lunes, 8 de junio de 2015

LAS PARADOJAS DE LOS CORDONES SANITARIOS.


Mientras F. Gonzalez aterriza en Caracas, Sanchez entrega el poder local a los podemitas y se apresta a hacer de felpudo de P. Iglesias en las generales. ¿Es qué los podemitas no son chavistas?, ¿acaso, aunque lo fueran, es más urgente quitarse del medio al PP?. Supongamos que, con la mejor intención, los estrategas socialistas piensan que, de no enfrentarse al PP, aun teniendo que aupar a Podemos, el PSOE caería en la hecatombe, mientras que, si sobrevive, aun a costa de que Podemos cobre fuerza, podrá domesticarse a este. Es posible que también crea sinceramente que aunque Podemos tenga una identidad “populista”, eufemismo de totalitarismo, si quiere significarse algo con esta, las condiciones de Europa y España así como la vocación democrática de los españoles harían imposible tal horizonte. Ante ello habría que decir eso de que quien siembra vientos recoge tempestades y que sólo los aprendices de brujo pueden esperar controlar las dinámicas destructivas una vez que estas se desencadenan. Pero por encima de todo puede pesar la idea de que para la ciudadanía lo que está en juego es el combate contra la corrupción y que su base social no comprendería la crítica contra el chavismo de Podemos una vez que estos han conseguido hacerse con la bandera contra la corrupción y la desigualdad. Tal prevención tiene su razón de ser, y sólo confirma la inmensa victoria estratégica de los podemitas, muy por encima de las ventajas y posiciones de poder que haya obtenido: convertir la alternativa “corrupción o cambio” en el tema estrella de la vida política, y que se diluya tanto la imagen de su particular corrupción, como sobre todo, y es lo importante, de sus veleidades totalitarias. Tal logro es muy meritorio desde el momento que no se tiene que dilucidar un debate ideologista sobre lo que significa el leninismo o el troskismo o el populismo, sólo al alcance de los iniciados , sino que se ha de capear algo tan a la vista cómo lo que sucede en Venezuela y Cuba o incluso Argentina y cómo se las gastan sus compadres. El asunto llega al absurdo de que Carmona dice que Carmena no es Podemos y que en todo caso lo que importa es el "progreso". Pero también la profundidad del mal lo demuestra que Cs rechace la posibilidad de hacer “un cordón sanitario” con nadie, incluso Podemos. Tal vez en este caso, por eso de que hay que suponerle a Rivera más visión de Estado que a los líderes del PP y del PSOE, espere que Podemos también colabore contra la separación catalana. ¡Cuán largo me lo fiáis¡ Pero lo más probable es que este haya llegado al convencimiento de que, dado el estado de la sensibilidad de la opinión pública, apostar por el cambio contra la corrupción excluye hacer causa contra Podemos y que ese asunto todavía no toca, si llega a tocar algún día. Es evidente que los demócratas, si denuncian a Podemos se exponen a quedar condenados a la casta perpetua, de la misma forma que quienes en el País Vasco o Cataluña denuncian, es decir se enfrentan, al separatismo, corren el peligro de ser condenados a ser fachas a perpetuidad. Pero no es menos cierto que la legitimación democrática y hasta patriótica, como dice Rivera, de Podemos le quita a estos muchos problemas y sobre todo razones para no votarlos. Estamos en uno de esos puntos críticos en los que los principios democráticos pueden entrar en conflicto con las conveniencias tácticas, o incluso los cálculos másbien intencionados. Como la comprensión que hay en muchos dirigentes y bases del PSOE sobre la democracia está más lastrada de lo que sería de desear, si los comparamos por ejemplo con el nivel medio de la izquierda europea, no es extraño que no por ese lado no se vea el problema en su gravedad. Pero en el caso de Rivera es de esperar que su propia experiencia le sirva de maestro y que si en Cataluña sería bueno un cordón sanitario contra el separatismo, no sería malo explicarle a la población que quienes no den garantías democráticas y de no cargarse un sistema democrático debieran ser merecedores, ellos y sólo ellos, de sufrir esa cautela, por muy simpáticos que parezcan.

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