jueves, 6 de noviembre de 2025

LA REPÚBLICA DE LOS INCORRUPTIBLES

 

        A nadie se escapa que la mentira contumaz y programada contiene el germen de un proyecto más amplio de inversión de la relación natural con la palabra y con la evidencia, proyecto en suma de sometimiento de la semántica al interés político, en este caso woke o "progresista", de modo que las palabras lleguen incluso a perder su sentido metafórico si este transgrede un canon moral, en realidad sectariamente político. Véase la "regulación" del uso de la palabra "cáncer" o la trivialización de términos como "terrorismo" u "holocausto". O "relato" en lugar de cuento o propaganda descarnada. Es obvio que esto tiene que ver con que en la sociedad mediática de masas el dominio de la semántica es el principal aglutinante estructural. Cuando tal dominio obedece a la mala fe cabe habla de estado de infamia, es decir de sabotaje planificado de lo que se puede decir con sentido.


        No es por dar ideas pero dada la facundia con la que la España liberticida afila su apuesta, bien puede denominarse a la dictadura "popular"que ya más consciente que inconscientemente se promueve, la República de los Incorruptibles. No puede caber mucha duda de que la base social "progre" y anticonstitucional daría a mucha honra su conformidad, tanto a ese Régimen como a este calificativo. No en vano sienten, contra viento y marea, el orgullo de que la historia les ha otorgado en exclusiva la credencial de ser el flagelo de la corrupción, esa poza séptico en la que se revuelcan "los ricos". Comparado con esto, lo que a la vista de todos está son, desde esa óptica, vanos intentos de marear la perdiz por los condenados a la perdición.


        De esta manera se cumplirían dos expectativas. Culminar el estado de infamia, pero además, lo más importante: asentar el proyecto liberticida en la más genuina tradición. ¿Cabe mayor honor que emparentar un régimen que cancela toda oposición a la "virtud" revolucionaria con su modelo histórico más auténtico? ¿qué mayor gloria que el jefe de los "Incorruptibles" entronque con el Incorruptible más primigenio, que estaba a la cabeza del Comité de Salud Pública? Con tanto y virtuoso Pedigrí las bases tendrán el subidón que esperan con tanto anhelo.


martes, 4 de noviembre de 2025

METAFÍSICA Y TOTALITARISMO

 

Son ideas metafísicas las ideas límites sobre la condición humana que se pretenden eternas y dan cobertura a los espectros ideológicos con vocación histórica. No se repara en el alcance de las ideas metafísicas, reducidas como están a meros ideologemas. Así quienes quieren guiar la historia con determinadas ideologías no son conscientes del termino final al que conduce esa ideología cuando se debe a determinadas ideas metafísicas que a su vez quedan desconocidas en su contenido y en su poder

Así por ejemplo Heidegger fue coherente cuando se integró en el nazismo obedeciendo a su idea metafísica, fundamental en su filosofía por aquella época, idea que sólo modificó en su forma pero no en su significado posteriormente a la derrota nazi. Pensaba según esto que la tecnociencia, o mejor el imperio universal de la tecnociencia, además de ser imprescindible en el estadio definitivo de la humanidad, tenía un potencial deshumanizador del que el hombre no podía ser consciente con carácter general. Suponía un despojamiento del nexo con el ser que sólo podía detenerse mediante un poder mundial superior que neutralizase la tendencia humana a la división y al subjetivismo. 

Con independencia de su ideología racista, que para Heidegger era seguramente algo políticamente instrumental, el nazismo prometía un sistema totalitario universal que, por su fuerza, determinación y eficacia, podía controlar el proceso tecnocientífico y con el ello el destino de la humanidad. Posibilitando en suma su idea metafísica nuclear: la reconciliación humana con el ser. Reducida la dimensión ética de lo humano a esta reconciliación prístina, la erradicación de la eticidad real, la erradicación de la conciencia moral y con ello la preeminencia de la libertad interior y exterior, resultaba algo accidental a lo que Heidegger no prestó atención alguna. 

En el tiempo actual la idea metafísica de la reconciliación del hombre con el ser retorna bajo la sensación universal de que entramos y vamos a estar indefinidamente en el proceso que conduce al fin del mundo. Esto otorga a la política ecologista una influencia ideológica privilegiada, pero, en la misma medida, la falta de comprensión crítica de sus límites la aboca a repetir el experimento heideggeriano. 

Tarde o temprano cuanto más cunda la aprensión por la desaparición del planeta y más se entregue este movimiento, en principio romántico. a la exigencia de un remedio definitivo, en mayor medida verá con agrado las soluciones más expeditivas e ilusamente definitivas, de la misma forma que cuando el socialismo reclamó la solución total para el logro la igualdad socia mediante la dictadura del proletariado. Una vez la pretensión de realizar las ideas metafísicas en medio de la historia, de crear adánicamente el mundo, dado ya por interpretado y comprendido, se torna en determinación incondicional, es decir en fanatismo, valen todos los medios y no se hace cuestión de la moralidad de los mismos. Nace el monstruo totalitario.