Después de que otro
chispazo, en este caso inesperado y casirevocatorio, amenace con
hacer devolver al engendro de Frankenstein a la nada que debiera ser
su condición natural, conviene no olvidar que nada es más peligroso
que un soberbio descubierto, máxime si se siente destinado al poder
absoluto.
El ciudadano anónimo
P. Sanchez se descubrió a sí mismo cuando se vio elevado por las
bases y cayó en la cuenta del beneficio que podía suponerle el
viento de cola de la “sonrisa del destino”. Al renacer en el
Partido y al encumbrarse a la jefatura del gobierno de la nación,
bien pudo saludarse como el maestro insuperable de la audacia,
habilidad que con estas pruebas bien debería, a su modo de ver,
encabezar la tabla de las virtudes “políticas”.
Cuando por primera
vez en su carrera se ha topado de bruces con lo que es la política
de verdad y a probar su medicina no puede evitar sentirse víctima de
una conspiración infame. Pero no es muy aventurado sospechar que su
evidente rabia y abatimiento no se debe sólo a que se ha desmontado
la jugada de “Dos en uno" de desenterrar al exdictador, pues pese
a sus fantasías de él y los suyos ya el Dictador lleva enterrado
políticamente desde que lo metieron en la tumba, y de paso empapelar
a uno de los que quiere hacer pasar por su heredero.
Lo más grave es que
tiene que arrostrar la pérdida de eso tan evanescente que los
antiguos llamaban “honor” y para lo que los modernos no han
encontrado un término igualmente válido, salvo eso de la “matrícula
de honor”, rescoldo que en buena LOGSE debiera extinguirse o
democratizarse. Pero todos nos entendemos. Tanto es así que pese a
su facundia y al convencimiento de que el aval de sus éxitos son sus
méritos de líder acrisolado y no el azar o el designio de quienes
en nuestro país se han convertido en los verdaderos poderes
fácticos, el instinto de supervivencia le ha llamado a mantener “su”
“Tesis” en secreto y en cuidadoso resguardo hasta el momento.
Porque una vez que
ya es pública y por mucho cloroformo que su inabarcable corte de
pelotaris y excusadores eche sobre la opinión pública, Sanchez no
podrá desengañarse de que su nulidad intelectual es no menos
notoria y “visible”, más allá de que pueda camuflar y enredar
los plagios, encargos, enchufes y circunstancias adyacentes .
Y junto con la
constancia de su vacuidad intelectual, que no puede dejar de lastrar
su conciencia existencial, tendrá que arrostrar en conciencia la
sospecha de que sus presuntos méritos no son sino un montaje de los
auténticos poderes fácticos, es decir el Himalaya mediático, esos
que ordenan “de qué hay que hablar”.
Para cualquier
ciudadano dedicado a su vida esto parece algo intrascendente, pero no
lo es en absoluto para quien como su camarada Pablo y la casta
redentora que los rodea se han educado (¡?) en la creencia de que
son “los intelectuales orgánicos”, o parte de ellos, que han de
transformar el mundo aplicando la “ciencia” antes “proletaria”
y ahora “de género” o de “etnia suprema” o vaya Vd. a saber
qué. Nada sería más ilustrativo que conocer los vericuetos de la
carrera académica de P.Iglesias y Cía para conocer los hábitos de
la especie que tiene por hábitat ciertas carreras y Universidades.
Pero en sí mismo este asunto de conciencia existencial y de moral pública no tiene una traducción directa en el juego político, a la vista del “juego de fuerzas” vigente. El engranaje que se está montando se ha de consumar si más chispazos afortunados no lo impiden. Sólo que a partir de ahora, pasado el susto, no le queda más remedio al “agraviado” de fino engendro que hacer de la necesidad de venganza virtud carismática, como los más acreditados fobodemócratas Y DEMOCRATOFOBOSsiempre han sabido hacer.
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