domingo, 14 de junio de 2015

¿SÓLO "DEBIDO A LA CRISIS"?


“Felipe González prestó un enorme servicio a España contribuyendo a la modernización del socialismo español, que, antes de él y su equipo, estaba todavía impregnado de marxismo, de “constructivismo” económico y no había asumido resueltamente la cultura democrática. Curiosamente, su adversario de siempre, José María Aznar, hizo algo parecido con la derecha española, a la que impulsó a democratizarse y a modernizarse. Gracias a esa convergencia de ambas fuerzas hacia el centro, España, a una velocidad que nadie hubiera imaginado, pasó, de una dictadura anacrónica, a ser una democracia moderna y funcional y un país cuya prosperidad, no hace muchos años, el mundo entero veía con asombro. Conviene recordarlo ahora cuando, debido a la crisis, ha cundido ese parricidio cívico que pretende achacar todo lo que anda mal en el país a aquella transición gracias a la cual España se salvó de vivir el horror que está viviendo Venezuela”. (VARGAS LLOSA. "Felipe Gonzalez en Venezuela". EL PAÍS)
Me permito un breve comentario sobre esta conclusión del excelente artículo del maestro, desde la perspectiva de que la historia no es sólo lo pasado, sino el nicho del presente cara al futuro. Dice:“debido a la crisis”, ( comprendida la corrupción partitocrática, supongo). Es cierto pero no sólo. Es difícil entender el trayecto último sólo por reacción a la crisis. El problema es que la transición no ha extirpado las raíces del cainismo, agazapado entre tanto. La crisis ha sido la ocasión para que despertara abiertamente. Una de las desgracias “colaterales” de la victoria franquista fue que evitó que el pueblo español hiciera experiencia de su utopismo casi congénito. No se sabe lo que hubiera pasado, es decir si nos hubiéramos librado del mismo y nos hubiéramos aceptado como sociedad plural, pero el hecho es que el aguijón sigue clavado. Ahora está encontrando la ocasión, aunque esperemos que en situación menos dramática que entonces. F. Gonzalez modernizó el discurso socialista pero sin afectar a los sentimientos profundos de la izquierda. Esta aceptó la transición y la evolución de la sociedad racionalmente pero no emotivamente, ha seguido soñando con el Paraíso y el ajuste de cuentas. Aznar irritó insensatamente a la población, volcándola hacia la izquierda y al revanchismo, con su postura sobre Irak. Ahora se ha destapado la trama capitalamigista en que se convirtió su partido como plataforma de poder y que tanto ayudó a promover. Zapatero no hizo más que desprenderse de la vergüenza, que todavía cohibía a las élites socialistas, y rentabilizar, esa fue su “visión histórica”. Seguramente que los pueblos hispanoamericanos comparten estas pulsiones profundas, al menos en parte. Nuestra historia es mucho más común de lo que somos conscientes, como bien nos enseña el maestro Vargas Llosa.

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