El papa Francisco trata de recuperar el prestigio marchito de la Iglesia empezando por purificar a
ésta interiormente, especialmente la corrupción política y economica, pero la senda por la que ha de transitar es muy estrecha y
con pocas sombras y cubiertas. Lo que está en juego de forma perentoria es frenar la sangría de Iberoamérica en provecho
de las sectas protestantes y de los cachorros de la teología de la liberación y
del neomarxismo más chabacano que
populista al uso, y adquirir un mínimo
aura de respetabilidad y credibilidad ante las clases medias del primer mundo
católico. Francisco llama a salir de las parroquias y ser más la Iglesia de los
pobres que de los ricos, pero la política de la Iglesia sobre las costumbres
sociales, especialmente en materia de sexualidad, y en materia interna, contra
el matrimonio, de los sacerdotes o la ordenación de las mujeres, la puede
convertir a velocidad de vértigo en un fósil que se relame en la ilusión de un
destino imposible. El camino del compromiso social y de una justicia caritativa
requiere de planteamientos novedosos si se quiere distinguir de las ONG y de
las instituciones sociales, partidos, sindicatos e incluso movimientos sociales
espontáneos, planteamientos que es difícil entrever. La pretensión de ser una
voz profética contra la injusticia y los desvaríos del poder no es fácil de
sintonizar con el consuelo de las almas y con la aspiración de las clases
medias a la comodidad y a las menos aventuras posibles. Los suyos no están preparados
para volver a los tiempos de Diocleciano y aceptarían a los sumo los de San
Agustín. Al fin y al cabo este es el tiempo de la Iglesia actual, pero los
tiempos de Agustín de Hipona eran de adolescencia y los actuales son de lento
envejecimiento. Y además no hay ningún S. Agustin a la vista. Al margen de los cambios doctrinales o de las políticas
sociales, creo que la Iglesia tiene que comprender la laicidad más
profundamente. En concreto ha de distinguir entre lo que puede permitir la ley y lo que se puede pedir a la conciencia. En
casos notables la defensa de lo que es bueno se confunde con lo que debe
procurar la ley, que no es tanto lo bueno en sí sino lo conveniente socialmente
conforme a muchas circunstancias.
Comentarios políticos y sociales que espero no sean muy cargantes y ayuden a sobrellevar el desengaño. "La monstruosidad más portentosa es el estar el Engaño a la entrada del mundo y el Desengaño a la salida." (El Criticón. Baltasar Gracián).
viernes, 26 de julio de 2013
jueves, 25 de julio de 2013
SALIR DE LA AGONÍA
Contando con que su decadencia se
está haciendo irreversible y que esto puede arrastrar al bienestar y la
fortaleza de la ciudadanía, los grandes partidos podrían hacer un indudable
servicio de disolverse como estructuras partitocráticas y transformarse en
plataformas electorales, al modo del partido republicano o demócrata
norteamericano. La crisis ha puesto de manifiesto que no basta el cambio en los
equipos de dirección de los grandes partidos, ni siquiera una cierta depuración
profiláctica, se necesitan mecanismos que obliguen a los elegidos responder
ante sus electores y no sólo ante el pueblo en abstracto. El beneficio mayor no
sería tanto que esto redundara en una mejor selección de la clase política,
sino en que podría mejorar en gran medida la educación, o mejor autoeducación, política
de la población. Los electores estarían más motivados a pensar en términos de política
concreta, a precisar qué política concreta creen mejor para sus intereses o
para su idea del mundo, y sobre todo a pensar qué es lo mejor o menos malo en
términos prácticos.
¿Pero está España preparada para ello?. Nuestra tradición es delegar en los
representantes políticos no sólo la responsabilidad de la gestión política sino
la responsabilidad de idear la política conveniente. No se les elige porque
concuerdan con la política que el elector estima conveniente sino porque se
tiene confianza en que son depositarios de la política conveniente cualquiera
que sea esta y cualquiera que sean las consecuencias prácticas de su aplicación.
Es así el partido, en cuanto encarna a los ojos del elector su ideología, el
receptor de la confianza pública. Pero la distancia entre la prédica ideológica
y el estado de las cosas es casi infinita. Nuestra elefantina estructura
partidista presenta la ventaja de que puede canalizar las inquietudes de la
población hacia el debate de las políticas convenientes, si admiten las listas
abiertas y las elecciones primarias. Es fácil que entonces en una primera instancia
tengan más prédica los líderes demagógicos o integristas de lo suyo, pero con
el tiempo también la moderación y la competencia pueden tener cabida. No es
menos cierto que no hay remedio que nos libre de los líderes carismáticos
vacíos y que la personalización de la responsabilidad política puede esto
propiciarlo hasta el extremo en algunos momentos. Los riesgos están a la vista pero la alternativa es la lenta
agonía de los mastodontes partitocráticos.
CON OCASIÓN DE LOS ERES.
La retirada de Griñán tendría que ser una buena ocasión para que se hiciera
lo más urgente y en el fondo más necesario: que alguien solvente y responsable
diera una explicación creíble de por qué Andalucía sigue con su retraso
histórico y por qué la enorme cantidad de inversión en obras públicas, la
financiación ventajosa de que ha disfrutado, más de treinta años de política
progresista, con comillas o sin ellas, no permiten alzar el vuelo. Toda hipótesis
puede servir excepto la de que el constatado “retraso histórico” es la razón de
que no se pueda salir del retraso histórico. Y sería poco creíble justificar lo
que en verdad es un “fracaso histórico” en virtud de que la autonomía no
dispone de instrumentos políticos suficientes o que en realidad se ha avanzado
tanto como para evitar un retraso mayor, o en fin, la idiosincrasia del pueblo
andaluz.
No menos importante es explicar por qué el electorado revalida un estado de cosas que debieran
abochornar a quien sienta preocupación
por lo suyo. El hecho es que se ha enquistado una situación de régimen y no de sistema político. Es decir cuando la población siente que su
modo de vida, lo pase peor o mejor, sea justo o injusto, sólo es posible con el
gobierno de un partido determinado. Parece como si en el alma colectiva se
hubiera instalado una mezcla de fatalismo y de movimiento de autodefensa contra
el fatalismo que se alimentan mutuamente. El fatalismo de que el retraso y
hasta la postración es algo secular y casi natural. La autodefensa consistente
en buscar solución no al retraso y la postración sino a las consecuencias
negativas del mismo sobre la gente, como
si no importara que la economía y la organización productiva fueran a rastras si
el gobierno y los responsables políticos hacen la vida llevadera.
domingo, 21 de julio de 2013
LO QUE OCULTAN LOS SÍMBOLOS
Las representaciones y los símbolos políticos son vitales para la formación
de colectivos sociales y para la ordenación de la sociedad. Se ve su relevancia
en el hecho de que idealmente permiten que cada ciudadano ejerza su parte de
soberanía, pero se atiende menos al hecho de que sin ellos la gente tendría que
entrar en confrontación por cualquier asunto. Al hacerse los partidos y las
organizaciones sociales en general responsables de los asuntos públicos se exonera
por ello de responsabilidad directa a los ciudadanos. Son por ejemplo
responsables de las leyes y las medidas que incumben a todos, sin que nadie se atreva a pedir
cuentas a sus votantes o seguidores. Esta ventaja indispensable tiene la
contrapartida de que los ciudadanos tienden a desentenderse de la marcha
concreta de los asuntos públicos, convirtiendo la delegación en sus
representantes en una especie de cheque en blanco. Otro efecto no menos nocivo
pero más oculto es el hecho de que sólo se ve en los partidos y en los símbolos
unas ideas o unas formas de conducta aislados y por encima de todos como en las
nubes, sin reparar en la gente que hay detrás. Cuando se entra en la
confrontación política se pierde fácilmente la perspectiva de la gente que
puede estar perjudicada, sobre todo los lazos humanos que se rompen. Por
ejemplo el nacionalismo catalán ha alcanzado una supremacía ideológica casi
definitiva al conseguir que una gran mayoría de la población catalana
identifique España sólo con una idea, nada grata por cierto, o una serie de
símbolos antipáticos, olvidando la gente que hay detrás. Se concita a la gente
para romper un sistema institucional e ideológico, cuando lo que se puede
romper de verdad y por encima de todos es un sistema de convivencia y sobre
todo infinidad de lazos humanos. ¿Se sentirán igual los catalanes separados de los
aragoneses, los valencianos, los asturianos…etc? Muchos quieren separarse de
España, ¿pero cuántos de estos quieren separarse de los ciudadanos españoles?,
¿cuántos lazos que comparten con sus vecinos catalanes no los comparten también
con los demás ciudadanos españoles?. Y me refiero a lazos no sólo personales
sino también colectivos.
jueves, 18 de julio de 2013
POLÍTICA Y VIDA.
Según informes científicos las reservas de agua no darán para alimentar a la humanidad en 2050. Como ocurre con muchos otros datos de este tipo quisieramos creer en la falibilidad de la ciencia ante la sensación de impotencia que se viene encima. Se impone la sensación de que la crisis planetaria corre como una pantera y que el paso de la humanidad para remediarla no llega siquiera al de una tortuga. Estamos en las antípodas de la especulación de Hegel, quien pensaba que los individuos y los pueblos al entregarse a sus pasiones construyen sin saberlo el ordenamiento racional del universo. Objetivamente nada es tan urgente como avanzar en la dirección de un Gobierno Universal o al menos de instituciones operativas que hagan viable el porvenir de la humanidad y el planeta. Pero los grandes bloques emergentes que acceden al dominio del mundo
basan gran parte de su poder en la explotación destructiva de las
reservas del planeta argumentando con cierta razón que tienen derecho a
hacer lo mismo que hemos hecho los habitantes del primer mundo. Subjetivamente los individuos y los pueblos se revuelven contra las instituciones unitarias y claman por la creación de unidades mas desmembradas y cercanas a la tierra. La ilusión por lo próximo y diferente se nutre del rechazo a la despersonalización de los sistemas políticos que convergen bajo el paraguas de la globalización. Ilusión que genera la fantasía de que las unidades menores serán más humanas y fraternas. Se confunde demasiado facilmente cambio de modelo vital con la instauración de un orden político alternativo, alternativo pero desconocido. Parece que sólo la creación incipiente de una opinión pública mundial y la progresiva eficacia de las soluciones alternativas en la dirección de nuevos modos de vivir en la tierra operan contra la tendencia autodestructiva de la humanidad.
lunes, 15 de julio de 2013
EL LEGADO DE MAYO DEL 68.
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