lunes, 1 de junio de 2015

PITADAS HERMANADORAS


Si una ofensa adquiere su condición de tal en función de que quienes deben sentirse ofendidos objetivamente se sientan así subjetivamente, podría estar en duda si la pitada ya consabida alcanza esta categoría. Entre los presuntamente ofendidos, objeto privilegiado del escarnio, abundarán sin duda sensibilidades muy diferentes. Los ofendidos en su sentir, y no necesariamente los que de hecho lo son, presumen que la ofensa se padece como tal por todos los que son de su condición, en este caso españoles y ciudadanos españoles, pero es una presunción piadosa. Como podría haber dicho el Gallo, pero en este caso no de los filósofos, “hay pueblos pa tó”. En nuestro caso es de presumir que una cuarta parte no sólo no se sentirá ofendida sino que la compartirá y disfrutará en sus adentros y en sus afueras sin rubor ni remordimiento, a mucha honra seguramente. Otra cuarta parte o quizás un poco más, para ser benévolos y entre los que me incluyo, se sentirá profundamente ofendida y a ello añadirá la indignación de que se haya permitido lo tan pre-pitadoSeguramente que la mitad, el grueso de la campana de Gauss, se habrá divertido inocentemente. Entre estos, los unos porque creen que vale para el caso eso de “no ofende quien quiere sino quien puede”, otros porque piensan que con las banderas se nos quiere distraer de lo que “verdaderamente importa”, que casi nunca se sabe lo que es, por cierto. También abundarán quienes se han divertido igual que lo hacen los niños, al comprobar como se cumple lo que todos esperan. Desde luego si su Majestad se hubiera largado nada empeoraría en lo que al estado político de las cosas se refiere, dado el punto que estamos, y algunos nos habríamos alegrado, por eso tan anacrónico de la honra, y además por el gusto de comprobar que lo de Majestad no es sólo una etiqueta protocolaria. Pero a efectos prácticos lo interesante es si tales exhibiciones de poder y descaro van a aumentar el campo de los ofendidos o de los resignados. Y no se olvide que el poder se consagra cuando, por la vía de los hechos, demuestra que está en su mano proceder haciendo lo que le da la realísima gana, o republicanísima que es lo mismo. Por lo que a “las medidas a tomar” podrían ser muchas y variadas. Lo que se me ocurre no es muy original, pero se trata de ser constructivo. No sería tal si se pitara a los himnos vaso y catalán cuando hicieran acto de presencia en cada estadio el Barça o el Athletic. Aunque se hiciera con la noble intención de que sus aficiones separatistas profundizaran en el concepto de la libertad de expresión. Si probablemente no iba entenderse la gracia y la ofensa clamaría al cielo, al menos se ayudaría a que algunos incautos puedan explicar el cabreo antiespañol por motivos objetivos. Pero seguramente ni los más fervorosos hinchas “españolistas” soportarían la vergüenza de comportarse como desalmados y nadie los debe tentar para ello. Así que para no transgredir los buenos modos diplomáticos podría extenderse una invitación formal a que se separen de las competiciones españolas, organicen sus federaciones y ligas y hasta sus selecciones en las competiciones internacionales. Bien explicado, para que no se tenga por desaire y represalia lo que no debiera ser sino una ayuda para que den el paso al que no se atreven, tal vez por vergüenza y escasa imaginación, pero que tan en el fondo de su corazón desean. ¿Cual no será su alegría de verse libres de tener que participar en competiciones tan odiosas y opresivas? Pues, por lo que la pitada da entender, es que el Barça y el Athletic no son clubs sino reos de galera condenados a eterno oprobio. Sin duda que la invitación y consejo, que no imposición, podría provocar polémicas y discordias entre las élites políticas separatistas y los clubs . Los primeros se pirrarían por apadrinar a sus selecciones “nacionales” en las competiciones mundiales, y los clubs, que no tienen la fe que debieran en las excelencias de las ligas y competiciones circunscritas al amado terruño, seguramente se resistirían a convencerse de que no hay mejor competición que entre los vecinos, las collas y las cuadrillas, que todos nos conocemos y estamos a tiro de piedra. Con hazañas como esta ya la gente del fútbol puede presumir de que lo suyo es “algo más que fútbol”, y no mera válvula de escape de los malos humores cotidianos. ¿Qué otra mejor punta de lanza de las grandes empresas que animan a los pueblos a rumiarse sus entrañas?. Pues nada, me parece que pese a tanta humillación todos a la vez, ofendidos y resarcidos, que no se sabe quienes son unos y otros, olvidada esta canita al aire, prepararán la campaña que viene, ficharán estrellas promisorias, entonarán cánticos de guerra y esperanza y llenarán los pulmones para ver si vuelve a sonar la flauta por casualidad, e incautos como el que suscribe, por muy modesto que sea, tratan de cantar tamañas hazañas. ¿Y si resulta que viene la independencia y todo se arregla y deshermanados como estamos nos hacemos buenos hermanos, como predica por ejemplo el Sr. Jonqueras, y no pasamos más por estos tragos? Tal sería el prodigio del deshermanador que tan bien nos va hermanar deshermanándonos.

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