Que la Sra. Carmena se declare ajena a
Podemos, debe ser porque todavía a estos cachorros de la revolución
les falta la formación debida que requiere un asunto tan serio.
Vamos, que aún hay clases. No es que dicha Sra. sea una intelectual
consumada ni una profesional de las fuentes marxistas, pero algo le
queda del bachillerato, que, según se dice, eso es la cultura. Así
lo demuestra cuando reivindica su política “habitacional”
recurriendo a la venerable doctrina marxista de que en los bienes hay
que atenerse a su “valor de uso” y no a su “valor de cambio”.
Que no otro es el Sancta Santorum del socialismo fetén. Pues el
socialismo que se precie no sería otra cosa que erradicar de las
relaciones sociales el valor de cambio y devolverle a los bienes su
exclusivo valor de uso. Ya lo decía Marx “de a cada uno según su
trabajo, a cada uno según sus necesidades”. Vamos, erradicar de
paso el beneficio y la especulación y todo motivo de los egoísmo y
vicios humanos. Seguramente que esto no tiene por qué significar la
vuelta al trueque, que si es complicado hacerlo en una sociedad de
cuarenta millones como la nuestra, más lo tiene que ser aplicarlo al
orbe mundial de no sé cuantos miles de millones. Tampoco sería lo
más acertado a estas alturas la receta de las Comunas y Falansterios
socialanarquistas del XIX consistente en tener almacenes donde se
dejaba la producción para que luego cada uno cogiese lo que le
apeteciese o necesitase. Seguramente llenaríamos todo de almacenes
vacíos. Así que lo mejor debe ser lo más ortodoxo y de sentido
común, que el Estado distribuya los bienes y nos atienda según
nuestras necesidades verdaderas, que para eso ha de saber lo
suficiente. A la vez nos ayudaría a probar el ascetismo y la
mística, que tanto hedonismo consumista no trae más que discordia y
stress. Aunque claro sin hacer de momento propaganda de estas
soluciones, pues muchos se asustan y entre los seguidores impera más
el instinto anarcoide que el que lleva a la ortodoxia comunista.
Dejando esto aparte, la Sra Carmena debe pensar, con cierta razón,
que los más ilustres dirigentes y pensadores podemitas desconocen
estos elementales fundamentos científicos que rigen la humanidad y
no aprecian el marxismo en su esencia, es decir como sólida y
acrisolada ciencia económica. Por las trazas el marxismo de estos se
reduce a la versión del “materialismo histórico” que ofrece
Juego de Tronos. Algo así como el arte de aprovecharse de la lucha
de clases. Por eso la alcaldía no sólo puede ser la ocasión para
hacer de Madrid una gran corrala permanente y para convertir a los
madrileños en los recios hidalgos de los tiempos del Buscón, sino
también para educar en los fundamentos científicos de la ortodoxia
a los más concienciados, sin lo que los grandes sueños y
estrategias se quedan luego en burbujas de guateque. Que la LOGSE
ha tenido y tiene la virtud de liberar a todos del penoso oficio de
tener que aprender algo, pero eso tiene algún inconveniente. Vendría
bien, es una modesta sugerencia, empezar por sólidos y sencillos
manuales como “Trabajo, asalariado y Capital”, “Salario, precio
y ganancia”, “Del socialismo utópico al socialismo científico”
(esta de Engels)...e incluso para los más preparados el “Anti
Duhring” de Engels.sin caer eso sí en la tentación de otros como
“El libro rojo” Mao que resulta enigmático de tan simple y se
puede colar algo de Confucio. Y todo en la utopía de atreverse algún
día con el El Capital, para poderse morir en paz y con la sabiduría
consumada.
Por lo que se refiere a que cada país
tiene derecho a establecer el territorio con el que quiere, no la veo
tan profético-visionaria como para pensar que se está refiriendo al
derecho de por ejemplo de Cataluña de ampliarse hacia el País
Valenciá, les Illes, o incluso si alguna vez se tercia al Roselló
y la Cerdanya. Que ni imaginación, ni formación debe sobrarle en lo
que a la “cuestión territorial” se refiere. Debe pensar más
bien en las recetas que empezó a elaborar el PSUC bajo capa de
“Eurocomunismo” y que no eran más que poner a la izquierda al
servicio de la burguesía nacionalista catalana. Eso es lo que quedó
incluso en los izquierdosos más alejados de la política activa.Eso
y la "ultraliberal" doctrina leninista stalinista del derecho a la
autodeterminación de los pueblos, que con tanto celo aplicaron en la
URSS. No extraña que a continuación de otorgar tanto derecho
Carmena invoque el federalismo como el fetiche que a todos, incluso a los
díscolos, dejará estupefactos y complacidos.
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