viernes, 4 de agosto de 2023

MAYO DEL 68 Y LAS VACACIONES DE SANCHEZ

Los retoños y singulares beneficiarios de la sociedad del bienestar que se construyó tras la II GM protagonizaron la más inverosímil revuelta edípica contra ese mismo sistema. Sin pretender revolución concreta alguna sino todas las posibles e imposibles a la vez, el acontecimiento dejó para la posteridad el sello indeleble del movimiento contestatario. Este émulo espontáneo y dicharachero de las vetustas revoluciones igualitaristas, se ha demostrado también el cantamañanas de la deriva contestataria de las izquierdas occidentales. Pero no en vano. La estela de este eco romanticoide fulminó estéticamente a la sociedad del bienestar a la vez que la aromatizaba de mala conciencia y de bellos desencantos. Desde entonces el ambiente moral de Occidente se llena de fragancias florales, vergüenzas semánticas y alardes escandalosos de golpes de pecho, entregados todos a un disfrute tan contumaz como sospechoso y mal avenido del Estilo de Vida Occidental.


El movimiento contestatario ha arrastrado a la izquierda convencional y desde Sartre a lo granado de la intelectualidad inquisitorial. La causa es la alternativa al sistema. Un híbrido contradictorio de desprecio moral de la sociedad del bienestar y de reivindicación permanente de igualdad de oportunidades para el máximo bienestar de todos los menos ricos. La contradicción entre lo a la vez denostado y reivindicado se sostiene sin dificultades porque es ley no escrita que basta como alternativa la proclama de que es necesaria una alternativa. Así como que también es ley escrita que los beneficios que logra el sistema son bienes naturales y las reivindicaciones derechos no menos naturales. En medio de esta indefinición creativa y rentable, sólo la emergencia ecologista ofrece una cierta cohesión política y, una perspectiva conjunta de poder para hacer política.


España se incorporó tarde a esta corriente neorevolucionaria por la razón obvia de que la democracia, la sociedad del bienestar y Europa vinieron de la mano, a modo de recompensa por la reconciliación entre los españoles. La refundación socialista guerracivilista de ZP obedeció a causas internas y en especial a la particular idiosincrasia de nuestra izquierda, pero con el aguijón podemita, se perdió la vergüenza de asimilarse al espíritu contestatario. Nada más grato que poder destapar el desprecio visceral a todo lo que oliera a derecha y reclamar ya para siempre la exclusiva de la legitimidad democrática.

Pero nuestra contestación goza de unas ventajas de las que carece la contestación occidental en su conjunto. Por encima de todo tiene una meta y un mito, en lo que el resto es bien deficiente. En la nevera los mitos revolucionarios canónicos la estela del Mayo del 68 no tiene más mito que el mismo Mayo del 68. Se ha adornado con la California hippy y la revolución sexual y psicodélica, en lo cultura; con especial pasión antiimperialista y tercermundista en lo político Es una mitología evanescente porque no conecta con una meta imaginable de toma del poder y de una nueva humanidad. Pero no es inocua pues tiene una energía mesiánica prácticamente inagotable.


Sin embargo en España contamos con algo “tangible”: el mito guerra civilista de la República y la meta de un Estado plurinacional sin derechas. Se basta y sobra para dotar de contenido a la épica de restañar la herida imaginaria. Aunque parezca contradictoria con la voluntad de continuar el aprovechamiento del sistema de bienestar vigente, la pasión de revocar la historia no admite tibieza una vez se ha despertado o ha resucitado y ha arrastrado a la no muy lejana izquierda bien pensante. Reclama sin miramientos ni componendas un buen lugar en el sol. Con tal bagaje fanático a la contestación hispana le ha sido fácil incrustarse en el corazón del palpito político, entre otras cosas porque siempre ha estado dentro más discretamente. A su manera “hace política” sin necesidad incluso de hacer componendas a la manera de los Verdes alemanes.


Sanchez es perfectamente consecuente y sincero cuando se proclama líder de “la mayoría social”. “La Triple Alianza” ibérica de la Triple Progrez, la  progrez consuetidinaria, la progrez anticapitalista y la progrez separatista.   No le basta el liderazgo de los socialistas y ni siquiera de los podemitas. Puede con todo y nada es más atractivo que la bajada a los infiernos. Trae lleno el zurrón de recetas abismales y de chuches para que su liderazgo sea tan dúctil y “generoso” como la ocasión merece. Como granítico e inclemente contra la derecha.

Pero también aportamos otra novedad. La de un presidente contestatario, que apunta a un régimen de tal cariz  y  que ha de ser tomado por Hombre de Estado, pero sin dejar de ser contestatario. No importa tanto para el consumo de la grey casera, sino para la reputación mundial del Frankenstein y el beneplácito o la vista gorda de los socios occidentales. Requiere mucho más manejo táctico que para las comedias caseras, pero hasta ahora se ha mostrado Sanchez bien sobrado en este menester. Está en juego la financiación externa que mantenga tantoa ilusión y la realidad del bienestar, como de la Causa. Es vital en todo caso la estabilidad internacional del proyecto.

No es moco de Pavo, como lo demuestran las súbitas “vacaciones” marroquíes. Porque Marruecos no sólo es nuestro vecino sino el vecino fiduciario de Europa y de todo Occidente. Pero Sánchez no se atreve a confesarlo y sólo lo muestra, como se dice en filosofía.