martes, 17 de diciembre de 2024

FRANCO, SANCHEZ Y LA "BARAKA"

 

Como es sabido la obsesión de Sanchez con Franco viene de siempre y casi constituye su "patria" (con perdón) sentimental. Lo motiva especialmente la oportunidad de pasar a la historia como el vencedor de Franco. Creo que más vencedor de Franco que del franquismo por alguna razón que se sigue del contexto. Sin duda el tal tiene sus motivos tácticos y estratégicos. Pertenece a la hornada que se formó en el antifranquismo demodé. 

Sucedió que la transición igualó a vencedores y vencidos tanto que no hubo ya ni vencedores ni vencidos. Luego los que podían identificarse con los vencidos de antes tuvieron su oportunidad de sustanciar de modernidad la democracia y pasar a la historia en condición de artífices, aunque en la práctica todo tendía a crear un mandato eterno tipo PRI, pero más pudoroso.


Seguros de la perennidad, el acceso de Aznar parecía una broma de mal gusto, sobre todo cuando su consolidación destapaba el agotamiento de proyectos alternativos respetuosos con el entorno europeo. El Prestige, Irak y sobre todo el 11M revirtieron la situación. Pero no sólo dieron una oportunidad de recuperar el gobierno o el poder. La sensibilidad ya era otra. Las huestes de izquierda se sintieron "los vencidos" y empezaron a enlazar su "destino histórico" con la desgraciada Guerra civil.


Así se crió políticamente Sanchez, como un "vencido" que pide justicia. Tal comidilla acabó siendo un plato de gusto "progresista". El ascenso de Sanchez se debe en parte al aprovechamiento de esa ola. Pero no menos se debe a la voluntad de darle sentido estratégico. De comer un plato único. Ha advertido, más incluso que su mentor ZP ,y a semejanza de la instrucción más desacomplejada de Pablo Iglesias, cuan fuerte puede ser el afán vindicativo de las huestes de izquierda. Indisociable de su deseo de ser los campeones de la democracia y los únicos que la han traído, es decir el sueño de los pocos antifranquistas de los años de lucha verdadera, los socialistas quieren de un golpe acabar con la doble vergüenza que les acosa: la de que en la lucha antifranquista no existían y la de que tienen que compartir el mérito de la democracia con los presuntos herederos del franquismo.


Con Sanchez a la cabeza las izquierdas no saben en qué puede consistir el progreso que van a traer, ni siquiera lo que es ahora el "progreso", más allá de creer que la etiqueta les sienta como anillo al dedo cuanto más alardean de "progresistas". Sólo saben lo a gusto que están en un campo de batalla encantado, el mismo que conviene a su sueño retroactivo y a la necesidad de aliviar su mala conciencia de "derrotados" a costa de toda España.


Pero la motivación de Sanchez, dejando aparte esta estrategia y el añadido de que los beneficios de cualquier saqueo con viento a favor crean adhesiones inquebrantables, tiene también algo de ancestral y salvaje. Como es sabido a Franco sus tropas moras le reconocían "Baraka", el regalo divino que protege de cualquier eventualidad mortal. Es difícil dilucidar si Sanchez quiere tener Baraka o se considera imbuido de Baraka por los santos del progreso. De la misma forma que es dudoso si Sanchez quiere acercarse a Franco para contagiarse de su Baraka o arrebatársela quedándosela en exclusiva. Se acercaría al fantasma del "generalísimo", pero la Baraka tiene su gracia por lo que tiene de real y fantasmagórica para quien cree en ella.


Muy probablemente, le mueve que sólo acabando con Franco acabará con la Baraka de este y dispondrá de este don de por vida, como pudo tenerlo Fidel Castro. Lo cierto es que es el principal argumento en favor de la fidelidad de los suyos. Son más que suficientes los indicios de que estos creen tanto o más que el mismo Sanchez en la Baraka de su jefe. Sanchez sabe que ese es su principal aval, el motivo de su liderazgo vengador. Con la ventaja añadida que tiene esta creencia de exorcizar cualquier mal pensamiento sobre el futuro del partido, del Jefe y del régimen de Baraka, con el que todos los "progresistas" quedarán complacidos. Porque a fin y a la postre no hay mayor Baraka que no tener que rendir cuentas ni explicaciones en completa impunidad.

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