domingo, 10 de septiembre de 2023

LAS CUENTAS SANCHISTAS

 

La estrategia bolivariana sanchista, es decir la de un régimen de apariencia democrática en el que la derecha quede erradicada y proscrita, cuenta con dos supuestos imprescindibles. Primero que los separatistas podrán ser cebados sin tope y sin que den el salto al referéndum y la independencia; lo segundo que a los separatistas les acabará interesando un régimen confederal de independencia fáctica en el que sigan aportando sus diputados para perpetuar una mayoría sanchista en toda España. Es de suponer que si Sanchez es renuente a avalar el salto a la independencia no se debe a motivos patrióticos o siquiera de vergüenza ante la historia. De llegar a esa tesitura lo más probable es que el PSOE desaparezca del resto de España, a no ser que preventivamente haya conseguido imponer una República bolivariana, su sueño húmedo. Un encaje de bolillos del más alto riesgo. Es lógico que, según la perspectiva sanchista, este temor ha de ser compartido por los socios separatistas, para quienes la desaparición del sanchismo los pondría en sumo riesgo.


Este cuadro paradójico del que por el momento extrae el sanchismo su energía carece sin embargo de la estabilidad de la que “disfrutan” las repúblicas bolivarianas. En el punto límite el interés del sanchismo choca con la vocación independentista en la que están envueltos sus socios. Estos fían su fuerza al apoyo maximalista de su población, para quien un acuerdo estable con “El Estado” por muy beneficioso que fuera sería una traición, desde el momento en que se les ha educado en que lo único aceptable es la independencia.


Es cierto que Sanchez está dispuesto a adentrarse en esas aguas pantanosas sin arredrarse. Pero las razones por las que cree poder salir bien librado nada tienen que ver con la lógica del juego de fuerzas que ha despertado. Es decir la de alimentar a la bestia para que se apacigüe, dándole todas las armas para que nos devore. Aquí sí que importa su psicología. Su aventura política le confirma que es invulnerable y que es capaz de conjurar lo mismo a sus súbditos como a sus socios. En el fondo no duda porque cree ciegamente en el mantra supremo de la izquierda. Ese según el cual los verdaderos separadores son las derechas y que los nacionalistas sólo quieren un Estado que les reconozca sus derechos y los deje en paz, es decir un Estado sin derechas molestas y “provocadoras”. Con que se denomine “plurinacional” se conformarían si se ha extirpado a los “separadores”.

Me abstengo de considerar la variante de la U.E. que sólo sería relevante si se desencadenan las declaraciones de independencia. En esto todo serían incógnitas. De momento Sanchez ha cuidado mucho de adormecer este flanco y parece que con buenos resultados para su causa de momento.

 

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