martes, 7 de julio de 2015

GEOESTRATEGIA Y BUENISMO EN EL CASO GRIEGO


Ayer introduje este comentario en el blog de Santiago Gonzalez. Lo incluyo ahora para contextualizar el comentario que sigue, a propósito de las opiniones de Arcadi Espada sobre el caso griego.

Dos caminos hipotéticos para un mismo resultado:
-Que Chipras cuenta incondicionalmente con el amigo americano (además por supuesto de Francia o Italia, o a su través) y la ascendencia de este sobre la Merkel, hasta el punto que la induzca a torear a su opinión pública. La dimisión de Baroufakis es el tapado.
-Que si, a pesar de todo quedan fueran del Euro, la ola de orgullo patrio mancillado lo eleve, con dracma o patacón, a destinos similares a los de Chaves o Putin.
En el primer caso saldría como una alternativa para una Europa “democrática”, es decir en vías de pulverización. En el segundo saldría como líder patrio y de los desheredados de la tierra. El paripé no ha sido una mala jugada para su interés, aunque, de tener que irse, la jugarreta igual se queda en un salvavidas que se desinfla en medio de la tormenta.
Curiosamente los Podemitas no cabrían de gozo si saliera lo primero y empezarían a sudar en frío, si lo segundo. Ya el PSOE se lo pensaría de verdad.
Algo gracioso colateral: el entusiasmo de los secesionistas catalanes ante el “no”. Un modelo para salirse de España, en la ilusión de que, si Grecia no sale del Euro, será por lo mismo imposible no admitir a Cataluña. Los males serían mayores, creen. Pero si fueran miembros de derecho se comportarían, ¿alguien lo duda?, como ese ideal suyo que es Holanda, “ni una pela, que se la ganen”.

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¿Qué puede mover a los poderes europeos a hacer un enjuague con Chipras? Me lo pregunto a raíz de la tertulia de Onda Cero en la que Arcadi Espada argumentaba que lo de Rusia y los intereses geoestratégicos eran un camelo. No me ha quedado claro si se refería a que es un peligro ficticio o a que nadie ponía sobre la mesa ese problema, ni lo tenía en consideración. Daba a entender que, todo lo más, algunos pueden estar utilizando esa “ficción” para justificar su propósito de hacer el enjuague. Creo que los poderes internacionales se están perdiendo un asesor geoestratégico de postín. El sr. Arcadi apuntaba entonces al “maniobreo” (me viene el palabro) compulsivo de los dirigentes “socialdemócratas”, o sea buenistas de espíritu, europeos. ¿Pero por qué entonces seguir de socio no ya con quien incumple, sino con quien hace bandera del incumplimiento? Se supone que los altos dirigentes aunque procedan movidos por el miedo o la incertidumbre persiguen algunas metas. Se deduce que la única lógica es mantener a todos bajo el Euro por el desprestigio que supondría no hacerlo. Así paradójicamente el “orgullo nacional nacionalista” griego tendría un cheque en blanco firmado por el orgullo europeísta, emepeñado incluso en poner todo en riesgo la casa familiar con tal de conservar a cualquier hijo aunque este se cisque en la familia. Pero ¿reaccionaría la opinión pública europea si Txipras consigue con el “no” algo sustancial que no hubiera conseguido de otra manera?, ¿es posible que los eurocratas no cuenten con esa reacción?, o ¿todo es toreable, como da a entender el sr. Arcadi?. Sin duda que tampoco cabe descartar la compasión que en la opinión pública europea pudiera despertar la salida de Grecia y el temor de los eurócratas a que se les haga responsables. ¿Sería mayor que la de considerarse paganos y gilipollas? Naturalmente si así fuera nos moveríamos en el estado de puerilidad que el Sr. Espada justamente denunciaba. En un plano puramente racional la cuestión es sencilla: ¿qué conviene al fortalecimiento o al menos a la supervivencia mínimamente sana del euro y posiblemente de la unidad europea? ¿una asociación de socios fiables o una asociación a cualquier precio que incluye no a quien incumple sino a quien se otorga el derecho a incumplir, se supone que en exclusiva?. Naturalmente esta segunda salida sólo sería posible si todo el resto hace propósito y ejercicio de virtud, con la complacencia de su opinión pública. Todo demasiado complicado para que la geoestrategia sea un camelo. Al menos en este caso cabe preguntarse si hay algo más que pura economía y mero politiqueo buenista. Y claro, si fuera así, como salir de esta.

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