viernes, 18 de enero de 2013

LA PSICOLOGÍA DE LOS POLÍTICOS CORRUPTOS.

La corrupción del político se ve propiciada por la existencia de varias condiciones. Primero un sentimiento de impunidad por el hecho de disponer del poder y de la sensación de omnipotencia que esto otorga. Segundo el sentimiento de estar al filo de la navaja y bajo la espada de Damocles, debido al riesgo del ejercicio de la acción política siempre en una ciénaga de cocodrilos que buscan devorarlo como él  hace con sus adversarios. Tercero el sentimiento de honestidad  y desinterés que tienen en su fuero interno, por el que cree que su fin es noble y que le mueve el servicio del bien común. Contra lo que se cree son rara avis los que acceden a la política con la cínica y abierta decisión de lucrarse y llevárselo crudo. Aunque existen. Se suele acceder con las mejores intenciones pero con escasa conciencia de lo que verdaderamente es la política y menos conciencia aún de lo que uno puede dar de sí. Cuando ya se está en harina viene la ingratitud, la humillación, la necesidad de imponerse. Cuando se toca poder o se está en sus aledaños cuenta por encima de todo la necesidad de lealtad y de reciprocidad,  proteger lo adquirido, ampliarlo o perderlo..etc. La política empieza a ser una ruleta rusa sin más alternativa que el triunfo o la sumisión. Entonces ya sólo empiezan a contar las dos primeras condiciones que ponen a prueba la verdadera altura moral del protagonista. Como apenas hay solución de continuidad entre los poderes políticos y los poderes económico, la tentación que padece todo político triunfante es su “pan nuestro de cada día”. Lo curioso es que muchos corruptos piensan que, a pesar de todo, siguen tan nobles como siempre y que así lo comprenderían quienes conocieran sus desvelos y sacrificios por el bien común. Como todo malvado piensa, la causa son las circunstancias. Llegado el caso pueden reconocer que se han pasado  y sus beneficios les parecerá una compensación estéticamente desagradable, tal vez injusta, pero necesaria y en el fondo justificada.
¡Hay del sistema que depende sólo de la buena voluntad de sus políticos y carece de contrapoderes y controles efectivos para depurar la mala fe y la corrupción!

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