Se sabe que Sanchez se recluyó para averiguar enamorado el espectro delictivo de su pareja y diseñar la estrategia de defensa. Prueba de que no había defensa posible ha sido su empeño de enfangar la opinión pública y de estigmatizar al juez y la justicia como única defensa.
La línea estratégica de Sanchez es inequívoca, se dedica a ella con tanto afán y astucia, tiene unas metas tan aberrantes, democráticamente hablando, que parece imposible que lo pretenda. Todo se achaca a un patológico afán de poder, cuando no a un trastorno de personalidad. Con tanta precisión como lo haría Hitchcok, oculta el bosque de la política entre los árboles de la psicopatología y así los que necesitan explicaciones creen encontrarlas.
Sanchez ha derretido a Podemos podemizando al partido socialista, de la misma forma que está dividiendo a los separatistas asumiendo el separatismo. Ya el PSC es indiscernible del separatismo y lo ha de ser todo el socialismo, pasando del consentimiento al convencimiento. Sanchez no necesitaba para conseguir la investidura de Illa desgajar fiscalmente a Cataluña. Lo ha hecho por convicción y lo ha buscado hasta que ha visto llegada la ocasión. ERC podía transigir con una opción intermedia, por necesidad. El nombramiento de Illa es la ocasión para dar carta blanca a la Confederación que ha de culminar en la autodeterminación.
Ante la opinión pública y la oposición ha ocultado su catadura moral (esto con menos éxito) y su querencia política (esto con más éxito). El destino ha unido los enredos familiares del enamorado y su pasión política, la saña con la que ha de imponer la "plurinación" y destituir la Constitución. Espera que el escudo del TC lo haga invulnerable y le permita reírse de la verdad hasta que el amigo Maduro críe virtud.
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