martes, 4 de noviembre de 2025

METAFÍSICA Y TOTALITARISMO

 

Son ideas metafísicas las ideas límites sobre la condición humana que se pretenden eternas y dan cobertura a los espectros ideológicos con vocación histórica. No se repara en el alcance de las ideas metafísicas, reducidas como están a meros ideologemas. Así quienes quieren guiar la historia con determinadas ideologías no son conscientes del termino final al que conduce esa ideología cuando se debe a determinadas ideas metafísicas que a su vez quedan desconocidas en su contenido y en su poder

Así por ejemplo Heidegger fue coherente cuando se integró en el nazismo obedeciendo a su idea metafísica, fundamental en su filosofía por aquella época, idea que sólo modificó en su forma pero no en su significado posteriormente a la derrota nazi. Pensaba según esto que la tecnociencia, o mejor el imperio universal de la tecnociencia, además de ser imprescindible en el estadio definitivo de la humanidad, tenía un potencial deshumanizador del que el hombre no podía ser consciente con carácter general. Suponía un despojamiento del nexo con el ser que sólo podía detenerse mediante un poder mundial superior que neutralizase la tendencia humana a la división y al subjetivismo. 

Con independencia de su ideología racista, que para Heidegger era seguramente algo políticamente instrumental, el nazismo prometía un sistema totalitario universal que, por su fuerza, determinación y eficacia, podía controlar el proceso tecnocientífico y con el ello el destino de la humanidad. Posibilitando en suma su idea metafísica nuclear: la reconciliación humana con el ser. Reducida la dimensión ética de lo humano a esta reconciliación prístina, la erradicación de la eticidad real, la erradicación de la conciencia moral y con ello la preeminencia de la libertad interior y exterior, resultaba algo accidental a lo que Heidegger no prestó atención alguna. 

En el tiempo actual la idea metafísica de la reconciliación del hombre con el ser retorna bajo la sensación universal de que entramos y vamos a estar indefinidamente en el proceso que conduce al fin del mundo. Esto otorga a la política ecologista una influencia ideológica privilegiada, pero, en la misma medida, la falta de comprensión crítica de sus límites la aboca a repetir el experimento heideggeriano. 

Tarde o temprano cuanto más cunda la aprensión por la desaparición del planeta y más se entregue este movimiento, en principio romántico. a la exigencia de un remedio definitivo, en mayor medida verá con agrado las soluciones más expeditivas e ilusamente definitivas, de la misma forma que cuando el socialismo reclamó la solución total para el logro la igualdad socia mediante la dictadura del proletariado. Una vez la pretensión de realizar las ideas metafísicas en medio de la historia, de crear adánicamente el mundo, dado ya por interpretado y comprendido, se torna en determinación incondicional, es decir en fanatismo, valen todos los medios y no se hace cuestión de la moralidad de los mismos. Nace el monstruo totalitario.

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