martes, 3 de enero de 2017

¿RAJOY CAMPEÓN?


Si viniera a cuento uno tendría que apuntarse al numeroso grupo de quienes no auguraban a Rajoy más que su retiro, pero los entusiastas, que ahora abundan más que nunca, no debieran exagerar sus alabanzas y expectativas. Por ahora sigue sobreviviendo en condiciones extremas , supervivencia que, dicho sea de paso, es buena para el país a la vista de las alternativas.

No se puede dilucidar si su tenaz éxito se ha debido a la estrategia de la pasividad o a la pasividad por falta de estrategia. Sería exagerado achacarlo a su habilidad y clarividencia, pero algo de esto ha tenido que haber. En este haber está el hecho decisivo de la división de la izquierda y sobre todo la perspectiva plausible de que esta división conduzca a su incapacidad para formar una alternativa de gobierno. Desde luego que el podemismo no es fruto sólo de una maniobra de marketing teledirigido, pero sin la decisión marianista de cederles el usufructo de los grandes medios y la orientación populista que rige todas las programaciones de estos el podemismo no hubiera alcanzado las monstruosas proporciones que tiene. Pero no hay que olvidar que no tenemos un gobierno sanchista o frente populista por factores ajenos a la capacidad de maniobra del ya consagrado líder del PP. No lo hubo en las primeras elecciones porque el Koleta borroka no lo quiso y prefirió apostar por el “sorpaso”. No lo hubo en las segundas porque la vieja guardia socialista impidió in extremis que Sanchez consumase su aventura.

Había que ser un genio casi divino para tener previstos estos desenlaces y no parece que Don Marino cumpla tal condición. Otra cosa es que tenga la suerte por aliada. Si le ha favorecido la suerte sólo en estos casos, más o menos inopinadamente, hay que resoplar para quitarse el susto. Si la suerte es su aliada política de forma natural y constante habrá que agarrarse a él, como náufragos a un tablón a la deriva.

Pero no se olvide que la clave del escenario político es algo que Rajoy no controla: la decisión pablista de aliarse como una lapa a los separatistas de toda condición y procedencia. Esto impide, por ahora, la unión de las izquierdas, pero a costa de un refuerzo considerable de las fuerzas activas del separatismo. A este respecto y dicho de pasada no es presumible que la necesidad de los socialistas de despodemizarse vaya a conducir a una revisión, ni siquiera a un somero examen, de las profundas inclinaciones que los deslizan a podemizarse.

Rajoy ha conseguido de esta manera una cierta posición estable que otorga ventajas estratégicas y hasta la mayor iniciativa para maniobrar. Es decir para negociar la alternativa “nosotros o ya veréis lo que es bueno”. En ello cuenta la parálisis estratégica de sus adversarios y enemigos. C,s porque no sabe como desprenderse del colegueo, ni tiene claro si eso le conviene; PSOE porque es rehén de sus fabulaciones históricas; los podemitas porque no saben como “acumular” más fuerzas revolucionarias y no tienen más remedio que fiarlo todo a la crisis que puedan provocar los separatistas.

Pero la traca final está por llegar y en relación con ella todo lo que vemos son fuegos fatuos. Del desenlace del “proces” dependerá la suerte de Rajoy y de toda la democracia. Igual que con lo que ha llevado al desenlace del nuevo gobierno, es imposible saber si en este caso la presencia de la vice ministra en Barcelona obedece a alguna estrategia o a falta de estrategia. Todo se reduce a si los separatistas se atreverán a dar el paso definitivo y si el gobierno tiene previsto qué hacer en ese caso. ¿Tiene algún motivo Rajoy para esperar que no lo den, ofreciendo algo democráticamente tolerable que podría complacerles? ¿o confía también en este caso en la buena suerte, o sea en que al final los separatistas o el grueso de ellos recupere el “seny”? El poco tiempo que queda nos dirá si el paripé de la viceministra es un proceder calculado para cargarse de razón, si no hubiera más remedio que hacer valer la razón en algún momento; o si es una forma de camuflar que no se sabe qué hacer.
Al menos ya que no están las cosas para alharacas nos podemos conformar con que Rajoy no admitirá legalmente el derecho a decidir y confiar en la buena suerte. Menos da el Pedrusco. Entretanto hablemos de los presupuestos.

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