martes, 18 de febrero de 2020

DESDE EL POSRIVERISMO.


Es de perogrullo que el destino de los partidos depende en gran parte de la clarividencia y habilidad de sus líderes. Pero en el caso de C’s es más pertinente. A diferencia de los partidos convencionales que cuentan con un suelo relativamente sólido para sus cabriolas, C’s se movía desde que saltó a la política nacional en la cuerda floja teniendo que hacer equilibrios entre clientelas potenciales disímiles en cuanto a educación y sensibilidad. Peor era que no podía contar con una tradición en la que inspirarse como no fuera el fugaz experimento de UCD. Casar a los socialistas del PSC ,antiseparatistas pero también de profunda educación antiderechista con la derecha del resto del Estado harta del pasotismo marianil con el nacionalismo y del aura de corrupción del PP, sólo con el antiseparatismo se prometía factible mientras el PSOE y el PP andaban a la deriva. Rivera pudo pensar que estaba en suelo firme acaparando cansancios, beneplácitos e ilusiones por doquier. El viento de cola permitía dejar en suspenso la tarea de precisar proyectos y metas, más allá del imprescindible dar fe de los buenos propósitos.

Creo que la súbita irrupción de Vox quebró tan prometedora trayectoria. No tanto porque amenazase con llevarse una parte de su electorado o por desviar el potencial electorado que aun dudase en seguir al PP, sino porque otorgó la iniciativa del juego a Sanchez sacándolo del atolladero. Ahora la política pública no giraba en torno al separatismo sino al “retorno de la ultraderecha”. Rivera perdió los papeles y se dejó llevar por la angustia. Intentó bloquear a Vox acentuando la oposición incondicional a Sanchez, soñó con atraerse a los socialistas quetenían que ver la unidad de España en peligro denostando a Vox, y desbarró con sobrepasar por último al PP ofreciendose como la única garantía contra el sanchismo y el peligro ultraderechista. Demasiada carambola para un sólo golpe.

Rivera sufrió seguramente una alucinación que ha condicionado toda su trayectoria. Una alucinación original. Conste que era lo más fácil caer en ella y aferrarse mientras los astros sonreían. Creía que igual que una parte considerable del PSC se había cansado de las sumisiones al nacionalismo, lo haría el PSOE cuando este jugase con la Constitución y la unidad nacional. Pero al llegar Vox pudo comprobar que los amagos podemitas de Sanchez estaban en sintonía con la podemización del PSOE; que el odio hacia la derecha determina la actitud de la izquierda en la cuestión nacional; que como consecuencia de ello la izquierda detesta más a la derecha que al peligro de la ruptura de la unidad nacional, alarma que atribuye a una superchería de la derecha. Pudo experimentar en carne viva en definitiva el poderío del mito del antifranquismo.

Pero era una cuestión de temple. La irrupción de Vox desbarataba la ilusión de convertirse en el nuevo Suarez, pero no minaba sus posibilidades para operar desde el centro. Dependía todo de mostrarse capaz de condicionar a Sanchez, es decir de mostrarse dispuesto a hacerlo. Era vital que el electorado más españolista del PSOE se viera comprometido. Al dejar libre a Sanchez para hacer lo que le pedía su alma podemita, éste pudo cebarse en las debilidades de un Rivera inerme ante la acusación de ser muleta de Vox, y además de ser culpable de no permitir la gobernabilidad, en lugar de explicar porqué rechazaba el acuerdo entre moderados y centrados y se insinuaba tanto a radicales y separatistas.


La mayor posibilidad de una “tercera España” parece desvanecerse para tiempos mejores si así lo quisiera la suerte. Pero en realidad ya ha pasado el tiempo de las dos Españas y por tanto de la tercera España (en cuanto a su necesidad). Más bien se necesita que la España políticamente más poderosa y mediática se “descainice”, (disculpen el palabro). Con esto sería suficiente.
Lejos estamos al perderse una gran ocasión para desenmascarar el discurso cainita y poner de una vez a la izquierda en la tesitura de estar en sintonía con la socialdemocracia europea. ¿Hay que conformarse con que sólo nos queda jugar al Pin Pon?.

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