sábado, 18 de enero de 2025

EL TIRANO, LA HISTORIA y EL ANTICICLÓN.

 

Desde luego Sanchez está dispuesto a resistir hasta el fin y por todos los medios. Que la democracia se desborde hasta la instauración de una tiranía no es una "ensoñación". Aunque lo parezca no es lo mismo montar una tiranía para resistir que resistir para montar una tiranía. La diferencia no es baladí, ni el resultado una simple coincidencia. Por muy mezquino, inmoral y hasta psicópata que sea el personaje, ¿y qué tirano no lo es?, su voluntad de poder no deja de ser una voluntad de "hacer historia" y como consecuencia de ello "pasar a la historia".


Esta pretensión "napoleónica" tan anacrónica, grandilocuente y estúpida, contraviene la laxitud lúdica de la época. En el aquí y ahora solo cuenta lo mínimo y lo más divertido. Pero tal altivez, la "de hacer historia", expuesta sin rebozo al comienzo de su mandato, no es un milagro ajeno a la ley de la política. El único milagro es que aparezca un tirano vocacional con la suficiente intuición, determinación y desparpajo para captar la dirección de los peores instintos soterrados, y amalgamarlos para "hacer historia", a costa de fracturar la nación y llevarla a la postración.


En el mundo reciente donde el juego político está hiperformalizado la personalidad del tirano parece inescrutable, tanto como inconcebible su existencia. Por eso su instinto salvaje brilla libre, ante la desolación de los pacientes y el fervor de los adictos, encuesta más encuesta menos.


Como estos instintos colectivos se gustan para "hacer historia", Sanchez se eleva de simple pícaro intrigante a Jefe de la "la causa" histórica "antifranquista". Como en el fuero interno de la izquierda social la presencia de la derecha en la democracia es un oprobio histórico con el que hay que cargar, Sanchez libera de esta carga, se alza y proclama que "ya basta".


Mientras la "historia" sanchista se cuece como una pócima mágica de polarización, corrupción y venganza, el ambiente se hace irrespirable entre estos efluvios. El antisanchismo social es clamoroso, pero no cuaja en nada sólido. Como si un anticiclón disuadiera de que la indignación popular haga masa y se tambalee el tinglado. Sólo las izquierdas sacan pecho cuando quieren. En Valencia se corea "Mazón criminal" y Sanchez relincha de placer.


El mundo al revés. Pase lo que pase en el teatrillo de Frankestein, pueda lo poco que pueda la Justicia ante el cepo del TC, Sanchez podría acabar en la cárcel, destino natural de las causas judiciales que lo implican, de perder el poder. Esto añade morbo al experimento tiránico pero es raro que sea decisivo, pumpidamente hablando. Dicho por decir: sólo sería posible el vuelco en caso de que apareciera un resabio de dignidad y vergüenza en las filas socialistas o en caso de que las encuestas fueran tan calamitosas y contundentes que se estremecieran los fieles. Todo imposible si además la indignación colectiva no se nota como debiera.


Parece misterioso pero no lo es tanto. La izquierda tiene un pedigrí y la derecha otro. La izquierda, la española al menos, y sobre todo, cree tener una misión y la derecha cree en la fuerza de la resignación y de la providencia. Bien polarizados todos ante el altar de la "historia", los asuntos del comer y vivir, harto comunes, apenas cuentan. Es lo que tiene un mundo en el que el bienestar se supone eterno, como las estrellas en la noche. Se estremecerá el cielo, pero la tierra dará vueltas como siempre.


¿Puede haber alguna certeza sobre el fin de esta historia? La habría si estuviera claro el empuje y la dirección del oleaje. Uno no tiene nada claro y sólo imagina lo peor. Lo único evidente es que  hasta ahora Sanchez ha demostrado ser un consumado experto en la evaluación de las fuerzas en presencia y en los efectos de la sorpresa, que eso es la política a su entender y si nos ponemos cínicos no deja de tener razón. Va viento en popa pero reciclando su propio soplo con el que hincha sus velas. Eso dura en la calma chicha del gran anticiclón. ¿Puede este mago pendenciero hacer que el anticiclón sea eterno, es decir "hacer historia"? No sé, pero QUERER QUIERE. .

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