domingo, 29 de noviembre de 2015

LAS BUENAS FORMAS


Vaya por delante mi entusiasmo por los gustos culturales filosóficos del líder podemita. Imagínense mareas podemitas enarbolando la “ “Ética” de la Razón práctica” (o como se llame) en grandes manifestaciones por la Paz Mundial y el amor entre todos los “humanes”, (como dice el filósofo Mosterín para significarnos entre los animales), en lugar del “Libro Rojo” o ni siquiera el “Libro Rojo del cole” o las obras completas de Chaves y Maduro, que deben estar al caer, con suerte.
Pero a lo que más me preocupa. Todos coinciden en que el disfraz socialdemócrata de moderada centralidad del líder podemita pretende seducir al público socialista habitual. Se ve como algo obvio y hasta natural, pero debiera mover a cierta perplejidad.
Porque en primer lugar, quien mas quien menos de este espectro sociológico sabe, sin necesidad de bucear mucho en lo profundo de su alma política, lo bien encastados que están los lideres podemistas en el chavismo, madurismo, castrismo y cualquier bananismo totalitario que se precie. Y que si pudieran hacer lo que quisieran no les temblaría el pulso.
Porque en segundo lugar y a pesar de eso les mola el susodicho, no por lo que aparenta o quiere aparentar, sin mucha convicción y con gran desgana, dicho sea de paso, sino por lo que verdaderamente es y así se sabe.
Pero sin embargo no le votarían sino aparentase ser lo que no es, o por lo menos así parece. Es que ahora queda mas lustroso Kant que Lenin, Trotski o Mao. Y no digamos Olof Palme comparado con el mismísimo Fidel.
No es tanto así Don Pablo quien necesita aparentar, sino cierto público el que necesita que se les aparente. Hay que quedar seducido, pero con buena conciencia y sobre todo buenas formas. Así Doña Ines sabía de la catadura del truhán seductor, y lo que deseaba en verdad del mismo, pero no caía rendida y engañada por los versos y susurros a la luz de la luna trianera, sino por que los versos escénicos la hacían respetable. “Me despojo en cuerpo y alma pero respetablemente”, seguramente pensaría si supiese su intención.
A los socialistas les tienta del podemismo que parecen ser lo que ellos, los socialistas de toda la vida, siempre les hubiera gustado ser sin haber podido. Lo que estaba oculto en su armario político, si se permite la vulgaridad. Pero a la mayoría, que son gente educada y que se siente demócrata de verdad y de toda la vida, además de social..., seguramente les daría vergüenza llegado el caso saberse responsables de haber alzado a un tirano de coleta en pecho. Por lo menos muchos todavía tienen aprensión.
Más allá de esta empanada psicopolítica se alumbran otros detalles de interés. También el Próces catalán descubre especímenes que abundan en lo mismo en lo mismo: la convicción generalizada de que las tomas de posición política que uno haga no afectan a la vida y el interés personal, ya no digamos social o general.
Cada vez estoy más convencido de que sucede lo contrario de lo que dice la teoría o incluso el sentido común. Veamos algún caso.
Se dice que los votantes de la CUP o una buena parte de ellos, bien lejos de guardar parecido alguno con los verdaderos anarquistas cuya herencia invocan, pringados de sudor, descamisados y con un par de alpargatas por año, son mas bien yuppies, ejecutivos junior y enteradillos a la manera de los jóvenes aunque sobradamente preparados. Pues bien estos reclaman un mundo que de existir de verdad les haría huir despavoridos a donde quedase alguna sombra de multinacional prestigiosa.
Seguramente los que quieren ser seducidos por los podemitas, no los de recio abolengo crecidos en las capillas universitarias, son honrada clase media, con todos sus incontables grados y matices, que se pirran por los Black Friday, tanto cosmopolitismo nos honra, aunque despotrique de ello a poco que se ponga una tertulia a tiro. En el fondo no nos lo pasamos mal, pero la bella conciencia dice: el sistema es un desastre, tanta injusticia e insolidaridad es insoportable.
Para el que se desahoga con su voto y utiliza este como instrumento para quererse a sí mismo, la sociedad y los procesos políticos son una película en la que por un momento cree poder ser protagonista o incluso actor principal, haciendo gala de cabreo y justa indignación. Pero en la idea de que una vez la película acaba y todo sigue igual. O incluso más aún, todo puede cambiar como se decía en el Gatopardo, pero uno seguirá igual..de bien.
Pues que siga la función, siempre que se guarden las formas.
Posdata. Tenga éxito o fracase don Pablo Iglesias se le debía agradecer su esfuerzo por disfrazarse de buenas formas, señal de que las miserias a las que obliga la toma del poder no desdicen la buena crianza.

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