viernes, 10 de abril de 2015

¿ARBITRISMO?


¿Ha decidido A. Rivera echarle pimienta a su proyecto y ejercitarse en los deportes de alto riesgo? Se diría, al darle todo el protagonismo a Garicano. Con este pone la economía en el foco de su mensaje y además sin red, salvo la que ofrezca el mismo A. Rivera. A Garicano no se le puede reprochar falta de arrojo ni de claridad, todo menos de demagogia. Como político, (que de eso se trata pues de eso se ha puesto ahora, aunque no esté claro que sea muy consciente), amenaza con hacer bueno a Montoro por ejemplo. Por lo de la sensibilidad y el tacto quiero decir. Una propuesta como la del AVE no se entiende sino es para, por razones maquiavélicas que se me escapan, dar una balón de oxígeno al PP. El ABC de la política: hay cosas que pueden estar mal diseñadas, pero tocarlas sería catastrófico, tanto para quien lo hace como por las consecuencias sociales de orden general. Pero lo peor, demasiado arbitrismo, vicio irredento de las élites ilustradas hispanas.¿Cambiar el sistema productivo desde el poder? A no ser que se arrase como ocurre donde todos sabemos, es como proponerse cambiar el oleaje del mar. ¿Merece la pena desplazar el foco de la unidad nacional, la lucha contra la corrupción, la racionalización de la administración y la independencia de las instituciones, al menos si se hace de esta manera? Por otra parte, el poder tendrá que ayudar a que la economía se regenere, no hacer creer que la va a regenerar. Preocúpense de la educación sobre todo y convenzan al país de lo que está en juego con ello, porque sobre este respecto los españoles estamos en la luna y lo que menos se necesita es que se nos adule con el muestrario de bellas palabras al uso. Aquí sí que vale la pena jugársela.

HACIENDO LAS AMERICAS


A. Mas en EEUU: “los norteamericanos apreciarán el derecho de los catalanes porque aprecian el derecho de autodeterminación” ..”según el caso que le hacen a Chuck Norris”, podría haber añadido. El único que no se debió enterar fue A. Lincoln, pero la historia verdadera no debe ser el fuerte de don Artur, como buen separatista que se precie.
Sin duda para los separatistas la independencia se juega en EEUU. Al menos deben soñar en que la superpotencia realice gestiones análogas, claro está que con los medios civilizados propios de los tiempos actuales, a las que realizaron para la independencia de Cuba. En esto les debe funcionar la historia. ¿Puede tener algún interés el Stablishmente yanqui en que España se disgregue, pasando el tiempo? Se me escapa pero no las tengo todas conmigo, confieso. Ahora la volubilidad de la opinión pública internacional, entre otras cosas, enturbia cualquier presunción.

lunes, 6 de abril de 2015

LA TORTUGA Y LA GALLINA


“En este “juego del gallina”, el Estado -sería en 2017, aunque el problema se plantearía el día 28 de septiembre próximo si los independentistas obtienen mayoría absoluta- no va a dar el volantazo por más que Mas y Junqueras tampoco lo hagan, porque éstos no juegan con naipes ganadores sino que están sobreactuando de manera nada responsable. Sería mejor, por lo tanto, que se evitase la terrible tentación del chicken game.” EL CONFIDENCIAL  04/04/15
JOSÉ ANTONIO ZARZALEJOS


Es un ejemplo de que la apuesta Mas-Jonqueras y Cía se interpreta por una maniobra de “juego de gallina”, una farolada, pero tiene más de su reverso negativo, lo que sería un  “juego de la tortuga”. En este gana la tortuga que más se retrasa. Me explico. Se trata de quien es capaz de banalizar en mayor medida el Procés y sus consecuencias. Me sigo explicando: aunque, como no podía ser de otra manera, el Procés haya estado a la orden del día en los medios desde su desencadenamiento, el mensaje dominante y que ha calado en la opinión pública es que “no lleva a ningún sitio, porque es imposible”. A eso llamo banalización del Procés, porque de seguir adelante, aunque no triunfe, las consecuencias de todo tipo, empezando por las económicas, podrían ser desastrosas. Pero la banalización del Proces se convierte en banalización de la Independencia. La opinión pública no se siente en la tesitura de posicionarse en torno a la bondad o la maldad de la misma, su conveniencia o perjuicio para todos. Así, lo que significa de insolidaridad y de ruptura unilateral del pacto en el que se basa la convivencia social queda en segundo o tercer plano, ante la indiferencia que provoca algo que se tiene por mera fantasía y politiqueo. La banalización se convirtió en una solución táctica, en la que ha coincidido la clase política, salvado el episodio verdaderamente banal del propuesta federal del PSOE. Seguramente ante el no saber qué hacer, la mejor virtud ha sido cerrar el pico. En cierta manera los separatistas más oficialistas como Mas y Junqueras apostaron también por una cierta banalización del Procés al menos en lo que se refiere a su presentación. Se alcanzaría sin problemas si contaba con el apoyo de la mayoría catalana y sin mas consecuencias para la vida práctica, que una serie de mejoras milagrosas. Mientras en la opinión pública del resto de España el Procés y la presunta independencia merecen menos consideración que temas como el tratamiento de las fundaciones, la regulación de las grasas de las hamburguesas o de las clases de chino, en la opinión pública catalana se ha podido instalar la sensación de que la independencia es un tramite administrativo, y festivalero, semejante al de la presentación de credenciales del síndico de Andorra o de una estrella futbolera en el Nou Camp. Cualquiera diría que quinientos años de historia, por lo menos, nos contemplan.
No es fácil adivinar a quien beneficia y perjudica más esta banalización, ni tampoco lo que ha podido pesar para que la conjura Mas-Jonqueras se presente en sociedad. Pero ambos cuentan con que su éxito depende en un caso y el otro de acertar en la dosis de banalidad. Los separatistas para hacer de la independencia un asunto simpático, los partidos nacionales para no asustar, que bastantes problemas hay. Es posible que por chamba o por sabiduría la “táctica” oficialista esté dando su fruto y una parte de la opinión pública catalana se vaya desinflando ante la ausencia de tensión. Al fin y al cabo es cierto que muchos se han dejado arrastrar por la fantasía y por un calentamiento insano y se trata de que vuelvan a la sensatez. Pero ambas partes andan descolocadas. Los separatistas porque no se esperaban tanta falta de épica por parte del “Estado” y la modorra que, por lo que parece, puede producir entre los más blandos de los suyos. Los partidos nacionales, porque ya creían que el Procés se estaba enterrando y que se confirmaba la convicción de que era un mal paripé. ¿Pero qué se podía esperar habiendo llegado las aguas donde han llegado? ¿Acaso que Mas fuera mareando la perdiz? De ninguna manera puede el President tragar sólo el marrón de la corrupción una vez que este bocado puede ser muy apetitoso para formaciones como Podemos. Compartirlo juntos compromete el Procés desde el momento que no se sabe hasta donde pueden llegar y por donde pueden salir los podemitas, pero es la única forma de que el Procés siga adelante.
Entramos en un proceso de intenciones, que es lo único que se puede adivinar en el momento presente. La intención de los separatistas es bastante trasparente, aunque muchos se sigan frotando los ojos. Es enternecedor el Sr. Zarzalejos cuando advierte que “algunos están sobreactuando de manera nada responsable”. La duda está en la orilla de enfrente. Los interesados en liderar el país tendrán que preguntar a sus asesores qué respuesta dar ante lo que parece la inevitable pregunta: “¿Qué van a hacer si se declara la Independencia de Cataluña?” “¿Qué van a hacer si los declarantes pasan de la inconstitucionalidad de la medida y siguen adelante?”.