domingo, 28 de junio de 2015

LA BALSA DE ODIO


Hay cierta semejanza entre las ideas de fondo con las que se enmarca el terrorismo islamista y el terrorismo etarra en algunos ámbitos intelectuales y mediáticos occidentales y españoles, con influencia creciente, sin que eso signifique que quienes apuran esas ideas simpaticen a sean proclives a esas causas horrendas. Simplemente las tienen por ideas naturales, que no es preciso siquiera justificar, ni pensar en ellas. Pero aún mas importante son los supuestos que dan a entender. Veamos.

-Los terroristas buscarían provocar o exacerbar la animadversión y la actitud segregadora que existe potencialmente en la sociedad occidental contra los musulmanes, de la misma forma que trataban de hacerlo con la animadversión que existiría contra los vascos en España. Se da así por supuesto la existencia de tal tara. Pero ni siquiera los más atroces atentados han provocado en Occidente reacciones fóbicas, sino más bien intentos de integración y de comprensión con estos grupos de la población, y se tiene muy claro que una cosa es el Islam y la comunidad islámica y otra los fanáticos terroristas. Otra cosa es que, si existe algún peligro potencial, sea de caer en el síndrome de Estocolmo colectivo. Sin duda que los terroristas juegan sobre todo con esta posibilidad y la tienen por muy provechosa. Por lo que respecta a la posible animadversión hacia los vascos y lo vasco en España, nada es más ridículo por poco que se conozca este país.

-El terrorismo escondería un conflicto más amplio, cultural en el caso del Islam, político social en el caso vasco. Se da así por supuesto en el primer caso que la responsabilidad de integrar o asegurar la convivencia con los musulmanes que residen en Occidente la tienen los Estados occidentales o Europa en nuestro caso, o por lo menos de solucionarlo asegurando el respeto a su cultura. De la misma forma se pensaba que la responsabilidad de solucionar el “conflicto vasco” correspondía al Estado español, quien debía ofrecer alternativas susceptibles de ser aceptadas. El supuesto obvio de estas ideas es que la responsabilidad principal, o al menos una parte significativa de la misma, en la existencia del “conflicto” la tienen quienes no quieren reconocerlo. Conviene deslindar. Una cosa es la travesía laberíntica de la integración y de la convivencia con los musulmanes en Occidente, que llega al punto de que no puedan darse soluciones definitivas a la vista, y otra distinta es que no haya razones objetivas, las que se deducen del disfrute de la democracia, para que las comunidades islámicas no colaboren con los estados y las poblaciones occidentales contra el terrorismo. De la misma forma que había motivos objetivos para que los vascos se enfrentaran al terrorismo junto con el Estado.

-Una versión más específica de lo anterior es que el terrorismo en Occidente además de alimentarse de la frustración, la marginación y la injusticia, tiene por causa última o incluso próxima esto mismo y vendría por tanto a expresar las aspiraciones de los sectores marginados de la sociedad, aunque estos pudieran estar engañados o estar engañándose a sí mismos. Pero una cosa es la atracción que ejerce sobre estas capas y otra que sea la expresión de las mismas y obedezca a sus aspiraciones. Estamos ante una versión del odio a Occidente, con la particularidad que el odio a Occidente es primero que nada producto genuino de la cultura occidental. No se trata de abordar un asunto tan complejo, pero basta constatar que los adeptos occidentales al terrorismo yihadista se comprometen con este fanatismo activo extremadamente inhumano una vez se han imbuido del nihilismo y del resentimiento típico que forma parte de nuestras sociedades, como si fuera su sombra. Seguramente en muchos casos esto ha constituido su verdadera formación vital. El hecho de que los yihadistas escenifiquen el terror hasta la crueldad e inhumanidad más extrema para ganar adeptos y que haya un público receptivo, sea mayor o menor, es un índice de lo profundo que pueden ser algunas patologías sociopolíticas en nuestras sociedades. En el caso del País Vasco la estrategia abertzale de figurar como campeones de los desfavorecidos discriminados y marginados sociales ha aprovechado con creces la distorsión que produce el cainismo ideológico y los margenes de resentimiento de fondo que subsisten en la sociedad española.

-El hecho cierto de que la mayoría víctimas del terrorismo islamistas son las poblaciones musulmanas, parece justificar la idea de que se trata en lo fundamental de un conflicto interno al mundo islámico. El argumento suele aparecer cuando se da cuenta del exterminio de las comunidades cristianas por ejemplo. Por contra, se vierte la sospecha sobre la denuncia de que estamos ante un ataque abierto a la civilización y a los valores humanitarios , como si esta denuncia fuera un pretexto de los poderes occidentales para extender su influencia en el mundo islámico y tenerlo sometido. Cuesta comprender que no se entienda que lo que mueve a los bárbaros no es la pretensión de imponer determinados intereses y estructuras de poder en un ámbito concreto, sino esto como parte de una estrategia de “yihad permanente”, que tiene por destinatario a las sociedades democráticas. En nombre del Islam, pero más bien con el pretexto del Islam. Dejemos de lado hasta qué punto un credo puede suministrar argumentos para que se le manipule y desvirtúe, laguna que cualquier credo lleva en su interior, máxime si tiene pretensiones de universalidad, lo que en sí mismo no es malo. En el caso vasco, el hecho de que la población vasca sufriera en primera línea el terror sugería la idea de que es un asunto interno de los vascos. Pero sobre todo oculta la más perniciosa influencia del terrorismo en la sociedad vasca, su propensión al síndrome de Estocolmo y a relativizar la gravedad del fenómeno. Por eso los que han apoyado al terrorismo se pasean como si fueran más víctimas que verdugos.

Me he referido de paso a la publicidad del terror que hacen los islamistas terroristas. Es un peldaño en la atrocidad que no se había alcanzado de momento. Algo casi inimaginable, pues incluso los nazis cuidaban ocultar su atrocidades no ser que se sintiera mal el almena medio. Nos vemos ante el paso de la inhumanidad en los hechos a la inhumanidad programática y sin tapujos. Que exista un público receptivo en Occidente dispuesto a seguir este camino indica que ya no sólo se desactivan los resortes y defensas morales más elementales, sino el hecho de que la inhumanidad se ve como una alternativa, para “dar sentido a la vida”. En este extremo la patología que afecta a estos terrorista y su público no es muy diferente de la que alimenta a quienes, por ejemplo en EEUU perpetran las matanzas racistas y también contra las personas particulares, por encarnar estas el género humano. Los supuestos en los que se cimienta esta balsa de odio confluyen en la idea de que el ser humano no sólo puede suprimirse si es un obstáculo, sino que es despreciable y lo merece de no estar purificado. Esta especie de fobantropía activa y militante , que ya destaca entre las peores iniquidades, bien merecería alguna indagación más competente de la que uno es capaz. Pero relativizar este fenómeno de deshumanización activa y sustancial en el que nos estamos sumiendo, con discursos del tipo que he mencionado ayuda poco a comprender algo.

lunes, 22 de junio de 2015

LA REVELACIÓN DE PATTONSANCHEZ


A grandes pecados, colosales penitencias. Porque penitencia debe ser para el PSOE exhibir la colosal bandera nacional con la que Patton Sanchez parece ahora querer envolverse, para lavar el pecado de entregar todo el gobierno posible a los podemitas, aunque pocos dudan que, con bandera o sin ella, estaría dispuesto a repetir la jugada, si las circunstancias poselectorales son similares. Pero más inmenso pecado, casi inconmensurable, ha sido, por parte del socialismo, distanciarse de la bandera nacional y de los símbolos nacionales instituidos por la Constitución durante cuarenta años. Para expiarlo tendría el joven Sanchez que haberse vestido de saco y rociado de ceniza de arriba abajo, como los reyes sacrílegos de la edad media. No voy a abundar en la profunda distorsión de la convivencia nacional que ha significado dejar viva la sospecha de la connivencia entre los símbolos nacionales y el franquismo. Pero hay que dejar constancia, contra lo que se dice muy a la ligera, que esto no ha significado tanto dejar en manos en la derecha la bandera del patriotismo, sino más bien enajenar a la izquierda social, que es la mayoría de la población, sino de este sentimiento elemental sin el que una sociedad no tiene motivos para serlo, sí de su valor político. Por desgracia, la opinión pública de izquierda y centro izquierda incluso, no se ha sentido tentada de apartarse de la izquierda en nombre de la nación común, sino al contrario, a seguir con la izquierda aun a riesgo de poner en entredicho la nación común y, lo que es peor, su misma idea. Los nacionalismos disgregadores y separatistas han contado de esta forma con una cómoda ventaja de partida que han sabido explotar sobradamente. Más que atizar un nacionalismo esencial, que en el ambiente creado hubiera dado más argumentos a la izquierda, las élites políticas e intelectuales próximas al centro y al centro derecha, con algunos del centro izquierda, como los que pudieran representar originalmente UPyD y los sanedrines ya amortizados de la primera generación socialista de la transición, trataron de remediar el desaguisado invocando el “patriotismo constitucional”. Esta idea tan bien intencionada, tomada de los intelectuales alemanes que intentaron paliar la vergüenza del nazismo, no ha concitado adhesiones masivas muy efusivas, aunque ha añadido una cierta confusión a la ya original, especialmente la de hacer creer que España proviene de la Constitución y no la Constitución de España. Pero habría que tratar esto despacio y aparte. En el asunto que nos ocupa se dilucida si estamos ante sólo una maniobra desesperada para tapar la fuga de votos hacia la ultraizquierda o un intento de revisión de los paradigmas en los que se ha sostenido el discurso del socialismo español. Seguramente es lo primero, pero a nadie se le oculta que tiene consecuencias, se quiera o no, sobre lo segundo. Las razones que han conducido a Sanchez a esta arriesgada jugada, con independencia del convencimiento que tenga, cosa que sólo él debe saber, jugada que va en la dirección de rescatar la expresión del sentimiento nacional y patriótico de la reserva en el que sobrevive, que son las celebraciones deportivas, son sin duda de orden táctico, para frenar el auge de Podemos por su izquierda y avalarse ante el centro susceptible de caer en manos de Rivera. ¿Pero por qué ha pensado en la bandera nacional, con el dolor que todavía ésta provoca en la izquierda sociológica? Seguramente datos como que la inmensa mayoría de la población está conforme o muy conforme con el año de Felipe VI nos ponen en la pista. Esto da a a entender que, aunque la rabia contra la partitocracia y el encanto de las tentaciones extremistas son muy poderosas, predomina un fondo de ánimo favorable a la estabilidad y que está conforme con el actual modus vivendi. Por mucho que todavía nos ilusionen las aventuras transcendentes, incluso por encima de las reformas razonables, por mucho que nos encorajine el afán de hacer grandes ajustes de cuentas, la mayoría de españoles de ahora no podemos renunciar a vivir, como es obvio, en el marco de una sociedad del bienestar. Pero la sociedad española tiene dificultad, más allá de la figura del monarca, para conectar ese sentimiento con la realidad política. Sanchez ha tenido la intuición de que los españoles pueden descubrir en la bandera lo que sienten, viendo en ella el símbolo más evidente del proyecto de prosperidad colectiva, que no se trata de arriesgar sino de mejorar. Si se decide a capitanear esta deriva tendrá una ventaja sobre la derecha a quien toma desprevenida, porque ésta, contra lo que se piensa, ha cogido la bandera con papel de fumar, no sea que se le diga lo que todo el mundo piensa. Pero a fin de cuentas Sanchez se arriesga así al entregar a la derecha una baza decisiva, que anida en el inconsciente colectivo de la izquierda, entrega que puede perturbar su política de cordón sanitario fáctico. Deslindarse si así lo pretende, y lo que hace no tendría sentido sino lo pretendiera, de la ultraizquierda, dejando abierto el campo a la colaboración con la misma parece un intento de cuadrar el círculo. Por lo que parece Sanchez cree poder cuadrarlo aplicándose a alcanzar una cómoda e impoluta posición de centralidad, sin renunciar a la posibilidad de esta colaboración. El bautismo de patriotismo tendría que ser suficiente, según cree, para no tener que recurrir a esa colaboración, que podría acabar con la democracia primero y con el PSOE después. Temo que las élites socialistas no sean conscientes de ese peligro. Si así fuera se darían cuenta de que en el momento presente produce mucho más daño a España renunciar a denunciar la naturaleza totalitaria del podemismo leninismo, que el beneficio que puede deparar revitalizar el sentimiento patriótico. Pero es demasiado pedir que se alcance a distinguir todo lo que ilumina la luz después de tanto tiempo en la oscuridad en este asunto de los símbolos.

sábado, 20 de junio de 2015

DE BRUTALIDADES Y SIMPLEZAS DESDE UN PUNTO DE VISTA INTELECTUAL.





Sobre el artículo “Caca” de F. Savater, (http://elpais.com/elpais/2015/06/19/opinion/1434726132_134864.html) me ha llamado la atención la forma como el autor desvincula la zafia barbarie intelectual, que la vanguardia podemita del “cambio” demuestra, del marxismo o el pensamiento de Marx, que estos sin duda suscriben y tratan de poner en práctica.
“Algunos los toman por marxistas, pero la brutalidad simplificadora es lo contrario de la tesis de Marx, la cual no recomienda prescindir del conocimiento para transformar el mundo, sino que lo exige como requisito para el cambio revolucionario”. (Savater. El País)
El pensamiento o la recomendación que Savater atribuye a Marx es tan genérico que lo puede suscribir cualquier pensador, (exceptuando lo de “revolucionario”, que también vale para todo), y en realidad cualquiera que piense un poco. A lo sumo puede inspirar la filosofía de Platón, por clasificarlo de alguna manera, pero en el caso de C. Marx este pensamiento sólo tiene algún sentido si se pone en relación con el principio esencial de la filosofía de este autor que dice: “hay que dejar de interpretar el mundo, es hora de transformarlo”. Tal prédica no es neutral intelectualmente e inspira buena parte de la obra de Marx, destinada a servir de cobertura ideológica a este obsesivo empeño prometeico con el que Marx y los marxistas tratan de comprometer a la humanidad. Su sentido de la verdad es bastante servil de esas fantasías escatológicas y compromete enteramente el valor y el sentido de su obra. No ha sido Marx, precisamente con su obra, a mí me parece, quien puede dar lecciones de rigor intelectual, aunque muchos tengan por Biblia de las ciencias humanas, lo que me parece un artificio intelectual, digno de las más refinadas tramoyas barrocas, con el que envuelve graves simplezas. Pero en cualquier caso esto es una cuestión filosófica y la obra de Marx, en lo que tiene de filosófica, merece discutirse filosóficamente. Otra cosa, y es lo relevante, es la conexión espiritual entre una filosofía y una ideología política, máxime cuando ciertas políticas pretenden ser la aplicación de doctrinas filosóficas, como es el caso del marxismo. Y no se puede dudar de la conexión espiritual de nuestros ediles con el marxismo, y además con la versión más decimonónica y mostrenco-leninista del mismo. Y eso aunque la formación básica marxista de los mismos, intelectualmente hablando, deje tanto que desear, como puede igual lamentar la señora alcaldesa, a la que se supone una educación marxista más esmerada. Pero en política lo relevante son las ideas y valores que, como en el caso del marxismo, constituyen un implacable credo social y de eso se trata. En nuestro caso se puede ser marxista e intelectual y culturalmente tardío, sin que tal ineptitud mengüe lo más mínimo tal adscripción ideológica, de la misma forma que cabe estar en posesión de un gran refinamiento cultural, e incluso construir la más elevada obra del pensamiento y estar adscrito a la más aberrante barbarie política, e incluso inspirarla. Los casos son incontables. Heidegger, Spengler respecto al nazismo, D' Anuncio respecto al fascismo, Trosyky o Bujarin respecto al comunismo, el mismo Robespierre, ferviente admirador de Rousseau, no carecía de finura intelectual..etc. Sería absurdo por ejemplo que negáramos la conexión espiritual, entre la obra de Rousseau y la revolución francesa , por el hecho de que muchos que atizaron y se comprometieron con la revolución francesa eran zotes intelectualmente e incluso no entendían nada de Rousseau. Desde luego que si el marxismo no tuviera relación alguna con la “brutalidad simplificadora”, habría que acudir a lejanas galaxias para encontrar claves que permitieran comprender las purgas stalinistas, por ejemplo, la masacre “cultural” maoísta, o el paraíso de Pol Pot. Pero siguiendo nuestro caso doméstico, admitiendo que el marxismo no sea el causante de la zafiedad intelectual que nuestros neo marxistas leninistas demuestran, no es asunto de desconocer que constituye el ambiente mental en el que tal incuria ha prosperado. Desde luego podían haber salido más cultos y preparados, incluso en lo que al marxismo se refiere, lo que no sé si sería mejor, pero la ideología marxista suministra buenos argumentos para que sus seguidores se sientan poseídos del “derecho de pernada intelectual”, cuanto menos, corolario inevitable del convencimiento de su “superioridad moral”. Supongo que Savater estaría de acuerdo en que la ideología marxista, si bien no es la causante directa de tanta incuria, no ayuda demasiado a poner límites y sentido autocrítico a quienes en su nombre o en su espíritu se toman todo lo que atañe al problema y el valor de la verdad por una “perfomance” con la que cabe hacer unas risas o llamadas de atención, según confiesan que pretenden. Por último no me parece muy digno de alabar el voluntarioso esfuerzo que parece hacer Savater de amparar a Marx bajo el paraguas de la Ilustración. Lo que tal vez esté en el fondo de su idea. Pero eso sí que es una cuestión filosófica.






viernes, 19 de junio de 2015

LOS CÁLCULOS DE RAJOY


La abstención masiva de buena parte de los presuntos votantes del PP se ha convertido en la única esperanza de salvación que barajan los estrategas del PP. Lo avalaría el hecho de que la sospecha de que Cs podía pactar con el PSOE bastó para que muchos prefirieran quedarse en casa a apoyar a esta formación. Con ello toda la confianza de la vuelta hacia el PP pende del pavor, bien justificado por cierto, que puede producir el acceso de la Megaizquierda al poder. Es de tal envergadura el peligro y lo que está en juego que se espera que los votantes potenciales hagan abstracción de los motivos que han llevado en tantos casos a dar la espalda. Por otra parte se espera que la promoción de cuatro o cinco comunicadores, no se sabe todavía si además son políticos en el sentido estricto de la palabra, con atractivo y locuacidad sea suficiente para neutralizar la tentación de muchos de considerar la alternativa de A. Rivera. Rajoy se lo juega así todo a una carta, pero en realidad es que no tiene otra y todos lo saben. Sin embargo todo está cosido con alfileres y bastante a la buena de Dios. El edificio descansa en unos cimientos que están resquebrajándose y el máximo sosten se ha tornado el eslabón más débil: el liderazgo de Rajoy. Sin duda está dando muestras de una tenacidad a toda prueba, pero cuesta creer que esto se valore, ni siquiera por los suyos. Los motivos del apartamiento de los suyos son muy variados y en muchos aspectos contradictorios: los impuestos, el aborto, la cuestión catalana, en alto grado la vergüenza por la corrupción del PP, el desconcierto ante la pasividad que roza el pasmo del líder, pero, cualesquiera que estos sean, lo preocupante es el hecho de que parece que las gotas han colmado el vaso y que todo se concentra en el rechazo de la figura del presidente. Parece complicado que el cambio de algún factor altere el producto. Rajoy confía en que nada de esto sea finalmente decisivo y que la gente se acoja a la sombra de Rajoy a pesar de Rajoy. Al menos necesita confiar, cosa que no está claro que se produzca. El recurso a esta especie de guardia de Corps que se ha agenciado para afrontar la batalla mediática, revela la escasa confianza que tiene en sí mismo para lograr algo lucido, o quizás también las escasas ganas de meterse en esos fregados de la imagen pública tan desagradables. En su proverbial optimismo antropológico es bastante probable que esté a la espera de que estos períodos de sobresalto se olviden y que las aguas vuelvan a su cauce, es decir que cada burócrata vuelva a su oficina. Pero no es evidente que el miedo sea suficiente para recuperar a los desafectos. El PP está obligado a concentrarse contra la colación de izquierdas y en estas no parece muy prudente repetir las embestidas contra Cs, que tan buen resultado le dieron para perder casi todo su poder local, porque desdibujaría su mensaje institucional. Se arriesga al mal menor de que Rivera alcance una posición que le permita disputar el liderazgo del centro, pero no tiene otro remedio, sino quiere apostar por el puro suicidio. Tampoco está claro que la desautorización de toda la izquierda no tenga un efecto boomerang y sea presentada con éxito como una maniobra grosera para escaquearse sus responsabilidades ante la corrupción y la desigualdad social, que van a ser los motivos comunes de la izquierda según se perfila. Por lo que a Rivera respecta parece que apuesta por concentrarse en el discurso contra la corrupción disputando para ello con Podemos y además en el terreno de juego de estos. Este es el guiño que lanza a la opinión pública en este tumultuoso ejercicio de pactos en el que se ha visto metido. A ello le lleva el objetivo de hacerse con un electorado más estable y propio, sin estar a expensas de los cambios de humor a los que tan propensa es la derecha últimamente. También parece contar con aprovechar casi automáticamente el repudio que provoca la figura de Rajoy para capitalizar el miedo a la Megaizquierda sin incurrir en costes ideológicos. Pero el riesgo no es menor, porque al electorado de izquierda no parece importarle aventurarse en la radicalidad, mientras que la actitud de los de derecha y centro desafecto resulta imprevisible. Todo este panorama puede sufrir un vuelco o serias alteraciones con motivo de las elecciones catalanas, que, de salir bien a los separatistas, situaría en primer plano qué hacer ante la independencia de Cataluña. Este es el verdadero tapado, a pesar de lo que quieren casi todos los actores nacionales, quienes actúan como el enfermo que, aun viéndose en situación crítica, no quiere acudir al médico para no alarmar a los suyos y evitar de esta manera los reproches que estos le harían por su mala vida. En el caso de que así sucediera la verdadera incógnita no estaría tanto en la actitud de las élites políticas sino de los españoles, que, esta sí, resulta absolutamente imprevisible para el caso.

domingo, 14 de junio de 2015

¿SÓLO "DEBIDO A LA CRISIS"?


“Felipe González prestó un enorme servicio a España contribuyendo a la modernización del socialismo español, que, antes de él y su equipo, estaba todavía impregnado de marxismo, de “constructivismo” económico y no había asumido resueltamente la cultura democrática. Curiosamente, su adversario de siempre, José María Aznar, hizo algo parecido con la derecha española, a la que impulsó a democratizarse y a modernizarse. Gracias a esa convergencia de ambas fuerzas hacia el centro, España, a una velocidad que nadie hubiera imaginado, pasó, de una dictadura anacrónica, a ser una democracia moderna y funcional y un país cuya prosperidad, no hace muchos años, el mundo entero veía con asombro. Conviene recordarlo ahora cuando, debido a la crisis, ha cundido ese parricidio cívico que pretende achacar todo lo que anda mal en el país a aquella transición gracias a la cual España se salvó de vivir el horror que está viviendo Venezuela”. (VARGAS LLOSA. "Felipe Gonzalez en Venezuela". EL PAÍS)
Me permito un breve comentario sobre esta conclusión del excelente artículo del maestro, desde la perspectiva de que la historia no es sólo lo pasado, sino el nicho del presente cara al futuro. Dice:“debido a la crisis”, ( comprendida la corrupción partitocrática, supongo). Es cierto pero no sólo. Es difícil entender el trayecto último sólo por reacción a la crisis. El problema es que la transición no ha extirpado las raíces del cainismo, agazapado entre tanto. La crisis ha sido la ocasión para que despertara abiertamente. Una de las desgracias “colaterales” de la victoria franquista fue que evitó que el pueblo español hiciera experiencia de su utopismo casi congénito. No se sabe lo que hubiera pasado, es decir si nos hubiéramos librado del mismo y nos hubiéramos aceptado como sociedad plural, pero el hecho es que el aguijón sigue clavado. Ahora está encontrando la ocasión, aunque esperemos que en situación menos dramática que entonces. F. Gonzalez modernizó el discurso socialista pero sin afectar a los sentimientos profundos de la izquierda. Esta aceptó la transición y la evolución de la sociedad racionalmente pero no emotivamente, ha seguido soñando con el Paraíso y el ajuste de cuentas. Aznar irritó insensatamente a la población, volcándola hacia la izquierda y al revanchismo, con su postura sobre Irak. Ahora se ha destapado la trama capitalamigista en que se convirtió su partido como plataforma de poder y que tanto ayudó a promover. Zapatero no hizo más que desprenderse de la vergüenza, que todavía cohibía a las élites socialistas, y rentabilizar, esa fue su “visión histórica”. Seguramente que los pueblos hispanoamericanos comparten estas pulsiones profundas, al menos en parte. Nuestra historia es mucho más común de lo que somos conscientes, como bien nos enseña el maestro Vargas Llosa.

jueves, 11 de junio de 2015

LOS DILEMAS DE RIVERA


El contraste entre la exquisita generosidad con la que Rivera ha tratado a S. Díaz y el rigor refinado con el que atornilla a la Sra. Cifuentes es índice de que la equidistancia de Cs. pasa por la mayor distancia del PP, incluso la mayor distancia posible. Al fin y al cabo y con toda la razón o sólo con parte de ella, el hecho es que el PP es para la mayor parte de la opinión el campeón de la corrupción y este sambenito lo va arrastrar hasta el previsible infierno electoral. La precipitación con la que el Sr. Rivera ha aupado a Susana, aun a costa de poner en riesgo su propia honra, parece una maniobra de última hora ante el temor de nuevas elecciones en Andalucía. Pues sólo de esa manera puede justificar el apoyo a Cifuentes. Rivera ha acabado enredado en este juego de carambolas, al tratar de sostener a la vez la bandera contra la corrupción, junto con la bandera de la gobernabilidad. Pero en la práctica, temeroso de una sensibilidad publica tan escorada a hacer causa exclusiva contra la corrupción, la lucha contra la corrupción se va volviendo en una paranoia que amenaza su apuesta por la gobernabilidad. A resultas de las elecciones Rivera parece dirigirse más a la opinión pública en general que a los específicos potenciales votantes desengañados de la derecha. Si alguna vez lo pretendió, cosa que no creo, estas elecciones han demostrado que sustituir o dejar en posición marginal al PP en toda España de la misma manera que ha ocurrido en Cataluña parece fuera de lugar. Antes el PP estaría dispuesto a hundirse arrastrando a Cs. Yendo al grano, esta equidistancia coja, que propicia con razón el agravio comparativo del PP, sólo tiene sentido si es parte de la estrategia de contrarrestar lo que se ve venir, el gobierno y el poder de la Megaizquierda al mando de los PI y ZPI. Pero la vía a una solución de centro izquierda, o siquiera de izquierda-centro, requeriría tanto un espacio de centro propiamente dicho, es decir que no sea el colchón de seguridad del PP o del PSOE, como sobre todo la neutralización de los podemitas. Tal vez los estrategas de Cs piensen que lo primero es posible, conforme avance la conciencia de la inminencia del peligro en que está sumida a la vez la democracia y la prosperidad. El asunto es peliagudo porque es muy probable que los descontentos del PP estén dispuestos a quedarse en casa si sospechan de un mínimo acuerdo con la izquierda, aunque sea “socialdemócrata”, mientras que a los de la izquierda sólo les tienta su izquierda. Lo que no parece probable es neutralizar a Podemos aceptando su juego, por muy arriesgado que sea no hacerlo. ¿Es tan inoportuno exigir que condenen la tiranía venezolana como condición para cualquier posible acuerdo o trato? El éxito de Podemos depende en gran medida de su capacidad de conservar inmaculada la imagen de partido democrático y regenerador, camuflándose tras el “cambio”. Con ello puede acaparar gran parte del voto de izquierdas, tan incómodo con el PSOE. Por su parte el PSOE sólo se puede sentir exigido si tiene que definirse ante la calidad democrática de este socio tan voraz. En este sentido resultaría incomprensible que mientras, por parte de Cs, no quepa concesión alguna a los separatistas, su discurso sobre Podemos estuviera lleno de ambigüedades y lugares comunes.

lunes, 8 de junio de 2015

LAS PARADOJAS DE LOS CORDONES SANITARIOS.


Mientras F. Gonzalez aterriza en Caracas, Sanchez entrega el poder local a los podemitas y se apresta a hacer de felpudo de P. Iglesias en las generales. ¿Es qué los podemitas no son chavistas?, ¿acaso, aunque lo fueran, es más urgente quitarse del medio al PP?. Supongamos que, con la mejor intención, los estrategas socialistas piensan que, de no enfrentarse al PP, aun teniendo que aupar a Podemos, el PSOE caería en la hecatombe, mientras que, si sobrevive, aun a costa de que Podemos cobre fuerza, podrá domesticarse a este. Es posible que también crea sinceramente que aunque Podemos tenga una identidad “populista”, eufemismo de totalitarismo, si quiere significarse algo con esta, las condiciones de Europa y España así como la vocación democrática de los españoles harían imposible tal horizonte. Ante ello habría que decir eso de que quien siembra vientos recoge tempestades y que sólo los aprendices de brujo pueden esperar controlar las dinámicas destructivas una vez que estas se desencadenan. Pero por encima de todo puede pesar la idea de que para la ciudadanía lo que está en juego es el combate contra la corrupción y que su base social no comprendería la crítica contra el chavismo de Podemos una vez que estos han conseguido hacerse con la bandera contra la corrupción y la desigualdad. Tal prevención tiene su razón de ser, y sólo confirma la inmensa victoria estratégica de los podemitas, muy por encima de las ventajas y posiciones de poder que haya obtenido: convertir la alternativa “corrupción o cambio” en el tema estrella de la vida política, y que se diluya tanto la imagen de su particular corrupción, como sobre todo, y es lo importante, de sus veleidades totalitarias. Tal logro es muy meritorio desde el momento que no se tiene que dilucidar un debate ideologista sobre lo que significa el leninismo o el troskismo o el populismo, sólo al alcance de los iniciados , sino que se ha de capear algo tan a la vista cómo lo que sucede en Venezuela y Cuba o incluso Argentina y cómo se las gastan sus compadres. El asunto llega al absurdo de que Carmona dice que Carmena no es Podemos y que en todo caso lo que importa es el "progreso". Pero también la profundidad del mal lo demuestra que Cs rechace la posibilidad de hacer “un cordón sanitario” con nadie, incluso Podemos. Tal vez en este caso, por eso de que hay que suponerle a Rivera más visión de Estado que a los líderes del PP y del PSOE, espere que Podemos también colabore contra la separación catalana. ¡Cuán largo me lo fiáis¡ Pero lo más probable es que este haya llegado al convencimiento de que, dado el estado de la sensibilidad de la opinión pública, apostar por el cambio contra la corrupción excluye hacer causa contra Podemos y que ese asunto todavía no toca, si llega a tocar algún día. Es evidente que los demócratas, si denuncian a Podemos se exponen a quedar condenados a la casta perpetua, de la misma forma que quienes en el País Vasco o Cataluña denuncian, es decir se enfrentan, al separatismo, corren el peligro de ser condenados a ser fachas a perpetuidad. Pero no es menos cierto que la legitimación democrática y hasta patriótica, como dice Rivera, de Podemos le quita a estos muchos problemas y sobre todo razones para no votarlos. Estamos en uno de esos puntos críticos en los que los principios democráticos pueden entrar en conflicto con las conveniencias tácticas, o incluso los cálculos másbien intencionados. Como la comprensión que hay en muchos dirigentes y bases del PSOE sobre la democracia está más lastrada de lo que sería de desear, si los comparamos por ejemplo con el nivel medio de la izquierda europea, no es extraño que no por ese lado no se vea el problema en su gravedad. Pero en el caso de Rivera es de esperar que su propia experiencia le sirva de maestro y que si en Cataluña sería bueno un cordón sanitario contra el separatismo, no sería malo explicarle a la población que quienes no den garantías democráticas y de no cargarse un sistema democrático debieran ser merecedores, ellos y sólo ellos, de sufrir esa cautela, por muy simpáticos que parezcan.

viernes, 5 de junio de 2015

EL MAGISTERIO DE LA SEÑORA CARMENA


Que la Sra. Carmena se declare ajena a Podemos, debe ser porque todavía a estos cachorros de la revolución les falta la formación debida que requiere un asunto tan serio. Vamos, que aún hay clases. No es que dicha Sra. sea una intelectual consumada ni una profesional de las fuentes marxistas, pero algo le queda del bachillerato, que, según se dice, eso es la cultura. Así lo demuestra cuando reivindica su política “habitacional” recurriendo a la venerable doctrina marxista de que en los bienes hay que atenerse a su “valor de uso” y no a su “valor de cambio”. Que no otro es el Sancta Santorum del socialismo fetén. Pues el socialismo que se precie no sería otra cosa que erradicar de las relaciones sociales el valor de cambio y devolverle a los bienes su exclusivo valor de uso. Ya lo decía Marx “de a cada uno según su trabajo, a cada uno según sus necesidades”. Vamos, erradicar de paso el beneficio y la especulación y todo motivo de los egoísmo y vicios humanos. Seguramente que esto no tiene por qué significar la vuelta al trueque, que si es complicado hacerlo en una sociedad de cuarenta millones como la nuestra, más lo tiene que ser aplicarlo al orbe mundial de no sé cuantos miles de millones. Tampoco sería lo más acertado a estas alturas la receta de las Comunas y Falansterios socialanarquistas del XIX consistente en tener almacenes donde se dejaba la producción para que luego cada uno cogiese lo que le apeteciese o necesitase. Seguramente llenaríamos todo de almacenes vacíos. Así que lo mejor debe ser lo más ortodoxo y de sentido común, que el Estado distribuya los bienes y nos atienda según nuestras necesidades verdaderas, que para eso ha de saber lo suficiente. A la vez nos ayudaría a probar el ascetismo y la mística, que tanto hedonismo consumista no trae más que discordia y stress. Aunque claro sin hacer de momento propaganda de estas soluciones, pues muchos se asustan y entre los seguidores impera más el instinto anarcoide que el que lleva a la ortodoxia comunista. Dejando esto aparte, la Sra Carmena debe pensar, con cierta razón, que los más ilustres dirigentes y pensadores podemitas desconocen estos elementales fundamentos científicos que rigen la humanidad y no aprecian el marxismo en su esencia, es decir como sólida y acrisolada ciencia económica. Por las trazas el marxismo de estos se reduce a la versión del “materialismo histórico” que ofrece Juego de Tronos. Algo así como el arte de aprovecharse de la lucha de clases. Por eso la alcaldía no sólo puede ser la ocasión para hacer de Madrid una gran corrala permanente y para convertir a los madrileños en los recios hidalgos de los tiempos del Buscón, sino también para educar en los fundamentos científicos de la ortodoxia a los más concienciados, sin lo que los grandes sueños y estrategias se quedan luego en burbujas de guateque. Que la LOGSE ha tenido y tiene la virtud de liberar a todos del penoso oficio de tener que aprender algo, pero eso tiene algún inconveniente. Vendría bien, es una modesta sugerencia, empezar por sólidos y sencillos manuales como “Trabajo, asalariado y Capital”, “Salario, precio y ganancia”, “Del socialismo utópico al socialismo científico” (esta de Engels)...e incluso para los más preparados el “Anti Duhring” de Engels.sin caer eso sí en la tentación de otros como “El libro rojo” Mao que resulta enigmático de tan simple y se puede colar algo de Confucio. Y todo en la utopía de atreverse algún día con el El Capital, para poderse morir en paz y con la sabiduría consumada.
Por lo que se refiere a que cada país tiene derecho a establecer el territorio con el que quiere, no la veo tan profético-visionaria como para pensar que se está refiriendo al derecho de por ejemplo de Cataluña de ampliarse hacia el País Valenciá, les Illes, o incluso si alguna vez se tercia al Roselló y la Cerdanya. Que ni imaginación, ni formación debe sobrarle en lo que a la “cuestión territorial” se refiere. Debe pensar más bien en las recetas que empezó a elaborar el PSUC bajo capa de “Eurocomunismo” y que no eran más que poner a la izquierda al servicio de la burguesía nacionalista catalana. Eso es lo que quedó incluso en los  izquierdosos más alejados de la política activa.Eso y la "ultraliberal" doctrina leninista stalinista del derecho a la autodeterminación de los pueblos, que con tanto celo aplicaron en la URSS. No extraña que a continuación de otorgar tanto derecho Carmena invoque el federalismo como el fetiche que a todos, incluso a los díscolos, dejará estupefactos y complacidos.

lunes, 1 de junio de 2015

PITADAS HERMANADORAS


Si una ofensa adquiere su condición de tal en función de que quienes deben sentirse ofendidos objetivamente se sientan así subjetivamente, podría estar en duda si la pitada ya consabida alcanza esta categoría. Entre los presuntamente ofendidos, objeto privilegiado del escarnio, abundarán sin duda sensibilidades muy diferentes. Los ofendidos en su sentir, y no necesariamente los que de hecho lo son, presumen que la ofensa se padece como tal por todos los que son de su condición, en este caso españoles y ciudadanos españoles, pero es una presunción piadosa. Como podría haber dicho el Gallo, pero en este caso no de los filósofos, “hay pueblos pa tó”. En nuestro caso es de presumir que una cuarta parte no sólo no se sentirá ofendida sino que la compartirá y disfrutará en sus adentros y en sus afueras sin rubor ni remordimiento, a mucha honra seguramente. Otra cuarta parte o quizás un poco más, para ser benévolos y entre los que me incluyo, se sentirá profundamente ofendida y a ello añadirá la indignación de que se haya permitido lo tan pre-pitadoSeguramente que la mitad, el grueso de la campana de Gauss, se habrá divertido inocentemente. Entre estos, los unos porque creen que vale para el caso eso de “no ofende quien quiere sino quien puede”, otros porque piensan que con las banderas se nos quiere distraer de lo que “verdaderamente importa”, que casi nunca se sabe lo que es, por cierto. También abundarán quienes se han divertido igual que lo hacen los niños, al comprobar como se cumple lo que todos esperan. Desde luego si su Majestad se hubiera largado nada empeoraría en lo que al estado político de las cosas se refiere, dado el punto que estamos, y algunos nos habríamos alegrado, por eso tan anacrónico de la honra, y además por el gusto de comprobar que lo de Majestad no es sólo una etiqueta protocolaria. Pero a efectos prácticos lo interesante es si tales exhibiciones de poder y descaro van a aumentar el campo de los ofendidos o de los resignados. Y no se olvide que el poder se consagra cuando, por la vía de los hechos, demuestra que está en su mano proceder haciendo lo que le da la realísima gana, o republicanísima que es lo mismo. Por lo que a “las medidas a tomar” podrían ser muchas y variadas. Lo que se me ocurre no es muy original, pero se trata de ser constructivo. No sería tal si se pitara a los himnos vaso y catalán cuando hicieran acto de presencia en cada estadio el Barça o el Athletic. Aunque se hiciera con la noble intención de que sus aficiones separatistas profundizaran en el concepto de la libertad de expresión. Si probablemente no iba entenderse la gracia y la ofensa clamaría al cielo, al menos se ayudaría a que algunos incautos puedan explicar el cabreo antiespañol por motivos objetivos. Pero seguramente ni los más fervorosos hinchas “españolistas” soportarían la vergüenza de comportarse como desalmados y nadie los debe tentar para ello. Así que para no transgredir los buenos modos diplomáticos podría extenderse una invitación formal a que se separen de las competiciones españolas, organicen sus federaciones y ligas y hasta sus selecciones en las competiciones internacionales. Bien explicado, para que no se tenga por desaire y represalia lo que no debiera ser sino una ayuda para que den el paso al que no se atreven, tal vez por vergüenza y escasa imaginación, pero que tan en el fondo de su corazón desean. ¿Cual no será su alegría de verse libres de tener que participar en competiciones tan odiosas y opresivas? Pues, por lo que la pitada da entender, es que el Barça y el Athletic no son clubs sino reos de galera condenados a eterno oprobio. Sin duda que la invitación y consejo, que no imposición, podría provocar polémicas y discordias entre las élites políticas separatistas y los clubs . Los primeros se pirrarían por apadrinar a sus selecciones “nacionales” en las competiciones mundiales, y los clubs, que no tienen la fe que debieran en las excelencias de las ligas y competiciones circunscritas al amado terruño, seguramente se resistirían a convencerse de que no hay mejor competición que entre los vecinos, las collas y las cuadrillas, que todos nos conocemos y estamos a tiro de piedra. Con hazañas como esta ya la gente del fútbol puede presumir de que lo suyo es “algo más que fútbol”, y no mera válvula de escape de los malos humores cotidianos. ¿Qué otra mejor punta de lanza de las grandes empresas que animan a los pueblos a rumiarse sus entrañas?. Pues nada, me parece que pese a tanta humillación todos a la vez, ofendidos y resarcidos, que no se sabe quienes son unos y otros, olvidada esta canita al aire, prepararán la campaña que viene, ficharán estrellas promisorias, entonarán cánticos de guerra y esperanza y llenarán los pulmones para ver si vuelve a sonar la flauta por casualidad, e incautos como el que suscribe, por muy modesto que sea, tratan de cantar tamañas hazañas. ¿Y si resulta que viene la independencia y todo se arregla y deshermanados como estamos nos hacemos buenos hermanos, como predica por ejemplo el Sr. Jonqueras, y no pasamos más por estos tragos? Tal sería el prodigio del deshermanador que tan bien nos va hermanar deshermanándonos.