La consecuencia elemental de la charlotada sanchista/pugdemonista no es ya la constancia de la irrelevancia internacional de España y de su inminente clasificación en la categoría de los Estados "semi fallidos". Esto ya se da por descontado, desde, por lo menos, el fracaso de la extradición de Puigdemón, la entrega gratuita del Sahara y la connivencia con el chavismo. A escala internacional se sostiene a España por razones estratégicas, como por ejemplo salvaguardar el status quo marroquí, evitar un agujero negro en el corazón de Europa o satisfacer el izquierdismo woke intercontinental, disimulando lazos con los regímenes iliberales de Puebla.
Lo más sustancioso y novedoso afecta al futuro de Cataluña y por tanto de España como nación. Sería increíble que las "cancillerías relevantes" no dieran por descontada la posible independencia de Cataluña. Puede que desde fuera igual no se entienda el por qué de la "comprensión" del poder del Estado con los separatistas, pero además de la evidencia de la indefensión querida del Estado ante la deriva independentista, hay sobrados motivos para que sospechen que el Estado consentiría tal salida "si no hubiera otro remedio".
Igual que el acceso de la izquierda filoterrorista (Bildu) a la cumbre institucional convirtió el avance hacia la independencia vasca/navarra en un asunto de la familia nacionalista, en el caso catalán la "coincidencia" de la proclamación de Illa y el despiporre del Prófugo convierte el "resurgente" Procés en un asunto interno de los separatistas, pero con la novedad de la participación de la Moncloa y el socialismo "estatal" en la timba.
En términos de la dirección de la historia la subida de Illa significa el cumplimiento del designio sanchista de instaurar el escenario de la Confederación plurinacional. Que esto cuaje temporalmente o se desmorone a las primeras de cambio depende de la voluntad de los independentistas de atizar el fuego, en parte según como reaccione la opinión pública catalana o en parte según este nuevo escenario afecte a la confianza mutua. Tendremos tumulto separatista si la Confederación no da frutos inminentes, tantos como para que ERC puede prevenirse del estigma de ser los peores "botiflers".
Por lo que respecta a los "vencedores", el PSC, es claro que actuarán con la fuerza del converso por la Confederación y con la comprensión del abuelo con sus nietos ante la determinación separatista de implementar la independencia. Mientras los socialistas catalanes se piensan cual tiene que ser su papel en la historia, por ahora el escenario monclovita no puede ser otro que al menos retrasar esta tesitura que pudiera ser fatídica para el socialismo. Pero de llegar el momento Sanchez ha demostrado que no le tiembla el pulso, al contrario, si lo tiene que apostar a todo o nada. Ni siquiera la independencia de las "otras naciones" tendría que ser un obstáculo para "seguir adelante".
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