jueves, 5 de octubre de 2017

UN VALIENTE ANTE UNA PARTIDA DE "VALIENTES"


Pobres conjeturas a propósito de lo que nos hace pasar lo que está siendo la Qataronia 

El discursazo fue doblemente real. Por quien lo dio y por asumir sin ambages la realidad, incluyendo el monarca su propia realidad y lo que se juega. Desde luego pretendió animar a la población desamparada e instar al gobierno a cumplir con su deber. Pero no es muy aventurado conjeturar que además pretendía desmontar lo que parece ser el plan gestado en los lares de Roures.Que de inicial entelequia debe estarse pasando de castaño oscuro. 

Como es sabido dicho (presunto) plan pretendería un gobierno picapiedra gestor de un referendum legal, o cuantos hicieran falta, se supone que a cambio de que los sediciosos dieran una tregua y pasasen a la espera. Había que contar con el otro picapredero, Sanchez. Por lo que parece este comparte la intención, pero ya no se atreve a descabalgar a Rajoy con una moción de censura. Sería su ruina. 

Pero la misteriosa actitud de Rajoy ante el golpe daría esperanzas de que este se avenga al “dialogo” y lleve a cabo la ingrata faena de consagrar un referéndum y el fin de la soberanía nacional. Después los Picapiedra de gobernantes podrán gestionar “a su pesar” algo tan ingrato. Que ya tuvo que gestionar De Gaulle, no menos a su pesar,la independencia de Argelia y no salió mal del todo. Claro con la pequeña diferencia de que Cataluña forma parte de España desde siempre que España es España y Argelia era una colonia.

Pues desde luego, bien mirado, como hay que mirarlo, Rajoy es sobre todo un misterio. Uno pensaba que lo era por el contraste que ofrece en estos lares, pero lo sería en cualquier parte del mundo. Sus designios son inescrutables e incluso es inescrutable si tiene designios. Podría ser un genio inconmensurable de beneficios tan inmensos para la historia de España, como Buda los tuvo para la historia de Oriente. Podría por el contrario, estar más próximo a los anélidos rastreros, convencido que lo mejor que ofrece el mundo está por debajo de la tierra y así acabará tragado por la tierra sin oficio ni beneficio. La opinión está dividida pues el personaje anima a que se mueva entre estos extremos.
Uno cree más bien que es un providencialista de los tiempos ilustrados, que ya es complicado. Que para él lo único cierto, más todavía en tiempos de mudanzas, es el expediente del momento que hay sobre la mesa, y que al final las aguas por muy desbocadas que esté siempre vuelven a su cauce. Que no hay que ilustrarse mucho, por eso es un ilustrado peculiar, porque la ilustración distrae de la atención al expediente. Y si lo más importante es al fin lo que nace de nuestras entrañas, para Rajoy “lo de Cataluña” debe ser otro expediente aunque un poco raro, qué se le va a hacer.

En cualquier caso y con toda coherencia, nada parece creer más profundamente que el suflé se ha de desinflar o explotar por si sólo y que intentar pincharlo lo fortalece y solidifica. Sabedor de que de hacer algo puede jugársela no esta dispuesto a hacer nada sin los socialistas. No vale la pena insistir en este punto lo decisivo que es su fidelidad a la conciencia de debilidad moral, en lo que a política se refiere, con la que la derecha está encadenada a la voluntad de las izquierdas en general.

Pero este silencio anima y paraliza a la vez al Picapiedra bis. Tal vez lo esté desesperando. Pues si Rajoy no activa la defensa del Estado de derecho, tendrá que “dialogar”, pensará Sanchez. Pero no pasa ni lo uno ni lo otro. Igual, podría temerse Sanchez, el mágico Rajoy juega a que el desmoronamiento de la dignidad y la física del Estado en Cataluña y los desmanes independentistas alarmen tanto a la población que no tenga más remedio que avenirse a dejarle hacer algo y respaldarlo.

Con esto ya cabe descartar otra variante. Si Rajoy pensaba que sería preferible dejar el tren en marcha y desbocado, aun proclamada la independencia, o no evitándola, para que se estrelle ante el muro de la U.E. , de Macrón y Merkel, es indudable que a estas alturas tanta sangre fría sería el suicidio definitivo. Aquí es claro que los Picapiedra tendrían un motivo suficiente para echarlo, con el fin de “dialogar” para salir del atolladero. Con la consecuencia “no querida” de que España pase a ser una curiosidad histórica, eso sí de las más simpáticas y coloristas, con su leyenda negra incluida ahora actualizada y catalanizada.

Nada debe dar más ánimos a los Picapiedra que lo que parecen pinitos, (¿sólo pinitos?) de la mediación eclesial vaticana. Podemos consumar a una versión secular y posmoderna del “credo quia absurdum” de Tertuliano (por si se necesitara una aclaración, que no creo, era un padre de la iglesia del II/III de nuestra era, no precisamente lo que su nombre indica): la defensa de la Iglesia en nombre del más furioso anticlericalismo; la Iglesia amparando a los anticlericales, y amparfándose en ellos, como si fueran sus verdaderos hijos.

Así Rajoy no se mueve sino le da la mano Sanchez; Picapiedra bis no da el paso diseñado si Rajoy no “dialoga”. Parece una partida de “valientes” que se dirigen al precipicio. En estas la “intromisión” real debe haber sido vista como la entrada del elefante en la cacharrería. Al respecto, en la Generalitat aullidos“¿Pero qué pasa en Madrit?”, “¿se “dialoga” o qué?”

De toda esta turbulencia sólo queda claro y salvo el honor del monarca. Veremos si de la ciudadanía española. Por ahora la influencia inmediata en incierta, el valor histórico seguro. Estamos ante la paradoja de que si la Monarquía cae lo hará con honor y si llega la República en estas circunstancias lo hará con infamia y vergüenza. Al menos P.I., el Picapiedra primero, ya no puede aspirar a proclamar su República como si esto fuera a ser la salvación de la patria, más bien lo contrario. Y no lo digo porque uno modestamente sea más monárquico que republicano, no es eso lo que ahora importa.

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