¿Hay que responsabilizar
a los contrincantes del Coletas que no lo pusiesen en su sitio cuando
destripó la historia reciente de España y Andalucía? Seamos
comprensivos, ¿no son sus oponentes dialécticos en el fondo
víctimas? En cualquier país con un mínimo de fuste y cultura
política, el susodicho hubiera quedado fulminado.
Pero aquí
carecemos de tradición democrática cuajada, de relato integrador
común del que sentirnos orgullosos. La historia común,
incluso la más reciente y de la que nos nutrimos hoy día, sólo
importa a quienes quieren contraprogramarla y difamarla, los P.I.,
ZP, separatistas...etc Tienen bien claro que es la mejor manera de
cortar a la democracia la hierba bajo los pies, como se comprobado
sobradamente con el Procés, pero también con los réditos que ha
reportado el terrorismo a los separatistas en el País Vasco.
¿Qué mayor evidencia es tan chusco episodio de
que a los políticos neófitos demócratas nuestra historia no les
dice nada? Ante un exabrupto, como el que protagonizó el Coletas sin
ninguna vergüenza, se reacciona automática y por instinto, con poco claro que se tenga tamaña barbaridad, aunque el tema no esté en el guión. Pero como
sus mayores llevan decenas de años de perfil sobre lo que somos y de
donde venimos, y sobre si somos algo o alguien y algunos, pues a lo
mucho a alguno se le habrá ocurrido pensar “¿de qué habla
éste?”. Y con suerte algún ilustrado del público caería en la
cuenta, al oír al digno y enterado presentador.
Enfrente, PI que, a falta
de cultura y de historia, le sobra intuición para “deconstruir”,
ha oído campanas de Andalucía y saca punta, sin importarle si su cuento
es verdad o patraña. Y además se lo cree, porque así si es si así
interesa, y que lo que no mata engorda. Cuenta con que puede ser
todo lo osado que quiera, que los demás no tienen más idea y además
para nada les interesa meterse en berenjenales tan raros y ajenos a
“los problemas de la gente”.
El sentido de nuestro
pasado reciente e inmediato no cabe en los protocolos ni en los
guiones electorales, se trae mamado. Si no es así los aspirantes más
sanos se quedan en simples loritos, para quienes la campaña se
divide entre lo serio y lo divertido. Lo serio es soltar pildoritas ante cualquier
problema como en urgencias, o como quien se presenta a las
oposiciones que ha de estar a la altura de lo que el tribunal quiere
oír. Lo divertido es telesubir en globo y demás lindezas que
tanto “humanizan”.Y mientras sin tradición común a la que
agarrarse, sin hierba bajo los pies. Que, como aproximadamente decía
el poeta, nada vale ni existe sino lo cantan los poetas.
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