todo se enderece de golpe y sin trauma por el buen camino. No es fácil que Rajoy se engañe tan groseramente. Tampoco cuadra con Rajoy que se la juegue a cara y cruz y ya está, aunque vayan Vds, a saber, habrá malpensados que crean que se quiere quitar el muerto cuanto antes. Es obvio que viene inducido, y algunos malpensados creerán que está más bien abducido, por Sanchez/Iceta. Como estos no dan puntadas sin hilo y canta hasta en cualquier Cartuja, pretenden que las elecciones sancionen con toda solemnidad la reforma de la Constitución hasta la cocina si hiciera falta, o sea al gusto del separatista más acreditado. Parece indudable que la forma displicente de entender la política que tiene don Mariano y la extrema debilidad en la que lo ha puesto la corrupción y la podemización de la sociedadd le han llevado a dejar que el Procés llegue hasta el fin y a ponerse en manos de Sanchez/Iceta para salvar los muebles. El pavor que siente Rajoy a la movilización de las turbas puede ser definitivo para que se agarre a esta sociedad.
Puesto que hay que poner el foco en las intenciones del dúo socialista, aquí empiezan mis dudas. ¿Apuestan los Schz/IZ a que antes de las elecciones podrán cerrar un pacto suficiente con los separatistas? ¿pedirían a cambio que las turbas y “los mozos” se comporten dentro de lo que cabe? ¿darían garantías de impunidad a los cabecillas? O incluso ¿Han dado el paso porque estas condiciones ya están acordadas en lo fundamental o en vías de hacerlo? ¿Se trata en suma de una apuesta o de un guión ya en marcha?
Puede ser esto, pero en cualquier caso no parece lógico que Rajoy se tire a ciegas a la piscina, si además de inducido no viese factible alguna vía de este tipo. Máxime cuando por lo que a la Unión Europea se refiere esa lo más lógico que le aconsejen que sólo juegue a seguro.
He dado por supuesto, no creo que muy temerariamente, que Rajoy se ha convertido en vocero de la pareja Schz/IZ. Si viviéramos en un mundo perfecto, transparente y noble, Rajoy debiera haberles dejado el gobierno o en su caso la portavocía. Los españoles sabríamos sin duda quien nos conduce de verdad, sea a la salvación o al precipicio. Por mi parte les confieso que estaría más tranquilo si Rajoy hubiera delegado la responsabilidad de gobernarnos en Macrón, en lugar de en Schz. e Iceta. Ojalá se le hubiera ocurrido a alguno de sus consejeros.

ELECCIONES EXPRESS
21/10/17

Según parece los partidos constitucionalistas coinciden en que unas elecciones express en Cataluña serían balsámicas. Para ello prevén una previa restitución express de la legalidad, milagro tal que invita a preocuparse por el qué significa para ellos restituir la legalidad. Creo que hay una coincidencia de fondo, al menos entre don Mariano y don Pedrito: que unas elecciones express lavarían la culpa de haber tenido que aplicar el 155 y abriría la esperanza del perdón de los nacionalistas y los podemitas. Suponen así que las elecciones express serán la palanca para restituir la legalidad, más que la consecuencia de su restitución (en cuyo caso las elecciones no podrían ser tan express).
Más allá de esta coincidencia las expectativas son bien opuestas. Don Mariano, el resignado, espera regresar con esas elecciones al Paraíso de la componenda anterior al Procés. Don Pedrito, el saltimbanqui, espera reflotar el horizonte del Gobierno Picapiedra/nacionalistas y de paso poner en marcha la fórmula Iceta (consistente como es notorio en el reconocimiento de Cataluña como Nación y en el tránsito a un referéndum de autodeterminación sancionado legalmente). Don Albert, el despistado, cree que de esta manera los independentistas pasarían a la oposición de un Gobierno catalán leal. Otra cosa sería, claro está, unas elecciones generales express, pero...Achaco este despiste de Don Albert a la inercia de tener la necesidad de quedar bien y simpático, unido a lo mucho que tira la buena voluntad. En el fondo a todos les escuece el ansia de que la pesadilla acabe como sea, imaginando que no están ante una insurrección, sino ante una turbulencia, una rareza tal que se agotará sola. Pero a los nacionalistas no les importa hacer tiempo siempre y cuando puedan echar órdago tras órdago con total impunidad y con total garantía de que, si no alcanzan la meta con alguno de ellos, estarán más cerca. Aunque se tenga menos fuerza es cierto eso de que la fe mueve montañas y el sentimiento de culpa sólo aguas residuales.

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EUFEMISMOS IDEALISTAS
19/10/17

 
“Por eso no podemos demonizar a ese 40% de catalanes que quieren asegurar su permanencia como pueblo histórico. España debe ayudarles frente a las novedades que la Historia trae consigo. Cataluña alberga la existencia de dos pueblos no suficientemente fusionados, consecuencia de la emigración masiva bajo el franquismo y de la segunda globalización. Por eso, el proceso encierra un dramatismo de fondo, suavizado por la indiferencia de las poblaciones emigrantes, que hasta ahora no han causado problemas de convivencia por su propia invisibilidad subalterna. Pero cuanto más visible se ha hecho la comunidad orgánica, más insoportable ha resultado la anomalía de dicha invisibilidad, como lo demostraron las manifestaciones del 7 y del 8 de octubre. Aquí reside la diferencia entre ese 40% del referéndum del 1-O y el 80% de los que quieren una consulta en forma, que ahora bloquean los independentistas”. (J.L: Villacañas el Mundo)

No es ocioso criticar ciertas ideas o distracciones mentales muy comunes en ciertos medios y por cierto muy intelectualizados y cultivados. Aquí sólo improviso algunos apuntes, pero merecía un mayor tratamiento.

Del texto del Catedrático de Filosofía del señor Villacañas me quedo con la denominación de “su propia invisibilidad interna” al estado de sometimiento, moral, ideológico y político en que ha estado y sobrevive más de la mitad de la población catalana. El milagro es que no se haya llegado hasta la adhesión masiva al separatismo, dado lo fácil que el Estado y la clase política se lo ha puesto a las élites separatistas. Supongo que a pesar de todo y en medio de la inmensa confusión a que están sometidos ha resistido el elemental instinto de pertenencia en su forma más primaria. Y no debiera hacer caso omiso a que si la “posverdad” se exagera porque no es capaz de concretarse la independencia, por ahora, ha destrozado la mínima oposición “orgánica” y campea a sus anchas con toda libertad e impunidad.
Denomina “pueblo histórico” a la denominación que se otorga un movimiento nacionalista, sin duda que históricamente constante, que no puede tener otra vocación y razón de ser que la hostilidad a España, pues de desaparecer este nudo vertebrador pasaría a mejor vida irremisiblemente. Este salto dialéctico en el vacío no se aviene con la indudable finura argumental de este emniente experto en la filosofía idealista y romántica. Por último en su párrafo final da a entender que no hemos hecho lo suficiente para contentarlos, es decir no ha desaparecido España o no se ha disuelto. Llama además a no “demonizar”. ¿Es demonizar sostener que Cataluña forma parte de España y ue los separatistas están equivocados sobre su pretensión de que no lo ha sido y no lo es? ¿Tampoco quienes defienden la idea de España pueden defender esa idea sin ser tachados de “demonizadores”?
Es encantador que concluya pidiendo el respeto a las instituciones catalanas y a sus necesidades de autogobierno. ¿En qué mundo ha vivido este Sr.? ¿consiste el idealismo en vivir en las nubes? No, claro.


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DEMOCRACIA SIN PATRIOTISMO
 16/10/17

Sé que suena a patético y farfolla, y a muchos les suena a facha, pero sino lo digo reviento. Estamos empezando a tomar nota de las consecuencias nefastas del ensayo de una DEMOCRACIA SIN PATRIOTISMO que padecemos desde décadas, una democracia con el patriotismo en sordina y en el sotano de la vergüenza. Sobre todo la consecuencia inmediata con la insurrección en Cataluña.
Si Muñoz Molina tuviera la mínima sensibilidad para ver lo que tiene ante las narices no se sorprendería tanto de la deprimente imagen que sigue teniendo España entre los círculos “ilustrados” por los que se mueve. Es la imagen duplicada de la que impera en España, la de la equivalencia entre España, patria y franquismo. La imagen con la que la izquierda ha hecho el negocio que le ha dado la supremacía ideología apabullante y las llaves de la democracia, aunque ahora empieza a volverse en su contra. Hemos admitido como natural una monstruosidad, entre otras, que no se puede ser de izquierdas y patriota a la vez. Si en el mundo ya primaba la imagen de España a la medida de la leyenda negra y panderetera, de España no son han oído más que vítores y aplausos a tamaña aberración. Pero sobre todo los vítores de los que mandan en la opinión.

A ver si quienes tienen parecida “sensibilidad” se atreven a encarar una preguntita bien simple: en Chile, Francia, Italia, Alemania, Polonia...etc, cuando cayeron Pinochet, Petain, Mussolini, Hitler, Jaruzelsky...etc a nadie pasó por la cabeza, de izquierdas o derechas, que la nación fueran tales personajes y sus regímenes. Se reivindicó la nación contra tales personajes .¿Es casual que en España no se haya hecho sino que se hizo de un personaje como estos la representación genuina de la nación? ¿es normal que así haya sido y haya tenido tanto predicamento en lo que los cursis llaman el “imaginario colectivo”?


A LA ESPERA 
15/10/17

A lo que parece en este turbio compás de espera todo se mueve dentro de coordenadas elementales:

-La aceptación por el “nuevo” ejecutivo, ya el Dúo Mágico de Don Mariano y Don Pedrito, de que el orden constitucional es inviable en Cataluña y de que se trata de salvar primero las muebles, impedir la independencia, y de encontrar una vía de salida para un nuevo status con los independentistas de toda la vida . Esto no lo pueden decir a los españoles.

-El reconocimiento de los separatistas de toda la vida de que el nacionalismo ha llegado al máximo de su poder pero que no puede traducir directamente, por el momento, su dominio omnímodo sobre Cataluña en independencia pura y dura. Esto tampoco lo pueden decir a los suyos.

-La imposibilidad de que las huestes separatistas se retiren y sustraigan a la confrontación sin una satisfacción suficiente, cuanto menos la satisfacción de haberlo intentado y de haber sido capaces de llegar al sacrificio extremo.

-La emergencia, todavía incipiente, aunque expresa y contante, del patriotismo después de treinta años de progresiva desnacionalización de la sociedad civil, movimiento que rebasa el interés del nuevo ejecutivo, es decir a restituir la justicia y el honor, y que llegado el caso puede hacerse incompatible.

Se deduce fácilmente que todo empuja hacia un horizonte de negociación, siempre y cuando:

-El Dúo Mágico controle y neutralice lo más posible la ola patriótica, ofreciendo algún signo de que el golpe se ha paralizado y que más vale una mala paz que una buena zapatiesta, siempre y cuando esa paz sea duradera.
-Los separatistas de toda la vida convenzan con ciertas satisfacciones pactadas a las masas rebeldes de que esto no supone el fin de la posibilidad de la independencia, sino su preámbulo.

Se abre así un juego de espejos en el que en principio hay una coincidencia fundamental:

-por parte golpista la rebelión no puede llegar al punto de hacer imposible la negociación “definitiva”, es decir la de un nuevo “por ahora”, pero sí hasta un punto suficiente que el ejecutivo tenga que ofrecer todas la garantías previas de que la negociación versará sobre la soberanía.
-por parte del ejecutivo dual que la restitución de la ley no imposibilite negociar un nuevo status quo, pero que esta restitución no sea tan light que sólo quepa como salida algo así como una “soberanía partida y compartida” de igual a igual.

También se hacen más tormentosas las dudas de fondo:

-¿Cree don Pedrito en la plurinacionalidad como un mal necesario o como un bien supremo por el que vale la pena sacrificarse? ¿cree que eso reportará más unidad o cree que eso no es lo más importante?
-¿Piensa Don Mariano que no hay más remedio que ir de la mano del PSOE, de Iceta y de los separatistas “moderados” hasta donde sea y que ese es el único proyecto de equilibrio y estabilidad posible para España?.

Por supuesto todo está inmensamente fluido, a estas coordenadas le sobrepasan muchas incertidumbres y sobre todo pueden empezar a pesar más las convicciones que los cálculos y estrategias.

A la vista de todo debiera reconsiderarse eso de que, según Andreoti dixit y avala Carlin, en España “falta Finezza”, porque, puestos a ello, somos capaces de las mas versallescas florituras.

A la espera, y enjugando penas, merodeo un poco bajo las cumbres supremacistas que nos contemplan.



jueves, 26 de octubre de 2017

JARSPERS Y LA REBELDÍA


Los revolucionarios y revolucionaristas occidentales se encuentran frente a algo insólito e inesperado: que existe la posibilidad de la revolución en España. Es lo de menos cuan grande sea esa posibilidad. Lo importante y casi increíble es que la posibilidad exista, cuando ni en la teoría política contemporánea posterior ni en las creencias que las sociedades se hacen de sí mismas, cabe tal absurdo, al menos desde Mayo del 68 y desde la caída del muro. Pues nada es por principio más incompatible con las sociedades del bienestar y con las democracias asentadas que han hecho la experiencia del totalitarismo nazi y comunista.
Dejando aparte las revoluciones históricas, no tienen los revolucionarios experiencias a las que agarrarse para orientarse. Lo más a mano es la desmembración de Yugoslavia, la revolución bolivariana y hasta cubana.. incluso las primaveras árabes. Todas tocan sólo de refilón y cada una ofrece sugerencias, pero ninguna tiene que ver con lo que puede ocurrir en una sociedad posmoderna del primer mundo y avanzada, pletórica de tradición histórica y al amparo de la Unión europea.

Pero la falta de referencias también estimula la imaginación y sobre todo la fantasía. No se sabe con cuantas fuerzas se cuenta una vez abierta la espita, pero basta que la oportunidad exista para tratar de aprovecharla. Es lo que tiene lo insólito de que oportunidad tan mágica exista. Los convocantes acaban creyendo en la magia.

Se explica así que P. Iglesias asuma el riesgo extremo para su interés yendo de la mano de los separatistas, con desprecio de la lógica y del cálculo más elemental. Que prefiera calcular y manipular a partir de la oportunidad, no sobre cuanta oportunidad se le presenta. Su interés le aconseja cultivar la posibilidad de un Gobierno Picapiedra y de nacionalistas, devorar y digerir al PSOE como una boa, abrir un proceso constituyente para “reformar, es decir derrumbar,el régimen del 78...etc

Con mucho más motivo actúan los nazicomunistas catalanes. “¡Ahora o nunca!”...aunque ya cuentan con que los “¡Ahora o nunca!” se pueden repetir hasta que por fin suene la flauta. Es lo original de los revolucionarios posmodernos, una vez que la han cogido el gusto a la vida en Soviet y en Comité. En el fondo de su alma cuentan con que pueden vivir así y hacer lo que sea con total impunidad, pero se entusiasman creyéndose héroes ante el recibimiento que tienen mediáticamente.

Para momentos como este no sobra esta reflexión sobre el fanático culto a la revolución, de K. Jarspers, a mi modo de ver el pensador que, con posterioridad a la II Guerra mundial, más en serio y con más profundidad se ha tomado el significado de la política en nuestro mundo.

“Todas las formas de rebelión comenzaron con una verdad. Por eso todas ellas parecieron alzarse contra una misma cosa aparentemente fácil de concretar, la mentira y la injusticia, y contra la vida engañada en su conjunto. Pero sucedió que todas estas revoluciones, por su parte se ahogaron espiritualmente en la vorágine de nuestro tiempo y en los más banales engaños. Y la cuestión de la verdad o de la mentira quedó desplazada y sustituida por la violencia.

La nota predominante en la actitud de los revolucionarios fue el simple placer de la “oposición”, el placer de la demolición como tal, de la destrucción de la tradición, del orden, de los principios, la agresividad en sí y la desfachatez de la propia confesión de los desmanes de palabra y de obra. El placer del “nosotros” en la comunidad de lo insustancial engendró de la nada la iliberalidad, la intolerancia del no. Todo debe exterminarse excepto este “no” mismo. <el entrecomillado es mío>

Cuando la revolución se convierte en principio de vida y se tiene por lo auténticamente verdadero y libre, el hombre cae en un estado de ánimo sin “existencia”, y se sume en la cólera convertida en costumbre. En esta atmósfera es donde actúan los fríos y calculadores manipuladores y sedientos de poder por medio del terror. La indignación, <subrayo> primeramente emocional y libre, la utilizan aquéllos como un medio provocado por ellos allí donde la necesitan, y la sofocan donde las ocasiona dificultades.” (K. Jarspers. La fe filosófica ante la revelación. 1962)

sábado, 14 de octubre de 2017

LA CHAPUZA SUPREMACISTA




Se ha tenido que producir la estampida del sanedrín de la economía catalana para que se destape la indecencia moral y la chapuza económica en la que se sustenta el independentismo catalán, en completa contradicción con su actual, y ojala que sea pasajero, éxito político. La trayectoria histórica del nacionalismo catalán, y por supuesto el vasco, desafían las explicaciones al uso de la historia, el marxismo y el liberalismo. Ya el nacionalismo contemporáneo y en general movimientos como el islamismo es refractario a esos modelo explicativos dominantes, pero en este caso es todo un acertijo indescifrable. Que la realidad no despierte del sueño, que el disfrute de la gloria bien merece autoengañarse.

El mito que el nacionalismo ha conseguido inyectar en la sociedad catalana como droga en vena es el de la creación de la Holanda del Sur. Es un mito modesto en comparación con los grandes movimientos totalitarios de la historia, es también aparentemente inocuo, pero oculta consecuencias terribles y no menos totalitarias. No me refiero sólo a que sería el pistoletazo de salida de la disolución de Europa y de España. Lo sería de su suicidio colectivo.

Lo paradójico es que Cataluña debe su poder y prosperidad a su situación económica privilegiada dentro de España. Desde luego no puede ser Holanda, pero no por falta de poder y prosperidad sino porque no es Holanda ni necesita serlo. Se imaginan los nacionalistas que desembarazados de España adquirirían una prestancia internacional semejante a la que tiene el Barça de Messi. Pero para nada la estancia en España impide lograr lo que en teoría y en el mejor de los casos podría conseguir fuera de España. La incapacidad de apreciar la cobertura y las privilegiadas oportunidades que supone España para la prosperidad de la sociedad catalana no es consecuencia de una falta de información o una ceguera accidental, es la forma de engañarse para creerse superiores. Lo que es el Barça en el mundo, y es mucho, lo es a partir de la plataforma de la Liga española y su sempiterna disputa con el Madrid, cosa que no podría reemplazar, aunque se incorporase a cualquier otra Liga como la francesa.

Esto lo saben y comprenden perfectamente, pero los supremacistas no se atreven a reconocer que, a otras escalas, lo mismo sucedería en todo tipo de factores de la vida y de la actividad económica. El estropicio en el que se encontraría el Barça, excluido de la liga española, es el que tendría Cataluña privada del beneplácito de la sociedad española y apartada de la tensión competitiva con el centro que tanta vida le da a Cataluña.

La pasión de las élites catalanas, especialmente económicas, de tirar pedruscos sobre su tejado, desdice el tópico de su pragmatismo y mercantilismo económico a ultranza. Porque este pragmatismo se reduce a prácticas que bordan la picaresca, pero a costa de negar la realidad el vínculo inquebrantable entre la economía catalana y el conjunto de la española. Es un pragmatismo de pandereta sin ningún sentido práctico de fondo, tal como se exige y supone de los poderes elementales de cualquier sociedad moderna. Reniegan del compromiso moral con la sociedad española lo que no es óbice para creerse con derecho a exigir que la marcha global de España sea lo más beneficiosa posible para Cataluña.

Los buenos réditos de esta política no se han interpretado como una demostración de lo beneficiosa que resulta la inserción en la economía española y por ende europea. Se atribuyen a su astucia y a la candidez de los españoles. Tanto éxito ha recalentado el complejo de superioridad y de impunidad, hasta llegar a creerse que siempre se contará con la atención del mercado español y que podrá presumir por el mundo como si fueran un Messi mercantil.

Contra toda evidencia creen que tendrán las dos cosas, sin más problema, con solo desembarazarse políticamente y afectivamente de España. La incapacidad de asumir que el poder de Cataluña es proporcional al beneficio que Cataluña recibe por pertenecer a España, es la consecuencia de un mal entendido complejo de superioridad. Complejo que se extrema sin límite en la medida que constituye el principal factor cohesionador del nacionalismo catalán. Con lo que el interés práctico que liga Cataluña con el resto de España no se puede asumir con todas sus consecuencias sin desmoronarse esa base de cohesión.

Por eso la evidencia de que la sociedad española está bien encaminada en la senda del progreso y la modernidad, como Holanda o cualquier otra, no anima al seny, más bien a la rauxa. Se atribuye a que tal progreso se hace a costa de Cataluña, haciendo parecer que las contradicciones y tensiones normales son agravios estructurales insolubles e inadmisibles. Ya no sería Cataluña un oasis en el desierto medievalizante de la España de Zuloaga, sino un noble mastín al que le chupan la sangre las sanguijuelas mesetarias. Nada resulta así más inadmisible que  la idea de que se puede progresar juntos y  que esa es la mejor forma de tener las mayores oportunidades posibles.

Por eso cuando España en los setenta parecía modernizarse el supremacismo andaba agazapado, temeroso de que los inmigrantes andaluces, gallegos y murcianos disolvieran la identidad catalana en la española. Agazapado pero dedicando todas sus energías a “construir nación”. Cuando ya la modernización, con todas sus contradicciones, del conjunto de la sociedad española es una evidencia, y el complejo de superioridad carece de razón alguna que lo sostenga, el supremacismo sólo se puede conservar entrando en la senda de la locura.

Quien ha fundado su identidad y diferencia en la superioridad no puede reaccionar de otra manera que convenciéndose de la inferioridad e incompetencia de su presunto contrario, así como de la persecución que sufre por este. Y tiene que seguir haciéndolo dispuesto a comerse los pedruscos que está lanzando sobre su propia cabeza. Al final no van a tener más motivación que la de esos chavistas que aun pasando necesidad y pobreza se alegraban de que su empresario lo fuera a pasar mal de verdad. Pero en el caso catalán el mito postrero de que España lo va a pasar peor que la misma Cataluña, de que los “miserables” de España no van a poder seguir “chupando” de la generosa Cataluña, va a dejar paso a la evidencia de que los vampiros son sólo paisanos, los peores paisanos, y de toda la vida. Al menos que esto se haga evidente es un peligro provocado por los cabecillas del Procés y que no van a tener más remedio que afrontar.



sábado, 7 de octubre de 2017

EL FARAÓN ANTE EL ABISMO


Nada se puede comprender si no se tiene en cuenta el pavor cerval del que es presa no sólo Rajoy sino todo el P.P. Pavoro a que cualquier paso hacia adelante provocará tal castigo de las izquierdas picapiedra, que los puede abocar a la desaparición. La impugnación de la vicepresidenta, no por inacción sino por “sobreactuación”, es un ejemplo. La derecha se siente rehén de los Picapiedra, pero no por su debilidad parlamentaria, sino como consecuencia de asumir su derrota ideológica ante la opinión pública. El miedo al reproche de que pretenden desviar la atención de la corrupción es un motivo nada baladí de que el PP no ha hecho nada para detener el Procés. A nada se atreven sino van de la mano de Sanchez, ...mientras éste sólo espera el momento de dar “su golpe”.

Bien preocupante es que, por todas las señales, o la falta de señales, nada se mueva en el organismo del PP. Parecen haber asumido que ante la población son un partido corrupto y que esa imagen, sea verdadera o falsa importa poco, ya es una losa inconmovible. Así sólo pueden actuar a escondidas, sin nada que defender y sólo para defenderSE. Carecieron de reflejos, de claridad y de valor para depurarse ante la opinión pública y cerraron filas tras el principio de autoridad, como si descabalgar a Rajoy fuera a dar por bueno que son por naturaleza corruptos. La única gran habilidad de su líder ha sido manejar ese complejo y trasladarlo a su base social haciendo de SU miedo a la izquierda su principal baza electoral y propagandística. Es decir transformando su miedo ante la opinión pública en miedo de su opinión pública a la reedición del frente popular.

Pero aun es peor que se da carroña a la campaña picapedrera y separatista de que toda la culpa la tiene Rajoy. Porque ya la gente no va a discriminar entre la imputación picapedrera,( de que es culpable también de lo que pasa en Cataluña por “no dialogar” y no ofrecer lo que ellos denominan “soluciones políticas” , es decir reconocimiento del derecho de autodeterminación), y la imputación lógica de su inacción culpable. Los PPeros deben soñar que dos imputaciones antagónicas se anulan entre sí. Tal como en matemáticas uno menos uno es igual a cero. Vamos que guste o no a la gente, España sólo tiene al PP. Por eso que sólo se atreva a dar sopapos y collejas a Rivera a la menor ocasión.

Lo único que parece mover al PP es el instinto de supervivencia. Instinto que lo lleva a una loca huida hacia donde sea, para esconderse de rincón en rincón y de madriguera en madriguera. Únicamente cuentan con la esperanza de la división entre los picapiedra y entre los separatistas. En este caso la angustiosa espera de que el suflé de la sedición se desinfle por sus propias contradicciones.

Pero sin comerlo ni beberlo la inacción del PP ofrece razones a la izquierda picapedrera para actuar y echarlo. No ocurriría así si por ejemplo cumpliese con su deber ¿se atrevería llegados a este punto Sanchez a oponerse abiertamente a la aplicación del 155, por mucho que no lo apoye? Pero sin atreverse a ello y promoviendo hasta el final la desesperanza ¿no se predispone a la población a agarrarse a lo que sea que parezca que es algo? ¿no se justifica que vengan otros a “hacer algo”? Incluso podemos llegar al caso de que Sanchez se canse de esperar a que Rajoy “dialogue” con los golpistas para dar el paso.

Lo esperpéntico es que en un momento en que la mayoría de la opinión pública, espoleada por el discurso real y por las vergonzosas imágenes de humillación a que están sometidas la Policía y G.C., deja atrás los asuntos cotidianos, entre ellos la rabia contra corrupción, y empieza a atender a lo que hay que atender, la derecha oficial siga con su cálculo de supervivencia y también sea incapaz de liberarse de su pavor patológico. Vease Maillo o Perez de Vigo. Han creado unos mecanismos de autodefensa tan sofisticados como los de los faraones para proteger sus tesoros en su sepulcro. El faraón se ha de llevar con él a la tumba a toda su servidumbre y fieles.

Sin embargo ante el abismo, ya la inacción total tiene poco recorrido. A Rajoy se le presentan dos alternativas. O suspender la autonomía y encarcelar a los cabecillas del golpe o promover “el diálogo”, a la desesperada y con los Picapiedra a la espera. Lo curioso, lo patológico, es que es más propenso a creer que hay más posibilidades de que lo primero lo lleve a la tumba que lo segundo. Veremos.

jueves, 5 de octubre de 2017

UN VALIENTE ANTE UNA PARTIDA DE "VALIENTES"


Pobres conjeturas a propósito de lo que nos hace pasar lo que está siendo la Qataronia 

El discursazo fue doblemente real. Por quien lo dio y por asumir sin ambages la realidad, incluyendo el monarca su propia realidad y lo que se juega. Desde luego pretendió animar a la población desamparada e instar al gobierno a cumplir con su deber. Pero no es muy aventurado conjeturar que además pretendía desmontar lo que parece ser el plan gestado en los lares de Roures.Que de inicial entelequia debe estarse pasando de castaño oscuro. 

Como es sabido dicho (presunto) plan pretendería un gobierno picapiedra gestor de un referendum legal, o cuantos hicieran falta, se supone que a cambio de que los sediciosos dieran una tregua y pasasen a la espera. Había que contar con el otro picapredero, Sanchez. Por lo que parece este comparte la intención, pero ya no se atreve a descabalgar a Rajoy con una moción de censura. Sería su ruina. 

Pero la misteriosa actitud de Rajoy ante el golpe daría esperanzas de que este se avenga al “dialogo” y lleve a cabo la ingrata faena de consagrar un referéndum y el fin de la soberanía nacional. Después los Picapiedra de gobernantes podrán gestionar “a su pesar” algo tan ingrato. Que ya tuvo que gestionar De Gaulle, no menos a su pesar,la independencia de Argelia y no salió mal del todo. Claro con la pequeña diferencia de que Cataluña forma parte de España desde siempre que España es España y Argelia era una colonia.

Pues desde luego, bien mirado, como hay que mirarlo, Rajoy es sobre todo un misterio. Uno pensaba que lo era por el contraste que ofrece en estos lares, pero lo sería en cualquier parte del mundo. Sus designios son inescrutables e incluso es inescrutable si tiene designios. Podría ser un genio inconmensurable de beneficios tan inmensos para la historia de España, como Buda los tuvo para la historia de Oriente. Podría por el contrario, estar más próximo a los anélidos rastreros, convencido que lo mejor que ofrece el mundo está por debajo de la tierra y así acabará tragado por la tierra sin oficio ni beneficio. La opinión está dividida pues el personaje anima a que se mueva entre estos extremos.
Uno cree más bien que es un providencialista de los tiempos ilustrados, que ya es complicado. Que para él lo único cierto, más todavía en tiempos de mudanzas, es el expediente del momento que hay sobre la mesa, y que al final las aguas por muy desbocadas que esté siempre vuelven a su cauce. Que no hay que ilustrarse mucho, por eso es un ilustrado peculiar, porque la ilustración distrae de la atención al expediente. Y si lo más importante es al fin lo que nace de nuestras entrañas, para Rajoy “lo de Cataluña” debe ser otro expediente aunque un poco raro, qué se le va a hacer.

En cualquier caso y con toda coherencia, nada parece creer más profundamente que el suflé se ha de desinflar o explotar por si sólo y que intentar pincharlo lo fortalece y solidifica. Sabedor de que de hacer algo puede jugársela no esta dispuesto a hacer nada sin los socialistas. No vale la pena insistir en este punto lo decisivo que es su fidelidad a la conciencia de debilidad moral, en lo que a política se refiere, con la que la derecha está encadenada a la voluntad de las izquierdas en general.

Pero este silencio anima y paraliza a la vez al Picapiedra bis. Tal vez lo esté desesperando. Pues si Rajoy no activa la defensa del Estado de derecho, tendrá que “dialogar”, pensará Sanchez. Pero no pasa ni lo uno ni lo otro. Igual, podría temerse Sanchez, el mágico Rajoy juega a que el desmoronamiento de la dignidad y la física del Estado en Cataluña y los desmanes independentistas alarmen tanto a la población que no tenga más remedio que avenirse a dejarle hacer algo y respaldarlo.

Con esto ya cabe descartar otra variante. Si Rajoy pensaba que sería preferible dejar el tren en marcha y desbocado, aun proclamada la independencia, o no evitándola, para que se estrelle ante el muro de la U.E. , de Macrón y Merkel, es indudable que a estas alturas tanta sangre fría sería el suicidio definitivo. Aquí es claro que los Picapiedra tendrían un motivo suficiente para echarlo, con el fin de “dialogar” para salir del atolladero. Con la consecuencia “no querida” de que España pase a ser una curiosidad histórica, eso sí de las más simpáticas y coloristas, con su leyenda negra incluida ahora actualizada y catalanizada.

Nada debe dar más ánimos a los Picapiedra que lo que parecen pinitos, (¿sólo pinitos?) de la mediación eclesial vaticana. Podemos consumar a una versión secular y posmoderna del “credo quia absurdum” de Tertuliano (por si se necesitara una aclaración, que no creo, era un padre de la iglesia del II/III de nuestra era, no precisamente lo que su nombre indica): la defensa de la Iglesia en nombre del más furioso anticlericalismo; la Iglesia amparando a los anticlericales, y amparfándose en ellos, como si fueran sus verdaderos hijos.

Así Rajoy no se mueve sino le da la mano Sanchez; Picapiedra bis no da el paso diseñado si Rajoy no “dialoga”. Parece una partida de “valientes” que se dirigen al precipicio. En estas la “intromisión” real debe haber sido vista como la entrada del elefante en la cacharrería. Al respecto, en la Generalitat aullidos“¿Pero qué pasa en Madrit?”, “¿se “dialoga” o qué?”

De toda esta turbulencia sólo queda claro y salvo el honor del monarca. Veremos si de la ciudadanía española. Por ahora la influencia inmediata en incierta, el valor histórico seguro. Estamos ante la paradoja de que si la Monarquía cae lo hará con honor y si llega la República en estas circunstancias lo hará con infamia y vergüenza. Al menos P.I., el Picapiedra primero, ya no puede aspirar a proclamar su República como si esto fuera a ser la salvación de la patria, más bien lo contrario. Y no lo digo porque uno modestamente sea más monárquico que republicano, no es eso lo que ahora importa.

viernes, 29 de septiembre de 2017

TODO EMPEZÓ CUANDO...


Una guerra incivil, luego cuarenta años de dictadura y arrogancia, después cuarenta años de democracia y gilipollez.
La primera revolución nazicomunista en el cogollo de Europa y en una acreditada sociedad abierta y de bienestar.
Primer caso de desnacionalización de una nación ya sobradamentemente nación, aunque no todos lo sepan y a más de la cuenta les de asco.

Todo empezó cuando el pueblo creyó que democracia significa fiesta y las élites se pusieron a pagar la fiesta.

Todo empezó cuando las izquierdas creyeron que desnazificar significa desnacionalizar.
Cuando propalaron que patriotismo significa franquismo.
Cuando se embelesaron con los protonazis realmente existente como si fueran aliados progresistas y demócratas.
Cuando creyeron que el buen ciudadano ha de ser un sabueso de fachas y como mínimo llevar siempre disponible la palabra facha en la boca.

Todo empezó cuando las élites de derechas asumieron que resultaban sospechosos por existir.
Cuando se refugiaron en la ilusión de que la política es el arte de tramitar expedientes, apañitos de sofá y de vez en cuando hacer charletas de casino.
Cuando creyeron que no pasa nada aunque parezca que pasa algo.
Cuando creyeron que no pasa nada si a la gente se le convence de que no pasa nada.
Cuando creyeron que a la gente se les convence de que no pasa nada si hace como si no pasa nada.
Cuando creyeron que el pueblo sólo pretende llenar la barriga y que se le deje dormir en paz.
Cuando creyeron que los protonazis eran socios, aunque un poco pillos.
Cuando creyeron que la verdad es una provocación.

Todo empezó cuando las teles comprendieron que la explotación de la bronca y la camorra era el negocio más lucrativo. Que más la vemos cuanto más miserables, explotados y oprimidos nos creemos.
Todo empezó cuando los maquiaveliños despertaron el monstruo para que el pueblo, por miedo invencible, disculpase su corrupción o la pasase por alto.
Todo empezó cuando el monstruo se fue de cañas con los verdugos de la nación y la democracia.
Todo empezó cuando los “desnazificadores” creyeron que con la revuelta (“que no es una revuelta sire, que es una revolución”) se acaba con el maquiaveliño.
Cuando hicieron causa de que lo único que importa es acabar con el maquiaveliño.
Todo empezó cuando el maquiaveliño temió que el pueblo le hiciese pagar que se acabó la fiesta.
Todo siguió cuando el maquiaveliño creyó que si prorrogaba la fiesta no podía pasar nada.

Todo acabará cuando al pueblo le duela más quedarse sin fiesta que quedarse sin nación.

LOS COFRADES


Curiosa cofradía de la Iglesia y la derecha española. La Iglesia se ha refugiado tradicionalmente en la derecha y el Estado para conservar sus posiciones sociales y el valor de su tradición. Nada que objetar. El católico medio se ha confiado a la derecha para poder vivir en paz con sus creencias y evitar que el Estado sea presa de las ínfulas anticlericales. Normal.

La izquierda ha hecho de la presunta hermandad entre la derecha y la Iglesia causus belli. Es indiscernible si arremete contra la Iglesia para suprimir a la derecha o viceversa. Pero la derecha aguanta el tipo de un régimen de separación de Iglesia y Estado con respeto preeminente a la tradición católica. La Iglesia sigue acogiéndose a ese beneficio, medio privilegio, medio derecho (la historia y las costumbres mandan) y la izquierda sigue así el acoso contra la Iglesia por esa ambigüedad.

Pero en un mundo nihilista la Iglesia puede acabar, está acabando, en una ONG universal, eso sí de las más importantes. El temor al abismo la empuja a hacer política hacia donde sopla el viento. Como siempre, cabe añadir ¿recuerdan a Pio XII y los nazis?. Claro Juan Pablo II una excepción. Gran honra. 

Ya los creyentes de toda la vida son una rémora, los nuevos tiempos pasan por aquellos que llevan del ronzal a la opinión pública, mueven masas y son los héroes de la Tele y de la Red. La Iglesia anda sensible a la ley de la calle y ahora la “ley del cole”, que es parecido y además suena a colegueo. La Ley de verdad es discutida y discutible, todo ha de quedar sometido al “diálogo”, es decir a la ley del más fuerte.

La primera víctima la España constitucional y de toda la vida, convertida en “los pueblos del Estado”. Creyentes de toda la vida desamparados y apenas malrefugiados en la derecha, tal vez para que defienda a la Iglesia pero ya también para que los defienda de “su” Iglesia.

Y alguien de la derecha puede empezar a pensar ¿por qué aguantar el palo de una Iglesia que equidista entre la nación y quienes la destruyen? ¿por qué no aplicar a la Iglesia el programita podemita o cuanto menos socialista? Al menos la izquierda no podría despreciar a España o ponerla en cuestión en nombre de su anticlericalismo secular. Y además la izquierda ya carecería de uno de los principales reclamos con la que alimenta a su grey.

Pero también un problema nuevo e inaudito para el ciudadano medio demócrata, patriota y constitucional. ¿Cómo ser demócrata patriota y constitucional y no caer en la tentación de ser anticlerical o al menos antiobispal o antipapal? Lío y zozobra por doquier.

jueves, 14 de septiembre de 2017

¡NACIONES DEL MUNDO DESUNÍOS!


De los tres afluentes que nutren el río separatista catalán, el suprematismo urbanita de toda la vida, el criptocarlismo pagés quintaesencial y el de los revolucionarios autodeterministas, este último es el más reciente pero fluye repleto de aguas bravas, con las que se revitaliza, tal como hacían las bandas de la porra, lo que parecía definitivamente caduco. Adorna además al independentismo con la patina más preciada de los Shares mediáticos, la rebeldía antisistémica de los “incorruptibles” y “desheredados”. Pero no ha surgido de repente.

En una charleta cercana Tardá y Rufián afirmaban que la independencia de Cataluña no era un fin en sí mismo sino que era un medio para alcanzar la República y la igualdad social. Pero además no pretendía sólo el beneficio de Cataluña, sino salvar a España de Rajoy …y de paso de sí misma <me atrevo a apostillar>.

Tan peregrina idea no merece en sí misma mucho comentario, pero lo merece por lo que tiene de escasamente original, por lo que nos retrotrae a los tiempos lejanos de los estertores de la lucha antifranquista e incluso de mucho más lejos por supuesto.

Era común a la única oposición activa existente contra la Dictadura, el PCE y la dispar familia de grupos y grupúsculos comunistas, el cuidado de “la cuestión nacional”, es decir los nacionalismos reales o imaginarios. Predominaba la doctrina leninista/stalinista según la que la revolución socialista o popular conllevaría el ejercicio de tal supuesto derecho. Pero eso sí ejercido una vez realizada la revolución, con lo que ya se sabe por descontado cual sería el resultado. En teoría bien a través de una República “burguesa” como sostenía el PCE o bien ya en el marco del régimen revolucionario como sostenía otros, el resultado sería la restauración de los estatutos de autonomía de la II República y aquí paz y después gloria.

Se pretendía con el señuelo de la autodeterminación ganarse a las burguesías nacionalistas vasca y catalana, a quienes se les otorgaba sin mucha advertencia crítica la condición de impecables demócratas y progresistas. Seguro que además se alegrarían sobre manera al ver satisfechos sus derechos dentro de una República española democrática. Pero también y sobre todo se pretendía legitimar de esta manera el imaginario régimen alternativo, más tarde o temprano revolucionario, en el pasado de la II República.

Con la apuesta en favor de la transición el derecho de autodeterminación se adaptó al derecho a la autonomía. El PCE y otros como la ORT o Bandera Roja interpretaron que el derecho de autodeterminación tenía su satisfacción práctica con las autonomías y que, establecidas estas, ya quedaba amortizado.

Una excepción fueron algunos grupos extremosos, MCE, PTE, Trotkistas varios no digamos el FRA...etc, irrelevantes a escala general pero muy influyentes en ambientes muy sensibles como las universidades, algunos núcleos fabriles y el campo andaluz, por ejemplo. Imposible la ruptura y la revolución directa, confiaron en el banderín de enganche del derecho a la autodeterminación para iniciar un proceso revolucionario. Ya no sería un “derecho” ejercido al hacerse la revolución, sino una reivindicación que, o bien podía incendiar la chispa de la revolución o bien mantener encendida su llama.

Animaba a esta corrección estratégica la eclosión de movimientos nacionalistas y localistas de todo tipo en las diversas regiones. Se evidenciaba que las banderas disgregacionistas tenían mucho mayor empuje que los envejecidos slogans revolucionarios y que incluso resultaba lo más atractivo y movilizador. La apuesta por iniciar un proceso revolucionario nació muerta cuando la inmensa mayoría de la nación demostró su voluntad, pero la extrema izquierda inició un proceso de batasunización que contagió a su medula ideológica y que ha derivado en las más variadas manifestaciones y “mareas” al sostenerse en el tiempo, debido sobre todo a la cobertura que ha ofrecido el vigor de HB.

Por su parte la izquierda ya asentada en el sistema se vio expuesta a una imperceptible transformación ideológica de más profundo calado. Ya con el PSOE a la cabeza, del corazón socialista no pudo disiparse el prejuicio de que la única fuente de legitimidad posible de un régimen democrático era la II República. Así asumió racional y pragmáticamente, la transición y la Constitución, pero con el corazón partido. Esta esquizofrenia se moderó con el éxito de F. Gonzalez y la promesa de una victoria permanente sobre la derecha, pero no curó las heridas del corazón, es decir la nostalgia de una II República mas imaginaria que real. Porque cuanto más identificaba a la derecha con la herencia franquista más excitaba en el inconsciente de los suyos las ganas de saldar cuentas.

Las autonomías resultaron una válvula de escape hasta cierto punto inesperada. Al menos distraía, en principio, de la melancolía. Por supuesto no por lo que significaban de solución al problema que planteaban las reclamaciones insaciables de los nacionalistas, ni como solución administrativa más o menos eficaz, sino como fuentes de adhesión emocional alternativa a la sospechosa idea de España. Por extensión la clase política constitucionalista aprendió a fidelizar a la población a través de la lealtad prioritaria a propia autonomía evitando complicarse la vida con la defensa expresa de la, repito, incómoda idea de España.

Una deriva no menos influyente fue la que encabezó el PSUC, cuando interpretó la doctrina eurocomunista de acceso democrático al gobierno de la mano de la derecha democrática, el “Compromiso Histórico”, como medio para la creación de una hegemonía social y cultural de izquierdas en los términos de una estrategia para alcanzar un régimen de izquierdas en Cataluña. Lo relevante es que esto implicaba la apuesta por su plena catalanización en términos políticos e ideológicos. Pero en el sentido estricto de la palabra y no como mero reclamo retórica: Se instauraba la doctrina de que la única lealtad debida de los trabajadores catalanes es la nación catalana, mientras que la solidaridad y “fraternidad” con los demás “pueblos de España” es cosa de generosidad o conveniencia. El PSUC quedó marginado, pues corrió demasiado, pero señaló el camino al futuro PSC.

De estos retales se ha ido cosiendo el traje de la ideología pronacionalista de la izquierda en general, en un proceso que, por contradictorio y esquizofrénico en su raíz, es incurable y no puede tener fin. En especial la interpretación, que en esta domina, de que la pluralidad de España significa que España no es más que un conglomerado ocasional de pueblos cada uno hijo de su padre y su madre, una forma de unidad más o menos oportuna pero en el fondo extraña cuando no estrafalaria.

Ahora el procés resucita el viejo sueño de “a la revolución por la autodeterminación”. Mientras unos revolucionarios irredentos aspiran a la libertad de “su pueblo” los podemitas aspiran a la “libertad de los pueblos” mediante la conquista conjunta del Estado “centralista”. Se supone que P.I. es perfectamente consciente de que no puede quemar sus naves fiando la revolución al éxito de la independencia catalana. Su estrategia de aprovechar este empuje para legalizar de alguna forma el derecho de autodeterminación para “todos los pueblos de España”, carecería de sentido si se demuestra su complicidad con la sedición. Por eso ha de esperar hasta donde llega la rebelión sin parecer que la reprueba o que la acompaña, pero dejando clara la simpatía. Porque Sanchez va a dejarse querer en lo fundamental, mareado como está entre la nación y las naciones. Que para ser querido se ha mareado tanto.

Son episodios tácticos de la avanzada metamorfosis de la tradición marxista de toda la vida en multinacionalismo revolucionario y “fraterno” de nuevo tipo. Y ninguna experiencia como la del Procés para acelerar la deriva natural que sufre el revolucionarismo marxista. Su influjo convulsiona el ADN ideológico del nuevo marxismo, como ocurrió con los progres basatunizados. “¡Naciones del mundo desuníos!” Pero, dicho en su honor, conservando el espíritu esencial: se trata de hacer la revolución como sea y donde sea y en nombre de lo que sea. Para tal fin ha de servir y estar bien afinada la intuición infalible del buen revolucionario y del “hombre nuevo” de toda la vida, ante los vientos cambiantes de la historia.






martes, 12 de septiembre de 2017

LA PRUDENCIA




Hay razones evidentes en favor de la extrema pulcritud con que el Gobierno procede contra el Golpe separatista. Nada menos que la necesidad de cubrirse las espaldas, por si no tiene otro remedio que actuar más contundentemente, empezando por aplicar el 155. Pero se hace de la necesidad virtud.

El gobierno cree que no debe actuar más que como lo hace, es decir evitando la respuesta proporcionada que requiere el hecho consumado del desafío, para no provocar más victimismo. Pero la razón de fondo, lo que verdaderamente teme el gobierno es que la sociedad española no le siga ni le apoye e incluso se la haga pagar.

Aparece así esta prudente pulcritud como efecto y expresión de la incapacidad de los españoles de hacer frente unidos al desafío hasta sus últimas consecuencias, pero no es menos causa de ello, aunque el gobierno no lo pueda admitir. En su beneficio cabe pensar que no es que el Gobierno se disculpe, parapetándose detrás de esta deficiencia, sino que está convencido de que tal desunión es insuperable y decisiva. Sin duda espera el Gobierno que, de no tener más remedio que bajar a la arena, se reconozca que ha tratado de evitar algo tan indeseable. Pero incurre en un gran riesgo, del que no es claro que sea consciente.

Ha prometido que basta con las medidas judiciales y que todo está perfectamente controlado en todos sus pasos. De forma todavía más arriesgada ha dado a entender que en ningún caso haría falta llegar al extremo de sortear la línea roja, es decir tener que hacer valer la fuerza que detenta legítimamente el Estado, porque nunca el desafío alcanzaría una situación de no retorno.

Pero de esta manera provoca que tal medida se considere, de suceder, una especie de victoria moral de los golpistas. Y lo que es peor, que se considere algo ilegítimo, aunque fuera legal. El problema ya no es pues si harán falta medidas verdaderamente “proporcionadas”, justas y legítimas, sino si la sociedad española está en condiciones de comprenderlas y respaldarlas.

Sin comerlo ni beberlo y pretendiendo tal vez lo contrario es la misma dignidad del Estado, frase grandilocuente normalmente pero ahora verdadera y me temo que oportuna, lo que anda tan en entredicho, hasta tal punto que amenaza preceder a su propia desaparición, al menos como Estado español.

Narra S. Zweig cuando, en los inicios de la revolución francesa, se truncó la fuga de los monarcas franceses en Varennes, …

“Pero en realidad esos cinco días <los que transcurren de la huida de Paris al regreso humillante> han sacudido más los fundamentos de la Monarquía que cinco años de reformas, porque los prisioneros <los monarcas>ya no son testas coronadas (….)
Mas esto no parece conmover mucho a este hombre agotado. Indiferente a todo es indiferente a su propio destino. Con mano inconmovible, no anota en su diario más que: “Partida de Meaux a las seis y media. Llegada a París a las ocho, sin estancia”. Es todo lo que un Luis XVI tiene que decir sobre la más profunda humillación de su vida. Y Petión <comisionado por la Asamblea Nacional para devolver a los fugados a París> informa asimismo: “Estaba tan tranquilo como sino hubiera pasado nada. Se podría pensar que volvía de una partida de caza”. (María Antonieta. S.Zweig)

Sería sin duda desproporcionado ilustrar, de esta manera la actitud del Presidente del Gobierno, pero espanta pensar que hay razones para que tal caricatura resulte mínimamente verosímil. Sobre todo porque cabe la sospecha de que ha estado en todo momento convencido de que el desafío nunca se iba a consumar y todo se iba a reconducir en la debida forma, sin molestar a nadie. Como si actuando mansamente todo se amansaría, o simplemente que nunca podría ser para tanto pues vivimos en una sociedad civilizada.

jueves, 7 de septiembre de 2017

LA PROPORCIONALIDAD


Es justo y correcto actuar con proporcionalidad, disculpen la redundancia. Pero los que invocan la proporcionalidad, dando a entender así lo que NO van a hacer y no lo que van a hacer, debieran explicar cual es el término de la proporción, es decir el proceder justo, en el caso de un Golpe de Estado. 

Como sin duda se trata de una cuestión política y no meramente una cuestión jurídica ordinaria, sin duda lo pertinente, es decir proporcional, sería someter a los golpistas, respetando y aplicando el Estado de Derecho que estos pretenden suprimir. Hay legislación suficiente en la Constitución y en el código penal que viene como anillo al dedo. Pero según los cálculos de los que invocan la proporcionalidad, el Gobierno y los partidos constitucionalistas, esto sería desproporcionado. 

Como no cabe duda de la buena voluntad del Gobierno, en especial, seguramente que esta paradójica conclusión obedece a un cuarteto de temores básicos.

El temor a que los sediciosos la armen con ganas y que atraigan para su causa a tantos y tantos catalanes confundidos que se sentirían agraviados.

El temor a que las izquierdas, en esto no hay distingos, cierren filas responsabilizando al gobierno por “la falta de diálogo”, ausencia de reformas e incapacidad de “seducir” a los catalanes. Que rizando el rizo las extremas izquierdas “nacionales” aprovechen para extender la revuelta en toda España.

El temor a que la gente sencilla y potenciales seguidores descubra que había algo muy gordo cuando se le aseguraba que no pasaba ni podría pasar nada y le reproche consecuentemente que trata de endilgarles lo que debiera resolver y ya estar resuelto.

El temor más trágico posible de que en caso de que los plasmas se calienten la opinión pública mundial tome cartas en el asunto y le reproche la represión y la violación de los derechos humanos de los catalanes.

Se trata así de hacer lo que se pueda pero con estas “limitaciones”. Proceder enérgicamente pero sin provocar ni alarmar.

Quizás sea esto lo razonable, según el grado al que se ha llegado. Pero sería un abuso seguir con el eufemismo de la fortaleza del Estado de Derecho. Igual que se ha demostrado abiertamente la catadura moral de los separatistas desde el atentado de Las Ramblas hasta el remate del Akelarre del Parlament, se ha evidenciado la debilidad ideológica y política de la sociedad española que ha de sostener al Estado de Derecho. No llamemos pues fortaleza a lo que es profunda debilidad e impotencia. ¿Permitiría una sociedad consciente y comprometida con sus derechos y de los fundamentos de su convivencia el Procés, el Preprocés y ahora el Posprocés? ¿De donde vienen pues esas “limitaciones” que el gobierno piensa que no tiene más remedio que respetar?

Seguramente si el Gobierno y de paso la clase política constitucionalista diera una muestra de fortaleza haciendo un ejercicio de humildad, es decir mostrando la gravedad de lo que está en juego, muchos españoles podrían empezar a despertar de la modorra.




martes, 5 de septiembre de 2017

¿CORRUPCIÓN Y MENTIRA EN CATALUÑA? YA NO TOCA.


Ni la manifiesta corrupción engendrada en la entrañas del sistema nacionalista catalán, ni las mentiras flagrantes que han envuelto el atentado, han despeinado un ápice a las élites y huestes que persiguen el separatismo. Pero tampoco ha mermado el sometimiento de la sociedad catalana potencialmente antiseparatista. Lo primero no mueve a sorpresa alguna. Lo segundo debiera hacerlo.

El separatismo ya es un movimiento de masas perfectamente cuajado, que se atribuye el derecho moral sobre el Estado de Derecho, con la ventaja de que carece de resistencias ideológicas y hasta ahora legales. Las masas quieren unirse más de lo que están unidas y expulsan o regurgitan para su engorde lo que se le opone o molesta. No necesitan justificar su mala conciencia por ser cómplices de la corrupción de su Govern y Partit, al consentirla, alimentarla, o justificarla, porque no tienen asomo de mala conciencia. No les parece ni bien ni mal, ni justificado ni injustificable. Es evidente que existe y lo saben. Tampoco se lo ocultan. Lo asumen como si hubiera caído un chaparrón en medio de la carrera. Corremos mojados pero seguimos corriendo, ya se secará.

Cuando uno, que teme que se le considere un imbécil, proclamaba en el Parlamento que quieren una República catalana para acabar con la corrupción, las masas ni se lo creen ni se lo dejan de creer. De la misma forma que tampoco se lo creía o dejaba de creer el mismo orate. Sólo por un prurito de honor, a la vista de la estupidez proclamada, trató de apartar de sí el cáliz de la imbecilidad.

Estamos en el punto en que lo que no mata engorda y, como ocurre en lo sueños y en la magia, todo sucede de cualquier manera con tal de que sirva para el efecto deseado. Como dejó dicho Kierkegaard, y por lo demás es evidente, a nadie que vive de su ilusión se le puede disuadir con razones. “A más” cuanto la ilusión más quimérica sea, se podría añadir. (Por cierto quisiera aclarar. La quimera no es la posible independencia, la quimera es que eso signifique bien alguno y no conlleve una gran catástrofe).

Según esto, es lícito pasar de la incongruencia de achacar a la corrupción de “Madrit” todos los males y reclamar por ello la independencia y buscar en la independencia la garantía de impunidad por la corrupción propia. Instalados en el sueño no hay contradicciones. La única lógica que en la contestación impera es que “ahora no toca”. Es decir “nuestra” corrupción da igual que exista como que no exista. En todo caso es un problema “nuestro”.

Pero tampoco los antiseparatistas han reaccionado, al menos según la ocasión lo pide y permite. El gran éxito histórico del separatismo ha sido exorcizar de raíz cualquier atisbo de crítica u oposición que pudiera poner en cuestión ya no las posiciones conquistadas sino la tendencia general del movimiento. Aunque en su origen (tiempos de la transición, Felipe Gonzalez..etc), no predominase una voluntad decidida de buscar la independencia, más que nada porque las fuerzas y la actitud de “Madrit” eran inciertas, los separatistas de corazón, es decir nacionalistas en general, tuvieron la intuición de identificar cualquier motivo de disconformidad que pudiera atravesarse y cuestionar su presunta supremacía moral. Esta dicta que la lealtad a Cataluña no sólo está por encima de todo, sino que conlleva imperiosamente la deslealtad a España.

Por esta y otras razones que no vienen al caso los ciudadanos potencialmente ajenos al imperio nacionalista, al menos el sesenta por ciento de los catalanes, han quedado anulados y diseminados políticamente. Pero sobre todo intoxicados. Lo primero de todo es ser “buen catalán”, es decir no contradecir al nacionalismo. Aceptada de inicio la premisa de que el nacionalismo era una fuerza democrática y de progreso, el espíritu antinacionalista se refugiaba en ser de izquierdas y cuanto “más rojo” mejor, pretendiendo así ser tan democrático y progresista como el nacionalismo. Ser de izquierdas era la mejor forma de ser buen catalán, pero no nacionalista. Durante un tiempo la población hispanocatalana creía que estaba permitido ser leal a Cataluña y a toda España a la vez(solidaridad se llama eso) y sin contradicción alguna. El espejismo se deshizo y ahora hay que corroborar ser de izquierdas con ser nacionalista en el sentido estricto de la palabra.

Tratando de huir de esta fatalidad “los buenos catalanes y de izquierdas”, que seguramente constituyen la mayoría entre la población no separatista de la sociedad catalana, se han cobijado tras Colau y Podemos. Parecía ante todo un aval de que se es buen catalán, cosa incompatible con ser de derechas no nacionalista. Esperan caer simpáticos a los separatistas y escapar a la vez de sus fauces. Pero el Colaupodemismo se atiene sobradamente al guión que ya asumió el PSC en su tiempo. Cree que la furia contra la derecha (del “Estado” por supuesto) les exculpa de su escasa fe separatista. Cree que todo lo cura un gobierno de izquierdas. En el Estado un gobierno de izquierdas para acabar con la corrupción. En Cataluña un gobierno de izquierdas a pesar de la corrupción. En Madrit la lucha contra la corrupción es cuestión de vida o muerte y de justicia divina. En Cataluña es cosa fea la corrupción pero luchar contra los corruptos ahora “no toca” a mayor gloria de un gobierno de izquierdas. Es el matiz diferencial entre Cataluña y “el Estado” desde la perspectiva de “todas las izquierdas”.

Con estos fines comunes todas la combinaciones son posibles. Resulta secundario si el gobierno de izquierdas catalán sucede a la independencia o la precede. También es secundario si es palanca para el gobierno de izquierdas en “el Estado” o si un gobierno de izquierdas “estatal” es el paso necesario para el catalán. Habrá quienes se conformen con un gobierno de izquierdas sólo en Cataluña y quienes lo quieran también para “el Estado”. Antes que despejar esas dudas lo único que parece tener claro el Colaupodemismo es que la colaboración con el independentismo no pica y además es imprescindible. Por lo visto esto conforma e ilusiona a las huestes de los “incorruptibles”, porque pase lo que pase vendrá algo tan mágico como un gobierno de izquierdas,... o dos.