Ayer introduje este comentario en el
blog de Santiago Gonzalez. Lo incluyo ahora para contextualizar el
comentario que sigue, a propósito de las opiniones de Arcadi Espada
sobre el caso griego.
Dos caminos hipotéticos para un mismo
resultado:
-Que Chipras cuenta incondicionalmente
con el amigo americano (además por supuesto de Francia o Italia, o a
su través) y la ascendencia de este sobre la Merkel, hasta el punto
que la induzca a torear a su opinión pública. La dimisión de
Baroufakis es el tapado.
-Que si, a pesar de todo quedan fueran
del Euro, la ola de orgullo patrio mancillado lo eleve, con dracma o
patacón, a destinos similares a los de Chaves o Putin.
En el primer caso saldría como una
alternativa para una Europa “democrática”, es decir en vías de
pulverización. En el segundo saldría como líder patrio y de los
desheredados de la tierra. El paripé no ha sido una mala jugada para
su interés, aunque, de tener que irse, la jugarreta igual se queda
en un salvavidas que se desinfla en medio de la tormenta.
Curiosamente los Podemitas no cabrían
de gozo si saliera lo primero y empezarían a sudar en frío, si lo
segundo. Ya el PSOE se lo pensaría de verdad.
Algo gracioso colateral: el entusiasmo
de los secesionistas catalanes ante el “no”. Un modelo para
salirse de España, en la ilusión de que, si Grecia no sale del
Euro, será por lo mismo imposible no admitir a Cataluña. Los males
serían mayores, creen. Pero si fueran miembros de derecho se
comportarían, ¿alguien lo duda?, como ese ideal suyo que es
Holanda, “ni una pela, que se la ganen”.
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¿Qué puede mover a los poderes
europeos a hacer un enjuague con Chipras? Me lo pregunto a raíz de
la tertulia de Onda Cero en la que Arcadi Espada argumentaba que lo
de Rusia y los intereses geoestratégicos eran un camelo. No me ha
quedado claro si se refería a que es un peligro ficticio o a que
nadie ponía sobre la mesa ese problema, ni lo tenía en
consideración. Daba a entender que, todo lo más, algunos pueden
estar utilizando esa “ficción” para justificar su propósito de
hacer el enjuague. Creo que los poderes internacionales se están
perdiendo un asesor geoestratégico de postín. El sr. Arcadi
apuntaba entonces al “maniobreo” (me viene el palabro) compulsivo
de los dirigentes “socialdemócratas”, o sea buenistas de
espíritu, europeos. ¿Pero por qué entonces seguir de socio no ya
con quien incumple, sino con quien hace bandera del
incumplimiento? Se supone que los altos dirigentes aunque procedan
movidos por el miedo o la incertidumbre persiguen algunas metas. Se
deduce que la única lógica es mantener a todos bajo el Euro por el
desprestigio que supondría no hacerlo. Así paradójicamente el
“orgullo nacional nacionalista” griego tendría un cheque en
blanco firmado por el orgullo europeísta, emepeñado incluso en
poner todo en riesgo la casa familiar con tal de conservar a
cualquier hijo aunque este se cisque en la familia. Pero
¿reaccionaría la opinión pública europea si Txipras consigue con
el “no” algo sustancial que no hubiera conseguido de otra
manera?, ¿es posible que los eurocratas no cuenten con esa
reacción?, o ¿todo es toreable, como da a entender el sr. Arcadi?.
Sin duda que tampoco cabe descartar la compasión que en la opinión
pública europea pudiera despertar la salida de Grecia y el temor de
los eurócratas a que se les haga responsables. ¿Sería mayor que la
de considerarse paganos y gilipollas? Naturalmente si así fuera nos
moveríamos en el estado de puerilidad que el Sr. Espada justamente
denunciaba. En un plano puramente racional la cuestión es sencilla:
¿qué conviene al fortalecimiento o al menos a la supervivencia
mínimamente sana del euro y posiblemente de la unidad europea? ¿una
asociación de socios fiables o una asociación a cualquier precio
que incluye no a quien incumple sino a quien se otorga el derecho a
incumplir, se supone que en exclusiva?. Naturalmente esta segunda
salida sólo sería posible si todo el resto hace propósito y
ejercicio de virtud, con la complacencia de su opinión pública.
Todo demasiado complicado para que la geoestrategia sea un camelo. Al
menos en este caso cabe preguntarse si hay algo más que pura
economía y mero politiqueo buenista. Y claro, si fuera así, como
salir de esta.
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