jueves, 3 de marzo de 2022

DE IDENTIDADES POSSOVIÉTICAS

¿Que qué es Putin? El desgaste de la semántica en la sociedad de la comunicación, es decir de la imagen, obliga a reconocer la catadura de los políticos por su estirpe y luego por el adversario que han elegido. En el caso de Putin esto segundo es fácil. Someter a Occidente a través de la pulverización de la U.E. que como bien se sabe es su talón de Aquiles. Que Rusia es el imperio ruso y su zona de confort. Pero como la zona de confort linda con más amenazas, imaginarias claro, no debe haber otro límite para la extensión de la zona de confort que hasta donde lo impida la resistencia a su extensión. Todo obvio y elemental. Lo sorprendente es que todavía “en el siglo XXI” alguien se lo crea y detente el poder sobre la vida y la muerte… de la humanidad. Dábamos por supuesto que el miedo, no el sentimiento de humanidad, obligaría a quienes están a a la cabeza del mundo a ser por fuerza responsables y sensatos, por muy insensatas e irresponsables que fueran sus pulsiones y querencias.


Una ojeada a la estirpe desencanta. Esta estirpe es un combinado explosivo del tradicional paneslavismo ruso y el no menos rancio comunismo soviético, modelo de lo que es verdaderamente el comunismo. Sistema stalinista por antonomasia conforme a la lógica leninista, pero ya sin retórica ni camuflajes trostkointernacionalistas. Con la adaptación postrera del colapso político del sistema resulta que Putin ha dado con la esencia como antes los jerarcas chinos. De todo el poder y la economía para la Nomenclatura, al reparto y saqueo de la economía por los nomenclators más decididos, afortunados y mejor colocados. Pero conservando un poder absoluto de sometimiento orwelliano que es la esencia del comunismo. Aunque en verdad sin tanta sofisticación como nos cuenta Orwell, a no ser que tengamos en cuenta la modernización farmacéutica de la alquimia renacentista.

El sistema de orgullo mixto nacionalista comunista ha demostrado ser la dictadura más perfecta posible...a expensas de que sus burócratas no pierdan la moral. Así China ha aprendido de la “malhadada” aventura postsoviética de Gorvachov y Yeltsin. Pero además de aprender, Putin la llevaba clavada en el corazón. Ha unido a los restos de la antigua Nomenclatura para expiar los remordimientos de ser los culpables de quedar embelesados por Occidente, sin mengua de que los nomenclators ofrezcan con pleno éxito por todo Occidente clases de ultrasibaritismo práctico y de su peculiar mercantilismo depredador.


Pero lo esencial es que sea el alarde comunista para consumo de la progresía mundial, o sea la droga nacionalista paneslavista estimulo del orgullo de ser la gran potencia imperial, la identidad Rusa ha de ensalzarse como la antítesis de Occidente, como en tiempos pasado la Ortodoxia se construyó contra el catolicismo, cualquiera que fuera el significado de estas ideas y estructuras. Ahora la Iglesia ortodoxa recarga el depósito ideológico soñando con la vuelta a la edad media. Y nada duele más que los antiguos tutelados, los eslavos de toda la vida, tornen despavoridos de la madre soviética hacia Occidente, dejándose pervertir por el depravado consumismo liberal a expensas de la eternas esencias fraternales.


Soviético de corazón no se atreve a proclamarlo a sabiendas de que haría el ridículo a escala mundial y de que basta azuzar contra Occidente y el “Imperialismo yanqui” para gozar de la simpatía de los sempiternos apóstoles progres del “hombre nuevo”. Pero pragmático como sólo lo puede ser el buen déspota, su disimulo sentimental le permite flirtear con todo enemigo, o que sea simplemente renuente, al ideal europeo. Ahí están los nacionalistas cavernarios.


Curiosamente la progresía filocomunista puede así disimular la vergüenza de tener por ídolo a semejante monstruo, como si éste no fuera más que una animador de la ultraderecha. Cuanto esta verdadera o falsa ultraderecha, política , mediática o intelectual, se deja llevar por tan burdas añagazas es otra cuestión. ¿Tiene este panorama algo de reedición del pacto germano soviético, ya sin germanos pero con pazguatos nacionalistsas “antieuropeístas”? En realidad a las alturas de la que ha armado ahora eso a Putin le debe importar ni se sabe. Si sigue a delante ha de pasar por encima de muchos cadáveres empezando por el de la noble muy eslava y democrática Ucrania por supuesto, pero también del cadáver de la opinión pública mundial...que al parecer existe y hasta cuenta.




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