jueves, 28 de junio de 2018

¿"VELETA" SANCHEZ?


La imputación de “veleta” es bastante común por parte de la derecha, cualquiera que sea el adversario político, sea de derechas, centros, izquierdas o de las propias filas. Indica que no se cree que en política se pueda ir de verdad en serio y de que haya posibilidades de que se ponga el peligro el statu quo. Rige en esos pagos más el principio de comodidad que el dilema eterno entre el principio de placer y de realidad. Para estos el fanatismo y el dogmatismo parecen poses que novan más allá del afán de ganar televidencia. Así se explica que Rajoy prefiriera el gobierno real de Pedro Sanchez al posible de Rivera. A ambos se les considera “veletas”, sin distinguir la sustancia del accidente. El primero "sólo" amenazaría el statu quo de boquilla y el segundo pondría en jaque la hegemonía y hasta la existencia del PP. Así  las sabrosas poses de Sanchez hacen creer que por ese lado no hay más que inconsistencia y ganas de calentar la poltrona gubernamental.

En realidad el veleta es lo común en las sociedades políticamente estables, casi el guión no escrito. ¿Estamos en tal tipo de sociedad? Ahora Sanchez con el poder en mano se ha lanzado a “tumba abierta”, como si el programa ideal de ZP no admitiera dilación. ¿Actúa como un veleta o como un fanático resentido? ¿o simplemente como un showman? Abundan desde luego quienes se consuelan que es esto último. Para quienes no nos consuela solo cabe pensar que tanta premura puede deberse a la ebriedad natural que producen las alturas del poder tan afanado, a la audacia napoleónica o a tener que cumplir compromisos inconfesables con sus benefactores. 

¿Pero no es más probable que sea por gusto?

En una situación tan enrevesada como la actual los cálculos definitivos son malos consejeros, sobre todo cuando vienen más del corazón que de la cabeza. Por eso creo que por mucho que calcule Sanchez se está dejando llevar por lo que le pide el cuerpo y que los compromisos inconfesables son una excusa para darse el gustazo, que su cuerpo ha estado mucho tiempo reprimido. 

Cuando se encuentre con Torra se topará con la realidad y tendrá que decidir, en caso de que, como es presumible, Torra le suelte que “autodeterminación o nada”, si se da el placer de sacrificar el Estado de derecho y la soberanía nacional o se resigna a transigir con un país tan “indigno”, como a sus ojos debe ser España. Tendrá que evaluar cuan soportable es la contradicción de no dialogar sobre la autodeterminación, una vez que ha hecho de fe de diálogo sin limites ni condiciones, y por supuesto de que la culpa la tienen quienes en estos seis años se han obstinado en "no dialogar".

Pero en cuanto al fondo, ¿se puede dudar de verdad de lo que QUIERE Sanchez? Parece que el éxito de su golpe de mano le ha debido ratificar en su convencimiento de que está destinado a la gloria y que la historia premia a los audaces. El único problema es de qué manera, para lo que depende de que Torra le dé la solución, o al menos le deje tiempo para pensarla.

sábado, 9 de junio de 2018

REFUNDAR EL PROCÉS.


Se han apretado las filas socialistas para recuperar el bipartidismo y con ello la hegemonía política e ideológica. Más que un gobierno de circunstancias para ir tirando parece un gobierno decidido a que la población le agradezca que le libre de la pesadilla del Procés. El socialismo va a jugar fuerte la baza de la “normalización”, tal como se ha dado prisa en proclamar.

La política española en toda la democracia ha tenido por vértice la alianza estratégica entre el socialismo y los nacionalistas. De ello depende el predominio del PSOE. Este cinturón de hierro se resquebraja por los excesos del Procés y el desgaste de materiales, es decir la deslealtad permanente nacionalista sin corrección alguna.

Desde la perspectiva socialista no hay otro remedio que refundar el statu quo de la alianza con los nacionalistas con pasos concretos y un proyecto lo más definido posible. El golpe de mano que ha aupado a Sanchez significa que o bien cuenta con la aquiescencia del conglomerado nacionalista para refundar el statu quo o bien cree que de esta forma puede conseguir tal conformidad. De esta forma pide una tregua bien para negociar ya o para preparar negociaciones. En el fondo es lo de menos. Todo depende de que los nacionalistas se avengan a la refundación de modo que esta sea viable.

Más allá del beneficio publicitario, la presencia de Borrell y Margarita Robles marca la línea roja: ni República, ni independencia, ni derecho a decidir por concesión legal, lo que por otra parte sería imposible. Es una línea roja obvia pero que es oportuno recordar porque los separatistas viven en la creencia de que todo es posible sin necesidad de verdadero sacrificio. No dudo que los socialistas en ejercicio, incluido Borrell, tragarán cualquier solución que no parezca la independencia ni la oficialice.

Pero hasta esta línea roja todo es posible, por ejemplo la autosuficiencia estatuaria que ha propuesto el Círculo de empresarios y que convertiría a Cataluña en una especie de Estado Libre Asociado. Los esfuerzos de la Sra. Batet tienen que dirigirse a convencer que algo como esto es viable pero sobre todo a que se puede confiar en el PSOE después de las próximas elecciones. El control de los tiempos, las proclamas, los secretos y los silencios depende de ello. También la supervivencia del PSOE, un partido que no puede sobrevivir sin ser hegemónico.

Ahora la pelota está en el tejado de los separatistas. Lo de siempre: Realidad o Utopía. Si devuelven la pelota empezará la partida de verdad. Si no le dejan opción al PSOE y siguen con la política de tierra quemada será difícil que el PSOE encuentre alguna rendija.

viernes, 1 de junio de 2018

LA FE PÓSTUMA DE RAJOY


Es claro que la cohesión y la moral interna del PP descansa en el convencimiento de que sólo ellos garantizan la continuidad de España en cuanto que comunidad política. Sin duda esto es discutible pero chirria la ligereza con la que se toma el peligro de desaparición de nuestra comunidad política. Por ejemplo la Sra. Cospedal, su única dirigente digna de tal nombre, reduce el trance en que se encuentra España a una cuestión de estabilidad. De esta forma el descabalgamiento del PP llevaría a España a la “inestabilidad”. Creo que así puede estar Italia, para quien es lo suyo estar en permanente inestabilidad, pero aquí la inestabilidad permanente puede resultar mortífera y trágica. No son de pacotilla las tendencias destructivas pero más poderosas las que se lo toman como una cuestión menor o una simple superchería de la derecha.

La gestión que ha hecho Rajoy del final de su agonía revela que nunca ha creído que nuestra comunidad política estuviese amenazada en serio. Pero no porque se esté dispuesto a hacer frente a sus enemigos con todas sus consecuencias, sino porque sería imposible metafísicamente, no cabe en el orden racional, o providencial según se vea, del universo. Desde esta perspectiva de tan aparente “sentido común”, -supongo que G.E. Moore será la lectura de cabecera de Rajoy- por muy bravas que sean las aguas desbordadas necesariamente han de volver a su cauce. La esencia del marianismo se resume en el pasmo en el que le sumió la “traición” del PNV. Da la impresión de que su infructuoso afán de convertir en amigos y caballeros a quienes lo cifran todo en hacerlo el enemigo público numero le mueve más a la melancolía y la resignación mancillada que a revisar el propio chip. El estacazo de sus socios leales es el desenlace de una novela de sinsabores y “malentendidos” donde los malos no se han comportado como debía hacerlo toda persona y fuerza de bien.

Rajoy entiende la política desde su peculiar personalidad, cuando lo normal es amoldar esta a la forma de entender la política. Pero haciendo abstracción de ello, que es mucho hacer, la lógica por la que Rajoy ha preferido un Gobierno potencialmente suicida, para España, a la de forzar elecciones, o intentarlo, da al traste con cualquier intento de identificar el interés del PP y el interés general de la nación. Se ha optado por la improbable salvación del Partido antes que por una vía de esperanza para invertir este proceso. Descartado convocar elecciones generales por mal augurio para el Partido, mejor soñar que la resurrección está al borde de la esquina si Sanchez se estampa al ponerse a gobernar. Lo único preocupante es la intromisión de Rivera, que debería pagar su osadía tal como quiere todo el conjunto del espectro político.

Pero esto es un juego de niños, una batallita ajena a lo que está en juego. Rajoy ha entregado todas las cartas al engendro rupturista, como si estos fueron ineptos e imbéciles y no fueran más que a darse a las bravuconadas para que el electorado de derecha de toda la vida renueve contrito y alarmado su adhesión. Veremos si es así.Todo depende de como los socios del milagrero Sanchez acierten a modelarlo, de como Frankenstein se remodele a sí mismo. Si se conforman con darle margen para coger aire, a cambio de gestos simbólicos, y citarse en las elecciones adornado con todo tipo de beneficios y prebendas “sociales”, y alardes guerra civilistas, o si le requieren a que concrete ya la confederalización de España. Como Rajoy está convencido de que sólo el sabe manejar los tiempos, debe ester convencido que sus enemigos andarán a palos de ciego entre ellos, sin parar mientes que en política nada une más que el odio una vez que el objeto del odio común está bien perfilado. También el odio, para prosperar, requiere prudencia y alardes empáticos.