lunes, 25 de abril de 2022

EL EMPAQUE

Feijoo parece decidido a ejecutar el guión canónico del PP de toda la vida pero con pulcritud y empaque. En realidad para eso se le ha llamado y todos sabemos que no sabría hacer otra cosa. Le basta su empaque para irradiar un aroma de novedad por contraste con su inmediato antecesor, pero también con el filósofo del marianismo.


                Al pasotismo y displicencia de Mariano opone seriedad, trabajo así como sensación de compromiso y de creer en lo que hace. Su distancia del reprobado Casado es menos sutil en lo que a talante se refiere. Casado de promesa regeneracionista pasó a hacer cruzada contra contra Vox con la fe del converso, hasta que incluso enloqueció con Ayuso. La idea de que la bendición de su Sanchidad contaba más que la de su Santidad lo convirtió en un personaje extravagante condenado a malbaratar las cualidades con las que apuntaba a ser un político emprendedor. Su oratoria prominente degeneró en un batiburrillo de todo a cien en el que se tocaban todos los palos sin saber a que carta quedarse. Merecer el aprecio de Sanchez por deponer centrípetamente a la “ultraderecha”, incluida Ayuso, condescender con la colonización sanchista del poder judicial y a la vez alardear de tenerlo entre las tablas condujo a la perplejidad de sus filas y fieles.


              Ciertamente, como insiste Feijóo, el público de Vox y el del PP son de la misma familia, a expensas, habría que matizar, de que a uno le puede el cabreo y al otro la resignación y la inercia. Pero teme tanto como lo temía Casado que la mera existencia de Vox es el gran aglutinante de la izquierda. Por eso no hay trazas de que haga del asunto de Vox causus belli a lo Casado...como tampoco de las majaderías izquierdistas de Sanchez. Asumido que la izquierda y en especial Sanchez manda en la propaganda, eso que llaman ideología por todos los pagos, sin que tampoco sea inteligente mover a rebato contra los hermanos de sentimiento, se trata de esquivar cualquier batalla dialéctica sobre identidades, principios y proyectos.


               El guión marca que, conforme a la filosofía marianista, cada cual tiene su ideología pero lo que cuenta es que a la gente sólo le interesa que no le suban los impuestos y tener trabajo, tal como precisaba una relevante adicta a esta corriente de pensamiento. En fin, que la democracia no es más que un régimen de gente que no quiere líos, eso que se llamaba homo oeconomicus, el imaginario centrista de pro. Sólo hay que esperar que alguna vez éste centrista se entere de lo que le interesa cuando la debacle económica que urde la izquierda lo despierte.


Que alguien pueda oponer al desgastado bravuconear de Sanchez las buenas prendas que dan empaque a Feijóo no es moco de pavo. El sueño de repetir el éxito de Ayuso a escala nacional, pero sin hacerlo a las bravas (“libertad o comunismo”) sino por solera y buen tono reverdece el guión marianita de como prosperar mientras Sanchez se cree Azaña y Largo Caballero a la vez.


               ¿Pero existe un plan alternativo si, como es previsible, no basta el empaque personal y la imagen de solvencia para reeditar a escala nacional la hazaña de Ayuso? Es de suponer que la propuesta de que gobierne la lista más votada es una mera argucia propagandística para salir del paso y ganar tiempo. Es de sospechar también que algo parecido es el plan, mejor sueño, del retorno de la derecha a la casa común. Jugar a hacer propuestas y no armar lío sirve de preámbulo mientras la cobra de la “alerta antifascista” que lo mira de frente se despereza.


              Fiarlo todo a que de esta manera quedará encantada suena a temerario. Resulta difícil imaginar que, sin porfiar por el derecho a pactar con los partidos democráticos que quiera y sin refutar el derecho que la izquierda se atribuye a dictar clases de democracia y a asignar certificados de demócrata y de antidemócrata, pueda afrontar las futuras elecciones y cualquier debate con alguna garantía de no ser un ovillo de contradicciones.


lunes, 11 de abril de 2022

EL HUMILLADO

 

Todas las comparaciones según se dice son odiosas, pero eso no quita para que algunas bien miradas sean pertinentes. Por ejemplo entre un tirano sanguinario como Putin, capaz de pertrecharse tras la esencia bárbara y despótica del sistema soviético, y un presidente democrático, que no necesariamente demócrata apasionado como nuestro Pedro Sanchez. No entremos benevolentemente en cual sea su convicción democrática y atengámonos a su necesidad: democrático pues no tiene más remedio que atenerse a un marco aunque lo estruje y desafíe a conveniencia.


Remito la analogía exclusivamente a un aspecto: el factor aglutinante que lo populariza entre los suyos, su base social en general expresa y no necesariamente la latente.


Cuesta creerlo pero Putin conecta con la pulsión totalitaria de su pueblo a la que cuida con pasión desmesurada hasta hacerlo sentirse confortable en la esclavitud. No ha tenido más que sacar consecuencias de lo que ha aprendido en su formación “patriótica”: que el comunismo es un sistema en el que los esclavos se creen amos. Un sistema que ha sacado toda la punta posible a la tradición ancestral que unía en su tiempo al Zar con Dios y luego al Secretario General con la Historia. Esta era postsoviética ha modificado la forma de sometimiento de la economía y la sociedad a la burocracia estatal, pero sin apenas alteración de los reflejos sociales, de la forma de entender la sociedad su relación con el Poder.

Según estos reflejos e inclinaciones un tirano no está mal visto si demuestra ser efectivo en extremo hasta someter cualquier amenaza o simple discrepancia, incluso si es cosa de imaginación. La mano dura es un aliciente si además se ejerce sin clemencia. Porque la política no sería solo la tarima en la que pelean los amigos contra los enemigos según repite a lo C. Schmitt el “filosofo” de Putin Ivan Ilyin, sino el arte de aplastar al enemigo, aunque haya que inventarlo si fuera necesario.


Esta aura de invencibilidad y de consumada capacidad de sometimiento del “enemigo” atrae hacia Sanchez a la base tradicional del socialismo y su simbiosis podemita. En esos lares el miedo a la derecha es semejante al miedo que los soñadores del imperio ruso tienen a su decadencia. Someterla a cualquier precio es lo verdaderamente honorable y democrático. Nadie conoce mejor a los suyos que Sanchez convertido en Campeón dispuesto a emprender con mano de hierro una purga de esos temores. Es decir canjeándolos por una buena dosis de odio bien narrado.


Pero ahora por razones todavía misteriosas que admiten todo tipo de especulación se ha sometido a la peor humillación imaginable ante el Sátrapa del Sur. Dicho de paso Mohamed ha demostrado un conocimiento bien preciso de las debilidades de nuestra nación, que además incluye la inconsistencia del que se tenía por Campeón indiscutible. No ha tenido clemencia para arrastrar por los suelos a nuestro ejemplar político más soberbio.


La base social del soñado igualitarismo “antifranquista” tiene que hacer de tripas corazón. ¿Pues que alternativa más musculada puede haber al Gran Campeón? El mosqueo es inevitable y aunque todo lo que no interesa es susceptible de quedar en el olvido, la depresión preelectoral es preludio de derrota.


Se dirá que no se trata de una humillación personal sino nacional y es verdad. Dudo que así le parezca a quien comparte que “la nación es un concepto discutido y discutible”, pero como animal político no puede desconocer que el boquete abierto en el crédito de su omnipotencia puede emponzoñarse con la humillación nacional de quien con estos alardes demuestra lo que le importa su nación. Lo peor para el Campeón humillado es que pase a ser tenido por parte de la humillación nacional sin que haya argumentos que puedan ofrecer los que lo soportan.  Por una vez la humillación de la nación ha estallado como un sopapo en  la dura cara de Sanchez.


Por desgracia la posibilidad de que la población rusa se sienta avergonzada y por tanto humillada de su Tirano impertérrito parece más lejana. En esto las circunstancias y el Espíritu popular son bien distintas.