lunes, 11 de marzo de 2013

REFLEXIONES A PROPÓSITO DE UNA OCURRENCIA PROCHAVISTA.



Con motivo de la muerte de Chaves el líder de I.U. de Andalucía  pidió aplicar en Andalucía el modelo chavista, como colofón a la veneración que sus camaradas han demostrado por tal experiencia. Llama la atención que se conformara con pedirlo sólo para su tierra y no para toda España, tal vez por modestia o tal vez porque consideran a Andalucía su patrimonio y lo único que merece su interés. En todo caso revela la idea de una parte de la izquierda de que Andalucía sólo puede sobrevivir protegida y tutelada. El problema de fondo es el enquistamiento de los viejos mitos que la experiencia chavista ha contribuido a revivir al rebufo de la presente crisis económica. Destaca sobre todo el error de creer que la justicia y la lucha contra la pobreza son posibles sin el respeto a las garantías de sistema democrático y sin eficiencia económica. Que el Estado invada todos los espacios de la vida y convierta a la ciudadanía en una masa gregaria, jugando con todos de la forma más grotesca en el mejor de los casos,  suena como una anécdota simpática o en el mejor de los casos un precio desagradable que hay que pagar. Esta confusión tiene sentido en sociedades minadas por la pobreza, la injusticia, la desigualdad social y la corrupción de las oligarquías gobernantes, donde es muy difícil encontrar el hilo que lleve al desarrollo económico y a unos índices de calidad democrática que permita sustentar un mínimo Estado de bienestar. Pero es evidente que objetivamente no se puede tener por justicia ni por igualdad de oportunidades la socialización de la miseria, la extensión del clientelismo dependiente de la burocracia estatal hasta los últimos rincones de la sociedad así como la postración y el aniquilamiento de las clases medias y de los pocos brotes de dinamismo económico por muy incipiente que esto sea.

El proceso que ha seguido la izquierda radical heredera del comunismo en España tiene componentes novelescos.Es un ejemplo de como la historia gusta de reirse de sí misma. La contribución del PCE con Carrillo a la cabeza por la llegada de la democracia tuvo tintes heroicos y es lamentable que haya quedado oscurecido por la indiferencia dominante y por la dificultad de la antigua izquierda a asumir las consecuencias de sus actos. Su heroísmo rayó en la tragedia interna cuando asumió las reglas de la transición y encabezó la metamorfosis eurocomunista. Era un proceso que le llevaba lógicamente al socialismo democrático, pero esto era inaceptable por la propia tradición histórica. La sorprendente ascensión y el absoluto dominio del PSOE descolocaron el sueño de aplicar en España el Compromiso Histórico de Berlinguer. Desde entonces las huestes comunistas fueron a la deriva, obsesionados sobre todo por no quedar absorbidas por el advenedizo socialismo. Ante ello se ha aguantado más por fe que por saber lo que se puede hacer. La transformación en una coalición o la pinza con la derecha para sobrepasar al PSOE son episodios de un proceso que ha llevado a estar con un pie en el sistema y con otro fuera. Pero la tendencia natural hacia la socialdemocracia se ha ido diluyendo, dado sobre todo la poca complacencia que ese modelo más pragmático sigue teniendo en los sectores más activos y activistas de la izquierda. La decadencia del PSOE tras las frustraciones de sus experiencias como partido de Gobierno y el aznarismo dieron alas al activismo izquierdista, dentro del que esta izquierda encontró cierto refugio. El auge de los movimientos antisistema fue un balón de oxigeno y generó la ilusión de una renovación ideológica. El chavismo parece fortalecer este designio. En la práctica más que esta imposible renovación han retornado viejos reflejos y antiguos fantasmas. En realidad la antigua izquierda comunista y sus herederos han encontrado un hueco como carabina del PSOE, a modo de guardián de los grandes tópicos ideales de la izquierda española que el andar de los tiempos tiende a enmohecer (antiimperialismo, anticlericalismo, república, federalismo, carácter intrínsecamente malvado del capitalismo y de los empresarios…) . Así ha ocupado un lugar al sol dando cobijo a la gran cantidad de ciudadanos decepcionados del PSOE por la izquierda y un lugar ideológico político como freno al deslizamiento del PSOE hacia la socialdemocracia y en general como conciencia crítica de la izquierda oficial. Es por ejemplo difícil entender el zapaterismo y el actual poszapaterismo sin esta presión que bloquea la adaptación del PSOE a las exigencias de la sociedad actual. Desde otra óptica se puede considerar que este juego sistema/antisistema tiene un valor positivo al evitar que una parte de la sociedad se decante hacia actitudes antisistema y la anarquía nihilista o hacia movimientos tan singulares como el de B. Grillo. En la práctica este comodín ha dado a la izquierda un margen de maniobra quizá mayor del que podría tener si el PSOE la concentrara toda, véase por ejemplo las elecciones andaluzas. En cualquier caso al margen de estas anécdotas el problema de la izquierda no es de siglas y el hecho es más perentorio si se tiene en cuenta que una parte nada desdeñable de la intelectualidad, así reconocida y afamada, se mueve en este ámbito sin que por desgracia lo que aquí más destaque sea un mínimo de lustre y claridad, más bien hay una atmósfera agobiante de complacencia en el aplauso fácil.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario