En otro tiempo se recibía con delectación al Hermano Lobo. En
aquellos tiempos las risas tenían mucho sentido, ahora estremecen,
por poca conciencia cívica que se tenga. Porque ya canta que el
objetivo del lobo de la Moncloa es la máxima dictadura de izquierdas
posible que permitan los límites del contexto democrático al que
pertenece España.Vamos, un horizonte de Dictadura dentro de lo posible.
Por una parte podrían valer diferentes modelos: el peronista, el PRI, el chavismo (exceptuando el calado al que ha llegado), etc... pero también puede experimentar su propio modelo de Gran Hermano, algo original.
Por otra parte debe haber límites pero son indeterminados. En último término dependen de la resistencia interna y del consentimiento de Europa y USA. Pero es evidente es que esos límites son flexibles y maleables, dependen de multitud de imponderables, y al fin y al cabo "se hace camino al andar". No menos evidente es que en ese estado tan fluido y nihilista, en el que los potenciales resistentes cada vez creen menos en sí mismos, la audacia e incluso la temeridad de quien sabe lo que quiere puede ser una ventaja decisiva. Y está claro que Sanchez sabe lo que quiere, no hay más que fijarse en su mirada. Otra cosa es la fórmula en la que pueda encajar cualquier modelo posible. Por ejemplo, según digan las circunstancias y las ocasiones.
¿Con qué fuerza cuenta la dictadura in pectore? ¿Qué fuerza de resistencia democrática existe?
Sz. cuenta con una ventaja de partida. Sea el que sea el apoyo de la opinión pública, el desequilibrio entre el sistema de fuerzas en que se apoya y que lo apoya, respecto a las fuerzas potenciales de resistencia, le otorga una iniciativa permanente. De modo que la posible resistencia tiene que estar siempre a la defensiva. Por eso la certeza y la convicción está del lado de la izquierda y la incertidumbre, cuando no desazón y desconcierto tiende a ahogar a su oposición. Tal situación es posible por lo siguiente:
1. La idiosincrasia genética de la izquierda da a esta una prevalencia política e ideológica sobre la derecha. Política y sociológicamente la izquierda tiene voluntad de poder y dominio, la derecha tiene fundamentalmente ganas de orden, y de vivir en paz. Este juego tan desequilibrado es común en los países democráticos, pero en estos en general no determina la dirección política ni otorga una iniciativa decisiva a la izquierda, debido a que hay un consenso y un sistema institucional respetado que asegura la fluidez de la opinión pública, y que ésta sea lo que en definitiva cuente en lo que a la alternancia del poder se refiere. Y lo más importante, que la alternancia y los cambios de influencia política no afecten a la estabilidad del sistema.
En España sin embargo la izquierda tiene una motivación de dominio "extra" que compromete la estabilidad del sistema: la pulsión guerra civilista concretada en el convencimiento profundo de que la derecha española, sea la que sea y haga lo que haga, es antidemocrática y no tiene derecho a gobernar; mientras que esta derecha resiste, es decir no se desbanda ni se precipita en la estampida, segura de que la democracia es inconmovible y que la izquierda es al fin y al cabo un alternativa legítima, y que aunque quisiera no podría despachar la Constitución ni la democracia, ni a la misma derecha.
2. La desproporción de los canales de influencia social. Mientras la izquierda cuenta con un entramado social activo y potente, la derecha apenas cuenta con un hilo sentimental común y núcleos variopintos sin poder movilizador constante. El entramado de la izquierda se estimula desde poderosos "repetidores" en permanente actividad. Son repetidores estructurales la Universidad, los sindicatos y los artistas. A ello se añaden los "lobbies" del momento, feminismo, ecologismo, LGTBI, vanguardias nacionalistas, que en parte son máscaras del núcleo duro de la izquierda de toda la vida y en parte decantaciones de las utopías antisistema, pero todos convergentes.
3. Al control político del núcleo duro de los medios se añade la propensión del periodismo a dejar de ser un cuarto poder y a ser una sombra del poder, lo que se explica en parte por su comunión ideológica y en parte por la comodidad que otorga estar al servicio del poder. Aunque en términos cuantitativos esto no predomine, se incrementa geométricamente su influencia al estar adscritos al núcleo duro. Este poder se acredita al conjugarse con la capacidad de movilización de la izquierda, tantas veces demostrado. Retumban las televisiones al unísono ante las flaquezas públicas de la derecha hasta que esta queda despellejada, pasan con sordina los escándalos y desmanes de la izquierda de los que sólo queda la sordidez de la derecha en su intento de "aprovecharse".
4. La determinación de colonizar el aparato del Estado y suprimir la separación de poderes se haya favorecida por la propensión de este aparato a a dejarse colonizar y adaptarse a los designios políticos, cuando siente que está claro quien manda y quien tiene ganas mandar. La aventura sanchista revela el lastre debido a que en los periodos históricos en que gobernaba la derecha (desde el XIX) la política fuera un excedente del aparato administrativo y de que cuando dominó la izquierda el aparato administrativo fuera un excedente de la política. Lo que en conjunto determina un sistema institucional sin raíces profundas democráticas en la sociedad y su expresión en una sociedad civil fallida.
Por su parte la derecha no cuenta con repetidores pero tampoco con bastiones. Sus bastiones tradicionales, los poderes económicos y la Iglesia, ya han dejado de ser fuerzas políticamente activas y significativas. Lo cual es algo general y en sí mismo no es malo, si la parte concernida de la sociedad civil es capaz de dotarse de motores cívico políticos. En España estos presuntos bastiones dan por supuesta la eternidad de la democracia, es decir del régimen constitucional, y sólo tratan de adaptarse a los poderes que tocan y salvar sus intereses, sino pueden mejorarlos.
En definitiva la fuerza de resistencia de la derecha, en el sentido más amplio posible, es la fuerza de su misma tradición. Esta fuerza se conserva milagrosamente incólume, pero sus operadores políticos no saben como sacarle partido, es decir transformar la resistencia pasiva y sentimental en resistencia activa e intelectiva.
Notas aparte: ni ha cuajado la socialdemocracia ni el liberalismo. Tampoco ha cuajado la sociedad civil, es decir una sociedad moralmente sintonizada con la Europa que se construyó tras la II Guerra Mundial. Todo tiene relación con lo anterior. Nos estamos lamiendo las heridas y ojalá todo quede en esto. ¿Las causas de todo ello?. Tiene que haberlas, no somos marcianos.
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