jueves, 29 de octubre de 2015

RAJOY ANTE EL ÓRDAGO


Rajoy hasta el momento puede contar con el beneficio de la duda, pero los golpistas ya han acortado el tiempo hasta el mínimo para tener que decidir, y de paso que de esa forma podamos juzgar el valor de nuestro Presidente. Han decidido lanzar el órdago y, por mucho que se pretenda, estamos en el punto que no se puede obviar el envite. El problema no es lo previsible que esto pudiera ser, sino el tener claro que tarde o temprano habría que afrontar el trago. Y es dudoso que este horizonte estuviera en la mente de Rajoy. La “solución” de Rajoy ha sido la habitual que tiene en su manual protocolario: los problemas se resuelven dejando que quienes los provocan se agoten, sobre todo si estos problemas contravienen el sentido común. Lo ha dicho en su plasma: “la democracia es el imperio del sentido común..” Es la mentalidad del chico aplicado y de buena familia: lo que debe ser, es. Pero hasta el más fiel marianista tiene que reconocer que a Rajoy el Procés y su marcha le resulta incomprensible. Lo que debería agotarse es cada vez más inagotable. La receta de no molestar y “laissez faire , laissez passser”, no parece en este caso un remedio expeditivo. No ha metido la pata pero en este caso es cada vez más evidente que hacía falta algún signo de que se está al loro. Reina en las huestes secesionistas la idea de que todo es jauja, que el Estado, el tan temible y opresor Estado central y centralista, es en realidad una ONG de “camastrones” aburridos empeñados en aburrir a los aburridos. Aunque es cierto que en lo fundamental no ha cedido ( no ha concedido el concierto, ni el derecho a decidir, ni lo que viene a continuación), a lo que parece para don Mariano ser sensato es no provocar. No tenía otro remedio, pero seguro que teme que incluso no ceder parezca una provocación. Los teóricamente provocables no por ello se amansan y reflexionan, aún se excitan Mas, como se excita el gamberro provocador cuando no se le hace caso. Pero los provocados de verdad, los que se sienten catalanes-españoles o simplemente demócratas, son presas de la desmoralización y de la desprotección. Fuera de Cataluña los españoles lo toman todo por un teatrillo. Sólo el arrastre de última hora de C,s ha permitido salir del KO por la campana. Es imposible evaluar la magnitud del daño: si daña más no provocar a los que se sienten permanentemente provocados, incluso más si no se les provoca, o tranquilizar a quienes están pisoteados, haciéndoles que esto no es más que un jugar a hacerse cosquillas.
Pero lo más temible de Rajoy no es la eficacia o ineficacia de su receta, sino que no está mentalmente preparado para concebir otra. Se cree que el enfrentamiento civil y el riesgo de ruptura de la unidad de España es metafísicamente imposible. Al igual que a Chamberlain, a nuestro chamberliño le sorprende lo obvio, le sorprende que hubiera gente con poder, como en un caso Hitler en el otro Mas y Cía, que pudiera ser tan mala hasta el punto de machacar el sentido común, no por un calentamiento momentáneo, sino por sistema. Seguro que a don Mariano, sin poner en duda su patriotismo, no le molesta tanto la situación en sí por los males que pueda traer, sino lo desbarajustada de la misma, el hecho de que le parezca incontrolable, según su manual y protocolo. Le traicionó el subconsicente cuando parece que dijo: esperemos que no se hable de Cataluña en las elecciones. Había aprendido que la política es un negocio de gente civilizada, aunque algunos de esa gente estuviese equivocada o viviese en la fantasía. Como esa idea de fondo la comparte con la mayoría de la sociedad y de la opinión pública, se ha reforzado y repantingado en ella, mientras que al hacerlo ha reforzado a la opinión pública en su creencia. Como no se puede decir nada claro y sólo cabe decir medias verdades, la aparente pachorra es la superficie de la angustia de quien, por encima de todo, teme no ofender ni provocar, no sea que se le achaque la responsabilidad de lo que pasa. Rajoy, al disponer del poder y del gobierno, está en una situación ideal para liderar la desarticulación del peor peligro que ha sufrido la democracia y España en casi dos siglos, aparte la Guerra Civil, y tiene suficientes instrumentos para hacerlo, siempre que se atreva a poner al pueblo ante la realidad. Sin duda que eso le reportaría inmensos réditos electorales,... pero sólo si hace lo que debe sin pensar en las elecciones. En pura lógica, si los secesionistas han precipitado el Golpe, pasando de esta posible consecuencia y contra toda lógica táctica, obedece tanto a sus contradicciones internas (encaje de CUP, salida a Mas y Pujo..etc) como al sentimiento de impunidad y de desprecio que en sus filas se ha creado no ya sobre “Madrid”, sino sobre el poder de “Madrid”.
No se puede dudar en apoyar a nuestro Presidente, pero hay motivos para dudar que se quiera dejar apoyar y sobre todo que su mente y voluntad se ponga en sintonía con la realidad. Porque la realidad a sintonizar no es el peligro de perder las elecciones y el Gobierno, sino el de que se pierda España. Al fin y a la postre, como humanos que somos, siempre podemos cambiar, pero los hábitos y esquemas mentales adquiridos nos empujan con mucha fuerza para que no nos salgamos de ellos. De acuerdo con ello hay razones para pensar que a Rajoy le preocupa más asesorarse convenientemente para evitar recurrir a lo inevitable, que para afrontar lo inevitable. Pero igual las apariencias engañan y todo está de verdad bajo control.

martes, 27 de octubre de 2015

HACIA EL DESENLACE


Me esperaba que hasta las generales los separatistas iban a guardar las formas a la espera de como acometer al nuevo gobierno y aprovechar sus previsibles debilidades y contradicciones. En pura táctica declarar iniciado el Golpe de Estado, tal como se ha hecho hoy mismo, después de que la mayoría no haya apoyado el Procés y ante la perspectiva de que los españoles apoyasen a quienes más garantías pueden ofrecer de hacerle frente, parece un despropósito. Pero aquí no parece contar mucho la táctica y se tienen muy creídos eso de que la tierra es para los audaces. Una vez recuperado el aliento parece imposible contener la calentura. Ante ello lo normal sería que los españoles cierren filas y todos los partidos constitucionales lo hagan también, unos por convencimiento y otros porque no tienen más remedio. Eso es lo normal, pero los españoles somos tan raros en materia política y la clase política, la biparitidista sobre todo, carga con tal vicio y modorra, que puede pasar cualquier cosa. En cualquier caso, por seguir un hilo lógico, parece por una parte que la necesidad de incorporar a la CUP al Procés y ésta de incorporarse sin hacer el ridículo, y por otra parte la brusca aceleración de las pesquisas del tres per cent, han convocado a los sediciosos a dar un golpe de mano. Con ello además Mas mejora sus posibilidades, o al menos la de delegar en otro de su colla. Pero esto ya es desde hace tiempo irrelevante. Ante este “desafío” habría que agradecer a nuestras autoridades y políticos que llamasen a las cosas por su nombre: a los secesionistas “secesionistas”, a los separatistas “separatistas”, a los golpistas “golpistas”. Que expliquen a los españoles que está pasando algo y muy gordo y que no estamos ante un “reality show”. Por algo se empieza. Igual si lo hacen se empiezan a convencer ellos mismos de que lo que pasa es de verdad. Luego se podrán convencer de sus obligaciones y sobre todo de que están perfectamente legitimados para cumplir con ellas.

lunes, 26 de octubre de 2015

LA TRANSFUGA A LA DERIVA


Se ha puesto el acento en el transfugismo y en los azotes que atizaba la Sra. Lozano al PSOE por la corrupción para mostrar la incoherencia de Sanchez. Pero lo que más me asombra es la movida que ha organizado Sanchez para hacerse con un personaje que además de lo anterior es bien mediocre o irrelevante, políticamente hablando. Se parece a Florentino y otros, que antes que echar mano de la cantera fichan extranjeros sin nombre ni categoría alguna, que son a lo sumo tan promesas como los de la cantera, por eso de que hay que ilusionar a los catetos. Sanchez se ha lanzado a armarla como si hubiera fichado a Sabina, o al Juez Pedraz, aunque no tengan nada que ver, ya me entienden. Debía soñar con emular a Gonzalez con Garzón y se ha quedado con quien sólo puede presentar como aval su valor para machacar a quien como Sosa Wagner pedía un proyecto más grande para España que el que podía ofrecer UPyD por sí solo.
¿Piensa Sanchez de verdad que es un buen fichaje o es lo único que tiene al alcance de su mano? ¿Cree que con un par de días en primera o segunda plana ya vale la pena? ¿O todo se resume en eso de que: ¡Vean Vds. si vamos a ganar que hasta esta Señora se sube a nuestro barco¡? . ¿Hay prueba más evidente de la devaluación de las acciones del PSOE y de Sanchez?
Sin duda que la maniobra levanta ampollas en la militancia socialista normal. ¿Tan malos somos que tenemos que buscar en los saldos? Algunos sin duda pensarán lo peor: seguramente  Sanchez es el retrato fiel de lo que somos y así nos puede ir.  Algunos tan sutiles dicen que esto es para tender puentes hacia el centro, como si la Sra. Lozano fuera una especie de Clara Campoamor. Será que anda por detrás Bono, por decir algo. En algo acierta Sanchez: no hay mejor sitio para un tránsfuga irrelevante que un barco a la deriva.

viernes, 23 de octubre de 2015

DESPUÉS DEL TAPEO


Según se dice el tapeo de Ébole con Rivera e Iglesias inaugura una nueva forma de hacer política...mediática, que es media política por lo menos. No sólo por el escenario, el bar como ágora, en tiempos del botellón tendremos “debate”/botellón. También a lo que parece el formato. Una especie de trhiller. Lo siguiente, el videoclip.
Han pasado unos días y hay que ir al grano. El tapeo, independientemente del ganador, demostró que en cuanto a táctica inmediata, ambos buscan lo mismo: ligar con Sanchez, cada uno desde su personalidad. No está claro si ve a Sanchez como un primo a la manera de Carmena, o como el Senescal que guarda las llaves del Castillo y al que rendir pleitesía. Auque no lo parezca en este caso el podemita parece que sabe más lo que quiere.
Rivera trató de gustar a la izquierda e Iglesias parecer más de centro. Le resultó más cómodo a Rivera, se nota que el coleta no domina ese argumento. ¿Por qué contra lo que desean los suyos Pablemos no se atrevió a tildar abiertamente a Rivera de derechista y “facha” heredero del PP? No sólo porque ante el público en general sería poco creíble, Iglesias no es tonto, sino porque tendría que acentuar su imagen radical y todavía piensa en auparse sobre el PSOE. Su única meta es el gobierno a través del PSOE. Le pierde la fe en su destino. El efecto Rivera ha desplazado el centro de gravedad hacia el centro, aun a costa de sembrar dudas entre la derecha sociológica. Por su parte Rivera obvió la censura a la vocación totalitaria a P. Iglesias porque “no toca”, ni procede para ganar la simpatía de la izquierda en general. ¿Tal imagen obedece a algo circunstancial o a un proyecto más definido? Como Rivera no es de izquierdas, me parece, debe creer que el centro-centro se come más con la izquierda que con la derecha. También lo creía así Suarez. Creo que todavía es pronto para esperar un perfil más definitivo. Desastroso sería transigir y acomodarse a los mitos de la izquierda. Si piensa en corregirlos, necesitará tener las ideas muy claras y más votos que el PSOE. Esperarlos del caladero de la izquierda parece quimérico. Pero hacer de bisagra del PSOE es condenarse a palmero, primer paso de la inanidad. La contradicción es clara: no se puede gobernar este país sin caer simpático a la izquierda, o lo menos antipático posible... Pero sólo se puede acceder al gobierno para regenerar en la medida de lo posible con los votos del público de derechas o buena parte de ellos.

miércoles, 21 de octubre de 2015

APOCALIPSIS


Apocalíptico anda Bergoglio. Da la impresión de que la humanidad sólo camina hacia la ruina y tal vez hacia el mal y la perdición. Sería mala noticia para tantos siglos de cristiandad y de predominio de la cultura cristiana en el planeta. Si tan convencido está, tendría que preguntarse ¿qué hemos hecho mal? ¿la descristianización lo explica todo? No es que estemos progresando hacia un mundo mejor por qué sí, pero cuesta pensar que no se tenga más sentido de la justicia, la libertad y la igualdad que en los siglos que nos precedieron, o que al menos estos valores no anden más extendidos, cosa de la que el cristianismo tendría que estar orgulloso por no carecer de protagonismo. Por ende es cierto que igual que la globalización es un proceso inevitable motivado por el afán de confort en todo el planeta y por la generalización de la división del trabajo, tal vez lleve a crear mas problemas de los que la humanidad es capaz de resolver. Pero es parte inevitable del crecimiento de la humanidad. ¿Todos los males son producto de la idolatría del dinero y el beneficio? ¿el afán de beneficio no tiene nada de beneficioso para la prosperidad general tal como pensaban los calvinistas o incluso la Escuela de Salamanca? ¿tiempos felices cuando se prohibía la “usura”? Porque no sólo da a entender que todo se dirige hacia el mal sino que la Iglesia tiene el remedio...terrenal. ¿No sería mejor reconocer con toda modestia que tampoco la Iglesia tiene recetas mágicas, porque tampoco existen? ¿No sería más propio animar a profundizar en la cultura política en cada sociedad y a la unidad entre las naciones sobre la base del respeto de los derechos humanos? No son recetas pero es imprescindible.

viernes, 16 de octubre de 2015

¿INTERESA HABLAR DE CATALUÑA EN LAS ELECCIONES?


El aquelarre de Mas en su “procesamiento” además de ser un acto de vanidad ante los suyos, como humanos que somos cada uno tiene su corazoncito, suena a quema de naves para agenciarse por las bravas a los de la CUP. ¿Se van estos a atrever a dejar al héroe nacional en la estacada? De paso se recobra la moral de las huestes, que deben estar algo desconcertados. ¿Pero qué efecto puede tener esta exhibición inagotable de chulería en toda España? ¿Le importa algo a Mas y Cía? ¿importa algo? Para gustar a los antisistema ultranacionalistas, Mas no ha dudado en proclamar que de ser inhabilitado no lo acataría. ¿Está entonces dispuesto a llamar a la Intifada? ¿considera simplemente que “Madrid” no se atrevería reaccionar incluso ante el colmo del desacato?
Si la opinión pública española tuviera la sensibilidad que un asunto de este tipo merece, estaría ahora presa del escándalo. No parece que esto pase, todavía se piensa que esto es un sueño y no hay muchas ganas de pellizcarse. Pero ya la maquina chirría y en España es cada vez más complicado dormir en paz ante este botellón que amenaza con plantarse en la puerta de casa y hasta meterse dentro. Uno piensa que a Mas le convendría guardar ciertas formas, pero al parecer ya no le es posible hacerlo. En la medida que aspira en serio a la independencia, y sólo puede jugar esa carta con los suyos, tiene que agitar a su parte y enfrentar entre sí a la población catalana, acoquinando a media Cataluña. ¿Pero no tiene también que confiar en que el Estado se retraiga y no se atreva a cumplir con su obligación si el golpe se consuma?. La cuadratura del círculo, pero como España es peculiar aun puede confiar en que las elecciones generales en España le sean lo más favorables a su causa. Que suba un gobierno para el que antes que cumplir la ley, hay que evitar el escándalo.¿Favorecen estas demostraciones, que muchos jóvenes y no tan jóvenes deben confundir con un videoclip de un concierto de rock, una disposición favorable de la opinión pública en toda España? ¿Le tenía que importar algo, repito, a los golpistas? Tal vez no, pero uno de los posibles efectos del Procés y de estas postrimerías sería el despertar de la opinión pública española sobre la gravedad del asunto, herir el orgullo de la mayoría por muy anestesiado que esté. Pero también y de paso ponérselo muy difícil a quien en las elecciones o después de ellas pretenda evadir su responsabilidad para hacerle frente.
El problema es: ¿interesa hablar del Procés?. Veamos más en detalle.
Pese a la inmensa calamidad que supone que casi la mitad de los catalanes se incline por la independencia y sobre todo que una buena cantidad de ellos lo haga con la voluntad de no volverse atrás, las “plebiscitarias” han traído un cambio en la percepción del problema catalán o al menos inicio de nueva percepción en la opinión pública española en su conjunto. Si eso es así habría que estar atentos al efecto que pudiera traer consigo en los posicionamientos e inclinaciones políticas de los españoles, así como en la táctica de los partidos nacionales.
En Cataluña ya no se puede impunemente hablar de todo el pueblo catalán como un todo separatista y sobre todo se ha hecho patente que todavía la mitad se resiste conscientemente. Pero los cambios mas significativos afectan al conjunto de España. Ideas que se tenían por cuentos y leyendas propias de conventículos cavernícolas “separadores” se van haciendo moneda corriente. Así en primer lugar la evidencia de la persecución que sufre lo español, la manipulación de la historia y de los signos comunes de identidad, el odio como verdadero motivo para la separación antes que cualquier motivación racional. Se evidencia que incluso la apelación al interés económico y a las presuntas ventajas que tendría para los catalanes la separación es un patraña para atraer incautos. En otro orden de cuestiones, cada vez se sostiene peor el mantra de que el auge independentista es la reacción ante la ausencia de diálogo y el cerrilismo de Madrid, especialmente la derecha. Se le puede achacar al gobierno pasividad y hasta abandonismo ante la actividad golpista que urden y alientan las instituciones catalanas, pero difícilmente que estuviera en su mano ofrecer pactos o soluciones que movieran a la lealtad a los nacionalistas o siquiera a que cediesen en sus pretensiones separatistas. Pocas dudas pueden ofrecer ya el ventajismo y la deslealtad sistemática de las élites nacionalistas. Por último tampoco queda muy bien parada la consigna usual en la clase política de “que no pasa nada” y que esto no es más que un teatro, que acabaría con más concesiones fiscales o más pela. Enfrentarse a movimientos fanatizados es muy duro, pero sobre todo es algo difícil de conllevar, porque socava el cómoda vegetar en un orden político que se tiene por inmutable. Ni siquiera la invocación del imperio de la ley da confianza por sí mismo, habida cuenta de que el Procés se ha inflado al hacer gala del desprecio a la ley.
Parece deducirse de forma inmediata que cualquier gobierno constitucionalista tendría toda la legitimidad moral para abortar con la ley en la mano cualquier veleidad independentista, pero sobre todo que no tiene difícil evadirse o sortear esa obligación sin gran coste. Los primeros sorprendidos y que reclamarían contundencia serían los altos altos gobernantes europeos, Europa menos que nunca está para bromas.
¿No es otra consecuencia que el margen para una “tercera vía” es muy escaso y difícil de imaginar?.¿no es cada vez mayor el descrédito de esta entelequia? ¿No se ven obligados los que por ella apuestan a tener que silenciar sus objetivos y medidas concretas?.
La consecuencia de todo ello cae por su peso. En cualquier caso ni al PP ni al PSOE les interesa que ni ahora ni menos aún en la campaña electoral se hable de Cataluña, como tampoco les interesaría hacerlo a los independentistas hasta que acaben las elecciones. El PP no podría competir en esto con A. Rivera y el PSOE tampoco puede insistir en la matraca del federalismo, en realidad confederalismo si entiende lo que propone, sin hacerse sospechoso de las peores intenciones. Tampoco los independentistas no pueden ofrecer a los partidos nacionales argumentos para que si tuviera que hacerse se interviniese la autonomía, salvo que estén convencidos que pueden sublevar a la población y triunfar. Pero el asunto catalán va a pesar para la elecciones más de lo que estos quisieran, no por nada sino porque el problema existe y todo ha llegado demasiado lejos para que se pueda tapar. Sería una irresponsabilidad mayúscula hacerlo. Es de presumir incluso que de los resultados de las elecciones va a depender mucho la evolución de la opinión pública y del estado de ánimo de la sociedad catalana. Para muchos catalanes, visto el peligro existente, no es lo mismo verse respaldados por el Gobierno de Madrid, que dejados de la mano de Dios.

martes, 13 de octubre de 2015

LA OPORTUNIDAD DE LA FIESTA NACIONAL


REPRODUZCO ESTE ARTÍCULO DE ANTONIO ELORZA CON EL CORRESPONDIENTE COMENTARIO.

El Correo
ANTONIO ELORZA
EL GENOCIDIO HISPANO
Una cosa es poner en tela de juicio la pertinencia del 12 de octubre
como Fiesta Nacional y otra satanizar dicha efemérides, tal y como ha
hecho la alcaldesa de Barcelona.
Solo por el peso de la mentalidad nacional-católica en la política
española del siglo XX puede explicarse que el 12 de octubre fuese
declarado día de la Fiesta Nacional. Lo curioso es que tal decisión no
fue tomada por el régimen de Franco, sino que correspondió al Gobierno
socialista presidido en 1987 por Felipe González. El razonamiento de
base no carecía de sentido: en 1492 había tenido lugar la conquista de
Granada y a la consiguiente «integración de los reinos de España en una
misma monarquía» siguió su proyección exterior de naturaleza
«lingüística y cultural» con la expedición de Colón y el descubrimiento
de América.
No obstante, si bien el marco de tal declaración no era ya
nacional-católico, la presencia de valoraciones abusivas –la unión de
Coronas de los Reyes Católicos– y la ausencia de otras dimensiones
fundamentales del episodio, ejemplo del hecho mismo de que el
‘encuentro’ como entonces decían no fue tal, sino una conquista,
denunciaban un peso excesivo de concepciones histórico-políticas que ya
hubieran debido quedar superadas.
Fue el tono general de los preparativos para la conmemoración del que
debía ser annus mirabilis del quinto centenario, que yo pude contemplar
de cerca desde mi calidad de representante de Comisiones Obreras en la
Comisión Nacional encargada del mismo, donde sin duda por precaución los
representantes de la profesión histórica como tales, o de la propia
Academia de la Historia, habían sido previamente excluidos. Y en la cual
se registraron peripecias hilarantes, tales como la iniciativa de traer
representantes de las comunidades indígenas para así mostrar que los
reyes de España habían sido sus protectores, por contraste con las
burguesías criollas. El espectáculo de la carabela colombina que volcó
al entrar en el agua, subrayado por el denuesto pronunciado por Luis
Yáñez, fue un símbolo de tales desaciertos, a los que debe asociarse a
mi juicio la elección del 12 de octubre para la Fiesta Nacional.
Además, siendo de sobra conocida la raigambre reaccionaria del Día de la
Hispanidad, con un presbítero integrista y euskaldún, Zacarías de
Vizcarra, como promotor inicial desde Argentina, y otro vasco entonces
tradicionalista, Ramiro de Maeztu, en calidad de difusor, la misma
hubiese debido ser tenida en cuenta antes de dar por buena tal
vinculación. El 12 de octubre, lo mismo que el año 1492 en conjunto, sin
olvidar la expulsión de los judíos en su curso, tenía sobrados méritos
para ser considerado un lugar de la memoria decisivo en nuestra
historia. Pero excluyendo la carga de nacional-catolicismo que la
explicación gubernamental de 1987 intenta sin éxito olvidar.
Existían otras fechas como alternativas posibles para la Fiesta
Nacional. Ahí estaba el 2 de mayo, la insurrección de la capital de
España contra la ocupación francesa por las tropas de Napoleón. Un
levantamiento hecho en nombre de la nación y cuya motivación de
independencia fue reconocida por los propios invasores ya el 10 de mayo
de 1808. Entroncaría además con otras fechas gloriosas en las luchas por
la afirmación nacional, y ante todo con el 4 de julio adoptado en
Estados Unidos, porque ese día en 1776 fue aprobada la Declaración de
Independencia. En 1987 aún no habían entrado en escena historiadores
carentes en este caso de documentación, pontificando sobre el mito de
una Guerra de Independencia que nunca habría existido.
Ahora bien, una cosa es poner en tela de juicio la pertinencia del 12 de
octubre como Fiesta Nacional y otra satanizar dicha efemérides, tal y
como acaba de hacer la alcaldesa de Barcelona: «Vergüenza de Estado
aquel que celebra un genocidio», ha dicho. Tal exabrupto corre además el
riesgo de ser seguido, y ya ha tenido un primer eco en Cádiz.
De entrada cabe admitir que la opresión y las prácticas de
aniquilamiento de las poblaciones indígenas fueron una constante en la
historia del colonialismo. La salpicadura de crímenes contra la
humanidad ha tenido lugar en nuestro caso desde la conquista del Caribe
y en cuanto a la colonización de otros países europeos, a partir de sus
primeros pasos hasta el exterminio de los hereros por Alemania, la
drástica reducción de las poblaciones indias en Estados Unidos o, de
manera trágicamente ejemplar, la política de depredación y
aniquilamiento llevada a cabo por Leopoldo II de Bélgica sobre el
llamado ‘Estado Libre del Congo’ en torno a 1900.
La calificación de ‘genocidio’ exige, sin embargo, algo más que la
existencia de crímenes. George Bush Jr. cometió un innegable crimen
contra la humanidad al invadir Irak con el resultado de decenas de miles
de muertos, engañando además a la ONU, pero no pretendió acabar con la
población iraquí. No fue un genocidio. Sí fue un genocidio, en cambio,
la mencionada explotación del Congo por Leopoldo II, pues la conquista
iba dirigida desde el primer momento a imponer una esclavización
generalizada a efectos de maximizar los beneficios. Léase ‘El sueño del
celta’ de Vargas Llosa.
En el caso de la conquista de América, la proliferación de prácticas
criminales llevadas a cabo por los españoles, en su búsqueda del poder y
del oro a toda costa, no pueden ser ignoradas. Solo que se inscriben en
un cuadro más complejo. Falta la ideología previa orientada hacia el
exterminio y también la conspiración para llevarla a cabo,
características imprescindibles para la calificación de genocidio. Y ahí
están las Leyes de Indias como instrumento de la Corona para evitar los
abusos del régimen posterior a la conquista, y ahí están los ensayos
logrados de denuncia y reconducción del proceso, de Las Casas a Vasco de
Quiroga. A modo de balance, nada de lo que estar orgulloso en ese campo
y mucho que denunciar. Pero, salvo que convirtamos los conceptos en
cajones de sastre de donde extraer anatemas fáciles, genocidio no.


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Hasta aquí el Sr. Elorza.
No sé si la defensa del Sr. Elorza de que no hubo genocidio, sin duda que tan modosa como prudente, aclara más o confunde, cuando da a entender que no fue la cosa tan burda como asevera alguien tan lúdica pero no tan lúcida como la alcaldesa de Barcelona, pero que había algo de verdad en el fondo. Que los conquistadores, no hay que andarse con eufemismos, perseguían poder, gloria y sobre todo riqueza, que se sojuzgaron culturas nativas e incluso imperios con apreciable grado de desarrollo técnico e incluso moral en algunos aspectos, que se impuso la conquista por la fuerza de las armas y la violencia, es cierto. Tanto como que se construyó una nueva cultura mestiza, se integró a los pueblos indígenas a una civilización mucho más desarrollada y a una cultura más humanitaria, tomando cuidado por protegerlos de los colonizadores, se creó un orden social estable y en general próspero para su época hasta la independencia...etc
Es cierto que “Falta la ideología previa orientada hacia el
exterminio y también la conspiración para llevarla a cabo,
características imprescindibles para la calificación de genocidio.”
Pero no se debió sólo a eso que no hubo una política genocida, sino porque además se pretendió la integración a la civilización cristiana, cosa que se cuidó especialmente , se hizo normal el mestizaje en sus más variadas formas, dentro de una extrema jerarquización y de manifiestas injusticias sociales, propias del antiguo régimen. ¿Se puede negar que la nueva cultura absorbió y se fundió con los restos de las culturas indígenas, instaurando una idea universalista de la dignidad personal, sin la que la cultura hispanoamericana actual sería incomprensible?. Lo digo por si habría que tenerlo en cuenta cuando dice: “A modo de balance, nada de lo que estar orgulloso en ese campo
y mucho que denunciar”, lo cual es cierto si se refiere a los desafueros criminales que tanto abundaron, pero ¿sólo existió eso?. Seguramente cualquier país que como España hubiera sido capaz de crear una nueva civilización de tanta riqueza material, moral y cultural, estaría muy orgulloso de celebrar ese acto como su fiesta nacional y su mayor timbre de gloria, asumiendo los delitos e iniquidades que también cometieron los suyos. Todavía los italianos tienen a Roma por su mayor timbre de gloria, cosa que los latinos podemos compartir, a pesar de que bien pudo destacar en la historia de la humanidad
como escuela de crueldad.

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sábado, 10 de octubre de 2015

UN DILEMA MORAL EN EL PAÍS VASCO

Expongo un comentario del blogero Carlos Lopez aparecido en el blog Argos de Santiago Gonzalez a propósito de la política del PP en el País Vasco y del caso de Arancha Quiroga.
Luego hago un comentario, al que hace referencia el título.



Carlos López dijo:
Sobre ETA y Bildu.
ETA es unos objetivos (Eskualo Herria independiente y, quizá, sozialista), unos medios (la violencia y el miedo físico), una organización (que incluye comandos, partido político-HB, organizaciones varias para atender a presos, defensa judicial…, grupos locales variados…) y una población que le apoya (como un 15% en la CAV, algo menos en Navarra e imagino un 5% en el resto de España)
Bildu es la sucesora de HB como partido político. Que va mutando de nombre como un virus para esquivar la vacuna legal.
¿Qué es el fin de ETA? Es el fin de los medios criminales. Nos guste o no la población que les apoya seguirá ahí. Un partido al que votarán, seguirá ahí. Grupillos locales de movilización seguirá habiendo y una cierta estructura que les coordine. Y los objetivos podrán seguir siendo todo lo disparatados y negativos que quieran, como hace la CUP.
¿Nos acercamos al fin de ETA? Pues creo que es obvio que sí. A través del Estado de Derecho (detenciones, presos…) más que de la política (reprobación general, unánime). Pero es que el camino de la reprobación política, el que desarrolló Aznar, tiene bastantes problemas de eficacia. Se vio que PNV e incluso PSOE (Nicolás Redondo fue la excepción) se ponían en contra. Y en cuanto disminuyó la fuerza del PP todo el tinglado se desmontó en un caos de odios y reproches, ese sí que general.
¿Puede el PP desplegar la reprobación unánime por la fuerza? No. Esa es la realidad. Puede acabar con ETA por la fuerza del Estado de Derecho y lo está haciendo. Puede mantener un discurso correcto y positivo y lo está haciendo. Pero también está en su derecho de no intentar una vía que tan solo le enfrentará a PNV y PSOE sin producir otro efecto que que estos se pongan a hacer campañas favorables a HB (recordemos el caso Otamendi, lo que sería un masivo free Arnaldo Mandela o lo que sea)
¿Qué pasa hoy día? Pues básicamente que el PP está acabando con ETA y sufriendo una salvaje campaña de medios en contra que no dudan en utilizar el tema. Aprovechar la campaña de enfrentamiento que en su día potenció Aznar para lanzar a parte de los simpatizantes del PP contra la actual dirección del PP. Lo que antes Aznar lanzaba contra PSOE y PNV ahora se lanza contra el propio PP. Y es que hay temas que quizá no conviene tratar así.


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Entiendo su zozobra don Carlos que en gran parte comparto. Pero mal hacemos si camuflamos la realidad, presentándola a medias. Veamos. Anulación de ETA a cambio de ventaja política y sobre todo de legitimación política para los filoetarras y su discurso: derrota militar, victoria ideológica. En lo político todo a la espera del desenlace del Procés. En el otro lado un PP marginado en la sociedad vasca, fundamentalmente a consecuencia de hechos tan diversos como los efectos del terror y la fraternidad nacionalista, la implacable política social-cebrianita de cordón sanitario en toda España, y algunos errores propios al verse expuestos a la marginación. Lo que es peor: ¿quién defiende con un mínimo de influencia y garantía los valores constitucionales en el PV? Estamos a la espera de la complacencia y buena voluntad de los nacionalistas “moderados”. Reconocerá que la posible maniobra de A. Quiroga, desconozco si con el beneplácito de Rajoy aunque supongo que este anda a la espera a ver qué pasa, no va tanto a legitimar a ETA sino a legitimarse ante quienes mandan política y sobre todo ideológicamente en el PV, los nacionalistas y también los filoetarras. El precio es muy alto, sobre todo porque se refiere a lo ideológico, o como se suele decir a “los principios”. Es dar por bueno que ha habido “conflicto” y que tras el conflicto viene la “reconciliación”. Fue la fórmula de la transición, o en Irlanda. Pero en estos casos había dos bandos civiles irreconciliablemente enfrentados, con armas o sin ellas. En este caso es un bando que además ha cobrado abundante ventaja social y política con el terror, frente al Estado, el derecho y la democracia. Cierto que enfrente no ha habido la claridad y firmeza que hubiera hecho falta, pero se ha resistido heroica y ejemplarmente sin contravenir el derecho, salvo alguna excepción castigada y reprobada. ¿Vale la pena hacer esto desde el punto de vista político? ¿se librará el PP del estigma al que lo condenan los socialcebrianitas y todos los nacionalistas? ¿conseguiría una mejor posición política entre sectores moderados? Admito la posibilidad, aunque me parece improbable. Admito que la sociedad vasca quiere mirar para otro lado y “pasar página”. Admito también que carecemos de intelectuales que, como Camus en su tiempo y país, enarbolen el discurso ético con tal claridad y contundencia que puedan avergonzar no sólo a los nacionalistas, sino también a la socialcebrianocracia. Admito incluso que de conseguirse romper el hielo y penetrar en esos sectores moderados, podría minar lentamente en algo el discurso hegemónico nacionalista. Aunque es no llegaría para desenmascarar el falso “conflicto”. No sé cual es la solución en términos políticos, pero por muy molesto que sea, el PP se encuentra ante un dilema primero que nada moral, y para más INRI desde el momento en que en el PV, y en general contra ETA en toda España, ha enarbolado la bandera ética. En lo que seguramente comulgo con Vd. es en el hecho lamentable de que seguramente los socialistas, que tan cruelmente también fueron víctimas, parecen haberse escaqueado de tener que afrontar ese dilema. Pero insisto, dudo que vayan a limpiarse del estigma, y que se aprecie por esos lares más la Constitución y el Estado de Derecho. Ni siquiera en treinta años de transición la derecha se ha librado del sambenito de “facha” y todavía vive con esta congoja. A veces vale la pena soportar la cruz con entereza y orgullo. La democracia ha sido derrotada ideológicamente pero no todavía moralmente, al menos mientras todavía se sea capaz de distinguir entre el bien y el mal.

jueves, 8 de octubre de 2015

DE VALORES Y BIENES


En la tertulia de C. Herrera el afamado periodista S. Sortres se armó un lío, en realidad dos, sobre el sempiterno problema de la nación y de los valores..etc, aunque el asunto no fue motivo de debate ni llamó la atención de la tertulia. Lo traigo a colación porque si en esa cabeza se puede apreciar cierta fatiga, ya me dirán Vds. hasta donde pueden llegar la melopea que hay en la cabeza de P.Sanchez. Si no entendí mal, mostraba su desconcierto el Sr. Sortres por la alusión a los nacionalismos de los grandes líderes europeos y el peligro que pueden suponer. Un somero vistazo histórico nos permite dar cuenta de tres clases de nacionalismo en Europa. Los que surgieron a comienzos del s. XIX y que dieron lugar a las naciones modernas. Eran en lo fundamental de naturaleza integradora, frente a los privilegios y desigualdades localistas y feudales, y buscaban un tipo de unidad basada en la aplicación y extensión de los valores civiles y liberales. En segundo lugar los nacionalismos imperialistas y chauvinistas que precipitaron a Europa fundamentalmente a la I GM, (creo que las causas de la II GM tienen más que ver con la irrupción de los totalitarismos y la debilidad de las democracias liberales). En tercer lugar los nacionalismos separatistas de claro signo desintegrador y que en gran medida pretenden retrotraernos a épocas premodernas. Es claro, y estaba bien traído, que Merkel y Holland criticaban los rebrotes del nacionalismo chauvinista y advertían contra los desintegradores. Como no menos claro es que los nacionalismos civilistas ya no tienen sentido como tales sino como puentes de tránsito a la futura patria civil de los europeos que ha de ser la Unión Europa. Pero verdadero desconcierto y hasta confusión mostraba cuando proclamaba que su verdadera patria no era la nación sino la libertad, la igualdad, etc..diciendo que por ejemplo tenía mas en común con un liberal francés, podría ser también chino, que un comunista español. Intelectualmente no cabe duda, pero Vd. no es corresponsable con el francés de lo que decida Valls u Holland, y lo es con el podemita de lo que se decida en España. ¿Pero que es un valor o cualidad cualquiera sino es propiedad de algo?. La libertad o la igualdad no existen en sí mismo, existen personas libres o iguales, como también naciones libres o naciones que no son libres. No existe la blancura en sí, sino sabanas blancas, nubes blancas o paredes blancas...etc Una cosa es el VALOR, que es un cualidad y otra el BIEN, que es el portador de esa cualidad. Y en nuestro caso ¿pueden existir ciudadanos libres en una nación donde no exista la libertad? O mas aún, frente a ciertas irreflexiones, ¿pueden existir individuos libres sino existe un estado que proteja y garantice la libertad? ¿sino existe una comunidad política? ¿se puede defender la libertad sin defender la nación o la entidad política en la que esa libertad se puede ejercer? Eterno debate entre Platón y Aristóteles en el que se metió por medio Ockam, creando tal confusión que nos lleva a lo opuesto de lo que el celebre nominalista pretendía, al platonismo irreflexivo. Siempre he pensado que la filosofía se ha tomada demasiado poco en serio y que además la hemos enseñado y aprendido irreflexivamente, es decir sin sacarle punta.

lunes, 5 de octubre de 2015

LA POLÍTICA SEGÚN RAJOY


El problema de Rajoy no es tanto su tancredismo sino su concepción paquidérmica y paternalista de la política, de la que aquello es un llamativo reflejo. Y habría que preguntarse como es posible un tipo de liderazgo así en un partido político aparentemente moderno. Si la política fuera lo que Rajoy se imagina que tiene que ser, su balance sería aceptable o pasable, aunque mejorable, habida cuenta de lo ásperos que son estos tiempos. Pero no quiero tratar de ello en este punto. Me quiero fijar en que, desde su concepto, puede presumir de que su aval es la competencia, pero haría bien en ir haciendo los bártulos por incompetente para manejarse ante lo que la política es verdaderamente, por lo menos en parte, aunque no fuera lo que tienen que ser. Concibe la política de forma análoga a la de quienes todavía piensan que el matrimonio de los hijos es negocio de los padres, que para eso entienden y tienen experiencia de la vida. Se ha tomado literalmente la expresión de que la política es la gestión de la “res publica” y quizás sin ser consciente de ello quiere emular al filosofo rey de Platón que debía, según el padre del pensamiento occidental, gestionar los asuntos públicos sin más necesidad de dar cuenta que a su conciencia. Que para eso estaba dotado del conocimiento preciso, igual que un médico se encarga de los enfermos por su preparación y destreza. Así la política sería un negociado de asuntos comunes que hay que resolver y si se puede explicar. Pero está el factor humano, el hecho de que el político actúa por representación, cosa que no le ocurre al médico, ni al arquitecto, ni al jefe de cualquier negociado. La opinión pública resulta para la mentalidad paternalista, o simplemente para quien no reúne las dotes por lo que sea, un molesto intruso del que sólo cabe esperar ruido al manifestarse, o todo tipo de perturbaciones e incomprensiones. Pero Rajoy es muy tenaz especialmente en su convencimiento de que a pesar de ello y con estas veleidades, la gente en el fondo piensa como él y se rige por el sano sentido común, de modo que al final de tanta travesura, cuando ya se hayan muchos desfogado y en la hora de la verdad, la gente dejará de jugar con las cosas de comer. Pues tan cierto que no sólo de pan vive el hombre, lo es que los asuntos espirituales pertenecen a otros negociados. Se le olvida sin embargo que también de política vive el hombre en nuestros días.
Se confunden los términos cuando todo se reduce a un problema de comunicación y de pedagogía. Con estos términos se camufla lo importante, la falta de liderazgo. Esta falta tiene que ver sin duda con la personalidad del líder pero es parte de un sentido burocrático y funcionarial de la política común a nuestra clase política y de la partitocracia, y que en la derecha se agrava por su complejo proverbial ante la izquierda. Estamos pues ante una concepción del liderazgo que supone que este se ha de ejercer pero sin que se note, como se supone que debe ser un buen arbitraje en un partido de fútbol. Más allá de la componente psicológica subyacen varias ideas motrices: Que el status quo montado desde Aznar es inmutable tanto en la configuración de fuerzas como en la disposición de la sociedad, de modo quei si alguna vez las aguas se desbordan ya volverán a su cauce; que la derecha sólo puede ganar no perdiendo; que al público más que convencerlo, no hay que molestarlo ni alarmarlo. La experiencia del Proces es sintomática. Rajoy nunca ha creído que Mas pretendiera liderar la independencia en serio, mientras que la salida de la crisis y el aislamiento internacional desinflarían el soufflé por sí solo. Aunque para ello no debiera mostrar celo alguno en hacer cumplir la ley una vez que la dedicación al Golpe de Estado de las instituciones catalanas era vevidente. Y cuando la única alternativa que proclamaba era el cumplimiento de la ley. Puede alardear de que su proclama general de que no pasa nada, ni puede pasar nada, haya tenido efecto, pero sólo el esfuerzo movilizador de C,s ha evitado, por ahora, la catástrofe, cosa que nunca reconocerá ni comprenderá.
La complejitis y el sentido burocrático de la política pueden ser el abono de un acomodacionismo que se traduce en el descuido del tablero político, la extremada dificultad para evaluar las fuerzas en juego, identificar correctamente el adversario y comprender lo que más duele, y prever las tendencias en la opinión pública. Así cuando se tienen estos hábitos lo importante no es tanto el fortalecimiento propio sino el debilitamiento del adversario cogiéndole en sus aparentes contradicciones. Se ha engordado a Podemos para dividir a la izquierda, pero a costa de poner al sistema entre la espada y la pared. Se está a la espera de la complacencia caritativa de los medios dominantes a cambio de endulzarlos y adularlos. Cierto que coincide con la izquierda en ser ambos puntillosos en extremo. Pero mientras la izquierda lo es porque domina el arte de sacarle punta a todo lo que haga la derecha y no da puntada sin hilo, la derecha marianista lo es por pasar de puntillas por todo, no sea que pueda pisar algún charco. Es como si unos estuvieran formados por el Lazarillo de Tormes y los otros por el Padre Coloma.
No es fácil adivinar cuanto influye esta mezcla de confianza ciega en el sentido común del pueblo, que parece una versión secular de la confianza en la Providencia, y de sentido funcionarial y acomplejado de la política, que tanto estanca la mente, en la abundancia de meteduras de pata, fallos de comunicación, silencios clamorosos, y sensación de apatía que en suma desprende el liderazgo espiritualmente ligth marianista.
Lo paradójico es que no vendría mal a España una dosis de la forma de entender la esencia de la política que tiene el Sr. Rajoy, en lo que esto tienen de sano y en la medida que ello pueda coincidir con el deseo expresado por Ortega, cuando pedía que los españoles y sus políticos nos dedicáramos a ocuparnos de “las cosas mismas”. Pero nada más complicado cuando el pueblo español o bien da la espalda con displicencia a la política o se entrega a la misma, cuando lo hace, de forma trascendente, como si asistiese y fuese a la vez el actor de un Auto Sacramental, en el que las fuerzas del bien y del mal se disputan su alma. Esto significa que para que se coja gusto “a las cosas mismas” y no tanto a los actores y sus papeles, se precisan buenos actores. Para más INRI da la impresión de que Rajoy no sólo tiene un guión y lo sigue al pie de la letra, sino que lo hace con la convicción de que todo tiene que estar escrito literalmente como en los contratos notariales. Cosa nefasta cuando los tiempos son de leer entre líneas y de comprender lo no escrito, lo que sobre la marcha cambia, que es posiblemente lo que más cuenta ahora.
Como se habrán dado cuenta no he mencionado nada relativo a proyectos o programas. No está claro si nuestro presidente los tiene o no los tiene, como tampoco está claro que, por tenerlos o no nominalmente, se tenga más éxito o menos. Pues no es el proyecto lo que da el liderazgo, sino el liderazgo lo que hace creíble el proyecto que se lidera y sobre todo demuestra que se tiene. Lo único claro es que en determinados momentos la gente necesita creer, más que en un proyecto determinado, en que existe algún proyecto y fuerza para liderarlo, esa es la parte no escrita del contrato entre los políticos y los ciudadanos.

sábado, 3 de octubre de 2015

PAISAJE DESPUÉS DE "LAS PLEBISCITARIAS"


En lenguaje militar, la ofensiva independentista se ha visto frenada en su primer asalto "definitivo", pero los separatistas conservan las posiciones para mantener la iniciativa. El tren se ha detenido pero no está en vía muerta ni ha descarrilado. Lo primero puede ser circunstancial y momentáneo, pero puede tener consecuencias estratégicas y además obliga a replantearse a los independentistas cómo proseguir. En la situación de extremado peligro en que nos encontramos la pérdida de su plebiscito, es decir del marco de juego que los separatistas impusieron, supone la deslegitimación moral de la pretensión de proclamar la independencia, al margen de que la CUP lo bendiga o no. Nada más y nada menos. Era condición imprescindible para oficiar este aquelarre hasta el final contar, a partir de la proclamación de la independencia, con la movilización activa de la masa social nacionalista, o al menos con la disposición favorable para ello, hasta llegar a la rebelión abierta o a la desobediencia civil, si hiciera falta. Pero también había que contar con un cierto apoyo internacional, una cierta neutralidad en el stablishment mundial y sobre todo la simpatía de la opinión publica y la publicada internacional. Y no hay que olvidar por último que es casi imprescindible la parálisis del gobierno central y de las élites políticas españolas en general. La emergencia de que más de la mitad de catalanes no quiere la independencia pone a una gran cantidad de independentistas advenedizos ante la evidencia de que no son los únicos. Y además que para muchos ha contado más las ganas de no serlo que de seguir en casa a la espera de recibir el estigma para siempre. Subrayo esta obviedad porque el omnímodo dominio independentista del espacio público así lo hacía creer y animaba a la incorporación de los que siempre están dispuestos a apostar por el caballo ganador. En todo caso puede hacer temer a muchos que la aventura no tiene por qué ser un paseo militar por una alfombra de rosas. En la escena internacional la buena faena del gobierno, lo mejor de su haber sin duda, ha dado buenos frutos, pero además tampoco el Procés ha encontrado el eco que sus mentores esperaban en la opinión publica y la publicada. El fiasco de la primavera árabe, la maldición de Siria, la guerra de Ukrania, la “normalización” de Grecia...etc, va enfriando las ensoñaciones románticas que tanto gustan apadrinar las centrales mediáticas. Y el Procés tenía por baza convertir a Cataluña en un romance donde una minoría españolista somete a una mayoría maltratada de amantes de la libertad. Además por último, pero no lo menos importante, este resultado otorga legitimidad moral, y no sólo legal, a cualquier Gobierno para intervenir si osan proclamar la independencia, sin que los socialistas pudieran oponer resistencia justificadamente o sin pagar un alto precio ante la opinión pública.
La recomposición de las filas secesionistas sólo puede hacerse sobre la base de mantener la iniciativa y de proseguir el Procés. Un problema importante pero no decisivo es el destino de Mas, quien, pase lo que pase, ya se debe creer con derecho a pasar a la historia como Pau Claris, pero al que al que también se lo come el gusanillo de pasar como un Companys vencedor. Veleidades personales aparte, ahora lo que está en juego es la forma de continuar el Procés y ese será el verdadero objeto de negociación con la CUP y de paso con los podemitas, tratando de incorporarlos como uno más. Habrá que esperar a las generales, tratar de volver a hacerlas plebiscitarias y sobre todo esperar las ofertas que luego vengan de Madrid. Por si se continua a las bravas y cuando la oportunidad lo aconseje o si se pacta algo parecido al “derecho a decidir”. Hasta entonces negociar con la CUP un “gobierno de transición” encargado sobre todo de tramitar la propaganda que mantenga viva la llama victimista.
Decía que el resultado del “plebiscito” podía suponer un cambio estratégico, pero depende de que la defensa de la pertenencia a España adquiera un mínimo peso en el espacio público y en algunos nudos de poder, aunque no pueda ser nunca, o por mucho tiempo, el que le corresponde socialmente. Mientras eso no cambie la única esperanza de España es el interés de las potencias mundiales de que esto siga unido, o la muy hipotética desconfianza de la burguesía catalana al verse en manos de batasunos y neoanarcos inclementes, tras un brusco baño de realidad. Es claro que para que se sustancie esa posibilidad de una cierta redefinición del espacio público en Cataluña y en el resto de España en favor de la democracia española o de la democracia sin más, pueden contar mucho estas elecciones generales. Inopinadamente las “plebiscitarias” catalanas han abierto esa oportunidad.