Me parece que la explicación de que Iceta, al confesar el propósito
de Sanchez, pretendía arañar votos de los separatistas en Cataluña,
como si fuera a su bola y al margen de que esto pudiera perjudicar
la campaña de Sanchez, no se sostiene. Porque Iceta como político
puro de los pocos que tenemos, lo que tal vez injustamente entendemos
por maquiavélico, y además sumamente diestro, es el primero que
sabe que su futuro está ligado indisolublemente a Sanchez. Al menos
hasta que proclamada la independencia se dedique a su sueño de ser
el líder del socialismo nacional catalán.
Por su parte Sanchez
es un bruto, en el plano político, pero tiene muy claro lo que
quiere y sobre todo tiene claro que la mejor forma de conseguirla
puede ser a lo bruto. Como las lumbreras analíticas lo han
pretendido ningunear y reducir a un mero ambicioso sin escrúpulos al
que le importa lo mismo Juana que su hermana, nadie se toma en serio
su entrega vocacional a un cambio de régimen.
En este sentido el
problema ni es Sanchez ni Iceta sino el de quienes se los toman a
broma o como una molestia pasajera llamada a desaparecer por sus
propias contradicciones. Creo que Iceta al proclamar el esbozo de lo
que se trama en bambalinas, sino está tramado,busca tranquilizar a
sus socios separatistas ante los devaneos anecdóticos propios de la
campaña electora. Por ejemplo los alardes seudopatrióticos de
Sanchez, las histerias de Borrell, que no se tiene de los nervios y
no sabe donde está, o las mañas “centristas” de Abalos, etc.
Hacerlo público es un mensaje inequívoco a sus socios predilectos
de que el referéndum autodeterminista se va a abordar en serio con
Sanchez presidente, parte claro está el indulto, la reforma del
estatuto y otras minucias.
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