sábado, 11 de enero de 2020

SOBRE LA EXPIACIÓN AUTONOMISTA DE ESQUERRA. A propósito de algunos diagnósticos de García Dominguez.



" Tan seguro es el inmediato fraccionamiento definitivo de España que yo puedo sacar del baúl de la Piquer estos tres párrafos cada principio de año sin que nadie repare en que se trata de los mismos que firmé doce meses atrás. Y es que, hace hoy justo doce meses, España estaba dando ya los últimos suspiros previos a su fatal extinción"( Este año se acabará España. Libertad digital .Jose García Dominguez 2020-1-1.)

"Ya que el gran sueño estratégico del pujolismo, la colonización de las almas alógenas encomendada durante las últimas cuatro décadas a los maestrillos y maestrillas de la Generalitat, no ha funcionado, el plan B apela ahora a colonizar los estómagos. La eventual independencia de Cataluña, que no constituye una quimera imposible, requeriría, sin embargo, de un apoyo interno que se aproximase a la categoría de lo abrumador. Algo que ni de lejos ocurre. Eso es lo que, al fin, ha entendido Junqueras." (El plan de Esquerra. Libertad digital. Jose García Dominguez 2020-1-3



A continuación algunas matizaciones y objeciones sobre estos pronunciamientos.

Sería agotador quedarse en la dialéctica sentimental y tópica entre Realidad o Apocalipsis para evaluar el peligro que sufre la continuidad de España, no en el momento inmediato sino en un futuro reconocible. García Dominguez amaga con tocar el tambor de los tópicos, pero apuesto a que si Bismarck levantara la cabeza no daría crédito a lo que le pasa al “enfermo más fuerte del mundo”.

Pero aun así la argumentación de García Dominguez. trata de ceñirse con la mayor objetividad a lo más comprensible del futuro del Procés. Porque de eso se trata: si se va a la consumación del Procés o a una especie de descanso histórico del mismo. Esto último sostiene García Dominguez sin que sea óbice para que fluctúe sin embargo entre dos conclusiones contrarias a las que se ve abocado, sin atreverse a definirse por ninguna de ellas.

Por una parte la que se deduce de que la independencia no está sobre la mesa sino sólo la renovación del autonomismo; por otra parte la de que con esa renovación el separatismo sigue la estrategia más plausible para lograr la independencia en la siguiente generación. Por lo primero la política de Sz sería impecable e incluso la más inteligente posible para frenar el separatismo; por lo segundo Junqueras mejoraría las posiciones del separatismo de forma tan apreciable que de llevarse a cabo el pacto con el socialismo en la forma que se prepara la independencia acabaría siendo inevitable. Sostener ambas o cualquiera de ellas por separado produce cierto vértigo intelectual.

Aparentemente la independencia depende de que una parte suficiente de los catalanes “españolistas” desistan de resistir o la apoyen sin más. Para Iceta bastarían diez años, mientras que el “prudente” (las entrecomillas son mías) Junqueras se prepararía para veinte años. Pero esta discrepancia sólo sirve de argumentario sobre la oportunidad y las circunstancias que han de concurrir para pactar el referéndum de autodeterminación. Para Iceta sólo tiene sentido una vez que haya garantías de una sólida mayoría favorable y para Junqueras es cuestión previa cualquiera que sea el momento oportuno para implementarlo.

Pero esto es un escenario estático. El fracaso del separatismo en imponer la independencia según el proceder infantil del que hizo gala no significa una situación de mayor debilidad ni menos aún un debilitamiento tal que obligue a formalizar un nuevo status quo autonomista. A costa de una mayor división interna, que en el fondo sólo encubre propósitos electoralistas, el separatismo ha adquirido una mayor fuerza política al conseguir un escenario europeo y español más favorable, muy favorable en el caso de España. No es fantasioso pensar que la clase política gobernante y dominante, es decir las izquierdas, está dispuesta a conceder tanto cuanto sea necesario salvo por el momento la independencia de iure. Y lo hará mientras sus apoyos sociales, sigan agarrotados por la indiferencia y la ceguera interesada.

Es cierto que la negociación apunta a un pacto que para el separatismo sólo puede ser de “preindependencia” y para el Estado conservar la fachada de la soberanía ante el exterior y la cara hacia el interior. Los elementos de ese pacto son evidentes: empieza por el reconocimiento de facto de Cataluña como sujeto político y ha de seguir con alguna fórmula de iure y con la implementación práctica de esa soberanía con Hacienda, Censo y Justicia completamente en sus manos.

Pero es mucho suponer que la intención de Junqueras sea atarse a un nuevo status quo con lealtad o por necesidad, a la espera de que con un mayor bienestar, presunto bienestar, los “charnegos” acabarán comprados. Por lo mismo que es dudoso que la actitud de la población “charnega” dependa de los frutos que resulten de la consolidación de este autonomismo renovado.

Hasta el momento la resistencia ha contado con la esperanza de que no estaban sólos y que el Estado “al final” acabará protegiéndolos. Porque no se puede soslayar la dimensión sentimental de la contienda. Al igual que el auge del separatismo no se entiende sin la excitación de los rescoldos de odio histórico contra España, la resistencia de los “charnegos” tiene poco que ver con el malestar económico, existente sin duda , y mucho con el hecho de que se sienten españoles. Un cambio en el reparto económico de tal magnitud que altere el actual status social y de bienestar así como las disposiciones sentimentales por sí sólo es tan inimaginable como que el separatismo “posibilista” se tome en serio esta estrategia.

Creo que todo es más sencillo. Entre este presunto posibilismo economicista/autonomista y la abierta guerra civil, el separatismo puede explorar vías intermedias a la luz de lo favorable de las circunstancias actuales. Los botines que consuman el tratamiento de sujeto político de facto y soberano in pectore,( la Hacienda, el censo y sobre todo la Justicia) no tienen porque quedarse en piezas del engranaje “superautonómico” (“construcción nación” en el argot), sino posiciones que pueden ser decisivas para saltar a la independencia en el momento oportuno. La estrategia de los socios del gobierno se parece más a la del cazador que hace acopio de munición, de la mejor posición y tiene a punto la jauría, a la espera de que salte la liebre, que la del invitado goloso que sólo piensa en compartir el banquete.

Porque el talón de Aquiles de la resistencia “charnega” son las circunstancias que llevan a la desmoralización y a la completa confusión y hasta el autoengaño.

En concreto ¿como va influir en esta población la evidencia de que el Estado no está por protegerlos? ¿qué influencia va a tener que sus representantes políticos mayoritarios, PSC y podemitas, depreciado al máximo Cs, preparen de hecho, sino la salida de España, al menos las condiciones que hacen posible esta salida, especialmente el referéndum autodeterminista?

En la otra orilla, toda la presión que ha de recibir por su parte Junqueras de los Puigdemonistas empuja a este a reclamar un referéndum de autodeterminación en la forma del derecho al referéndum “pleno” como parte esencial del acuerdo “generacional”. ¿Es esto compatible con un status quo generacional sostenido en la lealtad de las partes contratantes? Al fin y al cabo basta para que la independencia sea posible que, tal como ocurre, una mayoría de la población admite la legitimidad de un referendum en torno a la separación y que el Estado mantenga abierta la posibilidad a este reconocimiento mientras todo se va cociendo.

Porque Junqueras sabe en el fondo, o tendría que saberlo, que el socialismo y las izquierdas nunca estarán dispuestas a jugárselo todo contra el separatismo, pero sí que estarán dispuestas a hacerlo contra “las derechas”.

Por no comprender algo tan sencillo G. D. cree que las Esquerras andan en juegos retóricos, algo parecido a lo que pensaba nuestra clase política de la transición y durante el Arco Iris de la democracia, desde Suarez a Aznar pasando por F. Gonzalez, para la que no había separatismo sino cuentos retóricos en vistas a más pasta y privilegios. Por desgracia la resistencia “españolista” catalana aunque no se quiebre por “más pasta” puede hacerlo por desmoralización, desprotección y engaño. Y en esa estamos.

En cuanto a una posible crisis entre Cataluña y Andalucía, que pondría en peligro la alianza separatista socialista, dado que la renovación de los privilegios de la primera sería a costa de Andalucía, según expone García Dominguez en "El plan de Esquerra", recuerdo que toda la estrategia de izquierdas es derivar las discrepancias redistributivas a la culpabilidad del  "centralismo madrileño". Hasta ahora ha funcionado.


domingo, 5 de enero de 2020

LA ENCRUCIJADA SOCIALISTA


La encrucijada del PSOE: si gana se acabará avergonzando de haber combatido, en un pasado que se pretende “lejano”, a ETA y Batasuna, si pierde se tendrá que avergonzar de haber avalado a Bildu y el golpismo.

Creo que el impulso del PSOE depende de su capacidad de mantener vivo el fuego del odio visceral a la derecha que une a izquierda y separatistas. Me temo que una mayoría socialista está completamente podemizada y una minoría digamos que pastueña se refugia de la vergüenza en la vanidad de que el PSOE es tan fuerte que se basta para domesticar las peores fieras.

Creo que importa poco la psicología del Dr. y sus ambiciones personales. Como no importaba nada si Lenin, Castro, Hitler, Mao, Castro, Maduro..etc eran psicópatas. No es cierto que Dr. Sz. sólo tenga un proyecto personal de ocupar el poder. La derecha todavía vive en la ilusión providencialista de que el mal no puede ser tan malo y que si es malo de verdad acabará derrumbándose por sí solo. Es la ilusión complementaria de que hay mal porque hay individuos malos. Sobre esto importa la colectivización de la maldad,su conversión en fenómeno político.

Dr. Sz. ha fiado su destino a liderar el proyecto podemita. Estoy seguro que lo siente así en el alma y lo tiene claro, pero lo importante es que no puede desligarse de la dinámica que ha desencadenado. Del socio podemita fetén sólo le quita el sueño que sea más hábil que él, pero seguramente la reflexión poselectoral que lo puso entre la espada y la pared, entre el constitucionalismo o la liquidación de la Constitución, le convenció de que eso es imposible. Todo soberbio acaba convencido de que sus temores son infundados.

Por desgracia el temor a la catástrofe es lo que más une a los sectarios por lo menos hasta que la catástrofe no está consumada. Lo digo porque en la izquierda domina el espíritu de secta que todo lo tapa. Ya no importará eso de que el PSOE es lo más parecido de verdad a España, sólo contará que la única soberanía verdadera es el PSOE.

Por ser optimista el proyecto de “proceso constituyente” tiene algunos puntos débiles internamente. Por ejemplo a medio plazo el miedo de los imperios mediáticos a ser rechazados por la audiencia y el miedo de los poderes económicos que sostienen a estos de acabar en la picota. A más largo plazo el desencanto de la izquierda social si hay recortes o colapsan los servicios sociales, es decir si llegan a advertir que revolución no es prosperidad.¿Les importan a las izquierdas sociales lo que está de verdad en juego? ¿les importa algo lo de Cataluña y lo del PaísVasco que se avecina? Bueno pues “lo ha provocado la derecha y hay que resolverlo de alguna manera” Especialmente si se obtiene a cambio una España, o lo que sea, sin derechas.