sábado, 7 de octubre de 2017

EL FARAÓN ANTE EL ABISMO


Nada se puede comprender si no se tiene en cuenta el pavor cerval del que es presa no sólo Rajoy sino todo el P.P. Pavoro a que cualquier paso hacia adelante provocará tal castigo de las izquierdas picapiedra, que los puede abocar a la desaparición. La impugnación de la vicepresidenta, no por inacción sino por “sobreactuación”, es un ejemplo. La derecha se siente rehén de los Picapiedra, pero no por su debilidad parlamentaria, sino como consecuencia de asumir su derrota ideológica ante la opinión pública. El miedo al reproche de que pretenden desviar la atención de la corrupción es un motivo nada baladí de que el PP no ha hecho nada para detener el Procés. A nada se atreven sino van de la mano de Sanchez, ...mientras éste sólo espera el momento de dar “su golpe”.

Bien preocupante es que, por todas las señales, o la falta de señales, nada se mueva en el organismo del PP. Parecen haber asumido que ante la población son un partido corrupto y que esa imagen, sea verdadera o falsa importa poco, ya es una losa inconmovible. Así sólo pueden actuar a escondidas, sin nada que defender y sólo para defenderSE. Carecieron de reflejos, de claridad y de valor para depurarse ante la opinión pública y cerraron filas tras el principio de autoridad, como si descabalgar a Rajoy fuera a dar por bueno que son por naturaleza corruptos. La única gran habilidad de su líder ha sido manejar ese complejo y trasladarlo a su base social haciendo de SU miedo a la izquierda su principal baza electoral y propagandística. Es decir transformando su miedo ante la opinión pública en miedo de su opinión pública a la reedición del frente popular.

Pero aun es peor que se da carroña a la campaña picapedrera y separatista de que toda la culpa la tiene Rajoy. Porque ya la gente no va a discriminar entre la imputación picapedrera,( de que es culpable también de lo que pasa en Cataluña por “no dialogar” y no ofrecer lo que ellos denominan “soluciones políticas” , es decir reconocimiento del derecho de autodeterminación), y la imputación lógica de su inacción culpable. Los PPeros deben soñar que dos imputaciones antagónicas se anulan entre sí. Tal como en matemáticas uno menos uno es igual a cero. Vamos que guste o no a la gente, España sólo tiene al PP. Por eso que sólo se atreva a dar sopapos y collejas a Rivera a la menor ocasión.

Lo único que parece mover al PP es el instinto de supervivencia. Instinto que lo lleva a una loca huida hacia donde sea, para esconderse de rincón en rincón y de madriguera en madriguera. Únicamente cuentan con la esperanza de la división entre los picapiedra y entre los separatistas. En este caso la angustiosa espera de que el suflé de la sedición se desinfle por sus propias contradicciones.

Pero sin comerlo ni beberlo la inacción del PP ofrece razones a la izquierda picapedrera para actuar y echarlo. No ocurriría así si por ejemplo cumpliese con su deber ¿se atrevería llegados a este punto Sanchez a oponerse abiertamente a la aplicación del 155, por mucho que no lo apoye? Pero sin atreverse a ello y promoviendo hasta el final la desesperanza ¿no se predispone a la población a agarrarse a lo que sea que parezca que es algo? ¿no se justifica que vengan otros a “hacer algo”? Incluso podemos llegar al caso de que Sanchez se canse de esperar a que Rajoy “dialogue” con los golpistas para dar el paso.

Lo esperpéntico es que en un momento en que la mayoría de la opinión pública, espoleada por el discurso real y por las vergonzosas imágenes de humillación a que están sometidas la Policía y G.C., deja atrás los asuntos cotidianos, entre ellos la rabia contra corrupción, y empieza a atender a lo que hay que atender, la derecha oficial siga con su cálculo de supervivencia y también sea incapaz de liberarse de su pavor patológico. Vease Maillo o Perez de Vigo. Han creado unos mecanismos de autodefensa tan sofisticados como los de los faraones para proteger sus tesoros en su sepulcro. El faraón se ha de llevar con él a la tumba a toda su servidumbre y fieles.

Sin embargo ante el abismo, ya la inacción total tiene poco recorrido. A Rajoy se le presentan dos alternativas. O suspender la autonomía y encarcelar a los cabecillas del golpe o promover “el diálogo”, a la desesperada y con los Picapiedra a la espera. Lo curioso, lo patológico, es que es más propenso a creer que hay más posibilidades de que lo primero lo lleve a la tumba que lo segundo. Veremos.

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