Al anunciar el
(propósito de) referéndum de “autogobierno” Sanchez no ha hecho
más que hacer gala del proceso real en el que estamos, dejándolo
caer como si nada: la vía que conduce a un pacto entre los
socialpodemitas y los nacionalistas para la independencia fáctica,
pero todavía no jurídica, de Cataluña, con las “naciones”
que vengan después por supuesto. A esto ya no necesita denominarle
el hiperzapaterismo “federalismo”, le basta con dejarlo en
“verdadero autogobierno”. Ese era el verdadero pago y la llave
maestra de la la maquinaria que se puso en marcha expulsando a quien
sólo hacía de felpudo..
Pero aun en estas
entre la nobleza tertulianesca ajena a la clack mediática
socialpodemita, abunda la interpretación de que estamos ante “otra
ocurrencia” de Sanchez, cuanto no la más sofisticada de que el
“astuto” Presidente se está cargando de razones para aplicar “en
su momento” la Ley con todo rigor. Esto demuestra que el despiste
patológico sobre la catadura y el peligro real del nacionalismo se
extiende a la incomprensión de la más elemental lógica política
que anima a la izquierda, por lo menos desde ZP.
Las simplezas,
fantochadas vaivenes y ambiciones de ZP o de Sanchez, ni siquiera el
interés en la conservación del bipartidismo, explican lo esencial
de esta lógica política. Pues estamos ante algo más que el
ejercicio funambulista de extender cortinas de humo o de seducir con
embelecos demagógicos para “conservarse en el poder”. “Carece
de proyecto político” dicen los que necesitan apaciguarse a sí
mismos. ¿Les parece poco proyecto el México del PRI que ahora sería
por mor de las circunstancias y de la presión podemita/separatista
la Venezuela de Maduro? Al socialpodemismo no le falta proyecto, sólo
necesitan, especialmente la parte socialista, convencerse de lo que
realmente quieren y sobre todo dar con las teclas que lo permiten.
Pero “¡esto es imposible en la Europa civilizada y desarrollada…!”
“¿acaso no es el socialismo un partido socialdemócrata a la
hechura europea?” ¡Ojalá! Pero si así fuera nada de lo que ha
sucedido desde que se precipitó la caída de Aznar sería
comprensible.
Conviene recordar lo
elemental. El PSOE se encuentra ante la tesitura de ceder la
soberanía nacional o de afrontar la unión con la derecha, lo que
ellos llaman “derecha”, en defensa de la soberanía nacional.
Pero esto segundo significaría echar por la borda toda la lógica de
su política casi desde la transición. La diferencia entre el
periodo de Gonzalez y el zapateril es que F. Gonzalez creía que
podía domeñar a la vez al nacionalismo y a la derecha
convirtiéndose en un PRI fáctico y europeísta democráticamente
homologable. EL zapaterismo vio en el acuerdo incondicional con el
nacionalismo y en el “cordón sanitario”, la condición inmutable
e inexcusable para “redimir” España...de sí misma. A cambio claro del sacrificio de
eternizarse en el poder. Se ha llegado a tal extremo de decrepitud
mental que en este momento ni siquiera los votantes más blandos y
“españolistas” del socialismo entenderían, sin una profunda
“pedagogía” quirúrgica por parte de sus líderes, un acuerdo de
Estado con todas las consecuencias, aunque fuera para la defensa de
la soberanía nacional. Pero el problema de fondo es que sus líderes
creen que la así dicha soberanía puede subsistir como un mera
formalidad si los separatistas se avienen con todo y más, a cambio
de no reclamar sillón en la ONU y en la Unión Europea.
Se “inventa” así
la tercera vía, la de Iceta de toda la vida. Y hay que tomarla en
serio porque están en ello. Las posibilidades de esta reedición
pactada del Procés pasan primero por enganchar a la parte
“moderada” del separatismo, Esquerra” y arrastrar luego a los
de antiguo “cuerdos y sensatos”, y que ahora han cogido el gusto
a la ultramontanidad más atraviliaria y “republicana”. Lo
primero debe estar bastante cocinado. Lo segundo todavía está bastante crudo.
Seguramente Sanchez cuenta con que la “burguesía” acomodada y de
orden en cuanto se aburra de disfrutar del encanto orgiástico de la
transgresión volverá a la realidad, tal como presumía don Mariano.
A simple vista, descartada la aplicación de la Ley, la alternativa
sería vivir en una especie de “palestinización” (el término lo
escuche a Ana Grau y es de los más pertinente), lo que en la Europa
democrática parece inconcebible. De modo que tarde o temprano
tendrían que admitir algo más beneficioso que el gordo de la
lotería nacional.
Pero es un arma de
doble filo. Torra y los suyos han llegado muy lejos y huelen a la
presa moribunda, o así les parece. Su llamada al “sacrificio” no
significa otra cosa que enorgullecerse y aplaudir las gestas del
matonismo institucional/borroka, como quien hace de figurante en la
película de Gandhi. Al fin y a la postre lo divulgaban sus padres y
casi abuelos “crear uno, cien y mil Vietnams”. Pero dadas las
circunstancias de aquellos a los que se requiere el protagonismo es
u7n ensayo de introducir el ingrediente lúdicoheroico en el cálido
confort hogareño que ilumina la TV3. Todo el mundo, especialmente
los suyos, quiere ir de vacaciones a lo más recóndito del planeta,
cenar en restaurantes de más de tres estrellas, acceder a todos los
canales por cable, chalé alternativo con piscina de agua caliente,
deportivo y bicicleta, Masters y promociones, Disney-Paris con la
excusa de los niños... y así todas las cargas del sistema opresor.
Pero lo que importa, según esta ofrenda confortable/sacrificial, la
Unión Europea no podría soportar una “disrupción” endémica
sin llamar al orden al Estado socio que está siendo el Estado
pagafantas.
En el fondo el doble
enganche se reduce a despejar una incógnita. ¿Cómo pasar del
“verdadero autogobierno” al reconocimiento del “derecho de
autodeterminación”?. Supongo que muchas lumbreras llevarán meses
sino años devanándose los sesos y desconozco si están llegando a
algo. De este terreno de la cuadratura del círculo y de la más
tenebrosa alquimia sólo se puede salir afrontando el juego de las
promesas y la fe mutua. ¿Creerán los separatistas en un Gobierno
frentepopulista? ¿Exigirán previamente garantías tangibles que
afecten al entramado institucional y a la dignidad más íntima del
Estado y no sólo algo más de pasta y obras públicas? ¿Podrá
conciliarse el sueño socialpodemita como para poder saber lo que se
hace de día?
Naturalmente esta
conjetura sólo puede operar en el supuesto de que la inmensa mayoría
del pueblo soberano permanezca en el estado de hipotensión crónica
y ya casi inmemorial sobre el valor de su soberanía. Sanchez cuenta
con ello, me temo que con bastante razón, y también con que basta
crear la expectativa de un acuerdo “definitivo” con los que ya no
serían “tan separatistas” para conservar la adhesión de la
izquierda social y ampliar su base hacia el centro. Lo suficiente.
Las disensiones entre los varones socialistas serían pecata minuta,
pues antes cuenta la cofradía del Partido y el espíritu de la
Izquierda, que la nación. Por eso ahora todo depende de que las
iluminaciones bravuconescas de Torra parezcan sólo de consumo
interno y que el previsión incendio de las pantallas se pueda
presentar a la siempre bien dispuesta opinión de las gentes que no
saben si son nación o qué y lo que eso significa como las Fallas de
la libertad de expresión y de la sana democracia, preludio dialogado
del fin de la pesadilla.
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