El alivio por el
desenlace vodevilesco de la negociación entre podemitas y
podemizados no puede olvidar que se mascaba la tragedia. Y
seguramente volverá a mascarse...El Frente Popular tiene que
esperar. ¿Provisionalmente? Todo ha desembocado en la constatación
de que falta “feeling” entre el sanchista “el Frente Popular
soy Yo” y el “frente popular sin tapujos” que patrocinan los
Iglesias, Rufián y Otegi.
La
negociación de los cargos y empoderamientos de alto nivel tenía por
telón de fondo el valor de la podemización global de la izquierda,
las obligaciones y renuncias que tendría para los cofrades.
Para
ambos era obvio que llegado el desenlace el otro cofrade tenía que
ceder. Por parte del Dr. porque la podemización del PSOE, de sus
bases y sus electores, debiera ser suficiente para que los podemitas
se entregaran, habida cuenta de la declinante tendencia electoral de
estos. Para Iglesias esa misma podemización, sobre cuya coherencia
sólo lanza tibias sospechas, implica la colaboración “leal” y
el disfrute de jugosas prebendas gubernamentales.
Al
PSOE le ha ido bien en términos generales al convencer a una masa
suficiente de que “la democracia somos nosotros” y Sanchez da el
salto a la virulé de que “los podemitas somos nosotros”. Tan
infatuado como anda da por supuesto que se ha de reconocer su
esfuerzo podemizador y a la vez sospechar de las veleidades de sus
socios preferentes, sin advertir que esto hace del certificado de
marca podemita la principal baza propagandística de Iglesias, cuando
se trata de sustanciar la palabrería en poder.
La
izquierda anda por eso aturdida: los podemitas traicionados, los
podemizados tan incomprendidos, como incpaces de comprender ¿Cómo
es posible que compartiendo la misma “sensibilidad” e indudables
vínculos fraternos, no se pueda llegar a un acuerdo? El escándalo
de la negociación es la confesión, todo lo fingida que se quiera,
de Sanchez para negarle a Iglesias sus “derechos”, invocando su
deslealtad a la democracia y, encubiertamente, su chavismo. El
contrapunto de este escándalo es el blanqueo público de los
batasunos y su derecho a la legitimidad. ¿Cómo es posible que su
público/publicado trague con lo primero sin llamar la atención
sobre la conclusión lógica de que Podemos y no sólo Iglesias es un
peligro de primer orden para el orden democrático? Seguramente por
lo mismo que se acepta como muestra de “normalidad” el
entendimiento con Batasuna.
¿Ha
llegado la podemización global de la izquierda social a un punto sin
retorno? Como Iglesias así lo cree piensa que puede presionar hasta
que Sanchez claudique. ¿Por qué se resiste Sanchez hasta ahora?
Seguramente por instinto de supervivencia. La advertencia de que los
podemitas formarían un gobierno clandestino dentro del gobierno de
Sanchez parece sincera. No por amor a España sino por amor al PSOE,
es decir al poder de toda la vida.
Hay
un gran diferencia entre Sanchez e Iglesias. El primero entiende la
podemización de forma retórica, el segundo la tiene además, bien
en serio. Va a por el poder de verdad. Por su parte el Dr. tiene en
la retórica podemita/podemizante el principal instrumento para
anular a “la derecha” y erradicarla si fuera necesario y posible.
El publico socialista está encantado. Vale la política que refuerce
las maneras podemitas dentro de los margenes de la realidad, porque
cree que la política es en el fondo pura retórica, ahora se dice
“imagen”. Es realista a su manera. Si alguna vez se le ha pasado
por la cabeza recibir la caricia del aplauso republicano bolivariano,
debe tener asumido que los sueños sueños son.
¿Está
todavía el Dr. arrepentido de haber dicho la VERDAD de lo que
es y representa Iglesias? Debió verse desesperado para tener que
hacerlo. Se había metido en su propia trampa y no sabía como salir,
seguramente. Pero tempus fugit, las “derechas” tienen
dificultades al parecer insuperables para exponer esas
contradicciones y todo vuelve a su cauce. Seguramente este episodio
no habrá menguado la podemización ideológica de fondo de las
izquierdas pero ¿cuanto habrá erosionado el tira y afloja social
podemita la fe en la posible “colaboración” entre toda la
familia de las izquierdas (y los separatistas) y por tanto en el
triunfo de la causa?
Nótese
la diferencia con la situación de “las derechas”. Los riveristas
se han de convencer de que son tan incompatibles con Vox como con los
batasunos. Así lo exige el guión sanchista, al que se han sumado no
se sabe si por convencimiento o por cálculo de dividendos de imagen.
A pesar de ellos han de justificar como son posibles los acuerdos,
cuando se avienen a ello. Los “sanchistas” han de explicar por
qué compartiendo “progresismo” con los podemitas y demás no se
amigan con todas las consecuencias.
Ese
es el punto débil en el que se debate la élite socialista: puede
estirar y mascar a la opinión pública como a un chicle pero no
decir lo que piensa o lo que tendría que decir. Se atragantaría y
el Dr. ha estado a punto de atragantarse. Desde ahora ha de tener
más cuidado.
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